A medida que los reveses rusos en Ucrania continúan incrementándose Vladimir Putin se ha apresurado a colocar señales que indican que su país está dispuesto a recurrir a medidas desesperadas en lugar de ceder y aceptar al menos un retorno al estatus quo anterior a la invasión que aún dejaría Crimea y partes de Lugansk y Donetsk bajo control ruso. La movilización parcial, los «referéndums» organizados en áreas ocupadas por Rusia y la extensión de la doctrina militar rusa a estas áreas tienen como objetivo señalar la determinación por parte de los rusos.
El experto en política exterior Gevorg Mirzayan afirmó que Rusia se estaba despojando los guantes para disipar la ilusión de que Rusia capitularía:
“Primero, estoy hablando de la ilusión de que Rusia no está lista para llegar hasta el final. El estatus en las operaciones militares especiales en oposición a la guerra, la negligencia de Moscú en sus medidas de desarrollo militar, su disposición demostrativa para negociar, su negativa en atacar los centros de toma de decisiones en Kiev en respuesta al bombardeo del territorio ruso por parte de los ucranianos, todo dio la impresión de que se podía haber negociado con Rusia un retorno al estatus quo, que existía antes de la operación militar especial reconociendo a Crimea y muy posiblemente, Donbass como parte de Rusia…
«Por lo tanto, la cautela de Moscú durante los meses iniciales al SVO fue percibido como debilidad, lo que permitió a los políticos en Occidente emplear métodos de negociación con Rusia (característicos de la década de los años 1990) con los que se sentían cómodos: presión, ultimátum, etc.».
Ahora bien, dijo Mirzayan, Putin estableció un límite claro para la escalada occidental al advertirle a Occidente que se arriesgaba a confrontar una conflagración nuclear si sus armas de precisión golpeaban contra los territorios anexados que se habían convertido en parte inseparable de la Rusia soberana:
“Durante todos estos meses, Estados Unidos y la Unión Europea han estado en posición precaria respecto al tema del suministro de armas a Ucrania: estos fueron incrementando gradualmente el volumen y la variedad de armas suministradas. Esperaron ver luego de cruzar los notorios puntos de no-retorno ante la dura reacción rusa. Occidente pasó de suministrar equipos y sistemas de armas no-letales a proveer obuses de 155 mm (desde los cuales son bombardeadas regularmente las ciudades de la RPD y la LPR), así como también vehículos aéreos no tripulados kamikaze, al régimen de Kiev.
“Y ahora, Vladimir Putin ha dejado muy en claro que Rusia utilizará todas las armas disponibles en su haber, incluyendo las armas nucleares, con el fin de defender la soberanía nacional y la integridad territorial.
«El presidente no dio más detalles, pero pareciera obvio para muchos que bombardear la ciudad rusa de Kherson o Donetsk con obuses «HIMARS» o «CAESAR» suministrados al régimen de Kiev durante el conflicto por los gobiernos de Estados Unidos y Francia pudiera ser percibido como un intento de amenazar la soberanía nacional y la integridad territorial de Rusia.[1]
Para enfatizar aún más los riesgos de una confrontación nuclear entre Rusia y los Estados Unidos, el embajador de Rusia en Washington Anatoly Antonov, acudió a las páginas de The National Interest escribiendo un artículo realmente inquietantemente titulado «¿La crisis de los misiles cubanos 2.0 sobre Ucrania?»
Antonov invocó dicha crisis al comienzo de su artículo:
«Comencé mi trabajo sobre este artículo por dos razones. Primeramente, este mes de octubre se conmemorarán sesenta años desde que ocurrió la crisis de los misiles cubanos cuando la URSS y los Estados Unidos estuvieron al borde de un conflicto nuclear. Esta es una ocasión para observar más de cerca las lecciones en política exterior que las dos grandes potencias aprendieron de ese momento dramático. Yo creo que cualquier estadounidense estará de acuerdo conmigo en que no debemos permitir que se repita tal situación explosiva de la década de los años 1960. Es importante señalar que no solo Rusia y Estados Unidos, sino también otros estados con capacidad nuclear, confirmaron en una declaración común que una guerra nuclear no puede ser ganada y nunca debe ser librada».
