El nombre oficial de Rusia en estos días como país es la Federación Rusa y consta de 85 elementos que poseen los mismos derechos. Entre estos elementos se encuentran 22 repúblicas nacionales, 55 entidades territoriales, tres ciudades – Moscú, San Petersburgo y desde que ocurrió la ocupación rusa a Crimea, Sebastopol – un territorio autónomo y cuatro distritos autónomos incorporados a las entidades territoriales ya antes mencionadas.[1] Pero sería preguntarnos mayor si Rusia pudiera llamarse federación, ya que difiere bastante de los otros 24 países del mundo que dicen llamarse federales.
La diferencia más notable, diría yo, surge de su historia. La mayoría de los países federales surgieron como composición de entidades territoriales siendo estas culturalmente cercanas entre sí (tales como Alemania, Suiza o incluso los Estados Unidos), o como herencia de una experiencia colonial de algún tipo (estas experiencias son tan diversas como en el caso de Brasil, la ex-Yugoslavia, India, Nigeria, Malasia o los Emiratos Árabes Unidos). A diferencia de todas estas naciones, Rusia se desarrolló a sí mismo como imperio, con su núcleo histórico, el cual fue una vez conocido como el Principado de Moscovia, siendo este solo una parte de la antigua Rus’.
A comienzos del siglo 17, el Principado de Moscovia conquistó para sí vastas tierras en el Oriente, llegando hasta las costas del Pacífico y luego se unió a Kiev, el antiguo centro cultural de la civilización rusa. Adoptando el nombre de «Rusia», el cual se originó del idioma griego Рωσία, este se expandió aún más y a finales del siglo 19, abarcó los países de Polonia y Finlandia al norte, Rutenia y Besarabia al oeste, Armenia, Azerbaiyán y toda Asia Central hacia el sur. Este estado fue construido como un imperio, gobernado como un imperio y glorificado como un imperio. La idea de federación surgió a finales de la década del año 1910 cuando, después de la revolución bolchevique, el país se vino abajo y los nuevos gobernantes no pudieron re-ensamblarlo por la fuerza. Los bolcheviques elogiaron la idea federalista como un medio que podía permitir que la recién creada Unión Soviética se expandiera gradualmente hasta transformarse en una fusión mundial de las repúblicas socialistas.
Coronación de Nicolás II por L.Tuxen (1898, Hermitage)
La historia imperial es vital para poder entender a Rusia
La historia imperial es vital para entender a Rusia ya que, a diferencia de los imperios europeos, que perdieron todas sus colonias entre los años de 1776 y 1828 y luego obtuvieron nuevas posesiones desde comienzos de la década de los años 1830 hasta 1885, Rusia nunca se retiró de las tierras que ocupó o que colocó bajo su protectorado. Además, dado que la Rusia que conquistó Polonia, Finlandia, el Cáucaso y Asia Central a finales de los siglos 18 y 19 era en sí misma un imperio compuesto por su metrópoli moscovita y las colonias orientales, el nuevo súper-estado carecía del sentido de diferencia entre «núcleo» y «periferia». La mayor masa de territorio del planeta Tierra era considerada como una única entidad política gobernada desde una ciudad que se encontraba a 5.500 millas de Vladivostok y a 2.600 millas de Samarcanda o Bukhara. Ambos el Imperio Ruso como la Unión Soviética estaban gobernados por una mano de hierro, así se llamen federaciones o no. La verdadera tradición federativa nunca existió allí, incluso cuando hubo algunos ejemplos de lo que pudiera llamarse autogobierno o autonomía, desde el Reino de Polonia y el Gran Principado de Finlandia, donde el Zar era rey o príncipe y típico vasallo cuasi-estados en la conquista de Asia Central, a las repúblicas soviéticas nominalmente «autogobernadas». De todas maneras, cuando se redescubrió el verdadero sentido del federalismo a finales de la década de los años 1980, la Unión Soviética se disolvió rápidamente junto a todas las fronteras entre sus repúblicas.[2]
Aquí es donde comienza nuestra historia. La nueva Rusia heredó de la Unión Soviética al menos tres problemas vitales.
Primero, el Imperio Ruso estaba formado por territorios, tales como el de Siberia, que fueron colonizados (es decir, conquistados y poblados por los rusos u otros pueblos eslavos) y por aquellos que fueron anexados y gobernados como posesiones, tales como Finlandia, Armenia y Asia Central. El colapso de la Unión Soviética, a diferencia de la disolución de los imperios europeos, no resolvió el problema: la Rusia actual abarca las dos colonias históricas al este de los Urales, donde la proporción en la población eslava supera el 70%, así como la de los territorios del Cáucaso del Norte, donde este permanece en menos del 1%. Con el resurgimiento de la identidad religiosa y, en muchos casos, incluso la tribal, parece ser extremadamente problemático gobernar un país así como si fuese una federación democrática.
