Por: Yigal Carmon
Luego del ataque el 22 de mayo en Manchester la Primera Ministra del Reino Unido Theresa May, definió a aquellos detrás de esos ataques como «cobardes enfermos» y no como islamistas. Entre el ataque terrorista de Westminster de marzo, 2017 y el ataque de apuñalamiento y arrollamiento el sábado sobre el puente de Londres, cinco complots terroristas adicionales han sido frustrados. Les reenviamos este artículo de MEMRI, escrito por el Presidente de MEMRI Yigal Carmon y publicado originalmente el 30 de mayo, 2017. Dicho artículo se enfoca en la profunda conexión entre estos atacantes y su fe y subraya la necesidad de detener la hipocresía dirigida a no ofender a los musulmanes y en su lugar decir la verdad, porque es más respetuoso y mucho más útil en la lucha contra este tipo de terrorismo. También propone una estrategia inmediata: legislar para poner un alto a la utilización yihadista en la Internet, lo cual ha estado impulsando la propagación de su ideología yihadista durante más de una década. Los líderes occidentales deben ignorar todas las excusas corporativas, de que esto es imposible o incompatible con la libertad de expresión. La libertad de expresión no permite incitar al asesinato, incluyendo incitar apoyándose en la fe. Estos deben honrar las convenciones internacionales contra el genocidio y no permitir que las empresas en Internet se burlen de las leyes de los países democráticos. Para ver una estrategia detallada a fin de purgar a la Internet de incitar al yihad, véase el Informe Diario de MEMRI No. 126, Una Internet limpia de incitación yihadista – no es una misión imposible, 1 de mayo, 2017.
Al igual que Barack Obama, Francois Hollande y David Cameron, quienes negaron que los atentados yihadistas en Occidente estuvieran de algún modo relacionados a la religión, Donald Trump y Theresa May también insisten en caracterizar erróneamente el fenómeno yihadista, conceptualizando a los yihadistas de diferentes maneras tales como, «malvados perdedores» (Trump) y «cobardes enfermos» (May).
Durante su campaña, Trump habló en términos diferentes («terrorismo islámico radical»), pero desde ese momento ha adoptado evidentemente el enfoque aceptado por los otros líderes occidentales, quienes consideran que cualquier referencia a las raíces religiosas del terrorismo es algo que «no ayuda». Al igual que ellos, este al parecer, está motivado a la comprensible necesidad de evitar ofender a 1.4 billones de musulmanes.
Así que primero, presentemos la verdadera definición de la frase «no ayuda». Los yihadistas que perpetran estos horribles crímenes no son ni perdedores, ni pesimistas, ni adoran la muerte, ni cobardes enfermos. Al contrario, la abrumadora mayoría de ellos son creyentes devotos y fanáticos. Son idealistas que sacrifican sus vidas por el bien de un futuro utópico: un mundo gobernado por su fe. Los ataques que cometen son actos extremos de piedad. Buscan emular la dedicación de los primeros creyentes con el fin de revivir la gloria y grandeza del pasado. De hecho, como parte de su entrenamiento, muchos terroristas suicidas adoptan un estilo de vida piadoso: se sumergen a sí mismos en oración, ayudan a los necesitados en su sociedad, pagan todas sus deudas[1] y se convierten en modelos religiosos y de moral para otros (véase el Apéndice a este documento de la última voluntad de la atacante suicida Hanadi Jaradat, quien cometió un asesinato masivo en un restaurante de Haifa y que comenzó su testamento con la fórmula religiosa, «en el nombre de Alá el Misericordioso y Compasivo»).
Contrario al enfoque de los líderes occidentales, que culpan al carácter maligno de los perpetradores mientras absuelven la fe que estos siguen, la verdad es que estos perpetradores, según los estándares de su propia creencia, son personas virtuosas que siguen al pie de la letra las directrices del Corán [48:29]: «Sean feroces hacia los infieles, compasivos los unos con los otros». El problema no reside en el carácter innato de los perpetradores sino en algunos de los valores fundamentales de su sistema de creencias religiosas. De hecho, su fe – cualquier fe – incluye elementos que son hermosos junto a elementos que son malévolos. Negar que estos elementos malévolos son parte de la fe, tal como lo hacen los líderes occidentales, es erróneo. Es tal negación lo que no ayuda; de hecho, es auto-engañarse.
