En unos dos meses a partir de hoy, comenzará a llover en las tierras altas de Etiopía. Esta es la temporada de lluvias más larga en ese país y será el momento en que se lleve a cabo el segundo llenado parcial de la gran represa etíope Renacimiento (GRER). Si el proyecto GRER y el primer llenado parcial de la represa ocurrida en el verano pasado hicieron subir las tensiones con aquellos estados río abajo, Sudán y Egipto, este año el llenado viene acompañado de dos recientes eventos adicionales que los intensifican aún más: un brutal conflicto interno dentro de Etiopía en el área de Tigray y las tensiones fronterizas entre Sudán y Etiopía en la región de Fashaga. El proyecto GRER debería, en años lluviosos normales, traer beneficios a los tres países en términos de regularización al flujo de agua, pero en años de sequía, Egipto se vería a merced de una potencia extranjera a 3.200 kilómetros de distancia.[1]

El llenado completo del lago en el proyecto GRER llevará varios años y no hay razón para que este año sea decisivo, pero no existe ninguna duda de que la desconfianza y las tensiones van en aumento. Además del conflicto dentro de Etiopía, tanto Sudán como Egipto se enfrentan a una variedad de desafíos internos[2]. Otros siete países componen los diez estados sobre la ribera de la cuenca del Nilo[3] y junto a los países de la cuenca del Nilo vinculado a otros estados regionales en el Medio Oriente, África y potencias globales en otros lugares, las crecientes tensiones sobre el GRER proyectan situaciones muy sombrías.

Mientras la Unión Africana busca negociar un acuerdo, Sudán y Egipto han pedido ampliar las mediaciones con las Naciones Unidas, la Unión Europea y los Estados Unidos, además de la Unión Africana. Etiopía aún no ha aceptado, mientras que el presidente egipcio Al-Sisi advirtió severamente recién de que «el agua de Egipto tiene limitaciones prohibitivas». Tanto Egipto como Etiopía han alternado entre sonar conciliatoria y belicosamente, mientras Sudán – que se ve atrapado en el entremedio, se inclina ahora hacia Egipto. Sudán y Egipto concluyeron recientemente la realización de juegos de guerra conjuntos en los que participan tanto aviones como fuerzas especiales.[4] El GRER se encuentra a solo 28 millas de la frontera con Sudán.

Percibiendo, correctamente, de que una situación ya volátil se viene deteriorando paulatinamente, la Administración Biden envió al senador estadounidense Chris Coons (D-Connecticut) a Etiopía en marzo del 2021 e insinuó también la selección del veterano diplomático Jeffrey Feltman como Enviado Especial a la zona del Cuerno de África. Mientras se ponen en práctica estas piezas y se elaboran esfuerzos febriles hacia lograr un mecanismo de negociación mutuamente aceptable, ¿cuáles deberían ser los pasos diplomáticos prioritarios a tomar en este multifacético conflicto?

Recuperen las barandillas – si bien la diplomacia de la Unión Africana ha sido una constante y varios países, incluyendo a los Estados Unidos, no han estado ausentes en sus esfuerzos, la dimensión militar de un posible conflicto está más cerca de surgir que nunca. Algunas partes de la frontera entre Sudán y Etiopía albergan ahora no solo a fuerzas armadas regulares sudanesas y etíopes, sino también a las fuerzas irregulares y milicias tribales indisciplinadas. Los ex-Janjaweed de Sudán, las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), se enfrentan a las milicias de Amhara conocidas por su brutalidad contra la población local.[5] Con la posibilidad de que se intensifiquen los ya inadvertidos enfrentamientos y los prominentes ruidos de sables públicos, un primer paso debe ser garantizar que una situación peligrosa y volátil no se deteriore aún más y se convierta en un conflicto militar abierto antes de que lleguen las lluvias.

Lograr ser precisos con Sudán – el creciente conflicto regional pone en gran riesgo la frágil transición de Sudán hacia la democracia y la paz nacional. El gobierno de transición de Sudán ha firmado acuerdos de paz con casi todos los grupos rebeldes del país, acercando más que nunca la posibilidad de lograr una paz verdadera a las áreas más sufridas tales como las montañas Nuba y la región del Nilo Azul. Sudán acaba de acoger a 70.000 refugiados etíopes en los últimos meses.[6] El gobierno civil también ha comenzado a tomar medidas políticas y económicas muy necesarias para abordar la triste herencia de las tres décadas del régimen de Bashir. Pero existe una continua feroz competencia no solo entre los bandos civiles y militares del gobierno, sino también dentro de las facciones militares. La comunidad internacional, dirigida por los Estados Unidos, no debe perder el enfoque en su apoyo a las reformas y transformaciones políticas de Sudán. Sería una gran tragedia que la transición de Sudán se perdiera en un creciente conflicto sobre el tema de las aguas del Nilo impulsado particularmente por los vecinos autoritarios del norte y sureste del país.

