Luego del atentado el 22 de mayo, 2017 en Manchester, el cual ha sido reivindicado por el EIIS, Fahd Al-Khitan, columnista del diario jordano Al-Ghad, escribió un artículo en el que responsabilizó por el crimen a la familia del terrorista y a la sociedad inmigrante en la que este creció, la cual se adhiere a una cultura de odio en lugar de asimilarse en la sociedad británica y adoptar sus valores. Al rechazar el reclamo que a menudo se escucha en el mundo árabe y musulmán, de que Occidente es culpable por el surgimiento del EIIS, Al-Khitan destacó que esta organización es el producto de la cultura de rechazo al otro que se propaga hacia la sociedad árabe y musulmana y que continuará produciendo terroristas incluso cuando el EIIS sea eliminado.
Lo siguiente son extractos de su artículo.[1]
En luto por las víctimas de Manchester (imagen: arabstoday.net, 26 de mayo, 2017)
Es el resultado natural de la cultura del odio. Esa es la única explicación a las atrocidades cometidas por el terrorista Salman Al-‘Abedi en la ciudad de Manchester. La familia del terrorista huyó de la tiranía de [el ex gobernante libio Mu’ammar Al-Qadhafi y solicitó asilo en Gran Bretaña y Al-‘Abedi nació y creció allí, en una sociedad civilizada y pluralista que respetaba su derecho a vivir dignamente. Pero el odio hacia el otro, superó los valores humanistas que este aprendió en la sociedad británica.
Este llegó a apoyar el torrente más ignorante de la historia y calmó su sed volviendo a las raíces de su cultura anterior (la cultura) de su país de origen. Este se fue de Gran Bretaña para Libia, pero luego regresó allí para cometer su crimen atroz. Este no tenía ningún objetivo en particular, todo lo que deseaba hacer era asesinar a los que se diferenciaban de él en su cultura y creencias, en circunstancias contrarias, ¿por qué elegiría [atentar] contra un concierto a la que asistían chicos y chicas adolescentes? [Este lo escogió] sólo porque era un blanco posible para practicar su verdadero pasatiempo, el asesinato. Si [este objetivo] no estuviese disponible, este hubiese arrollado gente en la calle o hubiese salpicado sus entrañas en museos o restaurantes.
La lealtad al EIIS no es suficiente para explicar lo que sucedió: [El terrorista] tenía motivaciones mucho más profundas y la cultura en la que fue criado le permitió encontrar automáticamente su lugar dentro de un marco organizacional que se ha convertido en la auténtica herramienta de expresión de una amplia corriente en nuestras sociedades, [una corriente] de negación al otro, defiende [el acto de] asesinarlo y se regocija cuando se presentan noticias de última hora sobre un nuevo ataque terrorista.
La familia del terrorista Al-‘Abedi y las familias de los terroristas anteriores, no son inocentes, porque estos desempeñaron un papel central en lo que sucedió a sus hijos. [Los hijos] se empaparon dentro de la cultura del odio en el hogar y en un ambiente cerrado que millones de inmigrantes en Occidente habitan. Los inmigrantes poseen sus propias escuelas y sus comunidades se mantienen a sí mismas por sí mismas, viviendo en su propio mundo aislados de la sociedad en general. Al-‘Abedi es la expresión auténtica de la esquizofrenia social que padecen muchos inmigrantes y de la cultura de reclusión que domina a millones de personas en nuestras sociedades.
Tenemos la obligación de escuchar [todo tipo de] justificativos baratos por su crimen, la mayoría de ellos responsabilizando a Occidente por la actual situación en nuestros países y todos ellos caen dentro del destacado de tratar el asesinato y la barbarie como algo normal…
El caso de Al-‘Abedi es quizás el ejemplo más típico [de lo que estoy diciendo], porque los miembros de su familia pudieran haber muerto o haber sido encarcelados de por vida si se hubiesen quedado en Libia. Su padre y madre se marcharon de Libia y buscaron asilo en Gran Bretaña para salvar sus vidas y encontrar algo de paz. ¿Se merecen los británicos que un miembro de esta familia, víctima del régimen de Al-Qadhafi, les pague con una acción tan cobarde [como la de este atentado]? Al-‘Abedi nació en Gran Bretaña y se le dio la oportunidad de construir [la clase de] vida exitosa que millones de los suyos [en el mundo árabe] desean para sí mismos. Pero este permaneció leal a sus raíces culturales y albergó un odio intenso que explotó al minuto en que tuvo la oportunidad de cumplir su deber de terrorista. El caso de ‘Abedi muestra que para ser un terrorista no es necesario unirse al EIIS físicamente, es suficiente beber del pozo de la ideología ignorante, porque entonces el EIIS se convierte en el resultado previsible…
El califato del EIIS en Mosul y Al-Raqqa desaparecerá pronto, pero Al-‘Abedi y sus compañeros terroristas continuarán existiendo entre nosotros, su empresa cultural prosperará y crecerá todos los días y en todos los lugares.
[1] Al-Ghad (Jordania), 25 de mayo, 2017.