La retirada de los Estados Unidos de Afganistán hecho ocurrido en agosto del presente año 2021 provocó fuertes sentimientos de placer por las desgracias ajenas en China, junto a mucha ansiedad por cualquier efecto indirecto que pudiera perjudicar sus intereses.
El 16 de agosto, el politólogo chino Zheng Yongnian, profesor en ciencias políticas educado en Princeton y director del Instituto Avanzado de China Global y Contemporánea de la Universidad de Hong Kong en Shenzhen, publicó un artículo que hacía eco a muchas de las reacciones en declaraciones oficiales y medios de comunicación ante los eventos que se suceden actualmente en Afganistán. En particular, el artículo de Zheng enfatiza la noción de que la retirada estadounidense de Afganistán demuestra el rotundo fracaso de la democracia en Occidente.
Zheng reconoce el éxito del modelo democrático occidental en su lugar de nacimiento, donde explica, es un proceso evolutivo natural, pero sostiene que el experimento occidental de imponerle este modelo al resto del mundo ha fracasado a lo largo de la historia moderna. Este añadió: «Los epitafios de los estadounidenses que murieron combatiendo por ‘esparcir la democracia’ son similares a los de los cruzados que murieron en la Edad Media difundiendo el evangelio. Señalando la fama de Fukuyama en Occidente tras la publicación de su libro ‘El fin de la historia’ es el celo religioso con el que están apegados a la democracia».
Los siguientes son extractos del artículo del profesor Zheng Yongnian, que fueron publicados el 16 de agosto, 2021 en la plataforma de intercambio de ensayos Aisixiang[1]
‘Afganistán es la última tragedia al estilo Saigón para los Estados Unidos, pero no será la última’
«El ‘episodio Afganistán’ de los Estados Unidos finalmente ha llegado a su fin. El 14 de agosto, el presidente Joe Biden dijo lo siguiente: ‘Durante los 20 años de guerra de nuestro país en Afganistán, Estados Unidos envió a sus mejores hombres y mujeres jóvenes, invirtió casi $1 billón de dólares, entrenó a más de 300.000 soldados y policías afganos, los equipó con material militar de última generación y mantuvo su fuerza aérea como parte de la guerra más longeva en la historia de Estados Unidos. Un año más, o cinco años más, de presencia militar estadounidense no hubiese hecho ninguna diferencia si las fuerzas armadas afganas no pueden o no quieren mantener a su propio país. Y una presencia estadounidense interminable en medio del conflicto civil de otro país no era nada aceptable para mí».[2]
«Si bien el debate está abierto a si Afganistán ha ‘caído’ o ‘ha sido liberado’, dependiendo del punto de vista político, la moral o humanidad de cada uno, una cosa es segura. El ‘experimento democrático’ estadounidense, que costó un billón de dólares y la vida de 2.500 soldados y que duró 20 años, terminó en una ‘tragedia’ (el hecho de que se perdieran tantas vidas y que inevitablemente seguirán más sacrificios en el futuro es una tragedia en todos los sentidos de la palabra).
«La gente no pudo evitar recordar la tragedia de Saigón cuando vieron un helicóptero militar estadounidense aterrizar en el techo de la embajada en Afganistán que llegó para sacar a los ciudadanos sitiados allí. Afganistán es la última tragedia al estilo de Saigón para los Estados Unidos, pero no será la última.
«A medida que se desarrollaba la tragedia, los analistas intentaron frenéticamente averiguar qué la causó. Algunos intentaron culpar a Estados Unidos, mientras que otros lo atribuyeron a factores internos afganos. Al igual que hicieron con Saigón, la gente busca cualquier tipo de información que pudiera explicar esta tragedia. Sin embargo, tales discusiones hacen que sea difícil sacar conclusiones significativas. Ya sea consciente o inconscientemente, los perpetradores de esta tragedia, es decir, los Estados Unidos continuarán causando daño, las víctimas continuarán sufriendo y la Tragedia se repetirá a sí misma».
Los perpetradores (de esta tragedia, es decir, los Estados Unidos) continuarán causando daño, las víctimas continuarán sufriendo y la TRAGEDIA se repetirá a sí misma.
“El 12 de agosto, el diario Washington Post publicó un editorial titulado ‘Las vidas afganas arruinadas o perdidas serán parte del legado del Partido Demócrata; el título fue’ Las vidas afganas arruinadas o perdidas serán parte del legado de Biden’.[3] Esta declaración ignora la simple verdad de que la tragedia afgana le ha asestado otro golpe al fallido experimento democrático occidental de nuestra generación.
