Durante una reciente reunión en Kabul, el General David Petraeus, comandante de las tropas de los Estados Unidos y la OTAN en Afganistán, fue descalificado por el presidente afgano Hamid Karzai, quien se opuso a la táctica estadounidense de reclutar a aldeanos milicianos con el fin de actuar contra los militantes talibanes. El Ministerio del Interior de Afganistán, que es el organismo clave para garantizar el orden público en todo el país, respaldó luego la oposición de Karzai a la iniciativa de las fuerzas estadounidenses en reclutar aldeas como parte de los equipos de defensa local. [1]

Zemarai Bashari, portavoz del ministerio, dijo: «El Ministerio del Interior, como miembro del gabinete afgano, apoya todas las decisiones adoptadas por el presidente afgano… Nosotros aplicaremos estrictamente las decisiones adoptadas por el presidente afgano». [2] La idea de reclutar a aldeanos a los programas de defensa locales es parte clave de la estrategia militar de los Estados Unidos en Afganistán. Sin embargo, el gobierno de Karzai teme que los programas de defensa local puedan conducir a la aparición de nuevos señores de la guerra en el país.

En los últimos años, los militares estadounidenses han ensayado con éxito la política de contratación de los aldeanos en las milicias armadas con el fin de administrar la seguridad local y hacerle frente a los militantes, sobre todo en Irak. Sin embargo, Afganistán es un caso diferente, donde la presencia de los señores de la guerra es ya uno de los motivos para la ilegalidad.

Informes posteriores indican que Karzai, bajo presión de los Estados Unidos, ha reversado su oposición inicial al plan de este país para reclutar a los aldeanos milicianos.

En los últimos años, Pakistán también ha experimentado con la política de armar a los aldeanos con el fin de enfrentar a los talibanes. En un artículo reciente, el antiguo editor pakistaní Rahimullah Yusufzai, quien es un destacado experto en cuestiones relacionadas con los talibanes, examinó la relevancia de las milicias aldeanas en las políticas de Pakistán y Afganistán contra los militantes. En un artículo, titulado «Lashkars, Milicias Privadas y Militantes», Yusufzai observó que estas milicias algunas veces tenían éxito, al menos temporalmente, contra los militantes y otras veces actuando como mercenarios, para cualquiera que sea el mejor postor dispuesto a pagarles.

A continuación se presentan extractos del artículo: [3]

«Muchos sabios tribales a menudo se preguntan por cuánto tiempo tendrán que movilizar a sus jóvenes para enfrentar a un enemigo tan determinado como los talibanes»

«Se informa que la idea desesperada estadounidense de reclutar milicias aldeanas para combatir contra los talibanes en Afganistán está siendo opuesta por el Presidente Hamid Karzai en un momento en que Pakistán está sufriendo las consecuencias de esta política.

«Los brutales atentados en la ciudad de Ekkaghund en la región tribal [pakistaní] de la Agencia Mohmand el 9 de julio en donde 106 personas, la mayoría civiles perdieron la vida, fue una consecuencia de la iniciativa patrocinada por el gobierno de Pakistán y el ejército para movilizar a las tribus a que enfrenten a los militantes talibanes. El ataque fue un intento fallido de los talibanes al objetivo del jirga tribal Utmankhel [reunión de sabios tribales] en el área de Ambar en la Agencia Mohmand, donde los militantes se enfrentaron a una fuerte resistencia y sufrieron pérdidas considerables a manos de los locales lashkar, o la fuerza armada, irónicamente denominada ‘amn’, o comité de paz..

«Ikramullah Mohmand, el portavoz del grupo Tehreek-e-Taliban Pakistan (TTP) para el capítulo de la Agencia Mohmand, al tiempo que afirmaba la responsabilidad del ataque, dejó en claro que los sabios del jirga Utmankhel de Ambar fueron blanco de los atentados suicidas. Los talibanes normalmente no hacen tales argumentos cuando las plazas y mercados son bombardeados y muchos civiles son asesinados y heridos, pero en este caso el TTP aceptó la responsabilidad por el ataque y al mismo tiempo expresó su pesar por las muertes de los civiles. Esto fue algo raro, aunque no hay forma alguna de arrepentimiento por parte de los talibanes que satisfaga las familias de las víctimas o cambie la opinión pública sobre los horribles atentados de Ekkaghund que convirtieron a un animado pueblo rural en un cementerio.

