Este informe es cortesía de la página Proyecto de Supervisión a la Amenaza Terrorista y Jihad de MEMRI (PSATJ)
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El 2 de agosto del 2011, el portal jihadista-salafista Minbar Al-Tawhid Wal-Jihad publicó un artículo del Jeque Abu Mundir Al-Shinqiti, miembro del portal del consejo del Sharia, titulado «De la Democracia en Irak a la Hambruna de Somalia». En el artículo, este acusó a Occidente de tratar de aprovecharse de la hambruna en Somalia con el fin de invadir el país y frenar a la organización afiliada a Al-Qaeda Al-Shabab Al-Mujahideen, que actualmente controla la mayor parte de Somalia y, posteriormente tomar el control de los recursos del país. Al-Shinqiti justificó la prohibición de Al-Shabab a los grupos de ayuda occidentales en Somalia, afirmando que la ayuda proporcionada por ellos «apesta a artimañas y a engaños, característico de todas las posturas de la cruzada occidental».
A continuación se presenta un resumen de este artículo:
Al-Shinqiti comienza su artículo con la afirmación de que los «cruzados», habiéndolos convencidos que la invasión directa de los países islámicos era una empresa demasiado costosa, están ahora tratando de fabricar pretextos para obtener una «visa de entrada» a estos países. Al-Shinqiti continua afirmando que al igual que los Estados Unidos invadieron Irak con el pretexto de esparcir la democracia, pero que, en cambio, esparcieron la muerte, destrucción y corrupción, mientras se apoderaban de los recursos del país, los cruzados estaban tratando ahora de invadir Somalia con el fin de apoderarse de los territorios controlados por Al-Shabab, con el pretexto de luchar contra la hambruna en el país.
Al-Shinqiti pregunta por qué los grupos de ayuda de Occidente no estaban cooperando con las organizaciones de caridad islámicas con las que Al-Shabab había acordado trabajar y añadió que fueron estos mismos grupos occidentales lo que destruyeron la agricultura de Somalia mediante la distribución de ayuda alimentaria precisamente durante el periodo de cosecha del país, haciendo que los precios de los cultivos cayeran en picada y los agricultores se fuesen a la ruina y entregasen sus granjas. Este también afirma que la mayor parte de esta ayuda alimentaria caducó y se había podrido y que más de una vez se había descubierto que las vacunas administradas por la Organización Mundial de la Salud, de hecho, han sido medicamentos experimentales.
Al-Shinqiti dice: «Estos cruzados no tienen compasión ni piedad en su corazón por el mundo islámico, por el contrario, se alegran cuando ven a los musulmanes cayendo uno a uno, no sólo por decenas o cientos, sino por miles y millones». Si realmente tuvieran piedad por los musulmanes, dice, ayudarían a los palestinos, que languidecen bajo la ocupación judía y no sembrarían la muerte y la destrucción en Irak y Afganistán.
Este hace hincapié en que Occidente nunca fue una civilización muy sensible, tal como lo demuestra su exterminio de la cultura del indio americano y las bombas atómicas que cayeron sobre Japón. Este continúa afirmando que «es el mundo occidental que está generando las calamidades en el mundo islámico… y el mejor día en la vida de los musulmanes [será] el día en que el mundo occidental se marche de sus territorios y les dejen en paz».
Al-Shinqiti concluye su artículo justificando la prohibición de Al-Shabab a «estas organizaciones terroristas cruzadas que se esconden detrás de la consigna de ayuda» y dice que así es como los musulmanes siempre deberían considerar a Occidente.