La historia en las relaciones Rusia y los Estados Unidos es bastante larga y compleja a la vez y muchos observadores sugieren que en estos momentos se encuentran en su nivel más bajo alcanzado en muchas décadas y en un punto de empeorar aún más. Yo puedo estar muy de acuerdo con lo dicho en el primer punto, pero creo que estas relaciones pueden ser restauradas y dudo mucho que puedan deteriorarse significativamente.
De manera oficial, ninguna de las dos potencias se consideran amigos, por decirlo con modestia. Estados Unidos reconoce a Rusia como una «amenaza»[1] o como un gran «desafío», mientras Rusia etiqueta a Estados Unidos de gran «contendiente geopolítico».[2] En Washington, los políticos describen a Rusia como una amenaza a la estabilidad global y como un «poder revisionista»;[3] en Moscú, a los Estados Unidos se le culpa de muchas, si no la mayoría de las dificultades actuales que se suceden en Rusia simplemente porque es el líder de «Occidente», que durante siglos ha sido el mayor adversario y contendor de Rusia. La élite política de ambas naciones posee sus propias razones: En Rusia, el «presente peligro» encarnado en los Estados Unidos ayuda al gobierno a mantener unificada a la población; en los Estados Unidos, Rusia pareciera verse como enemigo desde hace ya mucho tiempo y a menudo es presentado como el «malvado» del mundo a quien Estados Unidos debería contener. Teniendo en cuenta la manera en el cómo Washington puede beneficiarse de alguna manera en restablecer buenas relaciones con Rusia y Moscú puede hacerlo aún peor si las relaciones mejoran, en general la situación actual se adapta a todos y por ende, puede que perdure.
Moscú desea restaurar sus relaciones con Washington en lugar de destruirlas
Por supuesto que las acusaciones proferidas por Rusia de que Estados Unidos es un poderío anti-ruso son en su mayoría erróneas. Las políticas foráneas de las dos potencias difieren mucho, ya que Estados Unidos asume que el mundo es un escenario para decretar sus propias acciones, mientras que Rusia cree que su misión consiste en enfrentar los «planes agresivos» de Washington. La principal diferencia entre las relaciones Rusia-Estados Unidos que las hacen incomparables a las relaciones soviético-estadounidenses es esta ausencia a una agenda universal que caracteriza la política rusa tras el colapso de la Unión Soviética. Por muy mala que sean las relaciones Rusia-Estados Unidos, estas no deberían compararse con las relaciones de la Unión Soviética-Estados Unidos, ya que la Unión Soviética fue una potencia expansionista que intentó reconfigurar el mundo en su totalidad según su doctrina ideológica, mientras que Rusia es un socio incómodo pero que a la larga no representa más que los restos de un antiguo e ineficaz imperio.
Al perder su componente ideológico soviético, Rusia se convirtió en uno de los dos «vasallos» de Europa, siendo este cultural e históricamente parte de la misma civilización europea[4] de la que Estados Unidos también es parte y por lo tanto no es tan ajena a América como lo es China o el mundo musulmán y deben ser tratados de forma acorde. Rusia en estos días es una potencia conservadora y revisionista dispuesta a restablecer, al menos en cierto sentido, la realidad geopolítica anterior, mientras que Estados Unidos intenta cambiar el mundo de la misma manera que lo ha hecho siempre durante casi sus 250 años de existencia.
Incluso si los planes e intereses a largo plazo de Rusia parecen de alguna manera discutibles, Moscú está profundamente decepcionado con la situación actual y desea restablecer relaciones en lugar de destruirlas. Existen varias razones para ello.
Primero, la personalidad del presidente ruso Vladimir Putin es causa de algunas de estas razones. En Rusia, el sentido de grandeza que este ha prometido devolver a sus súbditos se encuentra fuertemente ligado a las agendas en política exterior, ya que Rusia durante siglos ha sido una potencia imperial y sus líderes derivaron su razón de ser del reconocimiento externo. El liderazgo ruso desea ser tomado en serio por sus «socios» y desea que se le permita ingresar a las agrupaciones políticas líderes creadas por las principales potencias. La expulsión del G8 en el año 2014, por ejemplo, fue un duro golpe para la autoestima de Putin. Además, como Putin cree que su habilidad más crucial radica en «comprender a la gente» y en hacer que estén a su favor, cree profundamente en las relaciones personales y en la comunicación cara a cara – tal como fue el caso en sus relaciones con George Bush Jr., Tony Blair, Silvio Berlusconi y Gerhard Schroeder – y se lo confunde cuando se lo niega. Yo diría que los comentarios del presidente de los Estados Unidos Joe Biden, sobre el tratar con Rusia solo debido a intereses y no tener nada personal con Putin[5] lo lastiman más que llamarle «asesino». El Kremlin cree que si Putin puede realizar «negocios como de costumbre» con los líderes estadounidenses, se resolverán muchos de los problemas.