Segundo, existe un problema al tratar con las estructuras del estado. La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, que pretendía ser una federación, también buscaba ser «étnicamente neutral», al igual que los Estados Unidos de América. Este estaba compuesto por 15 repúblicas, cada una de estas repúblicas con el nombre de su grupo étnico o nacional predominante. En la actualidad, la Federación de Rusia recibe el nombre de la nación rusa, que el año pasado fue denominada oficialmente «el pueblo constituyente del estado» por la versión ya enmendada de la Constitución; más aun, este país se divide en territorios que conservan su especificación étnica («repúblicas») o aquellos considerados «rusos» («oblasts» y «krays»). Además de esto, algunas entidades que llevan el nombre de sus grupos étnicos dominantes son incorporadas en varios oblasts y krays.
Tercero, existen temas económicos que socavan el principio federativo. La diferencia en la producción regional per cápita lo supera 60 veces, lo cual no es igualado por ningún otro estado federal.[3]Siberia, la antigua federación de colonos de Moscovia, contribuye con más del 75% de las exportaciones del país,[4] que consisten principalmente en energía y materias primas. Las repúblicas del Cáucaso del Norte, por otra parte, viven enteramente de subsidios federales que comprenden hasta el 90% de sus presupuestos regionales. Además, en Chechenia, una ex-república rebelde, la economía (es decir, todas las empresas comerciales) registró una pérdida combinada durante nueve años de los últimos diez,[5] haciendo de toda la región un «agujero negro» en la no tan bien gestionada economía de Rusia. Con el presupuesto federal canalizando una proporción cada vez mayor de impuestos y aranceles recaudados en los subsidios y transferencias para esas regiones, el sistema se vuelve cada vez menos estable.
A medida que Rusia se volvía más independiente en diciembre del año 1991, sus líderes pidieron la formación de una federación
La historia de la actual «federación» rusa también es bastante reveladora. Rusia declaró su «soberanía» en junio del año 1990, ya que todavía era parte de la Unión Soviética. A su presidente Boris Yeltsin, le importaba muy poco la composición federal: En sus esfuerzos por destruir al presidente soviético Mikhail Gorbachev, este alentó a los líderes regionales a «tomar tanta soberanía como pudiesen tragar» (y ni siquiera digerir).[6] Cuando Rusia se volvió no solamente «soberana», sino también independiente en diciembre del año 1991, sus líderes comenzaron a reflexionar sobre la nueva realidad y pidieron la formación de una federación mediante la firma de un Tratado Federativo. Luego de algunas negociaciones, el tratado fue firmado en dos rondas: primero, los representantes de las repúblicas nacionales firmaron el día 31 de marzo de 1992 junto al presidente de la Federación de Rusia;[7] y posteriormente, el mismo día, los jefes del oblasts y krays firmaron en una ceremonia separada.[8] Dos repúblicas – Chechenia y Tartaristán – se negaron a firmar el tratado. Si bien Tartaristán finalmente firmó el 15 de febrero de 1994, Chechenia nunca lo hizo y los hechos cambiaron su curso dramáticamente.
Al año siguiente, el parlamento ruso se rebeló en contra del presidente. Boris Yeltsin respondió trasladando tropas leales a la capital y reprimiendo la revuelta por la fuerza; inmediatamente después anunció las elecciones nacionales sobre la nueva constitución, que tomó parte el 12 de diciembre del año 1993. La constitución fue adoptada por una ligera mayoría de votos: 58,4% contra 41,6%, lo que equivale al 31% del número total de votantes elegibles.[9] Pero lo de mayor importancia fue el hecho de que los artículos 71 y 72 del documento, que trataban sobre la división de poderes entre la federación y sus partes constitutivas, incorporaron a la mayoría de los elementos del Tratado Federativo y lo denunciaron. A partir de entonces, Rusia se convirtió en una federación sin un documento formativo – y no fue sorpresa alguna que varias semanas después Moscú enviara tropas regulares a Chechenia, que la constitución declaró era parte de Rusia, aunque formalmente nunca lo fue ya que este nunca firmó el Tratado de la Federación de 1992 y de hecho, es territorio independiente desde el año de 1991. Por lo tanto, el adoptar la Constitución de 1993 fue el primer paso para alejarse de la Rusia federal.
Sin embargo, este no fue el último. Hasta comienzos de la década del año 2000, las regiones elegían a sus gobernadores, que venían a Moscú de vez en cuando junto a los presidentes de las legislaturas regionales y miembros del Consejo de la Federación, siendo esta la cámara alta del parlamento. Después de que el presidente Vladimir Putin reemplazara a Boris Yeltsin en el año 2000, el Consejo de la Federación fue reformado en octubre del año 2001 de una manera en la que nombró especialmente a representantes de las regiones, reemplazando a los líderes locales elegidos públicamente. El siguiente paso se dio en el año 2004 cuando se abolieron las elecciones públicas de gobernadores y desde entonces hasta el año 2011 las asambleas regionales votaron formalmente por los candidatos presentados por el presidente (nadie ha sido derrotado en todos estos años).
