La reunión Rusia-OSCE (Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa) celebrada el 13 de enero en Viena puso fin a una semana de intensas conversaciones sobre el tema a las «garantías de seguridad» entre Moscú y las potencias occidentales. Mientras el 13 de enero se celebra la festividad rusa del «Viejo Año Nuevo» («Stary Novy God», el comienzo del año nuevo según el calendario juliano), uno puede resumir lo que cambió «el extenso 2021» en la política exterior de Rusia y reflexionar sobre sus posibles consecuencias para el año 2022.

(Fuente: Twitter)
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«El ultimátum de Putin»

En diciembre del año 2021, Rusia le envió a los Estados Unidos e hizo público un borrador de un tratado entre la Federación Rusa y los Estados Unidos sobre garantías de seguridad y un acuerdo sobre medidas para «garantizar la seguridad» de Rusia y de los estados miembros de la OTAN.[1] Los dos documentos, también conocidos como el «ultimátum de Putin», revelaron el enfoque radicalmente nuevo de Rusia ante Occidente y el resto del mundo.

En el borrador, Moscú argumentó abiertamente que varios países que pasaron cierto tiempo formando parte de la Unión Soviética o del Imperio ruso no pueden ser considerados totalmente soberanos (este es un enfoque ruso bastante antiguo[2]) y por ende, no tienen derecho a unirse a cualquier otra alianza militar excepto aquellas de las que la propia Rusia es parte. El Kremlin también insistió abiertamente a que Occidente se abstuviera de establecer bases o instalaciones militares en las naciones postsoviéticas e incluso retirara todas las fuerzas extranjeras (es decir, estadounidenses) de las naciones que se unieron a la OTAN en 1997 o después. Esta medida convirtió a Rusia en el desafío más prolífico del orden mundial existente, ya que incluso China (al que Estados Unidos considera su principal competidor estratégico) nunca articuló su objetivo formal de someter a los países vecinos ante la voluntad de Pekín (de hecho, China está tratando de lograr esta tarea utilizando balances económicos pero de hecho, no lo hace central a su política exterior).

Tras la publicación del borrador, Rusia seguramente emergió como una potencia revisionista audaz, cuyo concepto de seguridad se volvió drásticamente diferente del de Occidente. Incluso durante la época soviética, el tema del establecer esferas de influencia nunca fue planteado en términos tan claros. La «Declaración de una Europa Liberada», firmada en Yalta a comienzos del año de 1945, se centró en el «derecho de todas las personas a elegir la forma de gobierno bajo la cual estos vivirán»[3] y casi todas las negociaciones entre el Mundo Libre y el bloque comunista durante la Guerra Fría se referían principalmente a problemas de control de armas y/o a tensiones militares presentes, pero no a qué estado se le permite o no unirse a un bloque militar. Luego de la Segunda Guerra Mundial, los bloques soviético y occidental se formaron como resultado de la guerra, descolonizaciones y las revoluciones populares en el «Tercer Mundo», más no debido a conversaciones o tratados.

En el mes de enero, Rusia celebro tres reuniones importantes: el 10 de enero del 2022, Rusia y Estados Unidos se reunieron para discutir sobre seguridad y control de armas en Ginebra; el 12 de enero tuvo lugar en Bruselas una reunión del Consejo Rusia-OTAN; y los representantes de Rusia y de la OSCE se reunieron el 13 de enero en Viena. Sin embargo, Estados Unidos y Rusia vieron las actuales negociaciones con dos parámetros diferentes. Estados Unidos y sus aliados consideran que la «seguridad» tiene una función de desarme y de reducción a cualquier escalada, por lo que los temas de despliegue de misiles, ejercicios militares y acumulación de tropas a lo largo de las fronteras poseen máxima prioridad. Rusia, en cambio, prioriza puntos totalmente diametrales, considerados «no iniciales» para los Estados Unidos.[4] Por lo tanto, las conversaciones estuvieron a punto de no producir resultados y así fue como terminaron. Las últimas conversaciones Rusia-OSCE en Viena tampoco produjeron ningún resultado, tal como admitieron recientemente los miembros de la delegación rusa.[5]