¿Puede la mala caracterización de los actos de los terroristas alcanzar el objetivo de evitar ofender a los musulmanes en el mundo? La respuesta es no. Frente a las declaraciones de los líderes occidentales que disocian totalmente los actos de los yihadistas de sus raíces religiosas, los musulmanes del mundo sólo pueden concluir que los líderes occidentales no entienden su fe y tienen la presunción intelectual de caracterizarla erróneamente. De hecho, esta mala caracterización niega algunos de los valores fundamentales que sustentaron los grandes logros del Islam de los cuales los musulmanes se enorgullecen: el establecimiento de una gran civilización y la edificación de no solo un imperio sino de varios en el transcurso de la historia.
Sería mucho más respetuoso para los musulmanes reconocer que estos valores (de auto-sacrificio y dedicación extrema dirigidos a difundir la fe a través de la fuerza) fueron los cimientos para la expansión del Islam, al igual que la propagación del cristianismo, luego que el Emperador Constantino la estableció como La religión estatal, tuvo como base un proceso similar de imponer la fe por la fuerza. Sin embargo, el cristianismo ha renunciado desde entonces a estos valores. El cristianismo no niega su pasado, pero ha descartado al elemento de coerción. Similarmente, los líderes occidentales no deben denigrar el pasado musulmán negando sus valores fundamentales, sino más bien deberían exigirle a los musulmanes a que sigan el mismo camino: entiendan que algunos valores violentos que sustentaban su civilización y pasado glorioso son incompatibles con la moral de los tiempos modernos. Por lo tanto, los líderes occidentales deberían exigirle a los musulmanes contemporáneos que se centren en otros aspectos de su fe (tal como lo ha hecho el cristianismo) y rechazar totalmente imponer su visión utópica religiosa por la fuerza de las armas.
Los líderes occidentales no pueden esperar derrotar el «terrorismo» en sus países cuando niegan y evaden reconocer las raíces del fenómeno yihadista: la profunda conexión de los ataques a la fe. Admitir esta conexión no sólo será más respetuoso con los musulmanes, sino que también será propicio para las reformas y útil a los reformistas musulmanes, que reconocen que los ideales de los terroristas provienen de los hogares de culto, las escuelas y la sociedad en general. Ser sincero con los musulmanes es más respetuoso que la negación. También será mucho más útil, ya que descartar totalmente la hipocresía innecesaria respecto a las raíces del terrorismo islámico ayudará a los musulmanes a adoptar una actitud normal hacia su pasado: orgullo de sus logros, junto a la crítica necesaria de los valores arcaicos que llevaron a estos Logros. Los musulmanes deben aceptar para sí mismos un papel post-califato[2] al igual que todos los estados europeos se han reconciliado a sí mismos con el estado post-imperialista. Este es un proceso ciertamente doloroso, pero es inevitable. Los líderes religiosos musulmanes más antiguos deben buscar un ‘aggiornamento’ (una actualización de la religión) musulmana junto a las líneas de las reformas introducidas por el Papa Juan XXIII.
Estos mensajes deberían ser presentados por los líderes occidentales abiertamente y con insistencia, en lugar de la evasión intelectual y la negación practicada hoy día. Cabe destacar que esta demanda no es dirigida exclusivamente a los musulmanes. Es una demanda que Occidente y el cristianismo se han aplicado a sí mismos, y por lo tanto tienen todo el derecho de exigírselo al mundo musulmán. Sólo así la base ideológica del yihad será erradicada y el «terrorismo» declinará significativamente. No hace falta decir que este es un proceso a largo plazo, pero es sin embargo la solución genuina al problema y la única manera de producir resultados.
Al traducir esta visión en políticas concretas, dos pasos parecieran ser inmediatamente necesarios. Primero, los líderes occidentales deben cesar la negación hipócrita de la profunda conexión del yihad con la fe y exigirle firme y abiertamente a los líderes del mundo musulmán que tomen medidas significativas para reformar la religión. Segundo y, esto depende solo de ellos, deben promulgar leyes para detener la utilización yihadista de la Internet, que ha estado impulsando la propagación de la ideología yihadista durante más de una década. Estos deben desatender todas las excusas corporativas, de que esto es imposible o incompatible con la libertad de expresión. La libertad de expresión no permite incitar al asesinato, incluyendo la incitación basada en la fe. Ellos deberían honrar las convenciones internacionales contra el genocidio y no permitir que las empresas en Internet se burlen de las leyes de los países democráticos. Para ver una estrategia detallada con el fin de purgar Internet de la incitación yihadista, véase el Informe Diario No. 126 de MEMRI, Una Internet limpia de incitación yihadista no es una misión imposible, 1 de mayo, 2017.
