Tras el acuerdo para la normalización de relaciones entre los Emiratos Árabes Unidos e Israel, el periodista saudita Fahed Ibrahim Al-Dughaither publicó un artículo en el diario ‘Okaz en el que abogaba por colocar los lugares sagrados en Jerusalén bajo supervisión internacional. Los llamados de los árabes para liberar Al-Aqsa no tienen sentido dijo, porque, incluso si los musulmanes recuperan Jerusalén Oriental, tendrán que otorgarle libertad de culto a los miembros de todas las religiones.

Por lo tanto, sugirió formar un organismo internacional integrado por representantes de las Naciones Unidas, la Organización de Cooperación Islámica, el Vaticano e Israel, para de esta manera mantener y administrar los lugares santos en Jerusalén.

Al-Dughaither agregó que las únicas condiciones que los árabes deben establecer para la paz y la normalización de relaciones con Israel, además del establecimiento de relaciones bilaterales, son el acceso a los lugares sagrados en Jerusalén y la libertad de culto en estos. Todos los demás temas, especialmente los temas relacionados con el territorio, no son de preocupación para los árabes, sino que son un tema exclusivamente palestino, dijo.

Fahed Al-Dughaither (Fuente: Sabq.org)

Los siguientes son extractos de su artículo:[1]

«Realmente no entiendo el significado del término ‘liberar a Al-Aqsa’, que se repite constantemente en las redes sociales como señal de una postura que se opone a cualquier noción de paz con el Estado de Israel. Yo descarto la posibilidad de que esto significa liberar a toda la ciudad de Jerusalén [es decir, tanto Jerusalén Oriental como Occidental], porque esa no ha sido una exigencia árabe desde la Conferencia de Madrid y los Acuerdos de Oslo. Así que quizás signifique ¿recapturar solo Jerusalén Oriental? Si esto sucediera y Jerusalén Oriental de hecho volviera a manos musulmanas bajo algunas circunstancias… ¿significaría que los cristianos y judíos tendrían prohibido realizar sus rituales religiosos en esa parte de la ciudad? Por supuesto que no, ya que ‘Umar bin Al-Khattab no hubiese emitido tal prohibición, tal como es evidente en el Pacto de ‘Umar[2] y Salah Al-Din Al-Ayyoubi tampoco lo hubiese hecho, tal como se desprende del Tratado de Ramla.[3]

«El discurso sobre la ‘liberación de Al-Aqsa’ se reduce a determinar quién debe administrar estos lugares santos. En otras palabras y en un intento por superar esta crisis administrativa, tal vez algún día pensemos diferentemente y habrá un llamado a establecer un organismo internacional en nombre de la ONU, la Organización de Cooperación Islámica, el Vaticano e Israel, con representantes de las tres religiones monoteístas. El único deber de este organismo, financiado por la ONU, sería supervisar estos lugares santos, desarrollarlos, mantenerlos y proteger a quienes los visitan. Esta sería una forma de salir del torbellino de este tema tan enredado…

«Esta tierra fue codiciada por varios imperios desde los comienzos de su historia y si no hubiesen desaparecido, hubiésemos visto a sus pueblos exigiendo regresar a Palestina, tal como lo están haciendo hoy los judíos. También está claro de que, en cada período, Palestina finalmente cayó ante el que juega más fuerte. Por lo tanto, Israel, que existe allí hoy, es solo otro de una larga serie de poderes que gobernaron Jerusalén durante siglos. Israel ha existido tan solo durante 72 años y es muy probable que perdure durante muchas más décadas, dependiendo de los cambios y el nuevo orden mundial y también debido a su poderío militar.

«Esto nos lleva a la conclusión de que, para todos los países árabes y musulmanes excepto los palestinos, la condición más importante que debe exigirse a cambio de la paz y la normalización de relaciones con Israel, además de la propia paz y las relaciones económicas bilaterales, es la libertad de culto para los seguidores de todas las religiones y la libertad de visitar los lugares sagrados además de acceder a ellos sin ningún tipo de restricciones. Todas las demás condiciones relacionadas al territorio deben seguir siendo tema palestino, porque los árabes fuera de Palestina no tienen un papel activo en este asunto ya que fueron los palestinos los que acordaron negociar directamente con los israelíes».


[1] ‘Okaz (Arabia Saudita), 23 de agosto, 2020.

[2] Según la tradición musulmana, el Pacto de ‘Umar es un acuerdo firmado por el Segundo Califa’ Umar bin Al-Khattab y el Patriarca Sofronio de Jerusalén tras la rendición de Jerusalén a los musulmanes en el año 638 EC. El pacto establece la relación entre el régimen musulmán y sus súbditos no-musulmánes en Jerusalén, quienes son considerados dhimmis, es decir, residentes bajo protección del régimen gobernante.

[3] El Tratado de Ramla, o Tratado de Jaffa, fue una tregua firmada en el año 1192 EC entre el líder musulmán Salah Al-Din (Saladin) Al-‘Ayyoubi y Ricardo Corazón de León, rey de Inglaterra, líder de la Tercera Cruzada. Este estipulaba que Jerusalén, que había sido conquistada por Saladino en el año de 1187, permanecerá bajo el dominio musulmán pero estaría abierta a los peregrinos cristianos.

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