Entre el 1 y 2 de junio del año 1941, ocurrió el evento más dramático y espantoso en la historia moderna de los judíos iraquíes – el Farhud. Durante dos días de interregno (sede vacante) política, después de que fracasara el golpe de estado del primer ministro iraquí pro-nazi Rashid Ali Al-Kailani y se restableciera la monarquía con la ayuda del ejército británico, una turba violenta atacó a los residentes judíos de Bagdad y saqueó sus negocios. El orden fue restablecido la noche del 2 de junio, pero la turba, que incluía a soldados y miembros de las fuerzas policiales, dejó a una comunidad destrozada. Al menos 180 judíos fueron asesinados y cerca de 2.000 de ellos quedaron heridos; mujeres fueron violadas y muchos de los negocios judíos fueron saqueados o destruidos. El Farhud fue un punto de inflexión en la historia de los judíos iraquíes: Anteriormente, los judíos podían haber pensado que el futuro de la comunidad era bastante precario; ahora muchos se preguntan si la comunidad judía iraquí tiene futuro alguno.

La ciudad portuaria iraquí de Basora, donde yo nací y crecí, sufrió menos que Bagdad, pero desde las ventanas de nuestra casa vi a los saqueadores corriendo por las calles llevándose todo lo que podían agarrar de las tiendas judías. Siempre existió la incertidumbre de si la turba de saqueadores se iba a convertir en una turba de asesinos. Aunque nos libramos del destino de los judíos de Bagdadí, el terror de nuestra experiencia permanece indeleble en mi mente.

La palabra farhud en sí misma necesita de alguna explicación. Esta describe tanto una acción como un valor cultural. Según Nabil Abdul-Amir Al-Rubayi, quien escribió dos volúmenes importantes sobre la historia de los judíos en Irak, la palabra es poco común en el idioma árabe; más bien, es adoptada del dialecto beduino y se refiere al saqueo y el pillaje. Citando al conocido sociólogo iraquí Ali Al-Wardi, Al-Rubayi señala que el concepto de farhud es parte de la cultura beduina, en la que el pillaje y el saqueo son actividades que indican «coraje y audacia».[1]

Los eventos del Farhud se encuentran bien documentados en numerosas publicaciones y no es necesario detenerse en estos en detalle para este informe[2]. En cambio, el informe se enfocará en una serie de personajes que desempeñaron un papel fundamental en las políticas del país que condujeron a la violencia contra una comunidad pacífica y sembraron las semillas del Farhud.

Los temas discutidos en este informe son los siguientes:

  • Los cuatro coroneles
  • Primer Ministro Rashid Ali Al-Kailani
  • El muftí de Jerusalén y sus socios
  • Younis Bahri (Radio Berlín)
  • Fritz Grobba, jefe alemán de la legación en Bagdad (comúnmente conocido como el embajador alemán, pero sin poseer dicho rango)
  • Embajador británico en Bagdad Kinahan Cornwallis.

Los cuatro coroneles

Un grupo de cuatro coroneles del ejército, Salah Al-Din Al-Sabbagh, Kamel Shabib, Mahmud Salman y Fahmi Sa’id, conocidos todos juntos como Al-muraba ‘Al-Dhahabi o la Plaza Dorada, eran los comandantes de los cuatro divisiones de los ejércitos iraquíes en la década de los años 1930. Los coroneles formaban parte de un círculo de siete oficiales militares totalmente sunitas que desempeñaron un papel clave en la política iraquí, defendiendo una alianza muy cercana con las potencias del Eje. A los coroneles se les unió Yunis Al-Sab’awi, ex-miembro del gabinete y periodista, que trabajó con el embajador adjunto alemán como traductor de propaganda nazi, incluyendo la traducción hecha al libro de Hitler Mein Kampf.

Los cuatro coroneles, en estrecha asociación con el muftí de Jerusalén Haj Amin Al-Husseini, generaron un golpe de estado contra la monarquía pro-británica el 1 de mayo, 1942 lo que obligó al regente Abdul Ilah y al primer ministro Nouri Al-Sa’id a huir del país y llevar al poder al primer ministro Rashid Ali Al-Kailani. El gobierno de Al-Kailani duró muy poco, pero poco después de su formulación tomó acciones militares contra las fuerzas británicas en Irak y se involucró en acosar contra la comunidad judía, acusando a los miembros de realizar actividades sionistas y una variedad de violaciones de seguridad tales como comunicarse en secreto con los británicos.[3]

