A principios de noviembre, muchos observadores comenzaron a escribir sobre algunos signos a divisiones internas dentro de la élite política rusa.[1] La mayoría de estas referencias señalan la creciente influencia de dos prominentes hombres fuertes: Yevgeny Prigozhin, el propietario y comandante del ejército mercenario Wagner (que comprende una fuerza paramilitar de alrededor de 37.000 hombres, que incluye a más de 11.500 criminales convictos, liberados ilegalmente de las prisiones en Rusia)[2] y Ramzan Kadyrov, ex-guerrillero que se convirtió en líder de Chechenia designado por el Kremlin (quien comanda hasta 70.000 compatriotas que en gran medida no rinden cuentas ante el liderazgo político de Rusia y ante las fuerzas de seguridad competidoras).[3]
Tanto Prigozhin como Kadyrov surgieron recientemente como críticos directos de los comandantes del ejército ruso,[4] insistiendo en que la guerra contra Ucrania debe intensificarse por cualquier medio (incluso mediante el reclutamiento de asesinos y violadores de las cárceles rusas) y por cualquier método (no solo destruyendo las infraestructuras más críticas de los ucranianos), pero, tal como mencionó Kadyrov: «Si un proyectil viene en nuestra dirección, hacia nuestra región, tenemos que borrar de la faz de la Tierra las ciudades ucranianas… para que ni se les ocurra disparar en dirección nuestra»).[5]
Parece ser que el presidente ruso Vladimir Putin, está siendo muy influenciado por ambos, ya que accedió a despedir a sus principales comandantes, supuestamente siguiendo sus consejos.[6] Además, algunos expertos afirmaron que tanto los mercenarios de «Wagner» como el ejército checheno ya habían comenzado los preparativos para los combates callejeros en Moscú en caso de que la situación en la capital rusa se saliera de control.[7]
Tres grupos élite pueden organizar un golpe o unirse a este
No puede excluirse la perspectiva de un golpe de estado en Rusia. Yo diría que tal opción, excepto su propia muerte por causas naturales, pareciera la única forma realista que pudiera acabar con el gobierno de Putin en los próximos años. Los fracasos militares en Ucrania, la incapacidad de Rusia para hacerle frente a la profundización de la crisis económica, la creciente emigración y muchos otros desafíos hacen que la situación en el país sea menos estable casi a diario. Por lo tanto, la élite gobernante siente presión para enmendar tal situación.
En este punto, tampoco existe ninguna posibilidad a que ocurra una transición democrática ordenada (al contrario de un rumor de muchos años sobre la búsqueda del «sucesor de Putin», el Kremlin supuestamente comenzó a prepararse para las elecciones presidenciales del año 2024 sin permitir que ningún candidato significativo pudiera desafiar a Putin) o una revolución popular al estilo maidan. De hecho, incluso después de la reciente movilización militar que sacudió la tranquila vida de la sociedad rusa, nadie optó por salir a la calle y protestar por el bien común, mientras que cientos de miles de rusos huyeron del país en busca de seguridad personal.
Por lo tanto, en los próximos años, solo existen dos caminos políticos para Rusia: el derrocamiento de Putin por parte de algunas élites o la consolidación del actual régimen, que seguirá gobernando de forma aún más autoritaria. Al valorar estas dos opciones, obviamente yo preferiría la primera, sin importar quién pueda quedarse después de ocurrir el golpe de estado. En mi opinión, existen tres grupos élite que pudieran estar interesados, si no en organizar el golpe, en unirse a este y sacar provecho de ello:
El ejercito
El primer grupo es el ejército, que ha sido humillado desde el comienzo de la guerra en Ucrania. La guerra en sí misma se inició principalmente debido a profundos errores de cálculo sobre la preparación militar de Ucrania realizados por el FSB. Sin embargo, tal como menciona el diario El Washington Post: «Las humillaciones que ha experimentado el ejército ruso han eclipsado en gran medida los fracasos del FSB y otras agencias de inteligencia».[8] El ejército ruso sufrió enormes pérdidas: hasta 70.000 soldados murieron, entre ellos no menos de 10.000 oficiales. El prestigio del servicio militar se ha reducido drásticamente y el ejército se ha llenado de individuos con antecedentes penales. Al mismo tiempo, Prigozhin ahora puede desplazar a los comandantes de alto rango e incluso acusarlos de traición. Los comandantes del ejército son los más interesados ??en poner fin a la guerra, ya que se dan cuenta de que el ejército ruso seguirá pagando muy caro por ello.