A pesar de la confianza expresada en el párrafo inicial de que todas las partes acordaron que una guerra nuclear y una situación explosiva que pudiera desencadenarla eran inadmisibles, Antonov pasó a acusar a Estados Unidos de crear una situación extremamente explosiva:
“Hoy es obvio que Estados Unidos está directamente involucrado en las acciones militares del régimen de Kiev. Washington está incrementando abiertamente el suministro de armas letales a Ucrania y le provee con servicios de inteligencia. Estos planean conjuntamente operaciones militares contra las fuerzas armadas rusas. Los ucranianos están siendo entrenados para el uso de equipos militares de la OTAN en combate».
«Parece ser que Rusia está siendo puesta a prueba para ver cuánto tiempo se mantendrá paciente y se abstiene de responder a acciones y ataques descaradamente adversos. De hecho, Washington está llevando la situación hacia una confrontación directa de las principales potencias nucleares cargada de consecuencias totalmente impredecibles».[2]
Andrei Sushentsev, decano del Instituto estatal de relaciones internacionales en Moscú y experto en política exterior, quien ha enseñado en Georgetown y en el Johns Hopkins, también insistió en la comparación entre la Ucrania de hoy y Cuba en la década de los años 1960. En un artículo titulado «¿Es Ucrania una Cuba de Europa oriental?», Sushentsev efectivamente respondió: ¡Es todavía peor! Cuba nunca pudiera amenazar militarmente a Estados Unidos, mientras que Ucrania, heredera de las capacidades militares soviéticas, estuvo construyendo un ejército que igualaba numéricamente al ejército de Rusia y cualitativamente, con ayuda occidental. Los que estaban en el poder en Kiev veían a Rusia como una amenaza existencial debido a su poder de atracción para aquellos que se identificaban con Rusia en la zona este de Ucrania y por lo tanto, Ucrania estaba empeñada en derrotar a Rusia y resolver su problema de identidad en el proceso. La conclusión del artículo es que si Estados Unidos tenía dispuesto arriesgarse en librar una guerra nuclear por Cuba, no puede esperar que Rusia haga lo contrario por Ucrania.
El artículo de Sushentsev puede leerse a continuación:[3]
«En el transcurso de las últimas tres décadas, la lógica de las relaciones de Rusia con los países occidentales se ha construido sobre la suposición básica de que Moscú aceptaría cualquier acción de la OTAN para alterar el equilibrio de poderes en Europa. De hecho, Rusia a menudo ha tenido que ceder, lo cual ha empeorado paulatinamente su posición estratégica no sólo en el continente, sino incluso en el cinturón de sus fronteras inmediatas.
“Así fue hasta que Occidente apostó a que Ucrania se uniese a la comunidad transatlántica, cuyos gobiernos durante años construyeron su proyecto nacional en oposición a Rusia.
«Algunos expertos comparan las relaciones Moscú-Kyiv con las relaciones Estados Unidos-Cuba. Cuba, por un lado, se esforzaba por estar en la primera línea de combate contra el capitalismo global, mientras que, por otro lado, estaba estrechamente entrelazada en la vida sociopolítica norteamericana. El país facilitó el despliegue de armas nucleares soviéticas para enfrentar a los Estados Unidos, mientras carecía de su propio potencial militar para enfrentar a Washington. Sin embargo, existen factores que hacen que la relación ruso-ucraniana sea diferente a las conflictivas relaciones entre Washington y La Habana.
«Primero, a diferencia de Cuba, Ucrania inició una militarización intensiva y se transformó en un actor militar importante en Europa oriental. Las poderosas capacidades militares soviéticas (Kiev fue uno de los principales herederos del potencial militar soviético tras el colapso de la Unión) fueron complementadas por los de la OTAN, lo que convirtió a las fuerzas armadas de Ucrania en un nuevo calibre militar. Según varias fuentes, la fuerza del ejército ucraniano alcanzó hasta 250.000 hombres, siendo este solo una cuarta parte de las cifras de las fuerzas armadas rusas. Si estas se combinan a reservistas y empleados de varias agencias de seguridad ucranianas, el número pudiera sumar más de un millón, lo cual es comparable al tamaño del ejército ruso. Hoy día, todo este poder está comprometido en el frente de batalla.
