El 21 de mayo del presente año 2022, la capital lituana de Vilnius fue anfitrión de un «foro anti-guerra», organizado por activistas de la oposición rusa que residen en Occidente. Claramente, los activistas de oposición que vivían en Rusia no pudieron asistir al evento (el día 11 de abril, Vladimir Kara-Murza, destacado crítico del presidente ruso Vladimir Putin, fue detenido en Moscú luego de llamar al gobierno ruso régimen de asesinos).[1] Sin embargo, en lugar de ser una reunión de activistas de alto perfil que condenaron la agresión del Kremlin, el foro Vilnius resultó ser solo una reunión aburrida que únicamente puede ser recordada por una iniciativa: el intento de concebir «el pasaporte del ‘Buen Ruso'», que desató un sinfín de bromas entre los participantes y pudiera ser considerado como la peor idea jamás planteada por aquellos emigrados rusos.

La idea principal detrás de la iniciativa de crear este tipo de «pasaporte» fue construir una red de rusos que pudieran confirmar quién es y quién no es partidario de Putin. En consecuencia, los gobiernos en Occidente podían confiar en esta red para decidir si a un ciudadano ruso se le puede otorgar una visa, un permiso de residencia o papeles de trabajo. Sin embargo, cabe señalar que ningún gobierno parecía tener interés en tal iniciativa. Además, el concepto no solo estaba mal elaborado, sino que también generaba preocupación de que los líderes de la oposición están tratando de idear una especie de «gobierno en el exilio», que tendría cierta autoridad sobre sus compatriotas.

El deseo visible de los líderes opositores de proclamarse representantes de un «gobierno en el exilio» ruso provocó duras críticas de los activistas presentes en el foro Vilnius, así como de quienes lo seguían en la red y puso en tela de juicio la posibilidad misma de organizar a la oposición.

(Fuente: Valentin Egorshin / TASS)
(Fuente: Valentin Egorshin / TASS)

El fracaso de los liberales rusos

¿Cómo sucedió todo esto? ¿Por qué esta gente, muchos de los cuales fueron ministros o diputados de la Duma estatal, ahora no ejercen ningún tipo de influencia sobre la sociedad civil rusa y se han exiliado, dejando el país donde formaban parte de la clase política gobernante hace solo un cuarto de siglo? Para responder a esta pregunta, debemos re-trazar la historia de la oposición liberal rusa desde sus inicios en la década de los años 1990.[2]

Yo diría que la oposición rusa se enfrentó a varios problemas sistémicos que le impidieron casi por completo convertirse en una importante fuerza política nacional con una fuerte conexión a la población o con una amplia base electoral.

Primeramente, el fracaso de los liberales en Rusia fue el resultado de la transición URSS-Rusia. Luego de la caída de la Unión Soviética, los liberales lograron obtener posiciones de liderazgo en el primer gobierno ruso. Esto llevó a dos consecuencias principales: Por una parte, los liberales se convirtieron en responsables de todas las dificultades que soportó el pueblo ruso durante la década de los años 1990, así como de toda la corrupción e incompetencia que surgieron para ese momento; por otro lado, estos se convirtieron en rehenes a su lealtad con el presidente Boris Yeltsin y aquellos designados por él.

Cabe señalar que la gente de Yeltsin estuvo presente en el gobierno y en la administración del Kremlin hasta al menos mediados de la década de los años 2000. Sin embargo, los liberales estaban sujetos a restricciones al oponerse a Putin y sus políticas. Debo recordarle al lector que, en el año 2003, el difunto Boris Nemtsov hizo campaña en las elecciones de la Duma estatal bajo el lema  «Кириенко вДуму, Путина впрезиденты! [[Sergey] Kirienko[3] al Parlamento, Putin a la presidencia!»

Cuando algunos liberales superaron su solidaridad corporativa, ya era demasiado tarde: el aparato estatal ya estaba controlado por Putin y la nueva élite política comenzó a marginar a quienes intentaban pedir la restauración de la efímera democracia rusa. Ya en el año 2008 quedó del todo claro que la oposición rusa no tenía ninguna posibilidad de éxito. De hecho, mientras en las vecinas Georgia o Ucrania miles de personas salieron a la calle, cambiando la historia de sus naciones, los liberales rusos se veían casi totalmente incapacitados.

Perderse la oportunidad de apoyar los llamados a reformas de Medvedev

El segundo punto de bifurcación importante se produjo después del año 2008, cuando Putin abandonó el Kremlin y nombró a su leal Dmitry Medvedev como presidente (interino). Para ese momento, ninguno de los líderes opositores tomó lo suficientemente en serio los llamados de Medvedev a la modernización y reformas, en parte porque el nuevo presidente no era «uno de ellos» y provenía de un bando político diferente. Incluso la política de «reinicio» y los llamados a una mayor apertura y democratización no impresionaron para nada a los liberales.

