En un fragmento de opinión en el diario liberal argelino Liberté, el redactor Mustapha Hammouche critica lo que él ve como populismo simplista del movimiento anti-guerra en los Estados Unidos. Él argumenta que las protestas anti-guerra son principalmente un resultado de la nostalgia del movimiento de protesta contra la Guerra de Vietnam, y que ignoran las realidades de la actual guerra en Irak – el cual, dice, ha ayudado al terrorismo a disminuir las esperanzas de los iraquíes y ha corroído su apoyo por la democracia.

Lo siguiente son extractos: [1]

«El último plan americano… tiene como objetivo compensar la falta de orden causado por las tendencias sectarias de la policía iraquí»

«A lo largo del mundo, la gente esta protestando en contra de la ocupación en Irak, y especialmente en los Estados Unidos, con una atmósfera de nostalgia por las marchas de las masas de los años sesenta contra la guerra en Vietnam…

«Cuatro años después de la invasión a Irak, vemos más fervor el condenar la presencia americana en Irak de lo que fue impedirle intervenir [en primer lugar]…

«En Irak, los Estados Unidos no tendrían que combatir para permanecer allí si no hubiesen fuerzas que son lo suficientemente organizadas para forzarla a batallar. El gobierno iraquí no está exigiendo la salida inmediata de las tropas de la coalición, y ninguno de los partidos presentes en Irak, incluyendo aquéllos controlados o apoyados por Irán y Siria, no han hecho nada que remover la razón definitiva del ejército americano para permanecer en suelo iraquí.

«Las conductas obscenas que acompañaron la ejecución de Saddam Hussein demuestran que las instituciones iraquíes son incapaces de garantizar la cohesión necesaria para la estabilidad del país. Los atentados que golpean a los mercados y lugares de culto expresan una aversión recíproca irreprimible entre las comunidades existentes, y un deseo de lucha que el estado iraquí no esta todavía en una posición de reprimir.

«El último plan americano, que apunta a reforzar la presencia militar en Bagdad, tiene como objetivo compensar la falta de orden causado por las tendencias sectarias de la policía iraquí.

El terrorismo es ayudado por un discurso que promueve una imagen simplificada y falsa de una guerra de resistencia

«En esta guerra, que entrelaza el ajuste de cuentas tribales, los resentimientos religiosos, y los planes extranjeros para desestabilizar a [Irak], el iraquí promedio está consciente del hecho que su futuro inmediato está en riesgo. Él no abriga esperanzas – ni de reconstrucción y calidad de vida, ni de reformas políticas.

«Él dio a conocer esto en una encuesta recientemente conducida por la televisión británica y americana, [qué mostró que] desde noviembre del 2005 a marzo del 2007, el número de iraquíes que apoyan la democracia descendió al 14%, mientras el número de aquéllos que quieren una dictadura o una teocracia aumentó en un 8%. La violencia ha empujado a los iraquíes cada vez más a renunciar a la perspectiva de un estado democrático y expresar simplemente la necesidad por la seguridad. La misma encuesta reveló que el 86% de los iraquíes temía por la seguridad de sus familias, y quiere un estado autoritario.

«El terrorismo ha ganado, ayudado por un discurso que produce una guerra multifacética – qué entrelaza la guerra civil religiosa, la guerra de los clanes, el terrorismo transnacional, y una guerra por la influencia – en una simplificada y falsa imagen de una guerra de resistencia.

«A la opinión [pública] le gusta lo simple. El populismo, lo cual esta incrementando su expansión, le permite a [la opinión pública] evitar confrontar la complejidad de las situaciones, e ignora a aquellas fuerzas que enmarañan a una coalición que debería haberse ido hace tiempo a casa.

«De esta manera, ‘Estados Unidos vete a casa’. Es tan simple! Y [diciendo esto] lo hace a uno unirse ‘al débil y en contra del fuerte’ – al igual que en la época antigua de la Guerra de Vietnam, de la no-alineación, del antiimperialismo, de los revolucionarios del balcón, de la buena música, y de los hippies».


[1] Liberté (Argelia), 20 de marzo, 2007.

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