Las aparentemente cálidas relaciones entre los líderes rusos y los talibanes, un movimiento islámico extremista que muchos en Occidente lo consideran una organización terrorista, han sido una especie de misterio durante bastante tiempo. En el año 2003 Rusia declaró a los talibanes de ser una «organización extremista» y prohibió al movimiento pronunciando un fallo de la Corte Suprema de Rusia.[1] La ley rusa prohíbe revocar el caso excepto en circunstancias sustancialmente nuevas. La decisión de la Corte Suprema menciona no solo a los talibanes, sino también a otras organizaciones. Por ello, el revocar la sentencia afectaría a todas las organizaciones mencionadas en la decisión de la Corte Suprema. Por lo tanto, desde el año 2003, cada vez que se mencionan a los talibanes en los medios de comunicación rusos, el movimiento debe ser denominado de «organización extremista proscrita en la Federación Rusa».[2]
Además, de acuerdo a la recientemente aprobada legislación, aquellos involucrados en las actividades o que posean contactos con las «organizaciones extremistas» no pueden postularse para ejercer cargos públicos en Rusia.[3] Sin embargo, durante años, los funcionarios rusos han mantenido vínculos con los talibanes y se han reunido con los representantes del movimiento en la cancillería.[4] Sin embargo, ni el canciller de Rusia Sergey Lavrov, ni otros funcionarios rusos que tuvieron contacto con los talibanes fueron excluidos de la lista del partido Rusia Unida en las recientes elecciones a la Duma Estatal.[5]
Rusia evaluó que los talibanes no representan una amenaza ante sus propios aliados en Asia Central
El juego de Rusia con los talibanes tiene su base tanto en motivos geopolíticos como ideológicos. Durante algún tiempo, Rusia ha apoyado a las potencias occidentales en su «Guerra contra el terrorismo», pero a medida que el actual antagonismo entre Estados Unidos y Rusia se convirtió en una especie de «nueva Guerra Fría»[6] – Moscú se ha vuelto más hostil hacia el tema de las operaciones militares estadounidenses en Afganistán e Irak y que cree puede beneficiarse de cualquier derrota geopolítica de los Estados Unidos. Esta ha sido la principal razón de ser de la política rusa desde al menos el año 2008 (desde el discurso de Múnich del 2007 dado por el presidente ruso Vladimir Putin, en el que desafió al mundo unipolar)[7] y como consecuencia, la esfera pública rusa ha sido particularmente hostil a la presencia de Occidente.en Afganistán.
De hecho, Rusia ha estado describiendo a los talibanes como un movimiento popular «cuerdo»,[8] «confiable»,[9] decente y responsable que defiende la dignidad y soberanía afgana,[10] mientras que Estados Unidos ha sido descrito como una nación sin respeto por el derecho a la autodeterminación de los pueblos (el concepto de soberanía, o mejor dicho la «verdadera soberanía»[11] – es decir, cuando la soberanía del estado es ejercida por un individuo o institución – se encuentra en el centro del actual debate político ruso). Además, Rusia condenó todos los esfuerzos de Estados Unidos para promover la «construcción del estado» en Afganistán y mantuvo, durante varios años, relaciones con el ala política talibán en Doha.
Cuando el movimiento se apoderó de Kabul en agosto, Rusia aplaudió los avances políticos de los talibanes y el embajador ruso en Afganistán Dmitry Zhirnov dijo infamemente que la vida en la ciudad «se volvió mejor administrada y organizada que cuando esta estaba bajo el gobierno de Ghani».
Las posturas conservadoras de los talibanes son compatibles con las de Rusia
Rusia posee más de una razón para simpatizar con los talibanes. De hecho, el Kremlin ha aceptado casi abiertamente la postura «conservadora» de los talibanes, ya que veía al movimiento radical de muy compatible con sus propios puntos de vista. En los últimos años, la élite política rusa ha comenzado a imponer una ideología cada vez más conservadora en su propio país, al aprobar leyes que despenalizan la violencia doméstica dentro del hogar,[12] criminalizan la «propaganda homosexual»[13] y el introducir, entre otros, requisitos ideológicamente motivados para el estudio de la historia.[14]
Además, Rusia defiende la idea de que la situación de los derechos humanos de un país debe ser evaluada en el contexto de su historia, valores, tradiciones culturales y condiciones nacionales y no ser evaluada utilizando el concepto occidental del universalismo de los derechos humanos. Según el Kremlin, los derechos humanos son una noción relativa y pueden entenderse de diferentes maneras según las tradiciones culturales locales. Por esta razón, Moscú considera que Rusia y el Afganistán de los talibanes deberían permanecer «inmunes» a los valores occidentales.
Al reflexionar sobre las relaciones Rusia y los talibanes, me vino a la mente el libro «El enemigo en casa: la izquierda cultural y su responsabilidad en los sucesos del 11-S» del escritor conservador estadounidense Dinesh D’Souza. En el libro, D’Souza sugirió que la derecha política debería aliarse con los «musulmanes tradicionales», ya que está convencido de que los dos grupos deberían unirse en contra de los liberales para de esta manera oponerse a la «depravación social y cultural estadounidense».[15] Funcionarios rusos han expresado algunas posturas similares desde al menos el año 2007.
