China, país que comparte fronteras con Afganistán, se está preparando para que los talibanes tomen el poder en el país. La primera preferencia de China será trabajar con los nuevos gobernantes e indica a su población que a pesar de las políticas abiertas del país contra los islamistas, a diferencia de otros, se adhirió a una política de no-intervención. China también preparó a su población a que realizara una política favorable ante los talibanes citando al portavoz talibán Suhail Shaheen, quien llamó a China «amigo» de Afganistán y espera hablar con Pekín sobre las inversiones en el trabajo de reconstrucción del país. Lo más importante es que China citó las garantías Shaheen de que Afganistán no servirá de plataforma para el lanzamiento de ataques contra otros países: «Aquellos de otros países que deseen utilizar a Afganistán como lugar para lanzar ataques contra otros países, nosotros nos hemos comprometido a no permitirlo, ya sea este un individuo o una entidad contra cualquier país, incluyendo China».
El diario portavoz del Partido Comunista de China, Global Times, respondió con la siguiente garantía: «Sin embargo, creemos que China usará su influencia con muchísimo cuidado. China no irá a Afganistán con el propósito de llenar el vacío dejado por la retirada de las tropas estadounidenses. Los Estados Unidos invadieron a la fuerza Afganistán y una vez trató ambiciosamente de transformarlo y liderar la remodelación del país. La postura de China como vecino amigo de Afganistán no cambiará, ni cambiará el principio básico de no-injerencia en los asuntos internos de Afganistán. Nosotros solo brindaremos la ayuda necesaria dentro de nuestras capacidades y nunca nos propondremos dominar Afganistán».[1]
Otra posible señal al respecto fue el anuncio hecho el 21 de julio, 2021 por el portavoz de la cancillería de China Zhao Lijian, de que el alto diplomático Yue Xiaoyong reemplazará a Liu Jian como enviado especial para los asuntos afganos.
Yue se desempeñó anteriormente como embajador de China en Qatar, Jordania e Irlanda y según el anuncio, «establecerá una relación de trabajo con colegas de aquellos bandos más relevantes lo antes posible y mantendrá una estrecha comunicación y coordinación».[2] La publicación de Yue en Doha, el centro político de la diplomacia del Talibán, puede haber motivado su nombramiento.
El experto en temas internacionales Gevorg Mirzayan observó con aprobación desde Rusia este galanteo entre China y los talibanes. Mirzayan creía que, contrario a las esperanzas de Occidente, China no se hará el tonto y repetirá los errores cometidos por la Unión Soviética y Estados Unidos involucrándose en Afganistán. En cambio, este apostará por el nacionalismo pastún que consideraba con hostilidad la presencia de extranjeros armados en el país, ya fueran estos estadounidenses o árabes. China también pudiera contar con la necesidad de Afganistán por hacer que las inversiones chinas lleguen para la reconstrucción del país.
El artículo de Mirzayan puede leerse a continuación:[3]
«En contexto a la vergonzosa retirada estadounidense de Afganistán, los expertos estadounidenses se preguntan: ‘¿Quién es el próximo en la fila del «Cementerio de los imperios?»‘ La respuesta es que los chinos serán los que sigan tras los pasos de los rusos y estadounidenses.
“Los líderes de China son probablemente los más ambiciosos del mundo. Y será muy difícil para ellos virar la mirada ante lo que representa Afganistán, especialmente en vista del hecho de que el país es uno de los 14 estados que limita con la República Popular China por tierra. China es un imperio y sus conquistas imperiales se llevaron a cabo en las tierras occidentales que limitan con Afganistán… La tentación de los imperialistas chinos parece irresistible», escribió Gordon Chang, experto estadounidense en el tema China. Según Chang y sus partidarios de ideas afines, el resultado de la intervención de China en el país, será verdaderamente catastrófico para la República Popular China. Pekín dejará atrás sus recursos, su gente y (lo que es más importante para Washington) sus ambiciones de dominio global en el «cementerio afgano».
«Nosotros no discutiremos sobre los hermosos antojos de los estadounidenses, pero son solo eso, antojos. Contrario a todas las esperanzas de los expertos en Occidente, China no está dispuesta a emular la experiencia soviética y estadounidense y convertirse en el tercer imperio que será enterrado en el «cementerio afgano». ‘»China es un vecino amigo de Afganistán y la República Popular China no alterará dicho papel. China respetará el principio básico de no-interferencia en los asuntos internos de Afganistán. Haremos todo lo posible para proveer la asistencia necesaria, pero nunca aspiraremos por el dominio en Afganistán”, se lee en el artículo del diario Global Times.
«Y esta es una postura muy, muy sabia, equilibrada y basada puramente en el interés nacional chino.
«Los chinos no iluminaran a la población afgana ni mucho menos participaran en la construcción del estado o de cualquier institución gubernamental allí, debido a que todas estas cosas pueden construirse con más o menos éxito siempre que exista una ‘base mental’ correspondiente, es decir, siempre que la gente posea una ‘conciencia de estado’. El pueblo afgano, sin embargo, posee una conciencia de clan basada en lo tribal, por lo tanto, la construcción del estado se hará sobre terreno inestable, lo que absorberá recursos cada vez mayores sin ningún tipo de resultado positivo.