Intervención de Rusia en Kazajstán

Durante las semanas de preparación de las cumbres, en Kazajstán, uno de los aliados más cercanos de Rusia, ocurrieron hechos bastante reveladores, donde las protestas por motivos económicos se convirtieron en una especie de golpe de estado donde se desarrolló simultáneamente una guerra civil local. Mientras el lugar se encontraba en total desorden, el liderazgo kazajo recurrió a Rusia en busca de ayuda urgente[6] y el Kremlin envió rápidamente fuerzas de mantenimiento de la paz administradas por el bloque militar liderado por Rusia conocido como la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC, cabe señalar que algunos observadores apuntaron que para esta operación Rusia se vio obligada a movilizar a casi todos sus antiguos aviones de transporte de fabricación soviética).[7]

La intervención de Rusia destacó otra diferencia crítica entre el enfoque de seguridad ruso y el occidental. Para Rusia, las alianzas militares son creadas para mejorar la estabilidad interna (tal como fue el caso de la intervención del Pacto de Varsovia para frenar la disidencia en Hungría en el año de 1956, en la invasión a Checoslovaquia por el Pacto de Varsovia en 1964 y en la reciente presencia de la OTSC en Kazajstán), mientras que las alianzas en Occidente sirven para proteger a los estados miembros de las amenazas externas existentes. De hecho, la intervención de Rusia en Kazajstán, que el Kremlin vio como beneficiosa para las conversaciones con los Estados Unidos a fin de demostrar su poderío, terminó siendo no tan productiva, ya que le reveló a Occidente que Rusia desea tener el control del espacio postsoviético para intervenir libre y militarmente y ejercer su influencia política.

El panorama completo de lo que sucedió en las últimas dos semanas se parece mucho a los eventos que se desarrollaron en el año 2015, cuando el presidente ruso Vladimir Putin decidió intervenir en la guerra civil siria y ponerse de lado del presidente sirio Bashar Al-Assad, enviando tropas rusas y utilizando este caso para argumentar que Rusia se había convertido en la fuerza líder en la lucha contra el Estado Islámico. La medida fue elogiada en Moscú por crear una base sólida para la reconciliación con Occidente, luego de la invasión rusa a Ucrania y la ocupación de Crimea. Expertos y legisladores rusos abordaron seriamente el tema como base para un nuevo «reinicio» con los Estados Unidos.[8] Para ese momento, el presidente Putin voló directamente a Nueva York con la esperanza de reunirse con el entonces presidente Barack Obama y orquestar un nuevo acuerdo. Sin embargo, las «conversaciones» de Putin con Obama duraron menos de media hora al margen de la Asamblea General de las Naciones Unidas[9] y durante los últimos siete años Rusia permaneció en Siria sin ningún tipo de logros significativos. Las largas listas de solicitudes de Occidente a Rusia y el despliegue de tropas en Kazajstán arrojaron resultados similares: los representantes rusos – en las conversaciones Rusia-Estados Unidos sobre seguridad en Ginebra el 10 de enero y en la reunión OTAN-Rusia en Bruselas el día 12 de enero fueron rápidamente descartadas. El canciller de Rusia Sergey Lavrov, tuvo que expresar su «esperanza» de obtener alguna propuesta por escrito de los funcionarios de la OTAN que pudiera ser considerada como base para unas futuras negociaciones.[10] El portavoz del Kremlin Dmitry Peskov, tuvo que admitir que el intento de negociación había «fracasado».[11] Para Rusia, tratar de acercarse a las potencias occidentales desde una postura de fuerza no produjo resultado alguno y el Kremlin tuvo que enfrentar la dura realidad y aceptar que no supo lograr quebrantar las reglas del actual orden internacional.

