El 27 de febrero, 2016 la Dra. Entesar Al-Banna, columnista del diario bahreiní Al-Watan, escribió que había descubierto, para su sorpresa, de que muchos jóvenes árabes idolatran a Adolf Hitler, principalmente por su fuerza y firmeza en combatir contra el mundo entero. Ella considera que este fenómeno brota de la ola de violencia que afecta a la región y la sensación de impotencia que esto causa, como resultado de lo cual la gente busca a alguien que haya desafiado al resto del planeta. Según ella, este culto de fuerza refleja la inestabilidad y la crisis del mundo árabe, una crisis que se manifiesta de muchas formas, que van desde la supresión de la libertad de expresión al uso de una violencia extrema en todos los niveles.
Lo siguiente son extractos de su columna:[1]
«En un curso para adolescentes, donde yo estuve presente, el instructor le hizo una pregunta cotidiana a las chicas: «¿Quién es su personaje favorito?’ La mayoría de las respuestas eran interesantes e incluyeron nuevas figuras de los medios de comunicación con los que no estoy familiarizado, especialmente de Snapchat. Pero la respuesta sorprendente dada por varias de las chicas – que me obligó a argumentar con ellas – fue que eran fanáticas de Hitler!
«Interrumpí a una de las chicas quien dijo que Hitler era su personaje favorito, preguntándole: ‘¿Es en serio o estas bromeando?’ Ella me miró, sorprendida y respondió: ‘Sí, lo digo en serio’. Esto llevó a otra chica a agregar: ‘Yo también amo la personalidad de Hitler’. Le pregunté a la primera chica: «¿Qué es lo que te gusta de la personalidad de Hitler?’ Ella respondió, muy confiadamente: «Su fuerza y su habilidad de unir el liderazgo y al ejercito de su país y permanecer firme en tiempos de guerra’. Le pregunté: ‘¿Te das cuenta de que su fuerza provocó toda una guerra mundial y la destrucción de Alemania y Francia?’ Ella respondió: ‘Sí. Leí su libro Mein Kampf (Mi Lucha) y me impresionó su fuerza, su fe y su perseverancia’.
«Su respuesta me sorprendió aún más, porque yo misma no me he leído la [auto] biografía de Hitler, ni tampoco siento curiosidad por leerla. Le dije: ‘Pero Hitler fue un dictador quien le puso atención nada más que a su voz interna y fue una racista que sólo reconoció la raza aria alemana’. Ella respondió: ‘Y qué?, ¿Suficiente que fue fuerte!’ Luego cambió el tema, diciendo: ‘A mí también me gusta la fuerte personalidad combativa del Che Guevara’. Aquí me aproveché de la diferencia [entre las dos personalidades] a fin de cumplir con mi función oficial como maestra y le dije de que existe una diferencia entre el racista de Hitler y los valores dictatoriales y los valores universales del Che Guevara, que favorecen a los pueblos oprimidos y que luchan por la justicia y liberación. Le sugerí que viera la película sobre la historia de la vida del Che Guevara, a pesar de que, con toda honestidad, no la he visto tampoco. Y luego ella me sorprendió por tercera vez, diciendo que había leído su [auto] biografía, la cual era mucho más profunda que la película. Yo ni siquiera sabía que el Che Guevara había escrito una autobiografía.
«Las jovencitas admiran la personalidad de Hitler y su inclinación hacia [figuras] poderosas me llevó a buscar [material] sobre la ‘adoración a Hitler’ y su fanaticada y, de hecho, descubrí un amplio espectro de jóvenes árabes que aman a Hitler. Algunos dijeron que le admiraban porque asesinó judíos, pero la mayoría estaba encantaba con su fuerza, determinación y firmeza. Esto plantea la pregunta: Que hay detrás del amor de estos jóvenes por la fuerza? ¿Son fanáticos de la violencia que envuelve a la región? O hace que la sensación de impotencia y debilidad [les haga] adorar a una figura que desafió al mundo con su fuerza e hizo que todo un pueblo combatiera contra el mundo?
«Estamos frente a una generación de jóvenes que leen [libros] en una época en que la que la lectura era considerada obsoleta – excepto que estos [jóvenes] leyeron [material] de una estirpe altamente preocupante y adquieren valores retorcidos que pudieran afectar su consciencia futura, el alcance de su control sobre las cosas, y sus evaluaciones a la situación. El deseo por adquirir y expresar poder e impugnar al otro se ha convertido en un deseo secreto que se roba los corazones de estos jóvenes y que es expresado de muchas maneras. Esta deseo refleja la realidad de una sociedad inestable en crisis, [una realidad cuyas expresiones] varían en suprimir la libertad de expresión al uso de una violencia extrema en todos los niveles – verbal, física y la [violencia mediática] electrónica».
[1] Al-Watan (Bahréin) 27 de febrero, 2016.