Para el Kremlin, la principal amenaza para la región proviene de los Estados Unidos y no de los talibanes
Recientemente, el enviado especial de Rusia en Afganistán Zamir Kabulov, junto a los enviados especiales de Pakistán y China, se reunió con el primer ministro afgano interino, el mulá Hasan Akhund en Kabul como parte de los esfuerzos diplomáticos para buscar la formación de un gobierno inclusivo en Afganistán aceptable para la comunidad internacional.[16]
Sin embargo, aunque Rusia acepta formalmente no reconocer al régimen talibán hasta que se levanten todas las sanciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Moscú parece sentirse bastante cómodo hablando con los talibanes.[17] Rusia es, de hecho, uno de los pocos países que (junto a China y Pakistán) mantuvo su embajada en Kabul en pleno funcionamiento (lo que, en todos estos casos, es algo complicado, ya que los embajadores extranjeros presentaron sus credenciales al antiguo gobierno de Afganistán y no están obligados a ponerse en contacto con el nuevo gobierno liderado por los talibanes, que aún no ha sido reconocido internacionalmente).[18]
Rusia incluso ha impulsado la narrativa del «relato de dos talibanes», argumentando que el actual movimiento difiere mucho de lo que era a finales de la década de los años 1990.[19] El canciller de Rusia Sergey Lavrov, dijo en una conferencia de prensa al margen del 76avo período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas: «La realidad sobre el terreno se basa en las declaraciones de los talibanes que proclamaron su compromiso con la lucha en contra del extremismo y el terrorismo, incluyendo al EIIS y a Al-Qaeda, para no proyectar inestabilidad sobre sus vecinos. Estos se comprometieron a respetar los derechos de la mujer y a crear un gobierno inclusivo… Lo que más importa en este momento es que cumplan todas sus promesas”.[20]
El Kremlin sigue actuando como si Afganistán estuviese gobernado por un gobierno legítimo y como si la mayor amenaza para la región proviniese de los Estados Unidos. Esta misma actitud contra Occidente es aplicada a otros escenarios. El 14 de septiembre, 2021 el presidente Putin se reunió en el Kremlin con el presidente sirio Bashar Al-Assad de Siria y le dijo lo siguiente: «Creo que el principal problema radica en la presencia en algunas partes del país de fuerzas armadas extranjeras (es decir, las fuerzas armadas estadounidenses) sin ningún mandato de las Naciones Unidas o su permiso».[21]
Para ver el despacho en su totalidad en inglés junto a las imágenes copie por favor el siguiente enlace en su ordenador: https://www.memri.org/reports/taliban-are-added-list-russias-notorious-allies
*El Dr. Vladislav L. Inozemtsev, Ph.D. en Economía, es asesor especial del Proyecto estudios de los medios de comunicación rusos en MEMRI.
[1] Nac.gov.ru/zakonodatelstvo/sudebnye-resheniya/reshenie-verhovnogo-suda-rf-ot-14-fevralya.html, 14 de febrero, 2003.
[2] Meduza.io/cards/meduza-bolshe-ne-pishet-pro-ig-terroristicheskaya-organizatsiya-zapreschena-v-rossii-kak-tak, 1 de septiembre, 2016.
[3] Duma.gov.ru/news/51690/, 4 de junio, 2021.
[4] Vesti.ru/article/1303125, 28 de mayo, 2019.
[5] Echo.msk.ru/blog/v_inozemcev/2867470-echo/, 8 de julio, 2021.
[6] Project-syndicate.org/commentary/cold-war-russia-annexation-by-vladislav-inozemtsev-2017-05, 17 de mayo, 2017.
[7] En.kremlin.ru/events/president/transcripts/24034, 10 de febrero, 2007
[8] Currenttime.tv/a/lavrov-nazval-taliban-vmenyaemymi-lyudmi/31373899.html, 23 de julio, 2021.
[9] Currenttime.tv/a/lavrov-nazval-taliban-vmenyaemymi-lyudmi/31373899.html, 23 de julio, 2021.
[10] Echo.msk.ru/programs/personalno/2867110-echo/, 8 de julio, 2021.
[11] Véase, p. Ej. Кокошин, Андрей. Реальный суверенитет в современной мирополитической системе, Москва: Издательство Издательство в современной мирополитической системе, Москва: Издательство Издательство «Европательство» Европательство «Европательство» Европательство «Европательство.
[12] Interfax.ru/russia/548888, 7 de febrero, 2021.
[13] Dw.com, 20 de octubre, 2017.
[14] Novayagazeta.ru/news/2020/09/10/164205-v-sk-reshili-sozdat-podrazdelenie-po-rassledovaniyu-prestupleniy-o-falsifikatsii-istorii, 10 de septiembre, 2020.
[15] D’Souza, Dinesh. El enemigo en casa: La izquierda cultural y su responsabilidad en los sucesos del 11-S, Nueva York, Londres: Doubleday, 2007.
[16] Tribune.com.pk/story/2321292/afghan-pm-mullah-akhund-meets-pakistan-china-russia-envoys, 21 de septiembre, 2021.
[17] Interfax.ru/russia/784610, 15 de agosto, 2021.
[18] Gazeta.ru/social/news/2021/08/15/n_16388294.shtml, 15 de agosto, 2021.
[19] Iz.ru/1216140/elnar-bainazarov/bremia-peremen-chem-otlichaetsia-novyi-prikhod-talibov-k-vlasti-ot-starogo, 9 de septiembre, 2021
[20] Mid.ru/en/web/guest/general_assembly/-/asset_publisher/lrzZMhfoyRUj/content/id/4867149, 26 de septiembre, 2021.
[21] En.kremlin.ru/events/president/news/66678, 14 de septiembre, 2021.