«Con la excepción de Malik Sahibzada Utmankhel, quien ha sido fundamental en promover a los lashkar anti-talibanes en su nativa área de Prang Ghar, todos los miembros jirga y los funcionarios del gobierno que celebraban una reunión para el momento del ataque en el complejo de [las oficinas de los funcionarios del gobierno local] sobrevivieron al doble atentado…»

«Los lashkars respaldados por el gobierno [milicias armadas] de las tribus y comunidades aldeanas a veces han sido eficaces en la lucha contra los militantes talibanes en partes de la provincia de Khyber Pakhtunkhwa y las Áreas Tribales Federalmente Administradas (ATFA), pero el costo de esta iniciativa en términos de recursos humanos y pérdidas materiales ha sido inusitadamente alto. Los lashkars en Dhog Darra en el distrito Superior Dir, área de Salarzai en la Agencia Bajaur y Ambar en la Agencia Mohmand han sido notablemente efectivos, a pesar de que las tribus que participan en el esfuerzo sufrieron enormes pérdidas y aún se requiere que siempre estén listos para la batalla. A veces, el apoyo prometido por el gobierno no se ha materializado. Muchos sabios tribales a menudo se preguntan por cuánto tiempo tendrán que movilizar a sus jóvenes para enfrentarse a un enemigo tan decidido como los talibanes.

«Algunos de ellos se quejan de que fueron obligados por las autoridades en educar a los lashkars y combatir a los militantes. A su manera de ver, se les pedía hacer algo que el gobierno y sus fuerzas de seguridad han sido en gran medida incapaces de lograr.

«Los pleitos consanguíneos han sido la perdición de la sociedad pashtun, que debe ser la más fuertemente armada del mundo, pero el tipo de peleas provocadas por las enemistades los cuales involucran a los militantes talibanes y a los lashkars son incomparables. Los militantes, despiadados y vengativos, han tomado represalias con una venganza a cargo de terroristas suicidas para que ataquen a los jirgas mientras se encuentren reunidos, asesinen a los jefes tribales pro-gobierno e intimiden a la gente común».

«Más de 250 sabios perdieron la vida en las zonas tribales, ya que desafiaron a los militantes o continuaron interactuando con el gobierno y funcionarios militares a pesar de haber sido advertidos»

«Aunque las cifras exactas no están disponibles, más de 250 sabios tribales perdieron la vida en las zonas circunscritas ya que desafiaron a los militantes o continuaron interactuando con funcionarios públicos y militares a pesar de ser advertidos. Algunos de los principales ataques del TTP sobre los jirgas incluyeron el de Darra Adamkhel en marzo del 2008 cuando más de 40 sabios tribales fueron asesinados en un atentado suicida y en otro atentado teniendo como objetivo al jirga Salarzai en Bajaur que causó la muerte a 22 jefes tribales en noviembre del 2008. La mayor pérdida de sabios tribales y mortales fue en el área Khadezai en la Agencia Orakzai el mismo año cuando un atacante suicida talibán abatió a un lashkar quien estaba siendo educado para combatir a los militantes y mató a unas 140 personas.

«Los lashkars, quienes son del mismo linaje pasthun y albergan fuertes sentimientos de honor y venganza, han sido igualmente vengativos. Los asesinatos por venganza están a la orden del día mientras sus militantes y facilitadores son perseguidos, sus casas son demolidas y sus familias desterradas de los pueblos ancestrales. A los talibanes se les está pagando con la misma moneda y el castigo infligido a ellos se justifica sobre la base de que estos hicieron lo mismo con sus oponentes, mientras controlan lugares como Swat, Bajaur, Darra Adamkhel y las áreas Bara.