El dilema de la política exterior rusa

Dos puntos importantes deben ser abordados en esta nueva situación. En primer lugar, debe analizarse la verdadera naturaleza de la creciente agresividad de Rusia. La paradoja rusa consiste, tal como he argumentado repetidamente, en el hecho de que el Kremlin utiliza su política exterior casi exclusivamente para arreglar sus asuntos internos. Incluso se pudiera argumentar que Rusia en estos días no posee una política exterior, ya que su objetivo principal es crear una imagen favorable para el Kremlin frente a sus propios ciudadanos. La ocupación de Crimea no tuvo ningún motivo geopolítico en lo absoluto: la flota rusa del Mar Negro se encuentra bloqueada en este mar cerrado y Rusia no obtuvo ninguna ventaja estratégica al desplegar sus fuerzas terrestres en la península. Sin embargo, todo el tema de Crimea elevó las cifras de aprobación a Putin de un alrededor de 60% al 85% y el presidente ruso de esta manera logró consolidar su poder en la sociedad rusa.

Sin embargo, desde una perspectiva en política exterior, la ocupación de Crimea fue un hecho contraproducente. Antes del año 2014, Ucrania declaró que el país no tenía intención de unirse a un bloque militar.[12] Además, la constitución de Ucrania del año 1996 prohibía al gobierno albergar bases militares extranjeras dentro de su territorio.[13] Sin embargo, a finales del año 2014, fue eliminado el requisito de «no-alineación»[14] y las enmiendas constitucionales del año 2019 proclamaron la membresía en la OTAN como el objetivo final de Ucrania[15] (cabe señalar que la proporción de ucranianos que apoyan la membresía de la OTAN se incrementó del 12,5% en el año 2008[16] a casi el 60% en la actualidad[17]).

Los últimos acontecimientos en Kazajstán parecen ser tan contraproducentes como la ocupación a Crimea. El verano pasado, el presidente Joe Biden les dijo a los periodistas que Ucrania primero debe superar su ya generalizada corrupción antes de soñar con unirse a la OTAN.[18] Sin embargo, después de la acumulación de tropas de Rusia a lo largo de las fronteras de Ucrania y la intervención rusa en Kazajstán, los líderes en Occidente han expresado que es muy factible que Ucrania se una a la OTAN (aunque nadie ha provisto un cronograma preciso a su adhesión). Por lo tanto, el gran dilema de la política exterior rusa radica en el hecho de que Putin, obsesionado en combatir contra los desafíos y amenazas, necesita crearlos primero para convencer a sus súbditos de que sin su esfuerzo y liderazgo, el país enfrentará riesgos intolerables. Todo esto demuestra que Occidente no puede «comprar» la tranquilidad que Rusia necesita, ya que mientras Putin sea sinónimo de Rusia, el país seguirá siendo l’enfant terrible de la política global. Tal como señaló acertadamente el secretario de Estado Antony J. Blinken: «Las acciones de Rusia han precipitado exactamente lo que el presidente Putin dice desea evitar».[19]

Segundo, se debe analizar lo que sucederá en el año 2022, ya que Moscú pareciera verse cada vez más desorientado. Los funcionarios rusos advierten rutinariamente que «sin acuerdos firmes sobre los límites que estos no pueden cruzar y los principios que no se pueden quebrantar, se producirán acontecimientos que pueden tener consecuencias bastante catastróficas»[20] e insisten en que «si la OTAN elige realizar una política de disuasión, nosotros le responderemos con una de contra-disuasión, si opta por una de intimidación, habrá una de contra-intimidación,[21] pero no podemos predecir ninguna acción a futuro. Tal como argumenté en mi análisis anterior,[22] la intervención militar a gran escala de Rusia en Ucrania sigue siendo muy improbable debido a sus insoportables costos (como consecuencia, los legisladores estadounidenses ya han anunciado que las potencias en Occidente sancionarán no solo a los altos funcionarios sino también a Putin,[23] en respuesta, Rusia ya dijo que tal medida «conducirá a una desaparición total» de las relaciones Rusia-Estados Unidos[24]) y debido a la alta probabilidad de que Rusia pierda la operación sobre el terreno o pague demasiado caro por ello.

