En su columna en el diario saudita en Londres Al-Sharq Al-Awsat, ‘Uthman Al-Mirghani argumentó que la Primavera Árabe había expuesto no sólo el fracaso de los regímenes árabes sino también los diversos fracasos de la oposición árabe en constituir alternativas a los regímenes tiránicos que fueron derrocados. Dijo que estos opositores, de todos los matices políticos – liberales, de izquierda, de derecha e islámicos – eran tan oportunistas, egocéntricos y dictatoriales como los regímenes que habían depuesto. Además, escribió, se distanciaron tanto de los pueblos árabes que estos comenzaron a tener nostalgia por los regímenes anteriores. Ante la impotencia y el fracaso de todos los opositores en el mundo árabe, este agregó, no es de extrañar que los jóvenes los han abandonado y se han dirigido al ‘partido en la red’ como la plaza de la oposición y para expresar su angustia y descontento».

A continuación se presentan extractos traducidos de la columna:[1]

‘Uthman Al-Mirghani (Imagen: Alarabiya.net)

«Muchos sostienen que la ‘Primavera Árabe’ ni siquiera logro realizar ni uno de los sueños y esperanzas puestas en este en sus primeros días y meses – y que, por el contrario, incluso llevó a la región a una serie de desastres y crisis. Indudablemente, existen muchos factores en la forma en que la fugaz Primavera [Árabe] terminó como lo hizo, en caos, crisis y guerras…

«[Sin embargo], lo más importante de todo es que la Primavera Árabe expuso no sólo nuestra crisis y la crisis de los regímenes contra los cuales los pueblos se alzaron, sino también el fracaso de los [varios] opositores árabes de presentarse a sí mismos como una alternativa convincente y creíble [a estos regímenes] que pudieran actualizar las esperanzas y aspiraciones de los pueblos. La crisis de los opositores árabes definitivamente precedió a la Primavera Árabe, pero está grabada más profundamente en la mente del pueblo [ya que la Primavera Árabe] a causa de la actuación frustrante de los opositores, los decepcionantes resultados [de sus acciones] y la actual regresión, guerras y caos.

«Hoy la impresión generalizada es que la debilidad de los partidos de oposición y grupos, e igualmente su división interna y su intensa preocupación por sus propios intereses y sueños de poder, los ha distanciado del pueblo y estos se han desprendido de los temas que preocupan al pueblo. Por esta razón, [estos elementos de oposición] ya no convencen al [pueblo] de que están aptos para gobernar como una mejor opción que los regímenes a los cuales estos se oponen. A fin de comprobar esto, sólo tenemos que señalar que hoy el pueblo se lamenta, anhela por el pasado y por la era de los regímenes que los elementos [de oposición] derrocaron, en el contexto de un temor generalizado de que el cambio pudiera significar [sólo] caos y guerras.

«El problema con la oposición árabe no es con una corriente específica de pensamiento, sino que es general y abarca las fronteras ideológicas. Esta incluye también las corrientes liberales, así como también los partidos de izquierda o aquellos que convergen consignas religiosas. Muchos de los partidos de oposición que acusan a los regímenes existentes de tiranía son, en sí mismos, no democráticos. De esta manera, por ejemplo, el liderazgo de algunos líderes de la oposición de sus propios partidos es anterior a los regímenes de los gobernantes a quien estos se oponen y acusan de dictadura y de tercamente aferrarse al poder. Los partidos de izquierda, ante los ojos del pueblo, se han convertido en un modelo del elitismo que se ha hundido en desarrollar teorías, mientras que los partidos islámicos se han convertido en un modelo del egocentrismo y el oportunismo.

«En Egipto, la Hermandad Musulmana mostró un modelo adicional, según el cual los partidos islámicos árabes, o la mayoría de ellos, tienden a imponer una dictadura porque no creen en la democracia. Estos la adoptan como táctica sólo con el fin de alcanzar sus objetivos, y cuando toman el poder, su verdadero rostro es revelado y se vuelcan a la tiranía y al mandato absoluto. En Sudán, los islamistas llevaron a cabo un golpe de estado contra la democracia cuando todavía eran parte del parlamento y vieron bien imponer su mandato con tanques en lugar de obedecer las papeletas de votación.

«Algunos pueden argumentar que los partidos islamistas en Túnez y Marruecos están presentando actualmente un modelo diferente y que han demostrado su deseo de una transferencia pacífica y democrática del poder. Una respuesta a esto es que, si bien la experiencia en estos dos países justificadamente enciende la esperanza, es [solo] al comienzo de su camino y nosotros debemos esperar y vigilarlo para ver cómo se desarrolla antes de tomar una postura al respecto.

«No son sólo los islamistas que no han pasado la prueba de la democracia. La izquierda, con sus partidos comunistas y nacionales, también ha [fracasado], volcándose hacia los golpes de estado que ellos llaman revoluciones; La historia de la región está plagada de ejemplos [de tales revoluciones] que han dejado tras de sí sus dictaduras, guerras y crisis. Por supuesto que existen otras corrientes y partidos, que trascienden la etiqueta de izquierda política y derecha religiosa, pero estas también son impotentes y fracasan, al igual que otras oposiciones árabes, con todos sus elementos.

«Así que no es de extrañar que los jóvenes han abandonado la oposición tradicional, tal como quedó claro en las revoluciones de la Primavera Árabe y se han volcado a lo que puede llamarse ‘el partido en la red’ como un espacio para la oposición y para expresar su angustia… los jóvenes no están solos en esto, por supuesto, debido a que la frustración se generaliza cuando la gente ve las guerras de destrucción mutua y las divisiones internas – tal como en Libia, Siria, Irak y Yemen – que es causada por el fracaso de las élites políticas y la oposición [allí]…

«La primavera árabe… no fue un mensaje sólo a los regímenes, tal como algunos piensan. Sus resultados son una denuncia de la oposición árabe que parece ser, hasta el día de hoy, que no ha recibido el mensaje».

[1] Al-Sharq Al-Awsat (Londres) 21 de enero, 2016.