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En un artículo titulado «Jóvenes Afganos en Filas Enemigas», un comandante talibán afgano predice que habrá un aumento en los ataques internos a las tropas de Estados Unidos y la OTAN en Afganistán en las próximas semanas. Maulvi Abdul Samad Sayyal, el comandante talibán cuya ubicación no se identifica en el artículo, describe en detalle cómo los comandantes de la policía afgana están tratando de llegarle a los talibanes con la ayuda de los de más edad de las tribus locales.

Un incidente descrito por Sayyal en este artículo involucra un ataque bomba, sembrada con la ayuda de un comandante de la seguridad afgana, contra las tropas rumanas desplegadas en Afganistán como parte de las fuerzas de la OTAN.

El artículo apareció en Morchal, una revista mensual en idioma pashtu publicada por el Emirato Islámico de Afganistán (el gobierno sombra de los talibanes en el país). El argumento presentado por Maulvi Abdul Samad Sayyal es que los miembros del Ejército Nacional Afgano y la Policía están motivados a atacar a las fuerzas estadounidenses a causa de la reciente profanación del Corán y los insultos hacia el Profeta Mahoma.

Lo siguiente son extractos del artículo de Sayyal:

«Se incrementaran a futuro el número de muertos de los agresores estadounidenses y de las fuerzas de la OTAN por ataques de [detractores] de la policía afgana y del ejército nacional»

«Según mis cálculos, el número de víctimas de agresores estadounidenses y de fuerzas de la OTAN en Afganistán por ataques de [desertores] de la policía y del ejército nacional irá en incremento en el futuro. Para apoyar esta afirmación, quiero compartir una experiencia con ustedes. Quise que Alá el Todopoderoso me otorgase la oportunidad de conocer las opiniones de los miembros del ejército nacional y de la policía [afgana] en sus ataques a los agresores.

«Por suerte, la oportunidad llegó cuando hace poco fui a mi provincia en un viaje jihadi y comencé actividades jihadistas luego de reunirme con mis socios. A veces los ataques se llevarían a cabo sobre el enemigo plantando bombas en las carreteras, y a veces mediante emboscadas. La cadena de operaciones continúa. Una vez un residente local se puso en contacto conmigo por teléfono y quería venir a verme o que me reuniera con él en alguna parte. Como eran mayores de edad, decidí ir a su encuentro.

«Cuando llegué al lugar especificado, vi a dos ancianos barbudos tribales. Comenzaron la conversación discutiendo el trabajo de los mujahideen y el Jihad, y expresaron su admiración hacia los mujahideen locales por su buena conducta y su tratamiento hacia los residentes locales. Estos continuaron diciendo que ellos y otras personas de la zona estaban dispuestos a cooperar con los mujahideen. Nuestra reunión, que tuvo lugar en la carretera en medio de sinceridad y buenas intenciones, en donde se trataron temas diversos.

«La ubicación era peligrosa para los mujahideen, sin embargo, la reunión continuó con gran satisfacción. Cuando estaba a punto de concluir, un anciano de la tribu, levantando su dedo hacia tres puestos de control de las fuerzas de seguridad y dijo:

«Los puestos de control a la vista, los de adelante y los de atrás, todos tres están bajo el control de un comandante [de la seguridad afgana]. El comandante [de los puestos de control] secretamente y en varias ocasiones me dijo que quería establecer vínculos con los talibanes. Hemos estado intentando durante los últimos días de contactarlos a ustedes [talibanes], pero por desgracia no encontramos gente de fiar y no podíamos compartir con todos y cada uno. Por la gracia de Alá, ahora estamos satisfechos. Tenemos una buena opinión de este comandante. Ahora depende de ustedes, el cómo tratar con él y lo que debe hacerse a continuación».

«Yo les respondí que iba a discutir el asunto con nuestro emir [el líder talibán local] y el siguiente paso sería tomado en luz a los principios y directrices del Emirato Islámico de Afganistán [gobierno sombra de los talibanes]. Sin embargo, no tengo autoridad para tomar ninguna decisión. Nuestra reunión concluyó con estas sinceras palabras y me despedí de ellos. Cuando llegaron al lugar, recibí una llamada de un número desconocido [El hombre en el teléfono] me dijo inmediatamente después de intercambiar saludos:… ¿’Te reuniste con los dos de mayor edad?