Por lo tanto, el Kremlin tiene ahora dos opciones principales que realizar: desestabilizar aún más a Ucrania e incrementar más su influencia sobre aquellos países en la órbita postsoviética en general. La desestabilización de Ucrania implicaría muy probablemente el reconocimiento formal de las «repúblicas» separatistas en Donbass o una serie de tratados con estas, legalizando la presencia militar rusa en Ucrania.[25] Entonces se pudiera esperar una mayor militarización de Abjasia y del sur de Osetia, el fortalecimiento de la presencia rusa en los estados miembros de la OTSC y por supuesto, la intensificación de la nueva carrera armamentista, tanto real como imaginaria.

Algunas fuentes en Rusia creen que el Kremlin puede entablar conversaciones con Cuba o Venezuela para realizar un despliegue militar en los dos países,[26] o que aumentará su asistencia al régimen de Corea del Norte, que se ha vuelto extremadamente activo en la conducción de nuevas pruebas de misiles en las últimas semanas (Estados Unidos ya acusó a una empresa rusa de ayudar a fortalecer militarmente a Corea del Norte). Sin embargo, todos estos pasos de ninguna manera pueden conducir a consecuencias «catastróficas». Por lo tanto, se pudiera decir con seguridad que el Kremlin en estos días simplemente no tiene cartas que jugar para confrontar a Occidente o salir del callejón sin salida con Occidente que el propio Putin le ha impuesto a Rusia.

Conclusión

Lo que puede decirse con mucha certeza, luego de las recientes conversaciones con Occidente, es que Rusia recibió un baño de agua helada y no, como muchos esperaban – un nuevo «gran acuerdo» entre Moscú y Washington. En Rusia, muchos expertos defienden una teoría conspirativa que insiste en que los líderes del Kremlin (especialmente el secretario del Consejo de Seguridad de Rusia Nikolai Patrushev) desarrollaron una red de conexiones con sus homólogos estadounidenses (incluyendo al director de la CIA y ex-embajador en Moscú William Joseph Burns, el secretario de Estado Anthony Blinken y otros altos funcionarios del gobierno) y que esperan que Washington le deje Ucrania a Rusia en el año 2022 (o, al menos, que obligue al gobierno ucraniano a implementar los acuerdos de Minsk ya negociados por Rusia) a cambio de un enfoque más pro-occidental de Moscú respecto a China o a la cooperación con Rusia sobre los temas climáticos o desarrollos locales en otras partes del mundo.[27]

Sin embargo, el resultado más probable será una nueva ola de retóricas políticas agresivas por parte de los líderes rusos (los delegados de la Duma estatal ya han sugerido bombardear ciudades ucranianas[28] y restablecer formalmente el imperio ruso, al que incluso Finlandia, tarde o temprano, querrá unirse.[29]). La retórica no necesita ni dinero ni tropas y parece ser que es lo único que ahora puede Rusia ofrecer. Occidente solo tiene que esperar y ver cuáles serán los próximos pasos a tomar del Kremlin, ya que no hay razón alguna para proponer ningún tipo de alivio a las ansiedades perpetuadas por sí mismas en Rusia.

