En un artículo publicado el 21 de junio, 2020 en el diario afiliado a los Emiratos Árabes Unidos en Londres Al-Arab, el escritor iraquí Ibrahim Al-Zubaidi argumentó que el Primer ministro iraquí Mustafa Al-Kadhimi se le ve «muy asustado, vacilante y débil para hacerle frente a la ocupación iraní». 

El escritor argumentó que Al-Kadhimi exageró algunas promesas sobre el erradicar la corrupción, responsabilizar a los terroristas y a los malversadores de fondos, limitar las armas a los aparatos de seguridad del gobierno y restaurar la soberanía de Irak y otras reformas radicales, incluso antes de completar su gabinete. 

Al-Zubaidi dijo que aunque solo han pasado dos meses desde que Al-Kadhimi asumió el cargo, sus «controvertidas» acciones y declaraciones hasta ahora parecen contradecir las promesas que este hizo, lo que indica que no es el hombre adecuado para ocupar tal cargo.

Lo siguiente son extractos traducidos del artículo de Al-Zubaidi:[1]

Al-Kadhimi durante su visita a Nuri Al-Maliki, ex primer ministro y jefe del bloque parlamentario del Estado de Derecho (fuente: Rudaw.net, 16 de junio, 2020).

«[Al-Kadhimi] absolvió al gobierno de su derrocado predecesor Adel Abdul-Mahdi, de cualquier pecado cometido. Más bien, consideró que el oprimido y desgarrado pueblo iraquí era rebelde e ingrato porque no elogiaba los grandes logros [del gobierno de Abul-Mahdi], ni ofreció gratitud hacia dicho gobierno.

«Esto es a pesar del hecho de que 600 manifestantes fueron asesinados a tiros por los aliados de Abdul-Mahdi, las Hashad [es decir, las Unidades de Movilización Popular – UMP], además de cientos de heridos o desaparecidos y cuyos asesinatos o desapariciones Al-Kadhimi prometió investigar, pero en realidad no hizo nada al respecto.

«Además, el asistente de [Al-Kadhimi] anunció que el gobierno anterior dejó solo $300 millones en las arcas del estado, sin embargo, Al-Kadhimi jubiló a aquellos funcionarios anteriores cuando en realidad debería haberlos enjuiciado.

«[Al-Kadhimi] le ordenó a sus fuerzas de seguridad que asalten la sede de la organización terrorista Tha’ir Allah en Basora con el propósito de arrestar a los pistoleros que abrieron fuego contra los manifestantes, pero nuevamente las autoridades los liberaron poco después. Este hizo regresar a tres líderes militares que fueron despedidos por su predecesor, el derrocado primer ministro Adel Abdul-Mahdi, aun así decidió someterse a la presión de Masoud Barzani nombrando al secretario de este último Fouad Hussein, como ministro de asuntos exteriores, a pesar de que hubo muchos interrogantes sobre el desempeño [de Hussein] y numerosos informes sobre su corrupción y el hecho de que este no cree en algo llamado Irak.[2]

«[Al-Kadhimi] también acordó nombrar a Ehsan Abdul Jabbar director de la Compañía de Petróleo de Irak, como ministro de minas e hidrocarburos, a pesar de que existen 16 casos de corrupción en su contra en la Comisión de Integridad desde su época en que se desempeñó como gerente general de la Corporación de Petróleo de Irak.

«Al-Kadhimi ordenó la liberación de los manifestantes detenidos, sin embargo, nadie ha sido liberado aún… ¡El que dirige los servicios de inteligencia iraquí instruyó a sus fuerzas de seguridad a que averiguaran si estos se encontraban detenidos en prisiones secretas![3]

«[Al-Kadhimi] visitó el cuartel general de las UMP y se quitó su traje civil y se puso [la chaqueta] de las UMP, cuando supo que el pueblo iraquí esperaba que detuviese a estas milicias, confiscara sus armas y pusiera fin a su odio por el estado y por los ciudadanos.

«Y aún más, Al-Kadhimi advirtió mientras estuvo rodeado por los líderes de las UMP que constantemente se jactan de que están por encima del estado y la ley, de que algunos partidos buscan crear una brecha entre las UMP y el estado. Al-Kadhimi dijo: ‘El Hashad fue creado en respuesta al fatua del gran Ayatolá Ali Al-Sistani y socavar sus sacrificios es algo totalmente inaceptable.

«Este suspendió los salarios de los refugiados de Rafha y de quienes reciben el doble de este, pero retrocedió y cedió a sus protestas y canceló su decisión, aunque este sabe muy bien que… tal medida tendrá un impacto negativo en la población iraquí que continúa exigiendo justicia social y busca poner fin al robo organizado de los fondos del estado que ya se encuentra en bancarrota[4].

«Entonces, sus mayores pecados fueron cuando visitó a Nuri Al-Maliki, a quien millones de iraquíes consideran el jefe del estado a la sombra y el líder de los ejércitos de la corrupción y de los corruptos. En lugar de visitarlo, este debería haberlo presentado ante la justicia… Sin embargo, los ayudantes de Al-Kadhimi intentan justificar su postura subrayando que criticó a Al-Maliki durante su visita a Mosul, a pesar de que no lo nombró, cuando dijo que Mosul cayó en manos del EIIS debido a su pésima gestión y corrupción.[5]

«Se dice que Al-Maliki estaba enojado por tal declaración y parece ser que Al-Kadhimi no pudo soportar las consecuencias de la ira de Al-Maliki contra él, por lo que este se apresuró a visitarlo para disculparse».

«Uno debería preguntarse si Al-Kadhimi se ha dado cuenta, luego de sus promesas, de que sus oponentes quienes se oponen a la justicia social, a la integridad y al patriotismo sean demasiado grandes como para que este los derribe y es incapaz de luchar contra ellos ¿O se está adhiriendo a la estrategia política de «tomar y luego exigir», una política paso a paso para lograr sus objetivos finales? ¿O en principio no tiene interés en liderar a su pueblo en la batalla por liberar a su país de la ocupación, de la corrupción y de la falta de dignidad?

«La conclusión es que Irak, bajo la actual y muy fuerte ocupación iraní que patrocina el pulpo de la corrupción, del fracaso, de la colaboración extranjera, no necesita de un primer ministro que sea cortés, tranquilo, vacilante, temeroso y débil, tal como lo es Mustafa Al-Kadhimi, sino que necesita a alguien como Alejandro el macedonio, Hitler, Mussolini o Tarzán».


 

[1] Alarab.co.uk, 21 de junio, 2020.

[2] Fouad Hussein, un individuo kurdo iraquí y el escritor considera que este es separatista y su lealtad es hacia Kurdistán y no Irak.

[3] Al-Kadhimi fue y aún dirige el servicio de inteligencia iraquí y el escritor presume que debería saber dónde están estas cárceles secretas.

[4] Después del año 1991, Arabia Saudita acogió a unos 5.391 refugiados chiitas iraquíes que huyeron del régimen de Saddam a través de las fronteras y fueron alojados en el campamento Rafha. En el 2013, el parlamento iraquí aprobó una ley que les otorga a estos refugiados y sus familias salarios mensuales.

[5] Nuri Al-Maliki fue primer ministro de Irak en el año 2014 cuando el EIIS tomó control de Mosul.