Apéndice: El testamento de Hanadi Jaradat
Lo siguiente es la transcripción del video del «último testamento y voluntad» de Hanadi Jaradat, quien llevó a cabo el atentado suicida en el Restaurante Maxim en Haifa el 4 de octubre, 2003. La transcripción fue publicada en el portal del Yihad Islámico en el siguiente enlace http://www.qudsway.com/Links/Jehad/7/Html_Jehad7/hinadi/hinadi2/hinadi_qudsnet_003.htm
«El último testamento y voluntad de la mártir Hanadi Jaradat, antes de que partiera para llevar a cabo la operación en Haifa:
En el nombre de Alá el Misericordioso y Compasivo, que la oración y la paz estén con el señor de la humanidad, nuestro Maestro Mahoma, pueda Alá orar por él y le otorgue paz:
El Exaltado dijo [en el Corán]: ‘No consideren como muertos a los que murieron por causa de Alá, sino que están vivos, ya que su Señor los ha sustentado’. [Corán 3:169] Ciertamente, las palabras de Alá son verdaderas.
Querida familia, a quien el Señor del mundo recompensará tal como nos prometió a todos en Su Santo Libro [con las palabras], ‘Den buenas nuevas a los que perseveren’. [Corán 2:155]. De hecho, Alá prometió el Paraíso a aquellos que perseveran en todo lo que Él les ha traído a ellos – y que buena morada es el Paraíso.
Por lo tanto, consideren mi sacrificio en anticipación a la recompensa de Alá, alabado y exaltado sea Él, a ustedes en el Más Allá. Yo no debería ser demasiada valiosa como para sacrificarme por la religión de Alá. Siempre he creído en lo que se dice en el Sagrado Corán y he anhelado los ríos del Paraíso y he anhelado ver la gloriosa luz del rostro de Alá. He estado anhelando todo esto desde que Alá me concedió Su guía.
A mis seres queridos, para quienes deseo les concedan su [entrada al Paraíso] en el gran Día del Juicio Final, he elegido este camino por mi propia voluntad y he luchado mucho por esto, hasta que Alá me otorgó el martirio, Alá que lega. El martirio no le es dado a todos en la Tierra, sino que más bien es para aquellos que son honrados por Alá. ¿Se sentirán afligidos entonces porque Alá me honró con esta bendición? ¿Le pagarán a Alá con [pensamientos] que a Él no le gustará y que a mí tampoco me gustarán? Reconozcan mi sacrificio en anticipación a la recompensa de Alá por ustedes en el Más Allá y digan, ‘No existe fuerza o poder que no pueda ser salvado por Alá. Le pertenecemos a Alá y es a Él que volvemos’.
Todos nosotros estamos destinados a morir y nadie vive para siempre en esta tierra. Sin embargo, el que es inteligente le responde a la llamada de Alá. Esta es sólo una tierra de Yihad y vivimos en ella por el Yihad, así que a lo mejor seremos capaces de eliminar la injusticia bajo la cual hemos estado viviendo en los últimos años.
Yo sé que no voy a traer de vuelta a Palestina. Lo sé plenamente. Sin embargo, sé que este es mi deber por Alá. Al creer en los principios de mi fe, yo respondo a la llamada. Yo ahora les informo que, Alá que lega, encontraré lo que Alá me ha prometido a mí y a todos los que toman este camino – los jardines que Alá nos prometió, en el que viviremos para siempre, Alá que lega.
Habiendo creído en esto, ¿cómo pueden pensar que yo puedo aceptar todas las tentaciones mundanas pasajeras? ¿Cómo puedo seguir viviendo en esta tierra cuando mi espíritu se ha unido a un Rey Omnipotente? Mi aspiración total ha sido la de ver la gloriosa luz de Alá. Es Su tierra y es Su religión, pero ellos quieren extinguir Su luz. Todos sabemos esto.
Por lo tanto, es mi deber con la religión de Alá y mi obligación para con Él, el defenderlo. No tengo nada más ante mí que este cuerpo el cual voy a convertir en astillas que le arrancará el corazón a todos los que han tratado de desarraigarnos de nuestro país. Todo el que siembre la muerte por nosotros recibirá la muerte, aunque sea una pequeña parte [de lo que estos se merecen].