«Los chinos no van a ocupar Afganistán con el propósito de dominar allí. Pekín comprende que, en primer lugar, los recursos de la República Popular China son bastante limitados y segundo, las élites chinas no consideran que Afganistán sea ‘su’ territorio (en contraste, por ejemplo, con la región del sudeste asiático, que, según Pekín, es una esfera exclusiva de influencia china). Sí, China posee intereses en Afganistán, pero también los iraníes, rusos, turcos, paquistaníes, hindúes y por supuesto, los estadounidenses también tienen intereses. ¿Entonces, qué razón debería inducir a China acaparar protagonismo, malgastar recursos y tener querellas con sus vecinos, que están descontentos por las excesivas actividades de china?
«La intervención en Afganistán tendría sentido, si la República Popular China tuviera algunas metas y objetivos globales en el país, que requirieran de una intervención total. Pero tales metas no existen en lo absoluto».
Es más sencillo negociar
¿Qué desean los chinos de las autoridades del país? ¡No mucho!
«En primer lugar, la República Popular China desea que las autoridades afganas (ya sean los talibanes o cualquier otra persona) le retengan el apoyo a los separatistas uigures en el Xinjiang chino en términos de asistencia moral, financiera y territorial (es decir, haciendo que las tierras afganas fronterizas con Xinjiang estén disponibles como base para los uigures que combaten contra Pekín). Y parece ser que los talibanes tampoco están muy entusiasmados con esto. Es cierto, son musulmanes, pero también son nacionalistas pastún y los uigures todavía les son ajenos (a diferencia de los yihadistas internacionales o políticos tales como Erdogan, que aspiran a dominar el mundo islámico). Además, la frontera chino-afgana posee solo unos 80 kilómetros de largo, por lo que no es complicado controlar la frontera sin invadir Afganistán.
Segundo, los chinos no desean que las autoridades afganas ataquen a las repúblicas de Asia central. Este objetivo es más complicado porque, por ejemplo, los talibanes odian a Emomali Rahmon (presidente de Tayikistán), que apoya a los enemigos del movimiento entre los caudillos de la guerra tayikos en Afganistán. Por lo tanto, su inmunidad será un tema de negociaciones con los talibanes. Rusia así como también China también están interesados en las negociaciones multilaterales que aborden la inviolabilidad de la frontera tayika. Por lo tanto, en este sentido, Pekín bien puede confiar en la ayuda diplomática de Rusia.
«Y en tercer y último lugar, los chinos exigen que Afganistán evite convertirse en fuente de islamismo en la región. Kabul puede aprobar cualquier ley del sharia que desee, después de todo, está en su derecho, pero las autoridades del país no deberían intentar introducir un radicalismo religioso a Asia central. La región de Asia central es percibida por China como su ‘patio trasero’, como fuente de productos energéticos y como ruta de tránsito terrestre para la exportación de productos chinos hacia Europa, que pasa por alto las bases navales y los portaaviones estadounidenses. China solo necesita estados laicos, estables (aunque no democráticos) en la región.
«Sin embargo, si China decide abordar este problema mediante intentos de cambio de régimen en Kabul, o mediante una intervención internacional (por ejemplo, tras una decisión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas de desplegar fuerzas de paz en el país, que puede incluya un contingente chino), hará verter gasolina en la islamización de Asia Central. En el caso de guerra, varios yihadistas y grupos terroristas se trasladarán a Afganistán, deseando demostrar su fuerza en una guerra contra los infieles. Estos grupos se establecerán en Afganistán, se atrincherarán y perseguirán sus propios intereses, incluyendo el uso del territorio afgano como escenario de operaciones en la región.
«Pero si no sucede una intervención, los yihadistas extranjeros lo pasarán bastante mal en tierras afganas. Porque cualquiera que llegue a tierras afganas con armas (ya sea estadounidense o árabe) es un intervencionista de las tribus pastún, con todo las consiguientes consecuencias que confiere tal condición. Así que si uno deja en paz a los talibanes, si uno negocia con ellos, entonces ellos mismos pueden expulsar a los yihadistas de sus territorios.
“La palabra clave aquí, por supuesto, es ‘negociar’. Algunos dirán que los talibanes son terroristas, con los que no se debe negociar, de que ningún acuerdo firmado será observado por ellos, ya que al ser musulmanes, no consideran vinculantes los acuerdos con infieles. Sin embargo, esta es una opinión pesimista en exceso. Los talibanes están dispuestos a negociar con China, no porque amen al país, sino porque realmente lo necesitan.
Después de todo, en las actuales condiciones, pocas personas son lo suficientemente opulentas como para invertir voluntariamente activos más o menos serios en su país, mientras que los chinos, según algunos informes, pueden invertir miles de millones de dólares en Afganistán. Además, la República Popular China al hacerlo no puso condiciones políticas que lleven a Afganistán a una alianza contra un tercer estado (en contraste, tales condiciones son presentadas a los talibanes por sus socios occidentales, paquistaníes o hindúes).
«Es por ello que los talibanes ya han declarado que consideran a los chinos como amigos. El movimiento afirmó que no permitirá que las tierras afganas sean utilizadas en contra de China y le da la bienvenida a posibles inversiones chinas. Además, los talibanes están dispuestos a brindar seguridad tanto a estas inversiones como a quienes las actualizan, es decir, los trabajadores y gerentes chinos, que trabajarán para reconstruir Afganistán».
[1] Global Times, 9 de julio, 2021.
[2] Newsweek.com, 21 de julio, 2021.
[3] Vz.ru, 14 de julio, 2021.