Fue la famosa frase del punto de no-retorno en siria vociferado por Barack Obama en el año 2012 – de que la utilización de armas químicas por parte del presidente sirio Assad provocaría una acción militar estadounidense.[1] En su lugar, condujo a un acuerdo diseñado por el patrono de Assad en Moscú en el año 2013 lo que supuestamente puso fin a que Assad dejara de utilizar armas químicas. El secretario de Estado estadounidense John Kerry elogió a Rusia por ser «constructiva» en concretar el acuerdo, el cual fue promovido como un gran éxito al cargo que ocupo Kerry en el Departamento de Estado.[2] Para el año 2016, Assad volvió a utilizar armas químicas, que este en realidad nunca eliminó, lo que provocó ataques en retaliación por parte de la administración Trump en los años 2017 y 2018 (el último junto al Reino Unido y Francia).[3] Assad nunca renunció a las armas químicas y Rusia le ayudó a resolver el asunto mientras lo cubría ante los desventurados estadounidenses.[4]
25Un poco menos de una década después, Estados Unidos, según el ex-secretario de Defensa Panetta, se ve involucrado en una guerra de poder a todo dar contra Rusia por el tema de Ucrania. A menos de seis años después de que el presidente Obama declarara que «Ucrania es de interés central para Rusia en una forma que no lo es para Estados Unidos»,[5] el aventurerismo de Ucrania y Rusia es ahora prioridad en la política exterior de los Estados Unidos. Esto es del todo cierto en la medida en que Washington ha enfatizado las ya tensas relaciones con China, India, Arabia Saudita e Israel con el objetivo de presionar por concretar una línea más dura de dichos países en contra de Rusia.
Y en lugar de buscar algún tipo de salida, Washington ha incrementado constantemente su apuesta ante Moscú, con 3.5 billones de dólares en armas prometidas para Ucrania desde que comenzó la guerra en febrero de este año 2022. Los políticos han pedido que decenas de miles de millones de los fondos rusos que ya han sido congelados por Occidente se mantengan así de forma permanente y que los líderes rusos sean juzgados ante un tribunal internacional. Otros (incluyendo a un presidente Biden confundido) han pedido un cambio de régimen y algunos incluso han pedido que Rusia sea dividida.
En medio de una aparentemente férrea enemistad, los comentaristas han notado la incongruencia del papel que ejerce Rusia sobre el tema de las conversaciones nucleares con Irán, en donde Rusia sirve de intermediario entre su aliado Irán y los estadounidenses, que ni siquiera están presentes en la misma sala con los iraníes. Al igual que en el caso de Assad, los rusos están tratando de ser «útiles» y Estados Unidos confía en la diplomacia rusa.[6]
Mucho se ha dicho sobre el cómo Rusia se beneficiará materialmente del alivio ante las sanciones de Occidente impuestas a Irán y el cómo Rusia utilizara esto como vía de escape para su propia evasión ante las sanciones impuestas a este por parte de Occidente, lo que pudiera generar billones de dólares para su futuro papel como depositario del uranio enriquecido que pueda producir Irán y como constructor de las nuevas centrales nucleares para Irán.[7] Se ha dicho bastante menos sobre el potencial muy verdadero ante la duplicidad rusa absoluta.
De conformidad al artículo 7 del acuerdo en materia nuclear PAIC del año 2015, el inventario de Irán (en ese momento) de 8,5 toneladas de uranio enriquecido fue enviado a Rusia en diciembre del año 2015. Pero en febrero del 2016, el coordinador del Departamento de Estado de la administración Obama para Irán Stephen Mull, testificó ante la Cámara de Representantes de los Estados Unidos que Washington le perdió el rastro al uranio enriquecido, que ahora estaba bajo control ruso y fuera de la supervisión de la AIEA.[8]
De alguna manera, esperamos que Rusia, por su propio interés, actúe de manera relativamente responsable en algunas agendas de seguridad nacional, tales como la cartera de Irán, mientras buscamos tranquilamente su debacle en otros lugares. Tales ilusiones bordean la locura. El peligro no es tanto el incumplimiento de las sanciones rusas, sino que Rusia busca un espectro total de formas creativas para socavar los intereses estadounidenses y occidentales de la misma manera que Occidente busca socavar los intereses rusos alrededor del mundo.