«En segundo lugar, Ucrania posee un conflicto socio-cultural no resuelto entre personas con una identidad pro-rusa y aquellas cuya visión del mundo se alinea con la idea nacional de la Ucrania occidental.
«La permanencia de este último en el poder ha predeterminado un conflicto armado civil con el este del país. Durante 8 años, a partir del año 2014, el oblast en Donbass ha estado bajo constante presión militar por parte de Kiev. Tal conflicto ordenó tanto la radicalización de aquellos con identidad rusa que residen en Donbass y aquellos de orientación pro-occidental, que comenzaron a percibir a Rusia como una amenaza existencial. Estos últimos comenzaron a percibir su propio destino asignado en la derrota de Rusia, creyendo que esto impulsaría la solución del conflicto civil al este del país.
«Tal conjunto de contradicciones pudiera compararse con el dilema India-Pakistán, que se pelean desde hace más de medio siglo por tener propiedad sobre el territorio de Jammu y Cachemira. Ambos países surgieron simultáneamente tras el colapso de la India británica. Para Pakistán, el ‘nacimiento’ de su condición de estado está directamente relacionado al enfrentamiento contra India. Ambos países construyen simultáneamente fuerzas armadas sustanciales, incluyendo las armas nucleares. Pakistán comenzó a desarrollar relaciones en política exterior con estados hostiles a India, tratando de equilibrar la amenaza que emana de Nueva Delhi.
“Moscú percibió a Ucrania como un país antagónico similar, al darse cuenta de que en unos pocos años este pudiera obtener una cantidad significativa de armas de los estados miembros de la OTAN, lo que sería suficiente como para infligir un daño desproporcionadamente grande a la región del Donbass o a la propia Rusia. Moscú se enfrentó a un doble desafío estratégico. Dado el trasfondo ante la reducción del tiempo que necesitaría Rusia para lograr negociaciones, mientras Ucrania adquiría el potencial de poder suficiente como para resolver el problema al este, los sentimientos anti-rusos crecían rápidamente en la propia Ucrania.
«La combinación de estos factores explica el por qué Rusia reaccionó con calma ante la decisión de los dos estados escandinavos en unirse a la OTAN. Si uno compara las capacidades militares de Finlandia y Suecia, es obvio que son significativamente inferiores a las de Ucrania. Además, las contradicciones socio-culturales entre Rusia y los países escandinavos están ausentes (a diferencia del caso de Ucrania) donde son capaces de llevar a una exacerbación instantánea del conflicto militar.
«Aunque este conflicto sigue siendo una confrontación armada entre dos estados, este afectará toda la arquitectura del orden mundial y alterará los contornos de la estrategia en política exterior de Rusia. Los siguientes son solo algunos de los elementos desconocidos de la nueva ecuación global: Aún no está del todo claro ¿qué pasará con las Naciones Unidas y cuál será el lugar de Rusia en estas? ¿Cómo funcionarán la economía y la logística del mundo? ¿Cómo y a dónde serán exportados los recursos energéticos rusos? ¿Seguirá la Unión Europea como un organismo económicamente estable y duradero, tal como lo fue con los recursos rusos más baratos?
“Claramente, las relaciones de Rusia con Occidente están cambiando cualitativamente. La constante más comprensible en estas transformaciones es que Rusia y los estados miembros de la OTAN serán adversarios (de la misma manera que lo fueron durante la segunda mitad de la década de los años 1940, una época de rígida bipolaridad emergente. Sin embargo, también pueden registrarse los contornos del cambio en la relación Estados Unidos-Europa.
«Ahora los europeos no tendrán elección a un socio. Tendrán que orientarse únicamente a los Estados Unidos. Debido a la incapacidad para una diversificación estratégica, estos se verán obligados a someterse a la disciplina de la OTAN. Dado que no tienen opción de cooperar con Rusia, tendrán que depender de la protección militar estadounidense, lo que les costará mucho más caro. En este sentido, Europa perdería su autonomía estratégica, lo que probablemente pudiera ser una de las principales consecuencias de la crisis que toma su curso».
[1] Vz.ru, 23 de septiembre de 2022.
[2] Nationalinterest.org, 28 de septiembre de 2022.
[3] Iz.ru, 23 de septiembre, 2022.