El ejército posee todas las capacidades necesarias para deponer el liderazgo del país, aunque uno debe tener en cuenta que los golpes de estado militares no son familiares en Rusia, ya que el último golpe exitoso fue en el año 1741 y el último golpe fallido ocurrió en 1825. Por lo tanto, los altos comandantes del ejército pueden preferir en su lugar unirse a alguna facción política para derrocar al régimen (tal como sucedió en 1953, poco después de la muerte de Stalin) en lugar de organizar un golpe de estado por su propia cuenta.
Cabe señalar que, si ocurre un golpe de estado de este tipo, algunos grupos no asociados con los servicios secretos pudieran tomar el poder. En este escenario, la transferencia de poder a personalidades políticas, tal como el alcalde de Moscú Sergey Sobyanin o el primer ministro ruso Mikhail Mishustin, puede ser estable y exitosa, ya que este coincidiría con las esperanzas de normalidad de la población. Sin embargo, Putin también puede ser derrocado por una «pandilla radical» y en este caso la sociedad se consolidaría frente a estos nuevos individuos liderando hacia una revolución, ya que ninguna de las personalidades «radicales» posee la «legitimidad» o el carisma que Putin ahora posee
Prigozhin y Kadyrov
El segundo grupo está formado por Prigozhin y Kadyrov, a quienes les gustaría tratar de consolidar el régimen. Ellos lo que desean es continuar la guerra contra Ucrania, «movilizar» toda la economía rusa y lograr la «victoria» que Putin no puede asegurar. Por lo tanto, eliminar a Putin puede parecerles la única opción como para asegurar su estatus en la élite del poder en Rusia y, muy probablemente, su seguridad personal.
Sin embargo, este escenario parece ser el menos probable, ya que es muy difícil creer que estos dos actores políticos «de línea dura» puedan rebelarse, ya que ambos han dependido totalmente de Putin durante décadas. Además, Prigozhin y Kadyrov no contarían con el apoyo de los servicios de seguridad ni tampoco del ejército, cuya implicación sería necesaria para el éxito de un golpe, ya que existe una profunda desconfianza hacia ellos. Cabe señalar también que la sociedad rusa no apoyaría intensificar la guerra y fortalecer el autoritarismo.
Políticamente, Rusia ha estado evolucionando durante siglos al igual que un «péndulo» – un régimen más aislacionista y brutal ha sido sustituido por uno mucho más abierto, menos cruel y, a veces, orientado en imagen de Occidente.[9] La gran mayoría del pueblo ruso, diría yo, podrá tolerar las aventuras de Putin durante bastante tiempo, no tanto porque les gusten sus políticas, sino porque confían en el presidente que ha estado al frente del país durante tanto tiempo. La capacidad del régimen para potenciar el curso autoritario y agresivo reside en la personalidad de Putin y no puede ser superado por nadie más. Por lo tanto, yo diría que no existe posibilidad de que individuos más radicales que el propio Putin lideren el país.
Burócratas y empresarios
El segundo grupo son los burócratas y empresarios que han estado amasando fortunas en Rusia, asegurando su dinero en jurisdicciones extranjeras, comprando bienes e inmuebles y otros activos en Europa y en los Estados Unidos y reubicando a sus familias en los países «nada amistosos» de Occidente. Estos individuos son los más interesados en que ocurra un cambio profundo en las políticas de Rusia, así como también en la restauración de las ya arruinadas relaciones con Occidente. Sin embargo, tal como he mencionado en numerosas ocasiones, nunca se rebelarán abiertamente en contra del régimen de Putin,[10] porque el actual sistema ruso funciona para ellos. El secreto del sistema de Putin reside en que en Rusia toda acción colectiva se devalúa. Algunos empresarios o individuos comunes pueden sobornar a los funcionarios caso por caso y resolver sus problemas con éxito, pero si algún grupo político o social trata de consolidar y obligar al gobierno a cambiar leyes o reglamentos a través de acciones colectivas, uno puede estar seguro que no pasará nada salvo el endurecimiento de las normas. Esto en realidad hace que la corrupción sea tan efectiva y generalizada en el país.[11]
Sin embargo, en caso de no ocurrir un golpe de estado, sus líderes (con la excepción de Prigozhin y Kadyrov) pueden obtener un apoyo bastante significativo tanto de los burócratas (que pueden promover nuevos líderes, quienes no participaron activamente en la guerra con Ucrania) como de la élite empresarial, quienes pueden proveer los recursos financieros necesarios para la legitimación de nuevos líderes a través de campañas electorales. Este es un punto muy importante, ya que Rusia nunca ha experimentado una dictadura militar, incluso bajo el gobierno de los comunistas, este estuvo encabezado por un partido que simulaba un gobierno civil y un liderazgo colectivo. Esta es también la razón por la que no puedo imaginar una dictadura pura de algunas personalidades mediocres que se afiancen en Rusia en caso de que Putin abandone el Kremlin.
