En el contexto de los disturbios en Francia tras el asesinato de un adolescente franco-argelino a manos de un policía de París, el destacado periodista saudí ‘Abd Al-Rahman Al-Rashed, ex director de Al-Arabiya TV y ex editor del diario Al-Sharq Al-Awsat escribió en el diario que la razón principal de estos disturbios no es el racismo francés o el odio hacia los inmigrantes o los musulmanes, sino la debilidad del gobierno central francés. Según el autor, esto es evidente por el hecho de que los disturbios continuaron luego de que las autoridades francesas arrestaran al policía y lo acusaran de homicidio premeditado. Al-Rahsed señaló que, en los últimos años, el gobierno francés ha fallado repetidamente en hacer frente a protestas violentas lideradas por varios grupos sociales, no todos ellos inmigrantes o musulmanes. Este fracaso en hacer cumplir la ley y el orden provocó que se erosionara el respeto por las instituciones estatales, lo que incitó a más protestas violentas. Según Al-Rashed, ese es el motivo por el cual los disturbios actuales llevaron al país al borde de la guerra civil. El periodista concluyó señalando que, mientras que en el pasado Francia tuvo que lidiar principalmente con enfrentamientos entre la derecha y la izquierda políticas, hoy tiene muchos sectores sociales diversos de diferentes orígenes, lo que crea un gran potencial para la fricción. Por lo tanto, se necesita de manera vital un gobierno central fuerte.
‘Abd Al-Rahman Al-Rashed (Imagen: Rudawarabia.net)
Lo siguiente son extractos traducidos de su artículo: [1]
“Los acontecimientos en Francia no tienen nada que ver con la opresión social, la supremacía blanca, los musulmanes, la quema del Corán [en Suecia], la satirización de los líderes iraníes por parte de la revista Charlie Hebdo o un complot tramado por el presidente ruso Putin contra Francia en represalia por su apoyo a Ucrania. Tampoco fueron causados por el presidente Biden o los estadounidenses. Los manifestantes no eran todos inmigrantes árabes o africanos. No todo lo que proponen las teorías de la justificación y la venganza [es necesariamente correcto].
La razón [de los disturbios en Francia] es la debilidad del gobierno central, que exacerba la desobediencia civil. Los usuarios de las redes sociales se llaman unos a otros y salen a la calle, en su mayoría encendidos con campañas alarmistas llenas de mentiras. La debilidad del gobierno alienta a las personas que quieren infringir la ley, independientemente del problema o asunto en cuestión, e independientemente de su color [de piel] o motivación, ya sea que quieran venganza o [solo] saquear y causar caos. El jueves pasado [29 de junio de 2023], las autoridades francesas arrestaron al policía responsable de la muerte del joven de 17 años, el incidente que desencadenó las manifestaciones, y lo acusaron de homicidio premeditado, pero las protestas continuaron a pesar de su arresto.
Se supone [generalmente] que quien está enojado o se opone [al orden existente] puede recurrir a los canales de la ley y la justicia, y que, cuando estos canales se debilitan o se inactivan, el mecanismo sociopolítico comienza a resquebrajarse y tal vez a derrumbarse. [Pero] Francia tiene mecanismos y elementos a los que cualquiera que alegue privación puede apelar… Además, los franceses pueden ampliar sus demandas durante las elecciones. Los inmigrantes legales, como todas las demás personas en Francia, pueden [también] expresar sus opiniones a través de una huelga laboral o protestas no violentas. Por el contrario, el caos, la violencia y el vigilantismo o ‘justicia callejera’ son actos delictivos que desencadenan un ciclo de violencia y contra-violencia.
Francia ha estado sufriendo social y económicamente durante años. Las protestas continúan y crecen, y no todas son de inmigrantes o ciudadanos musulmanes. Hubo rondas de caos lideradas por organizaciones ambientalistas, productores de vino, teóricos de la conspiración que se oponen a las leyes del COVID, racistas, enemigos de los inmigrantes, [varios] profesionales y personas furiosas por su situación económica. Con frecuencia usaron la violencia para desafiar al gobierno central francés, que se mostró políticamente débil e impotente [para proporcionar] seguridad, y es seguro asumir que seremos testigos de más [violencia de este tipo].
En teoría, su aparato civil [de Francia] es amplio, flexible y puede contener a los manifestantes con todas sus diferentes demandas y visiones del mundo. Tiene canales legales y políticos paralelos que se supone deben contener las variables sociales y aliviar la tensión. Sin embargo, debido a la erosión del respeto por las instituciones estatales, algunos de los manifestantes ya no son suficientes con protestas no violentas. Hoy las autoridades [francesas] tomaron medidas, pero demasiado tarde. Éstas advirtieron que la violencia no es una opción y no se justifica bajo ningún pretexto, económico, ideológico, religioso o político.
“[El gobierno francés] parece débil cada vez que un grupo social lo desafía. Esto no se debe solo a que no utiliza sus capacidades para hacer cumplir la seguridad, sino también a que las [dos] cámaras del Parlamento no lo ayudan apoyando las instituciones legales y la aplicación de la ley. [Por el contrario], en Gran Bretaña, poco antes de la coronación del rey Carlos, el gobierno anticipó las intenciones de los manifestantes y apeló al Parlamento, que aprobó leyes de emergencia que restringían las protestas y la violencia. Algunas de ellas eran leyes sin precedentes que especificaban penas de cárcel para cualquiera que interrumpiera el tráfico en las calles. La [coronación] transcurrió con respeto a la tradición y total calma en todo el país.
Otra razón [más] del fracaso de la seguridad [en Francia] es un fracaso en el nivel de educación. Francia, y la mayoría de los países europeos que sufren la migración extranjera, nunca se molestaron en establecer un aparato educativo que pueda preparar a los inmigrantes y a sus hijos para la integración en la sociedad y convertirlos en ciudadanos que compartan los valores [de la población local] y respeten las leyes de los países que les otorgaron el privilegio de vivir y trabajar [dentro de ellos]. Dicha preparación es vital para lograr la convivencia entre los grupos, [de lo contrario] se agudizan los desacuerdos y enfrentamientos entre ellos y el odio se transmite a las siguientes generaciones.
[Pero] es la tardanza del gobierno en enfrentar la violencia lo que hizo que las protestas empeoraran y llegaran al borde de la guerra civil en el país. El gobierno esperaba que la gente desahogara su ira y luego se fuera a casa. Las autoridades fueron débiles en el manejo de rondas previas de caos causadas por manifestantes, esta vez las protestas se extendieron y sus líderes se volvieron más audaces en términos de violencia y saqueos generalizados.
Estados Unidos, que fue negligente al [lidiar con] los acontecimientos del 6 de enero de 2021 [asalto al Capitolio], decidió perseguir y enjuiciar a quienes habían atacado el Capitolio y les impuso duras sentencias… El manifestante cuya fotografía fue publicada sentado en la silla de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos [Nancy Pelosi] con los pies sobre su escritorio fue condenado por ocho delitos graves.
En el pasado, Francia [solo] tuvo que lidiar con enfrentamientos, la mayoría de ellos no violentos, entre dos campos rivales: la izquierda [política] y la derecha [política]. [Sin embargo], la Francia de hoy está repleta de diferentes grupos de diferentes orígenes, y los enfrentamientos entre ellos siempre amenazan con estallar debido a la debilidad del gobierno central”.
[1] Al-Sharq Al-Awsat (Londres), 3 de julio de 2023.