El presidente Biden fue noticia durante su viaje inaugural a Asia cuando se le hizo una pregunta comparativa entre Ucrania y Taiwán. Dentro del contexto de su decisión de no enviar tropas estadounidenses para defender a Ucrania ante una invasión rusa, el presidente dijo que utilizaría la fuerza para defender a Taiwán en caso de que ocurriera un ataque por parte de China. Este amplificó su respuesta al agregar lo siguiente: «Pero la idea de que esta pudiera ser tomada por la fuerza, simplemente tomada por la fuerza, no es, no es lo apropiado. Esto dislocará a toda la región y será otra acción similar a lo sucedido en Ucrania».[1] A pesar de declaraciones similares hechas en el pasado, y casos similares en los que la Casa Blanca se retractó casi instantáneamente por estas declaraciones, esta es otra indicación de que la política de larga data de ambigüedad estratégica de los Estados Unidos se está desgastando. Además, esta situación también puede indicar un reconocimiento de que en una era de competencia entre los grandes poderes, la efectividad en el poder de disuasión también se está desgastando.
«Disuadir al Partido Comunista Chino de su frecuentemente repetido objetivo de llevar a Taiwán a abrazar la llamada patria es exponencialmente más desafiante que cualquier otra cosa vista en Europa»
La respuesta de los aliados en Occidente y países de ideas afines ante la ilegal e inmoral invasión de Ucrania por Rusia ha sido bastante determinado – sanciones económicas contra Rusia acompañadas de una condena generalizada y aislamiento diplomático, mientras que al mismo tiempo le proporcionaban a Ucrania los utensilios de defensa, inteligencia y fuerte apoyo moral. En particular, Suecia y Finlandia han hecho avances decisivos para unirse a la OTAN. Estas históricas y reactivas acciones son dignas de elogio. Sin embargo, también debemos reconocer que esta guerra, que ya ha durado casi 100 días, es el resultado del abyecto fracaso de la disuasión. Occidente, liderado por Estados Unidos, innegable y desafortunadamente, fracasó en disuadir la desastrosa invasión de Rusia a su vecino. Si bien Occidente puede sentirse orgulloso de su apoyo al gobierno y al pueblo de Ucrania desde el día 24 de febrero, también debe admitir que no pudo disuadir a Vladimir Putin de que lanzara el mayor ataque terrestre en la historia europea desde el final de la Segunda Guerra Mundial un día antes
La abierta concentración de fuerzas rusas a lo largo de la frontera con Ucrania proporcionó meses de temprana advertencia a la intención belicosa y cinética de Putin, que demostró previamente con gran efecto en el año 2014. En los años intermedios, Occidente no logró disuadir una repetición de la anterior invasión de Rusia a Ucrania y su posterior anexión de Crimea. Más preocupante, quizás, fue el hecho de que Occidente no estaba unificado en su enfoque sobre la manera de disuadir. La administración Obama se negó a proveerle a Ucrania ayuda defensiva letal frente a la agresión rusa. El gobierno alemán procedió con la construcción de Nord Stream 2 con un amplio apoyo interno, mientras que la nueva administración Biden pareció dar su aprobación también. La dependencia europea al gas y petróleo rusos, algunos dirían adicción, siguió creciendo. Los esfuerzos de Ucrania para unirse a la Unión Europea y la OTAN fueron rechazados, mientras que estados miembros como Francia e Italia cultivaron sus lazos con Rusia. Con una economía 10 veces mayor que la de Rusia, marañas comerciales globales y dependencias de las cadenas de suministro y los mercados chinos, el mayor ejército del mundo, un arsenal nuclear en crecimiento y una narrativa inquebrantable, ¿qué presagia esto para disuadir a una China revisionista y agresiva?