Cualquier desestabilización política es mejor que la consolidación del régimen
La oposición rusa al actual régimen es débil e incapaz de emprender algún tipo de acción colectiva. Ya hemos visto a cientos de miles de personas correr hacia el exilio en lugar de intentar organizar una resistencia a la reciente «movilización» y la emigración rusa no posee un contacto verdadero con las comunidades locales dentro del país. Sin embargo, cualquier desestabilización política en Rusia es una mejor opción que la consolidación del régimen.
Los ciudadanos rusos están cada vez menos satisfechos con el actual curso en que se desenvuelven los acontecimientos; el descontento y el sentimiento de temor e incertidumbre van en aumento dentro de la sociedad rusa[12], pero estos factores por sí solos no pueden influir significativamente en la situación. El estado de ánimo de la población pudiera convertirse en un factor crucial para el cambio solo si la élite en el poder se divide o se desintegra. De lo contrario (y tal desarrollo, reitero, todavía parece ser el más probable), Putin pudiera reprimir las protestas esporádicas, expulsar del país a más jóvenes proactivos y continuar de manera indefinida su agresiva guerra contra Ucrania, ya que las sanciones, tal como así parece, no perjudican en lo absoluto la economía rusa en la forma que los líderes en Occidente esperaban sucediera.
Conclusión
Durante años, los analistas occidentales han argumentado que, por malo que sea el régimen de Putin, este no debe ser socavado, principalmente porque los ultra-nacionalistas rusos o el ejército pueden tomar el control del país, especialmente si la población pide elecciones libres y democráticas. Muchos han sugerido que Putin es política y culturalmente «más europeo» que la mayoría de los rusos.
Sin embargo, yo diría que la situación ha cambiado drásticamente. De hecho, existe gente y fuerzas dentro del país que parecen ser más radicales que Putin (como Anton Krasovsky, un presentador del medio de comunicación RT controlado por el estado ruso, quien sugirió que los chicos ucranianos que no desean aprender el idioma ruso simplemente deberían ser asesinados), pero esta gente no tendrá ningún tipo de apoyo popular si en alguna ocasión llegan al poder. Cabe señalar que a algunos de estos personajes radicales se les paga para que expresen sus opiniones más extremas von el propósito de demostrar que Putin es un líder moderado.
Además, Rusia ya es un estado fascista agresivo imperialista.[13] La caída del régimen de Putin marcará el comienzo de un «retorno a la normalidad» largo y difícil, incluso si aquellos que contribuyen a este tienen ambiciones mucho más imperialistas que el propio Putin. Ha llegado el momento del cambio. Nadie debe temer que la Rusia futura sea peor que la actual y el enfoque de «Cuanto peor, mejor» debe aplicarse a Rusia sin vacilación alguna.
*El Dr. Vladislav Inozemtsev es asesor especial del Proyecto estudios de los medios de comunicación rusos en MEMRI.
[1] Charter97.org/ru/news/2022/11/3/522659/, 3 de noviembre, 2022.
[2] T.me/generalsvr/1187, 3 de noviembre, 2022.
[3] Gazeta.ru/army/news/2022/10/07/18746449.shtml, 7 de octubre, 2022.
[4] Lenta.ru/news/2022/10/29/general_lapin/, 29 de octubre, 2022.
[5] Themoscowtimes.com/2022/10/25/chechen-leader-advocates-wiping-out-ukraine-cities-amid-attacks-a79183, 25 de octubre, 2022.
[6] Gazeta.ua/ru/articles/np/_putin-uvolil-rossijskogo-generala-kotorogo-kritikoval-kadyrov-smi/1118300, 29 de octubre, 2022.
[7] Uatv.ua/prigozhin-i-chvk-vagner-pomogut-li-naemniki-povaru-putina-prijti-k-vlasti-mnenie-ekspertov/, 3 de noviembre, 2022.
[8] Washingtonpost.com/world/interactive/2022/russia-fsb-intelligence-ukraine-war/?itid=hp-top-table-main, 19 de agosto, 2022.
[9] Ridl.io/the-pendulum-effect/, 17 de abril, 2018.
[10] Ifri.org/en/publications/notes-de-lifri/russieneivisions/russia-can-economic-difficulties-weaken-political, agosto, 2021.
[11] Mondediplo.com/2010/11/09russia, octubre, 2010.
[12] Media.fom.ru/fom-bd/d42no2022.pdf, octubre, 2022.
[13] Nzz.ch/meinung/wladimir-putin-ist-ein-faschist-wie-er-im-lehrbuch-steht-ld.1673256?reduced=true, 10 de marzo, 2022.