«En el vecino Afganistán, las milicias privadas que vienen en ayuda de los militares son tan antiguas como el conflicto afgano que lleva ya tres décadas. Gobernantes comunistas de Afganistán bajo la dirección del Ejército Rojo soviético criaron a estas milicias, entre ellas la encabezada por un ex empleado de una fábrica Abdul Rasheed Dostum, para luchar contra los mujahideen afganos en la década de 1980. La milicia Dostum, o Gilum Jam como se le llamaba comúnmente, integró a combatientes uzbekos y turcomanos que no sólo trataron de dejar fuera a los mujahideen de sus propios vecindarios al norte de Afganistán, sino que también se desempeñaron como mercenarios desplegados en zonas de la población pashtun. Dostum y los comandantes de las otras milicias carecían de ideología y principios y se les unieron a quienes estuviesen dispuestos a pagar el precio.

«Un programa de desarme y desmovilización financiado por Japón en Afganistán aplicado hace algunos años es ahora generalmente clasificado como un fracaso, mientras las milicias privadas continúan existiendo. Los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN en un intento desesperado por controlar la creciente insurgencia talibán también recurrieron a las campañas para movilizar a los aldeanos afganos con el fin de movilizar a los militantes en sus áreas. Estas milicias se les dieron nombres distintos, aunque los afganos suelen llamarlos arbaki. Las fuerzas de Operaciones Especiales estadounidenses están detrás del más reciente esfuerzo para entrenar, armar y ayudar a las milicias de defensa del pueblo».

«El asediado Presidente de Afganistán está preocupado de que esto podría incluso crear más señores de la guerra, siendo este ya un desafío para el débil gobierno central…»

«El General David Petraeus puso en marcha un plan similar en Irak armando y pagándole a las tribus sunitas para que combatan contra Al-Qaeda en Al-Anbar y en otras provincias. Ahora que se ha hecho cargo del destituido General Stanley McChrystal en Afganistán, este está muy interesado en ampliar este programa y duplicar el número de lugares donde las milicias del pueblo serían equipadas y pagadas para combatir a los talibanes.

«Sin embargo, se informó que el Presidente Karzai tiene sus reservas sobre el plan. El asediado presidente afgano está preocupado porque esto podría dar lugar a crear más señores de la guerra, siendo esto ya un desafío para el débil gobierno central y de las milicias privadas que están fuera de control. Si lo tuviese a su manera, desearía un ejército nacional fuerte leal y responsable ante el gobierno en lugar de rendir cuentas a las milicias privadas que responden a los señores de la guerra. Pero es poco probable que los norteamericanos con el General Petraeus a la cabeza pongan en espera este plan. De hecho, lo ven como parte de su estrategia para revertir el impulso de los talibanes y al mismo tiempo reducir sus propias pérdidas. El General Petraeus puede incorporar algunas sugerencias de Karzai para construir resguardos con el fin de evitar que las milicias del pueblo desafíen la autoridad del estado, aunque esto no será suficiente para tranquilizar al gobierno afgano y al pueblo.

«En Pakistán, no ha habido debate sobre la cuestión de los lashkars mientras mucha gente lo ve como una manera legítima y efectiva de hacer frente a los militantes. No hay mucha preocupación por las consecuencias en armar a los aldeanos y alentarlos a buscar venganza contra los militantes quienes pueden haber sido injustos con ellos. De hecho, incidentes con bombas como el de Ekkaghund son vistos como una justificación para la consecución de la misma política de instruir a los lashkars en un intento por derrotar a los militantes. Los militantes talibanes han hecho cosas terribles y han llevado a la mayoría de los paquistaníes a creer que no merecen misericordia y que cada una de las medidas necesita ser implementada para ponerlos fuera de acción».


[1] www.quqnoos.com, Afganistán, 11 de julio, 2010.

[2] www.quqnoos.com, Afganistán, 11 de julio, 2010.

[3] The News, Pakistán, 13 de julio, 2010. El texto de ese artículo ha sido ligeramente editado para mayor claridad.