En resumen, disuadir al Partido Comunista Chino (PCCh) de su objetivo a menudo repetido de llevar a Taiwán a acoger la llamada patria es exponencialmente más desafiante que cualquier cosa que se haya visto en Europa. En todo caso, el PCCh es consistente. Nunca ha renunciado a su postura de que Taiwán es parte de China y que la «reunificación» es inevitable. Todos sus líderes han repetido esta declaración durante décadas y la han apuntado periódicamente con la amenaza de utilizar la fuerza. Su legislatura complaciente incluso aprobó la ley contra la secesión en el año 2005 para proveer base legal para intervenir militarmente en caso de que Taiwán se acerque demasiado a la independencia de facto. Lo más inquietante es que el Ejército Popular de Liberación (EPL) ha pasado décadas desarrollando doctrinas, entrenando, ensayando y equipándose con una misión principal en mente – la anfibia invasión de Taiwán y las capacidades contra-intervención corolarias centradas en los Estados Unidos. Militarmente, la intención y capacidad del EPL son bastante claras. Si no se puede disuadir a los líderes del PCCh a una acción militar contra Taiwán, entonces el EPL está bien posicionado para atacar.
«Un enfoque unificado, tal como fue introducido el concepto de disuasión integrada, pudiera ser parte de la respuesta a fin de complicar el cálculo chino»
Ante un EPL cada vez más capaz dirigido por un PCCh revisionista, la administración Biden se ha embarcado en implementar un concepto de disuasión integrada. Un funcionario del Pentágono describió la disuasión integrada como «un marco para trabajar en los dominios de guerras, los teatros y el espectro del conflicto, en colaboración con todos los instrumentos del poder nacional, así como también con los aliados de Estados Unidos y nuestros socios».[2] Mientras la administración Biden ha publicado su Estrategia del Indo-Pacífico que cita este concepto, aún tiene que publicar una Estrategia de Seguridad Nacional y una Estrategia de Defensa Nacional (más allá de una hoja informativa de dos páginas) que articule claramente lo que significa este nuevo concepto y qué pasos concretos toma Estados Unidos en fortalecer la disuasión frente a China.[3] De hecho, parece ser que la República Popular China (RPC) ya se está preparando para la probabilidad de enfrentar el mismo tipo de medidas reactivas que Rusia ha soportado después de la invasión en caso de que este intente mover sus garras en contra de Taiwán.
Dado el impacto de la escala y el alcance de la economía de China en el comercio global, sería muy difícil, en el mejor de los casos, lograr un consenso internacional y la aplicación de sanciones. Lo único verdadero que Rusia exporta es petróleo y gas y ha sido todo un desafío eliminar tales rubros al mundo democrático a pesar de su abierta y brutal agresión contra Ucrania. Sería exponencialmente más difícil tratar de castigar económicamente a China si atacara a Taiwán, ya que los países, las empresas y los conglomerados lo verían como una destrucción económica mutuamente asegurada. Además, China ya ha tomado medidas para mitigar la amenaza de boicots económicos y sanciones, internacionalizando el renminbi como moneda mundial, asegurando rutas terrestres para las importaciones de petróleo y gas y fomentando el consumo interno como alternativa creciente para su economía impulsada por las exportaciones.
En el tribunal de la opinión pública, la mayor parte del mundo libre ciertamente condenaría la agresión de la República Popular China. Sin embargo, el PCCh ha pasado décadas desarrollando una narrativa consistente de reunificación bajo los auspicios de la ley y el principio de una sola China. Además, este invocaría «los tres males» del splittismo, terrorismo y el extremismo con el fin de justificar una invasión a Taiwán, al igual que los rusos han hablado de librar a Ucrania de los nazis. El elemento informativo del poder nacional ciertamente dominaría dentro de las fronteras de China y también dentro de su bien engrasada maquinaria propagandística a nivel internacional. Además, a todos los chicos chinos se les ha enseñado, incluso se les ha lavado el cerebro, desde temprana edad de que Taiwán es parte inalienable de la República Popular China. Habrá poca o ninguna oposición interna china a un llamado a las armas para combatir contra un taiwanés vilipendiado que se resiste a lo inevitable.
El alcance de China también moderaría las posibles acciones diplomáticas en su contra. Pekín tiene un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, junto a su poder de veto. La República Popular China ha gastado enormes recursos en el Medio Oriente, África y Latinoamérica, sin mencionar también en Europa y Asia, que se utilizarán para minimizar el aislamiento diplomático. Si bien una coalición de voluntarios se movería para aislar al régimen del PCCh, será difícil enfrentarse a una ola de países que no querrán arriesgarse a las represalias económicas y de otro tipo que pueda realizar Pekín. Los innumerables ejemplos de coerción económica china contra países tan diversos como Australia, Noruega, Lituania y Corea del Sur servirán como claros ejemplos de lo que sucede si uno se entrecruza con Pekín política o diplomáticamente.