En segundo lugar, Rusia se vio envuelta en una situación muy complicada en los últimos días por varias razones. Rusia estuvo atrapada por cometer su agresión contra Ucrania, que el Kremlin sentía seguridad que Occidente descuidaría tal acción, ya que este había hecho caso omiso a la guerra de Rusia contra Georgia: Moscú ahora no puede retirarse de Crimea debido a políticas internas y no puede reparar sus relaciones con el resto del mundo hasta que la situación cambie. La dependencia de Rusia a las exportaciones de energía es ahora un riesgo debido a los continuos cambios tecnológicos globales hacia la tecnología de des-carbonización. Invitar a Putin a la Cumbre del Cambio Climático de los líderes del mundo[6] fue, diría yo, una idea muy provocadora, si no contraproducente.
Moscú le teme a estos cambios y se está volviendo cada vez más hostil ante la agenda tecnológica occidental sin poder cambiarla en lo absoluto. El Kremlin también siente una amenaza creciente proveniente de la creación de un espacio de información global, ya que finalmente se ha dado cuenta de que la libertad de información hace peligrar su poder. Hace diez años era diferente y he escrito en otro lugar que la inmunidad casi total a la apertura al mundo era la diferencia decisiva de Putin con los líderes soviéticos.[7] El Kremlin ve el desarrollo de una red de comunicación global como un claro desafío,[8] pero depende profundamente de esta en muchas esferas. Finalmente, a medida que el pueblo ruso crece en riqueza – y muchos de ellos ya son mega-opulentos, quieren emerger como parte de los «billones dorados» y la presión sobre el Kremlin para lograr una mayor apertura ya se está incrementando, lo que también hace perturbar a Putin.
Rusia desea que las relaciones con los Estados Unidos sean reparadas tanto para permitir que Putin recupere su postura global como para aclarar las perspectivas del país en el turbulento mundo del siglo 21. Si uno observa la entrevista de la semana pasada con el secretario del Consejo de Seguridad de Rusia Nikolai Patrushev publicada en el diario Kommersant,[9] él o ella pueden darse cuenta de que Moscú, acusan constantemente a los Estados Unidos de tener un comportamiento hostil y aun así mantiene las puertas abiertas a cualquier tipo de negociación además de lamentar que Washington no se da cuenta de lo enorme que pudiera ser el potencial de cooperación entre los dos países. Las mismas notas pueden encontrarse en los recientes comentarios hechos por el portavoz del Kremlin Dimitri Peskov[10] e incluso en los discursos del canciller ruso Sergei Lavrov.[11] Todavía existe mucha intriga en torno a los propios comentarios de Vladimir Putin sobre el tema que se espera sea revelado durante su discurso ante la Asamblea Federal programado para el 21 de abril.
Lo mejor para Occidente es utilizar el enfoque de «esperar y ver»
La visión general rusa del mundo ha sido profundamente distorsionada por las décadas de Guerra Fría y el colapso soviético. Para la élite política rusa, el colapso de la U.R.S.S. fue causado por las acciones estadounidenses y por lo tanto, todavía no reconoce a ninguna otra potencia mundial como su adversario «a la par». El equipo de Putin cree que todas las decisiones globales importantes se toman en Washington y ve a todas las demás naciones occidentales como marionetas de los Estados Unidos. En la entrevista de Patrushev,[12] este describe a la OTAN como una especie de sistema de gobierno feudal e insiste en que sus miembros son unos «vasallos» estadounidenses privados de cualquier posibilidad de llevar a cabo «políticas pragmáticas dirigidas al desarrollo soberano». Incluso con la Unión Europea como el socio económico más importante de Rusia, Moscú cree que todos los acuerdos importantes deben hacerse con Estados Unidos y no con Europa, también porque personas como Putin piensan que los problemas económicos son menos importantes que aquellos que son políticos y militares. Es por ello que Rusia puede ponerse del lado de Estados Unidos, pero solo si Washington actúa primero, lo que nadie puede llegar a imaginarse.