“La democracia al estilo occidental surgió en Occidente y luego se extendió de diferentes maneras por todo el mundo, en lo que el profesor de Harvard Samuel P. Huntington llama las ‘tres olas de la democratización’. Si bien la democracia ha disfrutado recientemente de un gran éxito en la esfera cultural occidental (es decir, en Europa y en Norteamérica), rara vez ha tenido éxito fuera de ella.
«A medida que más países intentaron implementar la democracia al estilo occidental luego de la Segunda Guerra Mundial, las tragedias se multiplicaron e intensificaron. El propio Huntington era un individuo muy realista. En su libro La tercera ola: Democratización a finales del siglo 20, señaló que la democracia occidental es un producto de la cultura occidental, en lugar de una solución única y singular para todos.
«Pero este no fue el caso del alumno de Huntington Francis Fukuyama. A principios de la década de los años 1990, Fukuyama declaró el «fin de la historia», argumentando que la democracia occidental era tanto el mejor como el último sistema de gobierno en la historia de la humanidad. Fukuyama estaba, sin duda, equivocado, mientras que su maestro si tenía razón.
«La evidencia empírica sugiere que el surgimiento y desarrollo de la democracia se divide en dos amplias categorías: la primera es la evolución y progresión natural y la segunda es más similar a un ‘Big Bang’, es decir, un proceso impuesto artificialmente. El primero ocurrió en los círculos de la cultura occidental, mientras que lo segundo tuvo lugar en círculos culturales no-occidentales; el primero fue realista, mientras que el segundo fue utópico.
«Las tendencias utópicas de la democracia surgieron a raíz de la Iluminación occidental. La democracia comenzó en Europa occidental, el centro de la cultura europea y se extendió gradualmente a las áreas circundantes, que fueron fuertemente influenciadas por la cultura occidental. Sin embargo, el éxito temprano de la democracia llevó al surgimiento del utopismo democrático, la creencia de que la democracia al estilo occidental era universal y debería ser practicada por todos los países del mundo. Desde la Segunda Guerra Mundial, estas han llegado a considerar la democracia como un derecho humano natural e inalienable que todos los seres humanos poseen.
«La construcción occidental de esta ‘utopía democrática’ ignora el hecho de que la democracia fue el resultado de una evolución natural en las esferas culturales occidentales. A pesar de la disposición realista de la evolución natural, los utopistas tienden a sobreestimar la capacidad humana subjetiva para formar sistemas políticos».
‘La democracia al estilo occidental no ha podido arraigarse en los países en desarrollo, convirtiéndose en la causa subyacente de su sistémico atraso’
«Una vez que se vuelve demasiado moral, la democracia se convierte en una religión laica. La lógica detrás de la exportación moderna de la democracia en los países occidentales es idéntica a la de los predicadores misioneros medievales; esta lógica es válida para la ‘guerra por la democracia’ en Afganistán, que fue visto como una cruzada medieval ‘en nombre de Dios’. Los epitafios de los estadounidenses que murieron combatiendo por «difundir la democracia» son similares a los de los cruzados que murieron en la Edad Media para difundir el evangelio. La fama de Fukuyama en Occidente tras la publicación del libro El fin de la historia es el celo con el que estos están apegados a la democracia.
«Después de celebrar una historia de ideologías ‘utópicas’ tales como el socialismo, el comunismo y las economías planificadas, Occidente ahora se encuentra influenciado por profundas fuerzas ideológicas y sociales ‘distócicas’. A pesar de su condición de apasionantes clásicos distócicos, La sociedad abierta y sus enemigos del filósofo Karl Popper y El camino a la servidumbre del economista Friedrich Hayek son ahora venerados por Occidente al igual que la Biblia.
“A lo largo del siglo 20, los países occidentales no escatimaron esfuerzos para promover la ‘utopía’ anti-socialista y anticomunista. La evidencia empírica sugiere que tuvieron gran éxito. Muchos países, incluyendo China y Rusia, abandonaron sus planificadas y utópicas economías en favor de caminos mucho más compatibles con sus civilizaciones, culturas y circunstancias nacionales.
«Sin embargo, algunos países de menor tamaño no han tenido tanta suerte, siendo Afganistán ejemplo de ello. Mientras países más grandes fueron reacios a ser asimilados por Occidente y tenían el poder de resistir sus esfuerzos por democratizarlos, países más pequeños e impotentes como Irak y Afganistán resistieron, pero fue en vano, convirtiéndose en ejemplos de prueba para la utopía democrática estadounidense.
«El movimiento occidental hacia una utopía democrática le deposita demasiada fe a la iniciativa humana y a la ‘transmisibilidad’ o ‘transplantabilidad’ de los sistemas creados por el hombre. Debido a que Occidente considera la democracia como religión universal, nunca ha desarrollado la capacidad de contemplar su propia naturaleza como un sistema de gobierno. A medida que la democracia se esparció de las sociedades occidentales a las no-occidentales, su éxito ha sido enormemente exagerado. La primera ola de democracia occidental se extendió por medios coloniales e imperiales, aunque muchos países de la era poscolonial heredaron formas de democracia, ¿cuántas de estas pueden considerarse exitosas?