Dos de los cuatro coroneles, Mahmud Salman y Fahmi Sa’id, además de Yunis Al-Sab’awi fueron juzgados por un tribunal militar, declarados culpables y luego ejecutados.[4]

Rashid Ali Al-Kailani

Rashid Ali Al-Kailani nació en Bagdad en el año de 1892. Durante su carrera, se desempeñó como primer ministro en tres ocasiones, la última y más breve fue la que siguió al golpe de estado del 1 de abril del año 1940. El 3 de abril, Al-Kailani estableció un gobierno de salvación nacional. Uno de los primeros actos del nuevo gobierno, impulsado por el muftí y los cuatro coroneles, fue enviar una fuerza de artillería con el propósito de atacar la base Al-Habbaniya al oeste de Irak, donde se encontraba estacionada la fuerza aérea británica.

Desde el primer día del golpe de estado de Al-Kailani, la radio nacional (solo había una estación) transmitió durante el día y la noche marchas militares y noticias sobre la victoria de las fuerzas iraquíes contra la base británica en Al-Habbaniya acompañada de un bombardeo incesante de instigación contra los judíos. El mensaje principal de la radio había sido una promesa al pueblo iraquí de que después de la victoria sobre el ejército británico, «nos vengaremos de los enemigos internos y se los entregaremos a ustedes para que los eliminen». El enemigo eran los judíos.[5]

La guerra contra la base británica fue corta y las fuerzas iraquíes fueron derrotadas. El ejército británico avanzó hacia Bagdad desde el oeste y las tropas hindúes (bajo el comando británico) entraron desde el sur. El golpe de estado había fracasado y Al-Kailani y el muftí escaparon en dirección a Irán el día 29 de mayo dejando atrás el caos político. Con la ayuda de Gran Bretaña, el regente Abdul Ilah regresó a Bagdad el 1 de junio y rápidamente nombró un nuevo gobierno y un nuevo comandante en jefe del ejército. Fue durante esta suspensión de funciones que tuvo lugar el Farhud. En la noche del 2 de junio, el regente emitió una orden al ejército de disparar a matar a aquellos saqueadores y con esta orden en vigor el Farhud llegó a su final.

El muftí de Jerusalén

Luego de sucederse la revuelta árabe en Palestina durante los años 1936-39, las autoridades británicas mandatorias en Palestina expulsaron al líder de la revuelta, el muftí Haj Amin Al-Husseini de Jerusalén. Luego, el muftí llegó a Irak a través del Líbano acompañado por varios líderes de la revuelta palestina, entre ellos Abdul-Qadir Al-Husseini, quien se adhirió firmemente a la ideología nazi y el poeta y activista Burhan Al-Din Al-‘Abushi, quien le pidió al pueblo y al gobierno iraquí que expulsaran o masacraran a los judíos que, este dijo, controlaban la economía del país.[6]

El muftí y su séquito palestino se conectaron rápidamente con elementos nacionalistas iraquíes, así como también con el jefe delegado ministro alemán para difundir virulentas instigaciones antisemitas además de propaganda anti-británica. Este parecía haber ejercido influencia considerable sobre el primer ministro Al-Kailani tanto en el frente pro-nazi como en el frente antisemita.

Younis Bahri

Younis Bahri Al-Juburi nació en 1904 en Mosul, al norte de Irak y adquirió el apodo de «Bahri» (marinero) debido a que asistió brevemente a una academia naval en Constantinopla (hoy día Estambul).

Younis Bahri se unió al programa árabe de Radio Berlín en el año 1939. Sus transmisiones matutinas siempre comenzaban con la llamada «Huna Berlín. Hayii al Arab» – «Esto es Berlín. Saludos árabes». La segunda parte del saludo de apertura ha sido interpretada como un «saludo dirigido a la mentalidad árabe, evoca sentimientos nacionales y genera entusiasmo y orgullo». En su manera de pronunciarse hubo «una especie de payasada y burla hacia los Aliados, a quienes prometía todos los días les propinaría una derrota catastrófica».[7] Su autobiografía lleva la misma llamada (véase más abajo la portada del libro).

Los historiadores le han atribuido con regularidad mucha culpa por los acontecimientos de junio en Bagdad al muftí de Jerusalén. La culpa está justificada, pero basándome en mi experiencia personal, yo diría que Younis Bahri puede haber hecho más daño que el propio muftí incitando a las masas diariamente a tomar medidas contra Gran Bretaña y los judíos. En las cafeterías de todo Irak, las radios estaban sintonizadas con su programa.[8] En los primeros años de la Segunda Guerra Mundial, mientras las fuerzas alemanas avanzaban impresionantemente sobre muchos frentes, el estilo grandilocuente de Bahri avivó el fuego del odio y el antisemitismo.

