En las últimas semanas la prensa libanesa informó que, luego de los intensos esfuerzos realizados por el Subsecretario de Estado interino para Asuntos del Cercano Oriente David Satterfield, el Líbano e Israel acordaron mantener conversaciones mediadas por los Estados Unidos para delimitar sus aguas en la Zona Económica Exclusiva, con el fin de permitir que ambos países desarrollen los campos de gas y de petróleo frente a sus costas.[1] El objetivo es resolver el problema de un área de 860 kilómetros cuadrados, la mayoría de los cuales se incluye en el bloque de energía 9, que se disputa entre los dos países, mientras el Líbano se prepara para lanzar perforaciones en alta mar en búsqueda de gas y petróleo. El Líbano exige que las negociaciones también incluyan el tema de 13 puntos disputados a lo largo de su frontera terrestre con Israel, que fue demarcada por la ONU en el año 2000.

En un artículo publicado el 13 de junio, 2019 en el diario libanés pro-Hezbolá Al-Akhbar, el periodista Hassan ‘Aliq condenó al gobierno libanés por acordar mantener conversaciones con Israel con mediación estadounidense, alegando que los Estados Unidos bajo la tutela de Trump no es un mediador justo sino un enemigo, por lo tanto, las conversaciones mediadas por Trump solo le servirán a los intereses de Israel. Por lo tanto, en lugar de mantener conversaciones sobre los territorios en disputa, este sugirió utilizar el poder de la resistencia o de amenazar con utilizarlo para mantener el estatus quo. Por ejemplo, propuso llevar a cabo un «movimiento de seguridad» para evitar que las empresas de perforación extranjeras que le sirven a Israel se acerquen a las aguas territoriales del Líbano y también disparar contra las fuerzas israelíes que construyen una cerca en las áreas disputadas a lo largo de la frontera terrestre entre Israel y el Líbano. Este denunció el hecho de que el Líbano ha descartado la opción de la resistencia, que vendría a ser la «obvia», a favor de las conversaciones, advirtiendo que esto solo le servirá a Israel, a los Estados Unidos y al «Acuerdo del Siglo» liderado por los Estados Unidos.

Lo siguiente son extractos de su artículo:[2]

«Desde el año 1948, nunca ha habido coincidencia más cercana entre la política estadounidense en la región y [la política del] enemigo israelí que la actual… Esta relación se asemeja más que nada a una relación padre-hijo. En este caso el padre quiere transmitirle al hijo que este lo cuida más que a nadie. En la era de Donald Trump, el padre adoptó el punto de vista del hijo, de modo que no existe diferencia [incluso] en la forma en que cada parte presenta su política conjunta…

«El enemigo estadounidense nunca se había puesto tan cerca del enemigo israelí como lo hace hoy [y] es en estas circunstancias que el Líbano aceptó la mediación estadounidense en las negociaciones con el enemigo… Por lo tanto, nos encontramos entrando en negociaciones con el enemigo con mediación estadounidense. El Líbano ha optado por considerar a los Estados Unidos como un mediador justo. [Pero el hecho es que] no ha sido un mediador justo durante cinco décadas y en la era Trump no puede describirse como un mediador [en lo absoluto]… ya que ha perdido el título de «justo» al punto de que [el Presidente palestino] Mahmoud ‘Abbas ahora se niega a negociar! [Sin embargo, nosotros los libaneses] hemos elegido este momento para otorgarle el título de justo mediador a Trump, sin nada a cambio y le hemos proporcionado, también gratis, un canal de negociaciones que la Autoridad Palestina y el régimen jordano rechazan, así como también una separación entre los canales libanés y sirio. Le estamos haciendo un favor al gobernante del país más poderoso del mundo, sobre la base de que las negociaciones con el enemigo israelí negociadas por los Estados Unidos validarán nuestros derechos! ¿Cuales derechos? ¿Los [derechos a] un área marítima de 860 kilómetros cuadrados y 13 áreas en tierra? Estos son de hecho territorios libaneses y el enemigo está buscando aprobación para ocuparlos.

