Con el inicio del juicio del depuesto soberano iraquí Saddam Hussein, el periódico del principal partido sirio, Al-Ba’th, publicó un editorial del jefe de redacción del diario, Mahdi Dakhlallah. Aunque Saddam no es explícitamente mencionado en el artículo, el autor brinda ejemplos de líderes a lo largo de la historia que prefirieron suicidarse antes que la humillación a manos del enemigo. Lo que sigue es el articulo: 1
¿Qué es lo que hicieron los líderes cuya obra vital culminó en desastre histórico?
«Cuando se canse de entender el presente, puede regresar al pasado, ya sea reciente o distante, para investigar a través de libros los sucesos y experiencias y trazar paralelismos para ayudarse a explicar asuntos que a veces son difíciles de explicar.
«En estos días muchos pueden haber sentido la necesidad de imitar el destino de comandantes, presidentes o líderes, y averiguar cómo actuaron cuando su obra vital culminó en gran desastre histórico. [1] Me estoy refiriendo a la dimensión psicológica del hombre en cuestión, [no a su] ideología o política. Para cuando un hombre se encuentra con su destino está solo en última instancia, tanto si la idea en la que creyó era buena como si no, o tanto si fue un [hombre] común o un [funcionario] veterano».
Las reinas Cleopatra y Zenobia, Hitler, Allende o el Mariscal de Campo ‘Amer, todos prefirieron la muerte a la deshonra
«Empecemos con Cleopatra, la famosa reina de Egipto, cuyo destino la obligó a colaborar con el mayor poder de aquellos días remotos, Roma. Esta mujer legendaria se negó a someterse al poder victorioso y encontró ‘consuelo’ en compañía de serpientes venenosas. Esto fue una carga más fácil de llevar para este alma valiente que la ignominia que le esperaba en los líderes de Roma.
«Zenobia, Reina de Palmira, escogió el mismo destino. 2 Aunque hay diferentes relatos sobre el fin de esta valerosa mujer, el más fiable es que la líder Palmirena bebió veneno para evitar ser llevada encadenada con grilletes – aunque de oro – por las calles de Roma, ante una muchedumbre celebrando la victoria.
«Dos grandes reinas de nuestra historia antigua ejemplifican el profundo deseo de escoger su propio destino. Los ejemplos en la era moderna también abundan; mencionaremos unos cuantos sin tener en cuenta la ideología o la política del sujeto.
«Al ver Berlín caer en manos de sus enemigos, el líder Nazi Adolfo Hitler pidió a su guardaespaldas que quemara su cuerpo después de que hubiese tomado veneno y esparciera sus cenizas para evitar que cayeran en manos del enemigo. Salvador Allende, el presidente democráticamente electo de Chile, también determinó su propio destino. Afrontó un violento golpe de estado liderado por el General Pinochet, apoyado por Estados Unidos, y cuando los atacantes sitiaron el palacio presidencial, Allende se negó a huir; en cambio, pidió su casco y su rifle, aunque era un hombre ya mayor no ducho en el uso de armas de fuego. El resultado era predecible y los atacantes entraron en el palacio ‘por encima de su cadáver’. Hoy en día, en la plaza central de Santiago frente al palacio, hay una estatua de Allende levantando su brazo con orgullo y honor, mientras Pinochet busca desesperadamente refugio. ¿Quién salió históricamente victorioso?. ¿El que se sacrificó o el dictador?.
«Hasta Abd Al-Hakim ‘Amer 3 se suicidó en su celda carcelaria, cuando se dio cuenta de que no le quedaba nada sino vergüenza.
«La historia antigua y moderna por igual está llena de otros nombres y ejemplos, para los cuales la muerte fue preferible a la deshonra».