Portada de la autobiografía de Bahri.
Portada de la autobiografía de Bahri.

Fritz Grobba

Grobba nació en Alemania en 1886, asistió a la Universidad Humboldt en Berlín, donde estudió derecho, turco y árabe. Se unió al servicio exterior alemán luego de la Primera Guerra Mundial e irónicamente, su primera asignación fue ir a Jerusalén.

Grobba fue nombrado por primera vez encargado de negocios en Bagdad en el año de 1932 y ocupó el cargo durante siete años hasta septiembre del año 1939. Bajo el periodo de Grobba, el embajador encargado alemán adquirió un diario iraquí Al-Aalam Al-Jadid («El Nuevo Mundo») para difundir propaganda nazi con un antisemitismo muy virulento. El libro de Hitler Mein Kampf, traducido al árabe, fue publicado por entregas en el diario y muchos diarios iraquíes publicaron citas extensas. Muchos de estos diarios aprovecharon la oportunidad para provocar sentimientos anti-judíos.[9]

Durante su servicio en Irak, Grobba aprovechó el Club Al-Muthana, siendo este el centro del nacionalismo iraquí. El Club hizo un llamado a intelectuales, políticos y oficiales del ejército. Grobba convenció a muchos políticos y periodistas iraquíes de que la lealtad hacia Gran Bretaña mantendría a Irak bajo ocupación indefinidamente y que la plena independencia del país solo podía lograrse con la victoria de las potencias del Eje.

Grobba fue reasignado nuevamente a Bagdad el 11 de mayo, 1941 en medio del golpe de estado de los cuatro coroneles y Al-Kailani. Habiendo pasado siete años en Irak y siendo muy competente en árabe, Grobba, no necesitó ningún período de ajuste y estaba listo, inmediatamente después de su llegada de Berlín y sumergirse directa e instantáneamente en la agitación iraquí para seguirle la pista a las instigaciones anti-británicas y anti-judías.

Grobba fue un típico burócrata alemán que llevó a cabo la doctrina nazi mientras servía en Irak. A nivel personal, es muy posible que este haya estado menos comprometido con dicha doctrina. Tal como fue señalado, asistió a la Universidad Humboldt en Berlín luego de la Primera Guerra Mundial; Allí, sin duda, se encontró con muchos profesores judíos y compañeros de estudios. Entre los alumnos famosos de la universidad están Karl Marx, el filósofo Walter Benjamin y el poeta Heinrich Heine. La esposa de Grobba era amiga de las familias judías de Frankfurt mucho después de que Hitler llegara al poder y continuó visitando a los médicos judíos alemanes que escaparon de la persecución nazi y encontraron seguridad y fueron bienvenidos profesionalmente en Bagdad. El mismo Grobba pertenecía a la secta francmasón y estaba activo en el club francmasón de Bagdad, el cual estaba abierto a la membrecía judía.

En sus memorias, Grobba habla sobre el fracaso «de aprovechar la oportunidad que yace en la amistad árabe». Grobba le atribuye la mayor parte de la culpa a Hitler «cuya profesada aversión a las garantías a largo plazo supuestamente enmascara un desprecio, derivado de teorías raciales, por los árabes semitas».[10]

Grobba fue arrestado por los soviéticos en 1946 y pasó 10 años en prisión. Al ser interrogado, confirmó el plan genocida de Hitler para los judíos del Medio Oriente.

Kinahan Cornwallis

El embajador británico en Irak Kinanhan Cornwallis, no debería eludir gran cantidad de críticas por la forma en que respondió a las atrocidades del Farhud.

Cornwallis sirvió un largo periodo de tiempo en Irak el cual se remontaba al año 1921 cuando se desempeñó como asesor del ministro del Interior en el gobierno iraquí pos-otomano, completando su servicio al gobierno de Irak como asesor del rey Faisal I, quien falleció en 1933. Al igual que el diplomático alemán Grobba, Cornwallis, veterano iraquí, también fue nombrado apuradamente por su gobierno en su cargo en abril de 1941 para tratar con el gobierno de Al-Kailani.

