En un artículo publicado en el diario Al-Quds Al-Arabi, Gilbert Achcar, periodista libanés y profesor de relaciones internacionales en la Universidad SOAS en Londres, escribió que, mientras los Juegos Olímpicos se celebran en Tokio, el Líbano registra historiales negativos en términos a su situación económica. El Líbano, dijo Achcar, es solo otro escenario de la lucha entre Estados Unidos e Irán y mientras estos dos países no lleguen a un entendimiento, la crisis solo se profundizara. Este agregó que los empresarios más opulentos de la élite gobernante del Líbano obtienen su capital fuera del país y, por ende, apenas están interesados en liberarlo de la crisis económica que este atraviesa.
Lo siguiente son extractos traducidos de su artículo:[1]
«Mientras los Juegos Olímpicos se llevan a cabo en Tokio, el Líbano lamentablemente obtuvo la medalla de oro y bronce en dos categorías en las que nadie quisiera que su país compita. Este obtuvo la medalla de oro por la explosión ocurrida hace exactamente un año, siendo esta la mayor explosión no-nuclear del siglo 21 y la sexta mayor explosión no-nuclear de la historia. El Líbano también obtuvo la medalla de bronce por experimentar la tercera peor crisis económica en el mundo desde el advenimiento del modelo económico capitalista a mediados de Siglo 19. Esta información es según el último informe del ‘Líbano Economic Monitor’ del Banco Mundial.[2]
«Estos dos récords están estrechamente relacionados con otro logro, siendo este muy difícil de medir, pero el Líbano es seguramente un serio competidor por la presea de oro en esta categoría también, es decir la indiferencia de los ‘funcionarios’ ante el sufrimiento de la población. La historia rara vez ha visto una élite gobernante como la que controla el destino del Líbano, que insiste en perder el tiempo en tareas Sísifo (esfuerzos interminables e inútiles) mientras el país se hunde y su pueblo estalla en llanto. Esto está estrechamente relacionado a la situación socioeconómica de la élite del Líbano, ya que apenas existe una figura clave entre ellos que dependa de la economía local y, por ende, esté realmente interesada en sacar al país de su crisis. Esto es muy cierto no solo para las fuerzas políticas que se financian oficialmente desde el exterior, tales como Hezbolá, sino también de varios ‘empresarios’, porque una característica única y muy singular del Líbano es que sus mayores y más importantes magnates no lo consideran un escenario económico ordinario sino, en el mejor de los casos, un centro económico que, gracias a las leyes de la selva que lo controlan, les permiten evitar las restricciones fiscales que se les pudieran imponer en otros centros económicos.
«Al observar a los magnates más opulentos de la política libanesa, encontramos que el más opulento de ellos es el primer ministro designado Najib Mikati. Este es socio principal de la Arabian Construction Company, uno de los mayores contratistas del mundo árabe, que opera a nivel mundial… Otro rico empresario de la política libanesa es, por supuesto, Sa’d Al-Hariri, quien entró en la política tras la muerte de su padre en nombre de su familia, que le asignó esta tarea, asegurando su parte de la fortuna familiar.
«La actual élite gobernante del Líbano carece de raíces en la patria y se es patrocinada permanentemente por las fuerzas extranjeras que comparten su influencia sobre este. Los últimos de estos patrocinadores son los Estados Unidos e Irán. El patrocinio estadounidense estuvo detrás del patrocinio saudita del Líbano tras el Acuerdo Taif (del año 1989, que puso fin a la guerra civil en el país), hasta hace tres años, cuando Arabia Saudita decidió renunciar toda responsabilidad por lo que está sucediendo en estos momentos en el Líbano. El patrocinio iraní estuvo detrás del patrocinio sirio del Líbano hasta que Irán reemplazase a Siria, luego que este último cayera bajo el patrocinio de Teherán debido a la guerra y a la sublevación que estalló en este hace ya más de una década.
«Una característica distintiva de la élite gobernante del Líbano es que sus miembros reciben una ‘nueva’ cantidad de dólares del exterior, ya sea de los países a los que están afiliados, tales como en el caso de Hezbolá e Irán, o a través de estrechos vínculos comerciales con los estados del Golfo. Esto explica la extrema indiferencia de esta élite gobernante ante la inmensa tragedia que vive el pueblo libanés. En cuanto al plan francés de resolver las disputas entre los componentes de esta élite, a fin de que Francia pueda recuperar una gran parte de su antiguo patrocinio del Líbano, dicho plan está condenado al fracaso mientras los patrocinadores del Líbano – Estados Unidos e Irán – no puedan alcanzar un entendimiento entre ellos…
«La conclusión es que las cosas se han vuelto más complicadas de lo que eran antes, muy a pesar de que Joe Biden ha reemplazado a Donald Trump como presidente de los Estados Unidos. El hecho de que el Ebrahim Raisi haya ascendido a la presidencia en Irán, en lugar de Hassan Rohani, refleja un cambio hacia una postura mucho más dura en Irán, lo que hace que el cambio en Estados Unidos carezca de todo sentido. En ausencia a un entendimiento entre los dos estados patrocinadores (Estados Unidos e Irán), cualquier medida tomada en la arena libanesa no traerá más que un respiro temporal, como gotas de morfina administradas a un paciente moribundo».
[1] Al-Quds Al-Arabi (Londres), 3 de agosto, 2021.
[2] Este informe, publicado en la primavera del año 2021, establece que «Es muy probable que la crisis económica y financiera del Líbano se ubique entre los diez episodios de crisis más graves y muy posiblemente entre los tres primeros, a nivel mundial desde mediados del siglo 19». Véase https://documents1.worldbank.org/curated/en/394741622469174252/pdf/Lebanon-Economic-Monitor-Lebanon-Sinking-to-the-Top-3.pdf.