«Hoy día, muchos países en desarrollo poseen una democracia al estilo occidental de nombre pero no en la práctica. La democracia al estilo occidental no se ha arraigado en los países en desarrollo, convirtiéndose en la causa subyacente de su atraso sistémico. Aunque muchos académicos en Occidente culpan el fracaso de muchos de los países del Tercer Mundo a la ‘falta de democracia’, estos se olvidan que sus propias democracias son el resultado de una evolución natural, mientras se niegan a enfrentar el hecho de que la democracia al estilo occidental ha dejado a estos países sin un sistema efectivo de gobierno y un estado fallido de desarrollo».
«¿Cuántas vidas se perdieron porque Occidente no pudo garantizar la seguridad a quienes se les impuso la democracia?»
«Solo han existido dos casos exitosos de democracia bajo ocupación estadounidense desde la Segunda Guerra Mundial: Alemania y Japón. Sin embargo, el éxito de estos dos casos no debe exagerarse porque no son replicables. Incluso si no hubiese habido ocupación estadounidense, ambos países se hubiesen convertido en las democracias que vemos hoy. Alemania ya se había integrado en el círculo íntimo de la cultura occidental, mientras que la democracia en Japón comenzó con el desarrollo del capitalismo tras la Restauración Meiji.
«Más importante aún, durante mucho tiempo Occidente consideró que Japón no era más que una democracia occidental falsa. La razón detrás de esto era muy simple: la democracia de Japón se adapta a la cultura japonesa más que a la definición occidental de un sistema multipartidista y de transición de poder.
«Tras la disolución de la Unión Soviética, Estados Unidos se convirtió en la única potencia hegemónica. Simultáneamente, esta ha acelerado el proceso de exportación de la democracia al resto del mundo. La nueva teoría, que sostiene a ‘los derechos humanos por encima de la soberanía’, proporcionó el fundamento y legitimidad para este proceso. Sin embargo, la historia nos ha enseñado que una democracia impuesta al estilo estadounidense llega y se marcha muy rápido. Los cambios que han tenido lugar en Afganistán a lo largo de los años son excelente ejemplo de ello.
«La democracia surgió como un sistema social organizativo natural en las sociedades de Europa occidental en respuesta a las condiciones objetivas sobre el terreno. Fueron los utopistas democráticos de Occidente quienes trataron de popularizarla y de otorgarle moral, recurriendo a cualquier medio, incluyendo el de la fuerza, para que llegase a todos los rincones del mundo. Es posible que los occidentales crean genuinamente que la democracia es un derecho humano inalienable, pero ¿cuántas vidas fueron sacrificadas en el proceso? ¿Cuántas vidas se perdieron porque Occidente no pudo garantizar la seguridad de aquellos a quienes se les impuso sobre estos, la democracia?
«Habiendo dicho eso, si bien uno pudiera argumentar que Afganistán es el lugar de descanso final de la democracia al estilo occidental, ninguna de las tragedias de Saigón y Kabul debería reducirse a un funeral por la democracia en su totalidad. La democracia es coherente con la naturaleza humana, porque nadie desea ser privado de su libertad y nadie elegirá voluntariamente ser esclavo. La democracia tampoco es exclusiva del mundo occidental. Casi todas las sociedades de la antigüedad desarrollaron alguna forma de democracia primitiva.
«El establecimiento de cualquier tipo de régimen implica un proceso tanto ‘duro’ como ‘débil’ (es decir, una fase centralizada o autoritaria frente a una fase de liberalización o democratización). Incluso las civilizaciones musulmanas en el Medio Oriente no siempre fueron tan radicales como lo son hoy y hubo momentos en que mostraron características más «suaves». Sólo cuando los pueblos allí (independientemente de su afiliación a una civilización o religión específica) se sintieron amenazados por extremistas externos, recurrieron a formas extremistas de religión para de esta manera preservar su civilización.
«En este sentido, un mundo pluralista en el que coexisten diferentes sistemas políticos es la verdadera realidad del mundo».
[1] Aisixiang.com/data/128066.html, 16 de agosto, 2021.
[2] Whitehouse.gov/briefing-room/statements-releases/2021/08/14/statement-by-president-joe-biden-on-afghanistan/, 14 de agosto, 2021.
[3] Washingtonpost.com/opinions/2021/08/12/afghanistan-withdrawal-deaths-biden-legacy-taliban/, 12 de agosto, 2021.