Cuando el ejército británico avanzó hacia Bagdad a finales de mayo del año 1941, el primer ministro Winston Churchill envió un mensaje personal a Cornwallis: «Si tienes que atacar, golpea duro. Utiliza todo el poderío necesario».[11] Un oficial iraquí llamado Capitán Holt, un asistente de Cornwallis que le contaba sobre todos los eventos en contra de los judíos, el Capitán Holt se negó a despertar al embajador diciéndole a la persona que llamaba: «el embajador está al tanto del despido y el saqueo, pero este considera el tema como un asunto interno iraquí».[12] Y a pesar de las súplicas de los líderes de la comunidad judía y del embajador de Estados Unidos, Cornwallis mantuvo al ejército británico en la otra orilla del río Tigris mientras el Farhud le pasaba factura a la comunidad judía.

Mientras que otros de los personajes en este artículo fueron culpables de acciones y de defensa deliberada a la violencia, Cornwallis destaca por la inacción cuando la acción de su parte pudiera haber salvado muchas vidas. Los líderes judíos iraquíes definieron su comportamiento de deplorable e imperdonable.

Comentarios finales

La mayoría de los artículos y libros que tratan sobre el Farhud residen en su disección (post-mortem). En este informe, intentamos centrarnos en personas clave que desempeñaron un papel clave, de hecho destructivo, que condujo al propio Farhud.

Algunas de las figuras clave cuyas acciones fueron revisadas en este informe permanecieron leales a los nazis hasta el final. A continuación se muestra una fotografía de tres de estas figuras, el muftí de Jerusalén Al-Kailani y Grobba, tomada en 1942 en el campo de Trebbin cerca de Berlín, donde los reclusos, incluyendo judíos, realizaban trabajos forzados. Camp Trebbin fue considerado como parte del campo de concentración Sachsenhausen.[13]

*El Dr. Nimrod Raphaeli es analista sénior emérito en MEMRI.


[1] Nabil Abdul-Amir Al-Rubayi, Lamahat min tarikh yehud al-Iraq, 2 Vols., Al-Hilla, Iraq, Dar Al-thaqafa, 20. Vol. 1 págs. 173-74 y pág. 186.

[2] Además de Al-Rubayi, véase, por ejemplo, en árabe; Anwar Shaul, Qissat hayati fi wadi al-rafidain, Jerusalén, 1980; en hebreo, Nissim Qazzaz, Heyudim biiraq ba-meah ha’isrim, Jerusalén, 1991; Orit Bashkin, New Babylonians: A History of Jewish in Modern Iraq, Stanford University Press, 1974. Un género diferente es Ya’qub Yusuf Kuriya, Yahud al-iraq: tarikhahum, ahwalahum, hijratahum, Amman, Jordan, 1998. Este autor atribuye el Farhud a las actividades de los sionistas.

[3] Anwar Shaul, op. cit., página 244.

[4] Dr. Salman Darwish, Kul shai ‘hadi fi al-iiyada. Jerusalén: Asociación de Académicos Judíos Iraquíes, 1981, p.59

[5] Qazzaz, pág. 222. Un ejemplo de propaganda antisemita difundida por la radio nacional es el siguiente cántico (recuerdo personal del autor): Tel abib tel abib sawfa tusla belaheeb walyahud walyahud, sawfa yakunun al-woqud – «Tel Aviv, Tel Aviv será destruida por las llamas y los judíos, los judíos se convertirán en la leña».

[6] Al-Rubayi, págs. 176-177.

[7] Mustapha Sharif, Al-Araby Al-Yom, 31 de diciembre, 1969.

[8] Abdul Razzak Al-Hasani, Al-asrar al-khafia fi harakat 1941 Al-taharuriyah («Secretos ocultos del golpe de liberación de 1941»). Abdul Razzak Al-Hasani era él mismo pro-nazi y pasó años en prisión. Este sugirió que la estación de Berlín en árabe le sirvió al golpe de Gailani. Vol. 1, Bagdad, 1991. Véase también Jeffrey Herf, Nazi Propaganda for the Arab World. Prensa de la Universidad de Yale, 2009.

[9] Qazzaz, op.cit, págs. 214-215.

[10] Fritz Grobba, Manner und Machte im Orient (1967), revisado por Emile Marmorstein, Journal of Middle Eastern Studies, ”vol. 5 No. 3 (octubre de 1969), págs. 265-266.

[11] Kiwand.com.en/kinahan_cornwallis

[12] Al-Rubayi, vol. 194

[13] La fotografía, una de las seis que no se habían visto anteriormente, fue subastada por la Casa de Subastas Kedem en Jerusalén. Tablet Magazine, 7 de abril, 2021.