«Este se presentó poco después que le respondí afirmativamente, diciendo: ‘Soy el comandante de los mismos puestos de control’. El comandante también me recordó el debate que sostuve con los de mayor edad de las tribus locales. También les puse al tanto a la conversación con los locales de mayor edad y se comprometió a compartir el asunto con mi jefe.

«Cuando me reuní con el emir y le informé sobre toda la discusión, este recalcó sus instrucciones bajo los lineamientos del Emirato Islámico. Me quedé con el emir durante algún tiempo. Posteriormente, el emir decidió que debía ponerse en contacto por teléfono con el comandante de las [fuerzas del gobierno] [quien estaba dispuesto a trabajar con los talibanes]. Para comunicarse con [el comandante], fui a una zona situada lejos de nuestra base donde la red telefónica estaba activa. Me tope con el comandante por teléfono y compartí con él el consejo del emir.

«El comandante me dijo: ‘Acepto la decisión del Emirato Islámico con todo corazón y le saludo con ambas manos por haber entrado en el campo de batalla con las manos vacías contra los que profanan a nuestro Santo Profeta y están haciendo todos los esfuerzos posibles por eliminar nuestra fe [Islam]… Yo también soy musulmán y afgano, y les prestare toda la cooperación posible’. Por último, se acordó que el comandante debe unirse a los mujahideen del Emirato Islámico».

«[Me] satisface que todavía haya jóvenes en el ejército y en la policía que aman su santa religión y al Profeta, y que odian a los agresores y están listos para tomar venganza sobre ellos»

«Sin embargo, el comandante demostró algo antes de unirse a [los talibanes]. Por la gracia de Alá el Todopoderoso, el comandante cumplió la mayoría de sus promesas. Una vez en el mes de Ramadán [julio-agosto, 2012], los colegas [talibanes] querían plantar minas cerca de un puesto de control de acuerdo con un plan táctico. Contactamos con el comandante y me dijo: ‘Bien, es el lugar más adecuado y el momento oportuno para llevar a cabo operaciones contra los agresores»

«Era el atardecer, y lo rojo del cielo había cubierto las cumbres de las montañas; Los socios recogieron las minas terrestres, llegaron al lugar designado y plantaron las minas en segundos. Había llegado el momento de romper el ayuno, y las azans [llamadas invitando a los rezos] podían ser escuchadas, cuando los tanques de las tropas rumanas golpearon las minas, que estallaron con una gran explosión. El tanque [voló] en pedazos y todas las tropas allí fueron asesinados. Los restos del tanque y de piel de las tropas quedaron dispersados ampliamente.

«El comandante me llamó por teléfono momentos después del ataque con bomba, y dijo que fue una explosión muy exitosa. La escena que presencié está permanentemente grabada en mi mente, ya que el comandante estaba bailando cerca de los trozos de cuerpo de las tropas rumanas. Un hombre me dijo: «Cuando el comandante bailaba junto a sus colegas, más soldados rumanos llegaron allí y le vieron [bailar]. Estos expresaron su consternación por el baile y le preguntaron al comandante por qué bailaba. Este le respondió: «Este es nuestro ritual [tradicional] de condolencia que se observa en estas ocasiones’.

«Las tropas rumanas juntaban los trozos humanos de sus tropas, y la oscuridad poco a poco iba extendiendo sus alas sobre la zona. La felicidad que nos proporciona ese ataque nocturno sobre los agresores multiplicó nuestra felicidad en romper el ayuno. Aunque el romper el ayuno con agua fría y pan, sentimos que todavía era la tarde. Ese sentimiento todavía refresca mis recuerdos y me satisface de que todavía haya jóvenes en el ejército nacional y la policía que tienen amor por su santa religión y el profeta, y que odian a los agresores y están dispuestos a vengarse de ellos».

Fuente: Morchal (Afganistán), octubre, 2012