Lo que el Kremlin desea es una especie de «reinicio» tal como lo sucedido entre los años 2009-2011: Moscú restablecerá fácilmente los lazos económicos, políticos y tecnológicos con los Estados Unidos si este último «olvida» las aventuras de Rusia en Ucrania, reconoce los «derechos» de Moscú para avanzar en Siria y algunas otras regiones sensibles y suaviza su retórica sobre los temas en derechos humanos. Tal curso pudiera beneficiar a los Estados Unidos a largo plazo, ya que parece ser que los líderes de Rusia se están volviendo más vulnerables y buscan obtener mejores relaciones con Occidente, ya que están «bajo presión» desde el exterior (uno debe recordar los casos de Gorbachov y Medvedev) – y el presidente Biden logró realizar una acción perfecta llamando a Vladimir Putin el 14 de abril y luego anunciando que ha llegado el momento de repensar la política de Rusia («Ahora es el momento de reducir la escalada; el camino a seguir es a través de un diálogo reflexivo y un proceso diplomático»).[13]
Nosotros en Rusia sabemos que a medida que disminuye el peligro, aumentan las preguntas sobre el por qué el gobierno se desempeña tan mal a nivel nacional. Por supuesto, Estados Unidos no puede permitirse el lujo de otro «reinicio» en estos días mientras el liderazgo de Rusia se vuelve más agresivo en el exterior y más opresivo a nivel nacional y Putin se prepara para convertirse en presidente de por vida y disminuir todos los elementos restantes de la democracia en su país. Por lo tanto, yo no veo ninguna posibilidad de cambio en los próximos años, sobre todo porque Rusia parece ser buen candidato a convertirse en el eterno enemigo de los Estados Unidos sin representar un desafío inmediato. Rusia es considerada, con razón, una potencia en declive y este declive continuará, por lo que Estados Unidos no necesita actuar primero para buscar algún progreso sobre este «frente».
Sin embargo, deseo concluir con algunas observaciones que pudieran considerarse optimistas. Por un lado, parece ser que en Rusia el sentimiento antiamericano se está volviendo menos visible. La historia de las encuestas de opinión[14] sugiere que durante todo el período postsoviético, más de la mitad de los rusos han tenido una actitud positiva hacia los Estados Unidos y la cifra se redujo drásticamente solo en tiempos de enfrentamientos políticos tal como en 1999 debido al conflicto en Yugoslavia, en el año 2004 debido a la intervención estadounidense en Irak y en el año 2008 luego de los discursos de Putin en Múnich y Bucarest y la guerra en Georgia. Después del año 2014, este alcanzó su nivel más bajo de alrededor del 20%, pero ha estado aumentando constantemente desde ese entonces, repuntando hasta alrededor del 40% en general en estos días con alrededor del 65% entre los más jóvenes.[15] Todo esto refleja las debilidades de la propaganda rusa y las dudas de la población sobre las causas de los actuales problemas internos. El esfuerzo por representar a Estados Unidos como un enemigo existencial enfrenta desafíos crecientes en Rusia y esta tendencia parece de hecho ser irreversible.
Por otra parte, los legisladores estadounidenses se han encontrado en una postura muy difícil desde que la confrontación con Rusia se convirtió en punto de consenso en Washington, pero también se ha vuelto obvio de que no se puede hacer mucho para tomar represalias por las acciones de Rusia. Tal como se vio durante la administración Trump, la administración Biden todavía se abstiene de introducir sanciones radicales en contra de Rusia,[16] prefiriendo realizar restricciones individuales en comparación con implementar complejas sanciones económicas. Recientemente, algunas informaciones filtradas sugirieron que no se vislumbra nada tal como prohibirle a las empresas estadounidenses lidiar con la deuda soberana de Rusia en relación al intento de envenenamiento a Alexey Navalny o los ataques cibernéticos rusos perpetrados a las instituciones estadounidenses[17]. Tal postura tiene gran posibilidad de prevalecer en los próximos años – no pareciera ser que la amenaza de Rusia se cierne significativamente para los Estados Unidos y un enfoque defensivo debe ser valorado sobre uno ofensivo.
El último tema importante que me gustaría abordar es la estrategia en la toma de decisiones utilizada por los funcionarios estadounidenses. En los últimos meses, el debate sobre si la política rusa debe ser impulsada «pragmáticamente» o «ideológicamente» ha alcanzado nuevos máximos, una feroz discusión que estalló en el Atlantic Council luego de la publicación de un artículo de opinión escrito por Emma Ashford y Mathew Kroenig es sólo un ejemplo[18] y es perfectamente natural que los académicos políticos estadounidenses presenten puntos de vista diferentes. Lo que realmente me preocupa es que el debate sobre políticas se ve influenciado en gran medida por las personas que están profundamente involucradas en la política actual, predominantemente de un solo bando.
