La Casa Blanca confirmó [esta semana] que el Presidente Trump y el Presidente ruso, Vladimir Putin se reunirán en una cumbre repentina el 16 de julio en Helsinki. Conocemos los puntos más importantes que estarán en la agenda: las acciones de Rusia en Crimea, Ucrania y Siria; la interferencia de Rusia en los procesos electorales de los Estados Unidos y muchas democracias europeas. Tenemos un punto más a la agenda de la cumbre: Los abusos contra los derechos humanos en Rusia. Bajo la presidencia de Putin, se han cometido violaciones a los derechos humanos, incluyendo denuncias de actuales asesinatos a individuos percibidos como sus opositores. Pero este artículo tratará con algunos de los muchos que han sido encarcelados injustamente.
Hace más de un año, aproveché la oportunidad y escribir un editorial para los lectores de la cadena Fox y relatar la difícil situación de Alexey Pichugin, el prisionero político más longevo de Rusia y peón en el despiadado juego de Putin para ejercer un poder indiscutible en Rusia.
Tal como escribí: la destrucción de la vida del Sr. Pichugin durante los últimos 14 [hoy 15] años es una tragedia que se ha vuelto demasiado común en la Rusia del Sr. Putin. La escalofriante lección es que no es necesario ser un oponente político del Sr. Putin para sentir su ira. Solo es suficiente estar asociado a algún enemigo percibido del Presidente, o ser visto como alguien a través de quien Putin puede vengarse, o algún castigo, o ejemplarizar a otros. La historia del Sr. Pichugin nos abre una ventana a la verdadera naturaleza del Presidente ruso y a las terribles circunstancias de las libertades y el estado de derecho en Rusia, en cuyo cuello (al igual que el Sr. Pichugin) el Sr. Putin tiene ahora puesta firmemente su bota.
Y aún así, al igual que otros 150 prisioneros políticos y religiosos rusos identificados por el Departamento de Estado estadounidense, el Sr. Pichugin yace en su celda, un prisionero en la famosa prisión Black Dolphin (Delfín Negro). Siendo este reconocido como preso político por el Centro de Derechos Humanos, la Fundación Lantos para los Derechos Humanos y Justicia y el Centro Raoul Wallenberg de Derechos Humanos no se le ha asegurado su liberación.
El pasado mes de mayo, el activista de derechos humanos ruso y víctima de un envenenamiento por parte de Putin Vladimir Kara-Murza peticionó al Parlamento británico a que promulgue la «Ley Magnitzky», legislación basada en los estatutos estadounidenses que buscan disuadir a Putin rechazando el otorgarle visas y acceso a mercados occidentales a los compinches de Putin que ejecutan sus abusos contra los derechos humanos. Kara-Murza señaló específicamente la difícil situación de Pichugin, entre otros a quienes Putin ha intentado silenciar y castigar no por lo que han hecho, sino por quiénes son, con quienes se asocian y por lo qué creen.
A lo largo de mis 34 años de servicio a mi Nación, primero como aviador del Cuerpo de Marines y luego en la calle o en posiciones de mando en el FBI, he dedicado mi vida a preservar la democracia y el estado de derecho. Por esa razón, es inaceptable para mí ver a la administración Putin pisotear la ley y los derechos humanos en Rusia. Se debe hacer más y no solo para el Sr. Pichugin, que de ninguna manera es la única víctima de Putin.
Así que mientras los presidentes Trump y Putin se preparan para esta histórica cumbre, hay algo más que el Presidente Trump y los Estados Unidos pueden hacer.
Podemos comenzar por no pretender que Rusia es solo otro país en la comunidad de naciones. Y debemos ampliar las sanciones bajo la Ley Magnitzky estadounidense para que se incluyan a los carceleros y a los jueces, policías y fiscales acusadores responsables de casos tales como el del Sr. Pichugin.
Solo estas restricciones a los beneficios de los mercados en Occidente y la participación en la comunidad de naciones llamarán la atención de Putin. Debemos atacar la cleptocracia en sus bolsillos, haciéndolo más difícil a aquellos que apoyan y ejecutan los excesos de Putin en mover su dinero hacia los bancos en Occidente. Hacerles más difícil inscribir a sus hijos en escuelas elegantes en Nueva York y Londres. Más difícil para que adquieran hogares y escondites en las ciudades más vibrantes y en encantadores complejos del mundo.
Solo esto podrá liberar no solo a Alexey Pichugin y a los 150 nombres en la lista del Departamento de Estado, sino que también se podrá desbloquear los derechos humanos y la dignidad en Rusia. Solo esto eliminará la bota de Putin que pisa sobre el cuello de la libertad y se celebrará la próxima cumbre como un verdadero punto de inflexión a los sucesos que ocurren en el mundo.
* Oliver «Buck» Revell
Director Adjunto de Investigaciones, FBI (Ret.)
Presidente de la Junta Directiva de MEMRI