«Todos los funcionarios [libaneses] saben que el enemigo [israelí] no reconocerá nuestros derechos y que el ‘justo mediador’ no le obligará a hacerlo. Prueba de ello es [el hecho] de que la parte norte de la aldea de Rajar, que la ONU, el Consejo de Seguridad y el propio enemigo estadounidense han reconocido como territorio libanés, [no ha sido devuelto]. ¿Por qué acordamos negociar antes de que se haya hecho un ‘gesto de buena voluntad’, tal como una retirada israelí del norte de Rajar, el cual… es de por si territorio libanés cuya propiedad no es cuestionada por nadie? Nosotros hubiésemos podido jugar esta carta antes de acordar negociaciones con el enemigo negociadas por otro enemigo, sin embargo, hemos descuidado totalmente esta carta, ya que hemos descuidado las otras cartas poderosas.

«El razonamiento de aquellos que defienden las negociaciones es que perpetuar la actual situación permite al enemigo aferrarse a los territorios en disputa y al área marítima que le ha sido robada al Líbano. [En otras palabras,] la excusa [para negociar] es que la falta de demarcación en la frontera marítima permite que el enemigo se beneficie del petróleo y el gas en el mar al mismo tiempo que evita que el Líbano realice perforaciones con combustibles fósiles. La respuesta a esta excusa es que las operaciones de perforación en el Líbano se llevarán a cabo a una distancia de 25 kilómetros del área ‘disputada’; [además], basta con señalar que tenemos un poder que puede ser ostentado, queriendo decir, el poder de la resistencia [Hezbolá] y tenemos la capacidad de obligar al enemigo a mantenerse alejado de nuestro territorio que este ha convertido en una zona en ‘disputa’ con la ayuda del mal manejo del tema por los libaneses y la alianza [israelí] con Chipre. A fin de implementar esto, solo necesitamos [realizar] un ‘acción de seguridad’ en las aguas territoriales del Líbano, como un mensaje claro que evitará que las compañías extranjeras se acerquen a nuestras aguas [territoriales]. Lo mismo ocurre con las áreas en tierra. Bien, el enemigo está construyendo una cerca en el territorio «disputado», entonces ¿por qué el Consejo Superior de Defensa no da instrucciones claras al ejército libanés para que abra fuego contra lo que el ejército de ocupación está construyendo en esos territorios? El punto preocupante es que esta opción es la más obvia, aun así ha sido descuidado y nadie nos ha dicho el por qué se hizo así.

«Algunos se excusarán de que el rehusarse a negociar y elegir la opción de forzar o amenazar con elegirlo, perpetuará el estatus quo. Bien, entonces permitan que el estatus quo permanezca y dejen como están las ‘áreas en disputa’. Nosotros puede perforar petróleo y gas a lo largo y ancho del mar hacia el norte del área «disputada». Mantener el estatus quo es mil veces mejor, según cualquier criterio, que proveerle a nuestro enemigo, por nada, con otra carta bajo la manga que pretenda utilizar contra Palestina, Jordania y Siria a fin de aceitar las ruedas del Acuerdo del Siglo… Antes de usarlo en contra de Palestina, Jordania y Siria, [el enemigo] desea utilizar [esta carta] contra nosotros, ya que el Líbano pagará carísimo por lo que el sobrino de Trump [Jared Kushner] está cocinando con [el Príncipe Heredero a la Corona saudita Muhammad] bin Salman».


[1] Una zona económica exclusiva, tal como se define en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de 1982, es una zona marítima que se extiende hacia más de 200 millas náuticas (370 km) desde la costa de un estado en el que ese estado tiene derechos especiales respecto a la exploración y el uso de los recursos marinos, incluyendo la producción de hidro-energía junto con la energía del viento. En caso de una disputa sobre la demarcación de zonas económicas exclusivas, las partes pueden apelar a un tribunal internacional o a un tribunal arbitral para consultar su resolución (un.org/depts/los/convention_agreements/texts/unclos/unclos_e.pdf).

[2] Al-Akhbar (Líbano), 13 de junio, 2019.