El reconocido experto en política exterior rusa Fyodor Lukyanov, publicó un artículo el 28 de agosto de 2024, tras la detención del director ejecutivo de Telegram, Pavel Durov, en Francia, el 24 de agosto, contra quien se presentó una acusación.

En dicho artículo, Lukyanov evaluó que «la crisis de la globalización liberal provocó un cambio en la realidad internacional”. Al mismo tiempo subrayó que a las entidades «transnacionales» se les exigirá cada vez más que se «enraícen», es decir, que se identifiquen con un Estado determinado. «Si no lo desean, se les impondrá el arraigo por la fuerza, al ser reconocidas como agentes no del mundo global, sino de potencias hostiles específicas. Es lo que está sucediendo ahora con Telegram, pero no es el primero ni será el último caso de este tipo», escribió el autor.

Lukyanov agregó: «El aumento del control sobre todo lo relacionado con los datos aumentará inevitablemente el grado de represión en el ámbito de la información, sobre todo porque en la práctica no es fácil bloquear los canales no deseados… La cuestión más interesante es cómo afectará la probable reducción del ámbito de la información global al comercio y la conectividad económica, el último pilar de la unidad mundial. A juzgar por el ritmo de los cambios, pronto habrá novedades también en este ámbito».

Pavel Durov, director ejecutivo de Telegram (Fuente: TASS)

A continuación, se presenta el artículo de Lukyanov: [1]

«La detención del fundador de Telegram, Pavel Durov, cuando decidió hacer un pequeño viaje a París, ha provocado un gran revuelo en varios ámbitos, desde el mundo empresarial y tecnológico hasta los medios de comunicación y la política. Nos centraremos en este último, sobre todo porque el incidente se está convirtiendo en otro hito en una reorganización política más amplia”.

«Durov proviene de un nicho que reivindica el carácter transnacional por encima de todo. Las tecnologías de la información y la comunicación parecen haber convertido el mundo en un espacio común y abolido la jurisdicción soberana. La enorme influencia que adquirieron los gigantes de la informática se tradujo en gigantescas cantidades de dinero, lo que a su vez incrementó aún más su influencia. Las empresas transnacionales siempre han existido, en sectores como la minería, la ingeniería y las finanzas. Pero a pesar de su carácter internacional, seguían estando vinculadas a determinados Estados y a sus intereses. La industria global de las comunicaciones y el sector de la innovación asociado a ella se atrevieron a romper ese vínculo”.

«El período de globalización que duró desde finales de los años 1980 hasta finales de los años 2010 favoreció este tipo de actitud. En este sentido, fomentó la creación de un campo de juego nivelado en el que los países más desarrollados tenían una clara ventaja. Ellos fueron los más beneficiados. Los costos asociados con la creciente capacidad de los gigantes tecnológicos para manipular las sociedades, incluidas las suyas en Occidente, no se consideraban críticos”.

«La crisis de la globalización liberal provocó un cambio en la realidad internacional (también se podría invertir esa afirmación y decir lo contrario, sin cambiar la esencia). Así, la voluntad de jugar con reglas comunes desminuyó rápida y universalmente. Lo fundamental es que esto se aplica incluso allí donde se escribieron originalmente esas leyes, en los estados líderes de la comunidad occidental”.

«La era anterior no desapareció sin dejar rastro. El mundo se ha vuelto ferozmente competitivo, pero sigue estando estrechamente interconectado”.

«Hay dos elementos que lo mantienen unido. El primero es el comercio y la producción, cuyas cadenas logísticas se crearon durante el auge de la globalización y han transformado cualitativamente la economía. Es extremadamente difícil romperlas. Y el segundo es un campo de información unificado, gracias a gigantes de la comunicación ´nacionalmente neutrales’”.

«Pero hay algo extraño que nos separa. No es un deseo de quedarse con más del pastel –en el sentido de lo que Lenin llamaba los ‘depredadores imperialistas’ expansionistas– sino más bien una sensación de vulnerabilidad interna que está creciendo en varios estados”.

«Paradójicamente, esto es más significativo en los países más grandes e importantes, porque son las potencias que están involucradas en el juego más grande. Esto explica su impulso de minimizar cualquier factor que pueda afectar la estabilidad interna. En primer lugar, se trata de los canales que sirven como conductos para la influencia (léase: manipulación), ya sea desde el exterior o desde ciertas fuerzas internas”.

«Las estructuras que operan a nivel transnacional –comprensiblemente– inmediatamente parecen sospechosas. La opinión es que deberían ser ‘nacionalizadas’, no a través de la propiedad sino en términos de demostrar lealtad a un estado en particular. Este es un cambio muy serio, y en el futuro previsible este proceso podría debilitar dramáticamente el segundo pilar de la interconexión global actual”.

«Durov, un liberal cosmopolita comprometido, es un representante típico de la ‘sociedad global’. Ha tenido tensiones con todos los países en los que trabajó, empezando por su país natal y continuando a lo largo de sus viajes más recientes. Por supuesto, como gran hombre de negocios en una industria sensible, estuvo en interacción dialéctica con los gobiernos y servicios de inteligencia de diferentes países, lo que ha requerido maniobras y concesiones. Pero la actitud de evitar cualquier atrincheramiento nacional persistió. Tener pasaportes para todas las ocasiones parecía ampliar su margen de acción y aumentar su confianza. Al menos mientras esta sociedad tan global vivió y respiró, llamándose a sí misma el orden mundial liberal. Pero ahora está llegando a su fin. Y esta vez la posesión de la nacionalidad francesa, junto con una serie de otras cosas, promete exacerbar en lugar de aliviar la situación del acusado”.

«Las entidades ‘transnacionales’ tendrán cada vez más que ‘aterrizar’, es decir, identificarse con un Estado en particular. Si no lo desean, se les impondrá el arraigo por la fuerza, al ser reconocidas no como agentes del mundo global, sino como agentes de poderes hostiles específicos. Esto es lo que está sucediendo ahora con Telegram, pero no es el primero ni será el último caso de este tipo”.

«La lucha por subyugar a los diversos actores en esta esfera, fragmentando así un campo previamente unificado, es probable que sea un componente clave de la próxima fase política global”.

«El aumento del control sobre todo lo que tiene que ver con los datos aumentará inevitablemente el grado de represión en el ámbito de la información, sobre todo porque en la práctica no es fácil bloquear los canales no deseados. Pero si hace relativamente poco parecía imposible desenterrar la superautopista mundial de la información e inutilizarla para los viajes, esto ya no parece tan descabellado”.

«La pregunta más interesante es cómo afectará la probable reducción del ámbito de la información global al comercio y la conectividad económica, el pilar restante de la unidad mundial. A juzgar por el ritmo del cambio, pronto habrá novedades dignas de mención también en ese ámbito.»

 

[1] Eng.globalaffairs.ru/articles/durov-lukyanov, 28 de agosto de 2024.

 

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