La masacre del 3 de junio, 2019 de más de cien civiles en Jartum por las unidades de la junta gobernante de Sudán, el Consejo Militar de Transición (CMT), ha motivado algunas acciones internacionales. Esto llevó a los Estados Unidos a nombrar un nuevo Enviado Especial para Sudán, luego de creer no necesitarlo. El nuevo Enviado, el Embajador Donald Booth, es un veterano diplomático de carrera, siendo este el Enviado Especial de Obama para la misma cartera hasta el año 2017. Al anunciar el nombramiento, el Secretario de Estado Adjunto de Asuntos Africanos de los Estados Unidos Tibor P. Nagy, describió cuatro escenarios posibles para que Sudán se encamine hacia el futuro – una opción sugeridamente preferida y tres muy malas.[1]

La opción preferida fue, por supuesto, un proceso de transición que eventualmente conlleva a un gobierno civil aceptable para el pueblo sudanés. Ese fue un camino hacia el cual Sudán parecía estar avanzando poco a poco, en forma y comienzo, en el corto período entre la caída del presidente sudanés Omar Bashir en abril, 2019 y la masacre de junio. Es el único camino que parece ofrecer la posibilidad de una vida mejor para los 41 millones de personas que viven en Sudán.

Si bien la esperanza es eterna, ese camino parece mucho más difícil, ya que implicaría que las fuerzas de seguridad entreguen el poder a la propia gente que hoy acusan al CMT de asesinato, violaciones y abuso. Nagy ha reiterado el apoyo de Estados Unidos a la Unión Africana y los continuos esfuerzos de Etiopía para volver a la transición en el momento en que existe una confianza casi nula entre el CMT y la oposición civil. El CMT ha afirmado que está dispuesto a instalar un gobierno civil de tecnócratas para que dirija al país hacia las elecciones mientras mantiene el verdadero poder en sus manos.[2] El estatus quo es un estancamiento volátil entre los militares y la oposición política.

Las otras opciones, mucho más peligrosas que Nagy mencionó, fueron el regreso del régimen de Bashir, la decisión del CMT de mantenerse en el poder, o el descenso de Sudán a una caótica situación del tipo Libia o Somalia.

Un regreso al poder del propio Bashir encarcelado parece muy poco probable. Pero el islamista Partido del Congreso Nacional (PCN) hundió sus garras en el aparato administrativo de seguridad nacional y estatal de Sudán durante casi 30 años que estuvo en el poder. Estas entidades fueron purgadas repetidamente a fin de asegurar lealtad (al final, obviamente, esto no funcionó). Pero no es imposible imaginar un retorno a una especie de estado similar al de Bashir, un régimen cleptocrático brutal vestido con el lenguaje del Islam político bajo el disfraz de un general o coronel islamista, una versión más joven de Bashir. Si bien el CMT ha purgado a decenas de oficiales de alto nivel sospechosos de deslealtad en las Fuerzas Armadas Sudanesas (FAS) y en el Servicio Nacional de Inteligencia y Seguridad (SNIS), supuestamente oficiales pro-Bashir, es poco probable que los haya conseguido a todos. En abril, el CMT retiró a todos los oficiales que ocupaban el rango de teniente general en el SNIS en un esfuerzo por controlar a esa poderosa organización. Los islamistas de Sudán también tenían amigos y simpatizantes en Ankara, Doha y Gaza, e incluso en Teherán.

Incluso fuera del ejército, los extremistas no son difíciles de hallar. Los yihadistas sudaneses se unieron al EIIS, AQMI (Al-Qa’eda en el Magreb Islámico) junto a Al-Shabab y combatieron y murieron en Libia, Mali, Siria, Irak y Somalia.[3] Una pequeña celda que se apodó a sí misma Al-Qaeda en la Tierra de los Dos Niles mató a dos empleados de la Embajada estadounidense en enero, 2008. Clérigos radicales, incluso algunos que prometieron lealtad al EIIS, son abundantes y parecen entrar y salir de prisión con frecuencia,[4] influyentes e importantes tales como el Jeque Masa’ad al-Sidairah (b. 1944) tienen sus seguidores.[5] Además, la infraestructura ideológica instalada por el presidente comunista convertido en islamista Nimeiry, dos años antes de su derrocamiento en 1985, ha demostrado ser sorprendentemente duradera a través de diversos cambios de regímenes.

Si bien los islamistas son una amenaza verdadera, la posibilidad de que el CMT permanezca en el poder, tal vez bajo ese esquema tecnocrático, pareciera ser más probable. Reforzado por un crédito fácil provisto por Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos (Bashir fue favorecido por Qatar y Turquía en su última etapa), bien pudiera tratar de superar la tormenta política, dándose cuenta de que la capacidad de atención de Occidente es limitada y que la lista de estados fallidos que requieren atención puede ser una muy larga.

Si el CMT puede mantenerse unido y evitar que la situación económica abismal de Sudán se deteriore aún más, sus líderes pueden concluir que pueden sobrevivir más o menos intactos, a pesar de los desenfrenados rumores de que los líderes de la junta gobernante están cada vez más divididos. Interrumpir la señal de Internet para sofocar las masivas y pacíficas manifestaciones de oposición es, como muchas otras cosas en esta opción, un recurso provisional que la oposición cívica finalmente superará.[6] En realidad, así es como Sudán ha sido gobernado durante décadas: las medidas provisionales de interrupción aplazan la reforma y el cambio verdadero y apuntan a ganar un poco más de tiempo. También es la política predeterminada para la mayoría de los regímenes autocráticos en el Medio Oriente.

Es la advertencia sobre la cuarta opción, en la que Sudán pudiera descender hacia el caos, lo cual presenta algo nuevo en la tradición sudanesa. El país ha sido malamente gobernado durante décadas, destruido por la tiranía en el centro y por las guerras en la periferia, pero nunca se ha acercado a algo así en el mero centro del poder. Ha habido sangrientos intentos de golpe de estado en Jartum y una espectacular incursión fallida de los rebeldes de Darfur que llegaron a los puentes del Nilo con Jartum en el 2008, pero nada como el caos. El país es mucho más homogéneo que antes, con la salida de Sudán del Sur en el 2011 y las guerras de baja intensidad en Darfur, Abyei, Kordofan del Sur y el Nilo Azul muestran la brutal política de contrainsurgencia del régimen que les otorga la ventaja.

Para ver el resto del despacho en ingles copie por favor el siguiente enlace en su ordenador: https://www.memri.org/reports/sudan-facing-four-options

*Alberto M. Fernandez es presidente del Middle East Broadcasting Networks (MBN). Las opiniones expresadas en este documento son únicamente las del autor y no necesariamente reflejan las opiniones oficiales del gobierno estadounidense.


[1] State.gov/press-briefing-with-ambassador-tibor-p-nagy-assistant-secretary-bureau-of-african-affairs-and-ambassador-donald-booth-special-envoy-to-sudan-and-south-sudan/, 14 de junio, 2019.

[2] Dabangasudan.org/en/broadcasts/broadcast/evening-news-17-june-9, 17 de junio, 2019.

[3] Radiotamazuj.org/en/news/article/250-sudanese-youth-join-isis-and-other-terrorist-groups-official, 28 de junio, 2017.

[4] Sudantimes.net/index.php/2017-04-02-13-59-13/item/5242-jizoli18m9, 18 de mayo, 2019.

[5] Spanews.net/index.php/en/news/sudanese-professor-arrested-in-ksa, 17 de abril, 2017.

[6] Bbc.com/news/world-africa-48640939?ocid=socialflow_twitter, 17 de junio, 2019.