Militarmente, el equilibrio de poder con China ha cambiado claramente desde la crisis de los misiles de Taiwán de 1996, durante la cual los Estados Unidos pudieron desplegar dos grupos de ataque con portaaviones en la región sin temor a que el EPL pudiera hacer algo al respecto. Desafortunadamente, esos tiempos ya no existen. El EPL ha desarrollado, adquirido y desplegado capacidades precisamente para lograr poner en riesgo a los portaaviones estadounidenses, así como también a otras fuerzas estadounidenses en el teatro de operaciones y dentro del territorio nacional. Esto ha provocado que los planificadores estadounidenses en el área de defensa busquen opciones asimétricas para disuadir y si es necesario, derrotar al EPL.
Las posibilidades de disuadir la agresión china parecen bastante sombrías. Particularmente bajo la tutela de Xi Jinping, el PCCh duplica constantemente las decisiones políticas de equivocadas, ineficaces o contraproducentes que puedan ser. El Gran Salto Adelante es quizás el ejemplo más desastroso, mientras que un cero Covid-19 y los bloqueos draconianos son solo los más recientes. Una invasión a Taiwán también sería una decisión desastrosa en muchos niveles, ya que China pagaría muy caro por una agresión tan abierta. No obstante, es muy posible que no se pueda disuadir al PCCh de que cometa un error tan costoso, dependiendo del escenario. Así que, si bien puede que no sea posible disuadir al PCCh, eso no significa que debamos dejar de intentarlo. Ciertamente, es muy posible complicar el cálculo chino para causar alguna pausa potencial en su toma de decisiones. Los informes de oposición y críticas a algunas de las decisiones del secretario general Xi, particularmente en lo que respecta a la desaceleración de la economía y la fatiga creada por el Covid-19, están aumentando, aunque aún son muy débiles.
Un enfoque unificado, tal como lo introduce el concepto de disuasión integrada, pudiera ser parte de la respuesta a la complicación del cálculo chino. El gobierno de los Estados Unidos debería hacer más para explicar totalmente el concepto mientras enfatiza los elementos no-militares del poder nacional y genera más apoyo internacional para hacer retroceder la agresión china. Desarrollar resiliencia económica, diversificar las cadenas de suministro, respaldar a socios afines ante la coerción china y otras acciones proactivas son componentes proactivos fundamentales para fortalecer la disuasión. Tales medidas deliberadas, junto a garantizar que las capacidades militares de los Estados Unidos y sus aliados mantengan una ventaja decisiva, indudablemente darán forma a las decisiones de Pekín.
El ex-primer ministro Wen Jiabao dijo que cualquier pequeño problema puede, cuando se multiplica por 1.300 billones – el tamaño de la población china para ese momento – convertirse en un gran problema.[4] Esta perogrullada es notable y juega con el mayor temor del PCCh de perder el apoyo popular en casa. Aprovechar este miedo mediante una implementación audaz e imaginativa de lo que pudiera ser un modelo de disuasión integrada es quizás un curso de acción que vale la pena seguir con todos los elementos del poder nacional.
*Heino Klinck es miembro de la Junta de Asesores de MEMRI. Este se desempeñó como Subsecretario de Defensa Adjunto de los Estados Unidos para Asia oriental, 2019-2021. Como oficial del área exterior del ejército, Klinck también se desempeñó como agregado militar en China, entre los años 2004-2010.
[1] Zolan Kanno-Youngs y Peter Baker, Biden dice que el ejército estadounidense defenderá
[2] Departamento de Defensa de los Estados Unidos, Disuasión integrada en el centro de la próxima estrategia de defensa nacional, 4 de marzo, 2022 disponible en Disuasión integrada en el centro de la próxima estrategia de defensa nacional > Departamento de Defensa de los Estados Unidos > Noticias del Departamento de Defensa.
[3] The White House, The Indo-Pacific Strategy of the United States, febrero, 2022, disponible en U.S.-Indo-Pacific-Strategy.pdf (whitehouse.gov).
[4] Comentarios del primer ministro Wen Jiabao, Volviendo la mirada hacia China, 10 de diciembre, 2003, disponible en Comentarios del primer ministro chino Wen Jiabao: ‘Volviendo la mirada hacia China’ (chinadaily.com.cn).