El 17 de enero del 2010, Turki ‘Abdullah Al-Sudeiri, editor del diario saudita Al-Riad, publicó un artículo elogiando al rey saudita por sus iniciativas en el mundo árabe, que según Al-Sudeiri, han convertido a Arabia Saudita en un país líder en la región y en el país más cortejado tanto por los árabes y por Occidente. Al día siguiente, el diario libanés Al-Akhbar, cercano a Siria y al Hezbolá, publicó un artículo del columnista Hassan Khalil en el que afirmó que el equilibrio de poder en la región se está inclinando a favor de Irán y Turquía, donde Siria actúa como el nexo donde sus intereses se entrecruzan. Los dos artículos representan la lucha por la hegemonía en el mundo árabe y musulmán – entre el bando pro-iraní que apoya a la resistencia y el bando egipcio- Arabia Saudita.

Lo siguiente son extractos de los dos artículos.

Al-Sudeiri: Arabia Saudita liderando al mundo árabe; cortejada por ambos árabes y Occidente

El editor de Al-Riyadh, Turki Al-Sudeiri escribió: «La semana pasada, en el transcurso de cinco días solamente, Arabia Saudita fue anfitrión de cinco altos funcionarios: el Ministro del Exterior de China, un asesor presidencial estadounidense, el vicecanciller y Ministro de Relaciones Exteriores alemán, el Ministro de Relaciones exteriores de Omán y el presidente de Siria. Un número mayor de funcionarios de alto nivel, árabes y no árabes visitaron el reino entre el 11 de diciembre, 2009 y el 10 de enero, 2010. Un total de 27 visitantes arribaron en diversas misiones diplomáticas – y sin contar a otros nueve, de los estados del Golfo… que llegaron para rendir tributo a [Arabia Saudita].

«Una revisión de la situación árabe sobre los últimos 50 años revela que, durante algún tiempo, el mundo árabe estuvo dividido entre Moscú y Washington. [Durante este periodo] fueron los dirigentes de los países árabes quienes fueron a [Moscú y a Washington] y no al contrario…

«El colapso del comunismo cambió la faz de la escena internacional, pero la débil postura de los árabes ha permanecido sin alteraciones. A pesar de su gran tamaño, las [habilidades] del mundo árabe político y tecnológico no se desarrollaron. Fue Israel el que se [desarrolló política y tecnológicamente] ganando así influencia y prestigio internacional.

«[Hoy] Arabia Saudita continúa con la fase de una política independiente, y quiere que otros [sigan su ejemplo]. Iniciativas adoptadas por el Rey ‘Abdallah Bin ‘Abd Al-‘Aziz han duplicado la importancia del reino… y trajeron consigo un cambio en la realidad árabe – partiendo de la Cumbre de Beirut, a través de la Conferencia de Londres y la Cumbre de Nueva York y llegando hasta la Cumbre de Kuwait, donde [el rey] eliminó las barreras [que habían causado] la disputa, al tiempo que destacó la importancia de mantener la unidad entre las filas árabes…

«Las declaraciones hechas por Khaled Mash’al [en Riad el 4 de enero, respecto a la importancia suprema de la participación árabe en el proceso de reconciliación palestino y de la seguridad y soberanía saudita] son una prueba importante de los inicios de un cambio, o al menos una salida a los conflictos [que hasta ahora han existido entre la facción pro-iraní] y la mayoría moderada representada por Arabia Saudita.

«El fortalecimiento de lazos con Siria, la mitigación de las rivalidades en el Líbano y los cambios en la actitud de la comunidad internacional, que [ahora] acogen con satisfacción al mundo árabe como un eventual socio político, económico y tecnológico – fueron [todos] activados por la puerta que abrió el Rey ‘Abdallah, a través del cual ha liderado al reino [saudita]. En contraste, Irán e Israel ambos se [manifiestan] en su aislamiento».

Khalil: Irán y Turquía son una fuerza ascendente; Siria es el punto de encuentro de sus intereses mutuos

Al día siguiente de la publicación del artículo de Al-Sudeiri, Hassan Khalil, columnista del diario libanés Al-Akhbar, el cual está afiliado a Siria y a Hezbolá, celebró el estatus ascendente de Siria, Irán y Turquía:

«Egipto, por mucho tiempo la columna vertebral del régimen árabe, fue sacada del marco tan pronto firmó los famosos Acuerdos de Camp David. Arabia Saudita está todavía limitada tanto por la estructura de su régimen y por factores demográficos y geográficos, y como tal está limitada [en su capacidad] de desempeñar un papel dominante en la región. Las reservas petroleras de [este país] le otorgan una prominencia temporal [única], mientras que su crisis con Yemen ha expuesto su frágil situación militar. En cuanto a Irak, sus reservas de petróleo, ubicación geográfica, capital humano y su [antiguo] poder militar podrían haberle permitido recoger el papel [principal] después de la salida de Egipto [del lugar]. Sin embargo, el plan aprobado por las fuerzas de ocupación después de la invasión a Irak era cortar de raíz cualquier oportunidad de desarrollo en este país… [Esto se logró de diversas maneras] – por la destrucción de las infraestructuras de [Irak] y el pillaje de sus museos, al desmantelamiento de su ejército y el asesinato de sus científicos y profesores…

«Esta situación ha convertido a Siria en un centro para la [gestión] de los asuntos árabes, y en un punto de encuentro a los intereses mutuos, [tales como el interés mutuo] compartido por Turquía e Irán a pesar de sus diferencias políticas.