*El Dr. Vladislav Inozemtsev es asesor especial del Proyecto estudios de los medios de comunicación rusos en MEMRI


[1] Durante la reunión celebrada el 15 de diciembre, 2021 en la cancillería de Rusia, Estados Unidos recibió el proyecto base de un tratado entre la Federación Rusa y los Estados Unidos de América sobre el tema de las garantías de seguridad y un acuerdo sobre medidas para garantizar la seguridad de la Federación rusa y sus miembros. estados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Véase: India.mid.ru/en/news/on_russian_draft_documents_on_legal_security_guarantees_from_the_united_states_and_nato/, 17 de diciembre, 2021

[2] Véase la serie de MEMRI Informe Diario No. 334 – La ‘verdadera soberanía’ de Rusia en política exterior es solo un medio para consolidar sus ‘poderes soberanos internos’, por el Dr. Vladislav L. Inozemtsev, 1 de noviembre, 2021.

[3] Digitalarchive.wilsoncenter.org/document/116176.pdf?v=aa91dee05174f33bcb0cefd1e4d561eb, 11 de febrero, 1945.

[4] Nytimes.com/live/2022/01/10/world/russia-us-ukraine-talks, 10 de enero, 2022.

[5] Kommersant.ru/doc/5158861?from=top_main_2, 13 de enero, 2022.

[6] Nytimes.com/live/2022/01/10/world/russia-us-ukraine-talks, 10 de enero, 2022.

[7] Odkb-csto.org/news/news_odkb/kontingenty-kollektivnykh-mirotvorcheskikh-sil-odkb-napravleny-v-respubliku-kazakhstan/#loaded

[8] Ng.ru/editorial/2016-02-16/2_red.html, 16 de febrero, 2016.

[9] Usnews.com/news/articles/2015/09/28/obama-putin-meet-in-new-york, 28 de septiembre, 2015.

[10] Ria.ru/20220113/lavrov-1767676498.html, 13 de enero, 2022.

[11] Rbc.ru/rbcfreenews/61dff90e9a79470d4fcd376b, 13 de enero, 2022.

[12] Search.ligazakon.ua/l_doc2.nsf/link1/T005500.html, 16 de julio, 1990.

[13] Iportal.rada.gov.ua/uploads/documents/27396.pdf, 1996.

[14] Interfax.ru/world/416087, 29 de diciembre, 2004.

[15] Golos.com.ua/article/313949, 20 de febrero, 2019.

[16] Kyivpost.com/article/content/ukraine-politics/poll-over-40-percent-of-ukrainians-prefer-collecti-53640.html, 26 de noviembre, 2009.

[17] Kiis.com.ua/?lang=ukr&cat=reports&id=1083&page=1, 2021.

[18] Rbc.ru/rbcfreenews/60c7c6e39a7947cf5bd1331b, 15 de junio, 2021.

[19] State.gov/secretary-antony-j-blinken-at-a-press-availability-11/, 7 de enero, 2022.

[20] Rbc.ru/politics/13/01/2022/61e03c709a794733655f592b, 13 de enero, 2022.

[21] Polit.info/566940-mid-rossii-moskva-budet-privetstvovat-predlozheniya-nato-po-bezopasnosti, 12 de enero, 2022.

[22] Véase la serie de MEMRI Informe Diario No. 341 – Putin fanfarronea – Este no puede darse el lujo de invadir Ucrania; la mejor estrategia para Occidente es ignorarlo, 6 de diciembre, 2021.

[23] Nypost.com/2022/01/12/senate-to-debate-dueling-russia-sanctions-bills/, 12 de enero, 2022.

[24] Golosameriki.com/a/sanctions-against-putin/6395046.html, 13 de enero, 2022.

[25] Snob.ru/entry/239860/, 12 de enero, 2022.

[26] Interfax.ru/russia/815237, 13 de enero, 2022.

[27] Aillarionov.livejournal.com/1262266.html, 11 de enero, 2022.

[28] Lenta.ru/news/2021/12/27/zhirinovskybomb/, 27 de diciembre, 2021.

[29] Znak.com/2022-01-13/vice_spiker_gosdumy_schitaet_chto_rossiya_dolzhna_byt_vosstanovlena_v_granicah_imperii, 13 de enero, 2022.