¿Una rampa de salida para Abiy Ahmed? – ¡Cómo se han derrumbado los valientes! El primer ministro etíope Abiy Ahmed, ganador del Premio Nobel de la Paz en el año 2019, ahora se ve acusado de forma muy creíble de estar en la cresta del nacionalismo amhara por cometer una limpieza étnica salvaje contra sus rivales de Tigray. Etiopía llamó (o permitió) que Eritrea, el antiguo enemigo de Corea del Norte ahora aliado de Ahmed, se uniese a la matanza en Tigray.[7] Un mejor escenario para la comunidad internacional sería proveerle una vía de escape al líder etíope lejos de un mayor deterioro de la situación política y de seguridad interna dentro de Etiopía mientras se busca desvincular a Ahmed del dictador eritreo Isaias Afwerki; esta es una tarea muy difícil. Ahmed describió al ejército de Etiopía de que «combatía en ocho frentes diferentes» contra sus enemigos, una descripción que parece ser de mal augurio para la estabilidad a corto plazo del país y sus relaciones internacionales. Y tal inestabilidad, a su vez, hace que los dividendos del proyecto GRER sean un imperativo urgente mayor para un Ahmed mesiánico en lograr algún tipo de progreso tangible o insinuar prosperidad para su pueblo,[8] enfureciendo aún más a un Egipto temeroso por las sequías y a un Sudán amenazado por las inundaciones.

Advertir/hacer participar a los vecinos – si bien Eritrea ha desempeñado un papel clave en avivar la inestabilidad dentro de Etiopía en los últimos meses, este no es el único comodín regional que puede empeorar la situación. Sudán es asaltado por los remanentes del régimen de Bashir que transmiten diariamente propaganda islamista anti-gobierno en árabe desde Estambul (el gobierno de Erdogan apoyó mucho al brutal régimen de Bashir en sus últimos años).[9] Sudán, Etiopía y Eritrea poseen una larga historia de armar a grupos rebeldes e insurgentes y enfrentarlos unos contra otros. Los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Qatar e Israel pueden desempeñar un papel primordial en mejorar o empeorar la situación y deben mantener un diálogo constante con los mediadores internacionales para de esta manera garantizar que desempeñen, al menos, un papel nada negativo.

Evitar alienar a Egipto – Uno de los problemas con las negociaciones del proyecto GRER en los últimos años fueron las preocupaciones de Etiopía en donde la administración Trump favorecía a Egipto. Eso ciertamente no será un problema con la administración Biden.[10] El peligro ahora es que Egipto pudiera estar tan alienado por la nueva administración que pudiese sentir que no tiene nada que perder con una fuerte respuesta militar ante Etiopía si este es provocado. La ironía es que Estados Unidos, dadas las preocupaciones sobre el tema de los derechos humanos ante el gobierno de Ahmed, no puede inclinarse demasiado en abrazar al ahora manchado de sangre líder de Etiopía y alejarse de Egipto, incluso así Biden lo deseara. Estados Unidos necesita de una relación laboral tanto con Ahmed como con el «dictador favorito» del presidente Trump, el presidente Al-Sisi, para evitar así que la situación general se deteriore aún más y mucho menos intentar forjar algún tipo de solución que sea un alivio a las apariencias.

*Alberto M. Fernández es el vicepresidente de MEMRI.


[1] Nature.com/articles/s41467-020-19089-x, 16 de octubre, 2020.

[2] Véase la serie de MEMRI Investigación y Análisis No. 1525 – Crecientes tensiones sobre el tema de la cuenca del río Nilo (Material actualizado), 16 de julio, 2020.

[3] Nilebasin.org, consultado el 6 de abril, 2021.

[4] Twitter.com/EgyArmySpox/status/1379028001782894592, 5 de abril, 2021.

[5] Oromianeconomist.com/2021/03/30/ethiopia-the-amhara-militia-and-the-special-forces-committed-genocide-ethnic-cleansing-against-wallo-oromo, 30 de marzo, 2021.

[6] Alaraby.com/news/%D8%B3%D9%8A%D8%A7%D8%B3%D8%A9-5247, 1 de febrero, 2021.

[7] Foreignpolicy.com/2021/03/03/eritrea-ethiopia-tigray-war-crimes-abiy-ahmed, 3 de marzo, 2021.

[8] Eritreahub.org/the-politics-and-problems-of-prosperity-party-gospel, 5 de abril, 2021.

[9] Al-ain.com/article/turkey-brotherhood-sudan, 1 de marzo, 2020.

[10] Washingtonpost.com/national-security/2021/04/02/egypt-weapons-biden-lobbying, 2 de abril, 2021.