«Turquía, un país de 72 millones de almas, es un puente entre Asia y Europa, un país musulmán secular y una democracia que ha sido aliada de Occidente durante más de 60 años. Es miembro activo de la OTAN, ha recibido ocasionales apoyos del Fondo Monetario Internacional, y lleva a cabo maniobras militares conjuntas con Israel. Su estructura económica es [capitalista], como la de los países occidentales, [pero] las costumbres y el patrimonio de su pueblo están más cerca a [los del] Medio Oriente. Su ubicación geográfica es favorable, posee vínculos mutuos políticos [con numerosos países], tiene relaciones históricas con Armenia, Azerbaiyán y el Cáucaso en Asia [Central] y con los Balcanes y Grecia en Europa… y con Irak y la región kurda, algunos de los cuales se encuentran dentro de las fronteras de Siria.

«El Imperio [Otomano], [el cual duró] por más de 500 años, finalizó sus días como el ‘Hombre Enfermo de Europa’. Después de la Segunda Guerra Mundial, [Turquía] bajo el gobierno de los generales se convirtió en un pilar de [apoyo] para los Estados Unidos y Occidente, pero experimentó una decepción tras otra debido a que… nunca progresó en sus asuntos nacionales. Se encontró a si misma sirviendo de base para Occidente sin obtener ningún beneficio [de esta situación]. De hecho, sólo incurrió en pérdidas, porque no renegó [sus vínculos] con los países asiáticos y en particular con el Medio Oriente.

«[Esta decepción yace en el corazón] de la política de Ahmet Davutoglu, el ministro de relaciones exteriores de Turquía y diseñador de la nueva estrategia política regional e internacional. El cambio en la [política] de Turquía no es meramente táctico. Esta allana el camino para el regreso del ‘Sultán’ [es decir, Turquía] a la región, ahora que Siria – después de la destrucción de Irak – la ha dotado con una puerta abierta de vuelta [al Medio Oriente]. [Por medio de esta estrategia], Turquía ha saboteado el plan estratégico que algunos países árabes han preparado, con la ayuda de Occidente, en boicotear a Irán sobre una base sectaria y desviar la atención del conflicto árabe-israelí al conflicto sunita-chiíta en la región.

«Irán es un país de 80 millones de almas, con la tercera mayor reserva de gas y petróleo en el mundo. Este se encuentra [en el cruce] entre Afganistán, Pakistán, Asia Oriental, Irak y la [región] kurda, controla una de las rutas estratégicas de [envío] de petróleo del mundo, y se ha convertido en el ‘instigador más preocupante’… ente los ojos de Occidente. Al respaldar los movimientos de resistencia en la región, el [régimen] de la Revolución Islámica de [Irán] ha curado el mundo árabe de su mentalidad derrotista. Este ha restaurado el vigor de las naciones árabes, y ha expuesto [la vergüenza] de los regímenes que son adictos a una vida de abundancia.

«Occidente, en lugar de negociar con Irán, quiere luchar con esta por la influencia en [la región]. Pero es un hecho bien conocido que Irán no está dispuesto a la confrontación, contrario de lo que algunos piensan. Los principios de su revolución, no contravienen en modo alguno el concepto de negociación. Irán quiere que [el mundo] reconozca su peso e influencia, sin una confrontación. Este es el enigma [de la lucha entre] las dos partes sobre el tema nuclear, y [la razón del por qué] es tan importante que Irán se mantenga firme en su confrontación con Occidente e insistir en ser un socio igualitario en las negociaciones.

«Es ingenuo pensar que [porque] Turquía es sunita e Irán chiíta [no es probable que cooperen]. Estos dos países comparten 500 kilómetros de frontera, y el alcance de su comercio mutuo se ha incrementado en una magnitud de 12 en la última década, alcanzando un nivel de alrededor de $ 12 billones en el 2009. [Turquía e Irán] se están preparando para sentar las bases de un frente asiático que llegará hasta las fronteras de Rusia y China, y que pueden cambiar la faz de la región. Su campo de juego común es Siria, del cual el Líbano es un anexo. En este nuevo orden, no existe espacio para la neutralidad… ¿Se despertará el resto del mundo árabe y se unirá a la alianza turco-iraní, tal como Siria lo está haciendo y endose las dos opciones, es decir la resistencia y las negociaciones…? Cumplirán Egipto y Arabia Saudita, los [principales] poderes de la nación [árabe] con la voluntad de sus pueblos y se adaptarán a los cambios [y comenzarán a tomar la iniciativa]… en lugar de [meramente] responder [a los desarrollos] y continuar dudando de la ventaja de la alianza turco-iraní?…»