En su columna en el diario Al-Anba, el ex-ministro de información kuwaití Sami Al-Nisf escribió que el liberalismo y el pluralismo son la solución para los problemas de los países árabes, en lugar del nacionalismo o socialismo, que conducen al fracaso. Este añadió que el liberalismo árabe que prevaleció en las décadas de 1920-1950 produjo logros para los países árabes, a diferencia de los regímenes revolucionarios y movimientos del Islam político que surgieron después.


Sami Al-Nisf

Lo siguiente son extractos de su artículo:[1]

«Durante la edad de oro del liberalismo árabe, desde la década de 1920 hasta que cayera [víctima] a los brutales golpes de estado de la década de los 1950 y posteriormente, las [ciudades iraquíes de] Basora, Bagdad y Mosul y estaban unidas y una monarquía constitucional fue establecida en Irak, los distritos Rashaya, Hasbaya y Bekaa occidental estaban unidos, el Gran Líbano fue establecido, y su territorio fue expandido…, los sunitas, drusos y alauitas rechazaron la autonomía que le había otorgado el [poder colonial francés como parte de una política de divide y vencerás] y la Siria moderna fue establecida, el régimen liberal en Egipto conservó la unidad del valle del Nilo, es decir [entre] Egipto y el Sudán, y, asimismo, el Rey Idris Al-Senussi [Idris I de Libia] unió las provincias de Barka [Cirenaica], Fezzan y Tripolitania (que durante un tiempo fue una república independiente) en un solo reino federal, que más tarde este transformó en un reino unido.

«Los revolucionarios de los años 1950 y 1960 hicieron valer las consignas de unidad árabe y las combinaron con [las consignas de] socialismo e incluso con el marxismo científico. Estos llamaron a la unificación del proletariado y lograron destruir muy efectivamente la unidad de los países árabes bajo su control, al perseguir a las minorías religiosas, sectarias y étnicas que voluntariamente escogieron permanecer como parte del estado-nación. No tenía ningún sentido para un partido izar la estandarte del nacionalismo árabe a fin de controlar un país con nacionalidades no árabes, tal como Siria, Irak, y Libia, y que el partido islámico controlara un país con cristianos o paganos, como el Sudán… que eventualmente llevó a la ruptura del sur de [Sudán]…

«En periodos posteriores, la consigna política – no religiosa – de ‘el Islam es la solución’ fue usada para hacer valer los sentimientos del ciudadano común. Esto fue a pesar del hecho que los que utilizan la consigna sabían que está sola no iba a resolver los problemas de los distintos países, y que el [diablo] está en los detalles. Por lo tanto, cuando la gente que utilizó [esta consigna] subió al poder en Túnez, Egipto y en otros lugares, a la consigna se le restó importancia y fue reemplazada con el establecimiento de partidos que izaron las banderas del renacimiento, reactivación, justicia y la paz – ninguno de los cuales fue realizado.

«La experiencia de vida y la realidad de hoy muestran que es el liberalismo y el pluralismo la solución definitiva a los problemas de los países árabes – países que actualmente han sido desgarrados por guerras civiles tanto abiertas e invisibles

«El izar la consigna de ‘liberalismo es la respuesta’ [es decir, en lugar de ‘el Islam es la respuesta’] nos llevará a la misma conclusión final a la que llego el mundo moderno – la conclusión vial a través del cual ha logrado la paz social, el progreso y el pináculo de la gloria. En cuanto a las demás consignas: las religiosas usadas en Europa durante la Edad Media, las nacionalistas usadas por el régimen fascista nazi y el régimen Ba’th, y las [izquierdistas] usadas por la Unión Soviética y Europa Oriental han hecho que todos nosotros comenzáramos en el mismo lugar que los demás – para que, durante décadas y siglos más tarde, llegar a los mismos resultados fallidos».


[1] Al-Anba (Kuwait), 20 de agosto, 2014

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