Todavía somos débiles en lo estimado por el Todopoderoso. Pero nosotros tenemos nuestra fe. Nuestra creencia nos hace renovar nuestro pacto con nuestro Señor y con nuestra tierra. Nuestra guerra contra ellos es una guerra de fe y de existencia y no de fronteras. Ustedes lo saben muy bien.
Mi querido y amado padre, por favor honra mi deseo y cuenta con mi sacrificio en anticipación a la recompensa de Alá para ti en el Más Allá. Cualquiera que me haya ayudado a alcanzar al Paraíso será recompensado por mi voto para que este [entre en el Paraíso]. Tranquilízame y hazme sentir orgullosa del padre cuya hija soy, delante de mi Señor y de toda la humanidad… Te lo ruego, querido padre, por la gloria de Alá, otórgame el descanso en mi tumba y no hagas nada más que contar mi sacrificio en anticipación a la recompensa de Alá por ti en el Más Allá. Ya que Alá nos da y Alá nos quita y nosotros le pertenecemos a Alá y hacia Él todos nosotros regresamos.
Querida madre, le pido a Alá que perseveres, mi madre, ya que te amo porque siempre has dado sin cesar. Alá que lega y seguirás siendo así. Considera mi sacrificio en anticipo a la recompensa de Alá por ti en el Más Allá. Voy a estar con Fadi, Salih y Abd Al-Rahim y con todos aquellos a quienes Alá ha escogido para que estén cerca de Él. Considéranos a todos como sacrificios en anticipación a la recompensa de Alá por ti en el Más Allá, y di, Alá redímeme de mi situación y recompénsame por mi difícil situación y concédeme una buena recompensa por ello.
Les pido a todos me perdonen por todo lo que haya hecho [por ofenderlos]. Por mi parte, yo ya he perdonado a todos y les pido lo siguiente: Paguen 50 dinares a una tienda de vestidos en Jarash, páguenle 100 dinares a un tal fulano en Qabatiya y den 10 dinares [en caridad] por mi alma [como expiación], porque he olvidado una deuda de unos pocos piastras en Jordania y no la recuerdo y oren siempre por mí por la misericordia y el perdón y satisfacción de Alá. Puedan siempre contentarse conmigo, mis padres y ‘au revoir’ (hasta la vista) en los jardines del Paraíso.
Alá dijo: ‘Por lo tanto, dejen a aquellos que combaten en el camino de Alá, que venden la vida de este mundo por la vida del Más Allá y cualquiera que luche en el camino hacia Alá, entonces que sea este sacrificado o salga victorioso, Nosotros le concedemos una recompensa poderosa’ [Corán 4:74]».
[1] Según el Hadith, este es uno de los deberes del muyahid. Véase Rudolph Peters, Islam y Colonialismo: La Doctrina del Yihad en la Historia Moderna (Religión y Sociedad, no. 20). La Haya y Nueva York: Mouton Publishers, 1979, pp. 11, 12, 18.
[2] El reformista saudita Turki Al-Hamad dio argumentos similares en una entrevista transmitida en Rotana Khalijiyya TV el 13-14 de julio, 2015. Este dijo: «Échenle un vistazo a cualquier grupo islámico – estos siempre están diciendo que su objetivo número uno es el restablecimiento del Califato. El Califato es historia. Esto ha terminado y ha acabado».
Entrevistador: «Es imposible revivirlo».
Turki Al-Hamad: Imposible, uno no puede agrupar a un malayo, a un saudita y un egipcio, e imponer un califa sobre ellos, otorgándole autoridades absolutas, lo cual es imposible, pero estos se niegan a aceptarlo y viven el mito del califato. Lo llamo un mito porque nunca sucederá. En última instancia se golpearán contra la pared de ladrillo de la realidad, un estado-nación es el fundamento de todo, si uno lo hace estable y próspero y si este estado garantiza los derechos del pueblo, puede convertirse en un estado modelo. Si cada estado se concentra en sus propios asuntos, el mundo sería un lugar hermoso. Pero si cada estado trata de imponer su propio modelo sobre el resto del mundo, el desorden surge, e Irán es un ejemplo».
Para ver un video de sus declaraciones, véase el Clip No. 5013 de MEMRI TV, Escritor saudita Turki Al-Hamad: A nuestros jóvenes le lavan el cerebro; debemos secar la fuente de la ideología del EIIS, del 13-14 de julio, 2015.