Occidente puede consolarse de que es más poderoso, ciertamente en términos de coerción financiera, que Rusia. Pero una Rusia gobernada por Putin (suponiendo que sobreviva) encontrará – y muy lógicamente debe – encontrar formas creativas e indirectas de crearle inconvenientes travesuras a Occidente a la manera de venganzas. Es muy posible que las armas en Occidente proporcionadas a Ucrania y capturadas por Rusia puedan aparecer en manos de actores anti-Occidente en todo el mundo. Del mismo modo, el papel de Rusia en salvaguardar el material nuclear para Irán será menor que las acciones de un actor diplomático responsable y más las de un socio iraní que pretende desempeñar el papel de mediador internacional.
Estados Unidos ha tratado de abrir una brecha entre Rusia y sus diversos aliados y socios en el mundo (Venezuela, Cuba, Irán, India, China), pero el resultado final puede ser, probablemente después de la guerra en Ucrania, unirlos. Es mejor «estar junto a Rusia, o los estadounidenses nos colgarán por separado», parafraseando a Benjamin Franklin. Pero trabajar juntos para evitar la presión económica occidental es lo de menos. Un movimiento ruso lógico sería buscar formas de escalar para aliviar presiones, sumergiendo el equilibrio en guerras proxy del Tercer Mundo, eliminando a más individuos globalmente utilizando agentes neurotóxicos,[9] colocándole armamento a un actor anti-Occidente ambicioso uno tras otro – del tipo que Occidente preferiría marginar – y elevando el precio de la hegemonía occidental.[10]
Rusia lógicamente buscará aliviar la presión sobre ello complicando las cosas para sus adversarios, ya sea ayudando a los malos actores regionales como Irán, la proliferación de armas, acelerando las actividades desestabilizadoras como la migración ilegal masiva a Occidente, o cualquier otra cosa que pueda costarle a Occidente en la cartera del votante, el presupuesto de defensa o las urnas. No hay respuestas fáciles ni arreglos rápidos para tales desafíos. Pero que los rusos ganen algo de dinero con un posible acuerdo nuclear iraní es lo de menos.
*Yigal Carmon es presidente de MEMRI. Alberto M. Fernández es vicepresidente de MEMRI.
[1] Abcnews.go.com/blogs/politics/2013/12/john-kerrys-top-accomplishments-and-looming-challenges, 14 de diciembre, 2013.
[2] Nbcnews.com/meet-the-press/meet-press-transcript-july-20-2014-n160611, 20 de julio, 2014.
[3] France24.com/en/20180414-syria-chemical-weapons-red-line-obama-macron-assad-russia-usa-france-idlib, 16 de abril, 2018.
[4] Politifact.com/article/2017/apr/05/revisiting-obama-track-record-syrias-chemical-weap, 5 de abril, 2017.
[5] Brookings.edu/blog/order-from-chaos/2016/03/18/the-obama-doctrine-and-ukraine, 18 de marzo, 2016.
[6] Fdd.org/analysis/2022/04/12/how-russia-could-earn-billions-nuclear-deal, 12 de abril, 2022.
[7] Warontherocks.com/2022/03/the-wisdom-of-nuclear-carve-outs-from-the-russian-sanctions-regime, 17 de marzo, 2022.
[8] Investigación y Análisis de MEMRI No. 1597, Revisión del Acuerdo Nuclear de Irán de 2015, 26 de marzo, 2021.
[9] Globalbiodefense.com/2020/09/11/navalny-chemical-attack-putin-assad-playbook-koblentz, 11 de septiembre, 2020.
[10] Gjia.georgetown.edu/2022/04/08/nuclear-nonproliferation-after-the-russia-ukraine-war, 8 de abril, 2022.