Deseo expresar que, después del año 2014, el debate sobre el tema Rusia ha sido desafiado por muchos activistas e intelectuales rusos que se marcharon de Rusia y crearon muchas ONG y grupos think tank tanto en Europa como en los Estados Unidos. La mayoría de esta gente ha estado involucrada en la vida política o en actividades investigativas de alto perfil en Rusia y se sienten privados de sus derechos al ser expulsados del país. Sin embargo, por más decentes y conocedores que sean, los emigrantes rusos parecen estar extremadamente parcializados y por ende, yo sugeriría que su influencia en formular las políticas estadounidenses sea limitada.
La diferencia entre Estados Unidos y Rusia radica en el hecho de que el primero todavía asegura su lugar tope como la principal potencia tecnológica, militar y económica del mundo, mientras que el segundo está en un constante declive económico, social y demográfico. Estados Unidos puede esperar todo el tiempo que sea necesario mientras Rusia se está quedando sin tiempo, incapaz de modernizar su economía o de hacer uso de los talentos y aspiraciones de su población. Por lo tanto, yo reiteraría mi mensaje anterior: lo mejor para Occidente es utilizar un enfoque de «esperar y ver», absteniéndose de realizar cualquier intento de transformar Rusia más rápido de lo que este cambia por su propia cuenta.[19]
Yo también le agregaría al tema de que un argumento bien conocido en lo referente a la necesidad de cooperar con Rusia, dado que existen muchos problemas en política a nivel global que no pueden resolverse sin su participación, parece ser totalmente falso: Durante los últimos 30 años, Rusia no se ha visto muy activo en establecer ningún problema, incluso aquellos que este mismo creó, al igual que muchos conflictos en el reino postsoviético. El democrático y en constante cambio país estadounidense definitivamente puede sobrevivir al régimen personalista de Putin y darle la bienvenida a una nueva Rusia tal como lo hizo en la década de los años 1980. La historia no puede ser detenida, pero creo que tampoco debe acelerarse.
*El Dr. Vladislav L.Inozemtsev es asesor especial del Proyecto Estudios de los Medios de Comunicación Rusos en MEMRI
[1] Trumpwhitehouse.archives.gov/wp-content/uploads/2017/12/NSS-Final-12-18-2017-0905.pdf, diciembre, 2017.
[2] Carnegie.ru/2020/10/01/ru-pub-82841, 1 de octubre, 2020.
[3] Rferl.org/a/pentagon-mattis-calls-russia-china-revisionist-powers/28985632.html, 19 de enero, 2018.
[4] Eng.globalaffairs.ru/articles/europe-as-the-center-and-its-outskirts, 11 de febrero, 2007.
[5] Cnbc.com/2021/03/17/biden-says-putin-is-a-killer-will-pay-for-trying-to-help-trump-win-election.html, 17 de marzo, 2021.
[6] Cnbc.com/2021/03/26/biden-invites-vladimir-putin-and-xi-jinping-to-climate-summit.html, 26 de marzo, 2021.
[7] Monde-diplomatique.fr/2010/10/INOZEMTSEV/19776, octubre, 2010.
[8] Rbc.ru/politics/04/03/2021/6040c97c9a7947263f812b1c, 2 de marzo, 2021.
[9] Kommersant.ru/doc/4762137, 8 de abril, 2021.
[10] Rg.ru/2021/04/08/peskov-zaiavil-o-gotovnosti-moskvy-k-hudshim-scenariiam-razvitiia-otnoshenij-s-ssha.html, 8 de abril, 2021.
[11] Ria.ru/20210408/partner-1727316365.html, 8 de abril, 2021.
[12] Kommersant.ru/doc/4762137, 8 de abril, 2021.
[13] Nbcnews.com/news/world/u-s-sanction-russia-alleged-election-interference-solarwinds-hack-n1264142, 15 de abril, 2021.
[14] Levada.ru/2021/04/07/otnoshenie-k-ssha-i-slova-bajdena-o-putine, 7 de abril, 2021.
[15] Levada.ru/2021/04/07/otnoshenie-k-ssha-i-slova-bajdena-o-putine, 7 de abril, 2021.
[16] Washingtonpost.com/opinions/2020/10/13/no-trump-has-not-been-tough-russia, 13 de octubre, 2020.
[17] Bloomberg.com/news/articles/2021-04-07/biden-eyes-russia-retaliation-after-review-of-meddling-hacking, 7 de abril, 2021.
[18] Politico.com/news/2021/03/11/atlantic-council-russia-us-policy-475297, 11 de marzo, 2021.
[19] Dgap.org/en/research/publications/russia-2010s, 4 de junio, 2015.