En el año 2011, el entonces presidente Dmitry Medvedev reinstaló el sistema anterior, pero desde ese entonces el presidente posee la autoridad de despedir a cualquier gobernador sin tener que explicar la razón del por qué lo hizo – y además, este posee el poder de nombrar a una persona de su elección para ocupar el cargo hasta que se celebren las próximas elecciones. Dado que el «día nacional de las elecciones» está programado para el mes de septiembre, puede suceder que durante un año completo una persona que la población local nunca le confió el cargo pueda gobernar una región – lo que pareciera ser una práctica bastante única y singular que nunca sería utilizada en ningún país llamado federación, excepto, por supuesto, en aquellos cuyos territorios están gobernados por monarcas que heredaron los territorios, tal como es el caso de los Emiratos Árabes Unidos y Malasia. Solo puede decirse que el sistema de India es más o menos similar, pero allí los gobernadores designados tienen poco poder, ya que el poder reside en aquellos ministros principales que gobiernan sobre los estados.
Rusia es una federación solo por nombre, en donde en esencia sigue siendo un imperio
Para hacer de esta larga historia quizá no tan corta, pero definitivamente mucho más corta, yo diría que la Rusia de finales del siglo 20 y comienzos del siglo 21 pareciera ser una «federación incidental». Nació como tal por su nombre y de hecho utilizó la retórica federativa en sus años constituyentes cuando primero enfrentó al gobierno central soviético y luego sedujo a sus propias regiones para luego reconocer una mayor importancia de Moscú y abandonar sus propias demandas a una mayor autonomía. Pero inmediatamente después de la primera victoria significativa de las autoridades centrales sobre la ya rebelde legislatura en octubre de 1993, las libertades federales comenzaron a reducirse en un proceso que continúa hasta el día de hoy a medida que el Kremlin obtiene cada vez más poder y las regiones parecen cada vez menos dispuestas a quejarse de ello.
La ocupación de Crimea se convirtió en un hito significativo en este proceso ya que, antes, Rusia parecía estar luchando por el territorio que este heredó de la Unión Soviética, pero en el año 2014 Rusia acordó tomar dos nuevos territorios: la República de Crimea y la ciudad de Sebastopol – que supuestamente votó para que se le permitiera formar parte de Rusia, pero sin una salida, ya que la constitución rusa no reconoce el derecho de ninguno de los territorios para abandonar la federación. A medida que llegan los nuevos territorios y muchos políticos rusos expresan su disposición de incorporar a la Federación de Rusia aún con más entidades que se separaron de otros ex-estados postsoviéticos, existe cada vez más similitud entre la actual federación y el antiguo imperio, que pareciera verse como un fenómeno bastante natural, ya que Rusia nunca se ha establecido mediante el enfoque de un ensamblaje más complejo que pareciera ser la manera principal y más importante de crear un estado federal.
La historia nos muestra que un imperio nunca se ha convertido exitosamente en una federación. En todos estos casos, este simplemente se disuelve conservando algunas señales de solidaridad en forma de comunidades. Varios países, tales como el Reino Unido o España, que son entidades políticas complejas con diferentes regiones autónomas y largas historias, ahora luchan por su integridad territorial, pero todas estas naciones han sido metrópolis de vastos imperios en ultramar, pero no imperios en sí mismos, como lo fue el caso de Rusia. Así que, yo diría que Rusia hoy se ve como la federación más problemática de todas, ya que su liderazgo no posee la voluntad de gobernarla como federación, mientras que sus ciudadanos tienen pocos incentivos para exigir una mayor parte de su democracia y auto-gobierno. Por lo tanto, yo diría que Rusia es ahora una federación solo por su nombre, permaneciendo como imperio en sustancia y el cambio, si es que este ocurre, definitivamente no llegará en un futuro cercano.
*El Dr. Vladislav Inozemtsev es asesor especial del Proyecto Estudios a los Medios de Comunicación Rusos en MEMRI
[1] Constitution.ru/en/10003000-04.htm, consultado el día 10 de marzo, 2021.
[2] Para más detalles consulte: Абалов, Александр и Иноземцев, Владислав. Бесконечная империя: Россия в поисках себя, Москва: Альпина Паблишерс, 2021 (Abalov, Alexander e Inozemtsev, Vladislav. Un imperio sin fin: Rusia en busca de sí mismo, Moscú, Alpina Publishers, 2021 – En ruso
[3] Gks.ru/storage/mediabank/dusha98-18.xlsx
[4] Véase: Зубов, Валерий и Иноземцев, Владислав. Сибирское благословение, Москва: Аргамак-Медиа, 2013, cc. 24-25 (Zubov, Valery e Inozemtsev, Vladislav. The Siberian Blessing/La bendición siberiana, Moscú: Argamak-Media Publishers, 2013, págs. 24-25 – en ruso).
[5] Rbc.ru/opinions/economics/26/01/2018/5a69ccb39a7947518b3328ec, 26 de enero, 2021.
[6] Yeltsin.ru/news/boris-elcin-berite-stolko-suvereniteta-skolko-smozhete-proglotit/
[7] Dokipedia.ru/document/5164419, consultado el día 10 de marzo, 2021.
[8] Base.garant.ru/170280, consultado el día 10 de marzo, 2021.
[9] Constitution.garant.ru/science-work/modern/1776651, consultado el día 9 de marzo, 2021.