Hasta el año 2011, los liberales no solo no expresaron su apoyo a los intentos de reforma de Medvedev, sino que ni siquiera lo consideraron un «presidente verdadero». Mientras tanto, el joven y ambicioso gobernante del Kremlin buscaba un apoyo más amplio tanto del sector empresarial como del público, ya que este había considerado seriamente la opción de despedir al entonces primer ministro Putin y postularse para un segundo mandato en el año 2012.

Aquellos familiarizados con la historia soviética pueden recordar los primeros años de la Perestroika de Mikhail Gorbachev, cuando incluso los disidentes soviéticos ignoraron la agenda de reformas del secretario general durante al menos dos años después de que este asumiera el poder. Sin embargo, en el caso de Medvedev, su letargo duró mucho más. Cuando los liberales se reunieron en Plaza Bolotnaya luego de las amañadas elecciones parlamentarias del año 2011, una vez más ya era demasiado tarde (a pesar de que lograron obligar al actual presidente Medvedev a iniciar una serie de reformas políticas cruciales en relación a las elecciones y los derechos humanos). Sin embargo, en el año 2012, Putin regresó definitivamente al Kremlin y el movimiento liberal en Rusia llegó a su fin y fue sustituido durante un tiempo por las manifestaciones «anti-corrupción» organizadas por un líder carismático alterno, Alexei Navalny.[4]

Los liberales utilizaron las redes sociales solo para auto-promoverse a sí mismos

El tercer punto que debería mencionarse es el surgimiento de las redes sociales a principios de la década de los años 2010. A medida que las redes sociales se volvían cruciales en la organización de protestas generalizadas en Egipto y Túnez durante la Primavera Árabe, en Rusia sucedió algo totalmente diferente. Los liberales rusos, entre los cuales casi todos ellos se consideran a sí mismos como los líderes más creíbles de la oposición, comenzaron a utilizar los nuevos medios para glorificarse a sí mismos en lugar de organizar una oposición. Las estaciones de radio tales como Echo of Moscow, los medios de comunicación visuales de televisión como Dozhd’ y cientos de blogs y canales YouTube fueron utilizados principalmente para recopilar emojis de ‘Me gusta’ y seguidores por el «maître à penser» más destacado (es decir, una persona con alrededor de un millón de seguidores, aunque las figuras públicas y periodistas más populares en Ucrania en esos años tenían de tres a siete veces más seguidores que cualquier otro liberal ruso).

Mientras crecía la presión sobre la oposición, el «bla-bla-bla» en Internet sustituyó casi por completo cualquier actividad política verdadera, ya que los pensadores liberales rusos se alejaron profundamente de los intereses básicos del pueblo ruso común. Los líderes más ruidosos y carismáticos de la oposición fueron asesinados (tales como lo fue Boris Nemtsov en el año 2015) o encarcelados (como Alexei Navalny en el 2021) y todo el movimiento llegó a su fin.

La «oposición de los emigrantes» no puede jugar un papel decisivo en Rusia

Además, me gustaría mencionar otro punto de inflexión importante para los liberales rusos que apareció después del inicio de la guerra rusa en Ucrania en el año 2014 y llegó con el endurecimiento general del régimen político después del año 2012 (los eventos de los años 2020-2022 pueden verse como un desarrollo posterior de la misma tendencia). Mientras la oposición rusa condenaba la anexión de Crimea y el romance de Rusia con los separatistas de Ucrania oriental, sus miembros se vieron obligados a ponerse del lado del enemigo geopolítico de Rusia, Ucrania y huir del país por temor a ser perseguido políticamente. Ambos factores contribuyeron a la nueva tendencia de trasladar al extranjero la lucha contra el régimen de Putin. Sin embargo, de esta manera, las fuerzas de la oposición no tienen ninguna posibilidad de luchar contra el Kremlin.

A comienzos del siglo 20, a diferencia de los bolcheviques, muchos emigrados liberales rusos abandonaron el país y de esta manera perdieron su estatus como políticos rusos o como figuras públicas. Para un ruso común y corriente, vivir en el extranjero significa volverse dependiente de los gobiernos extranjeros o de otras fuerzas supuestamente hostiles a la madre patria (y la invención de Putin de la figura de los «agentes extranjeros» se ajusta a estos sentimientos casi a la perfección). Por lo tanto, nadie cree que la «oposición de emigrantes» pueda jugar algún día un papel decisivo en Rusia. Algunos individuos como Alexei Navalny o Vladimir Kara-Murza, se dieron cuenta de esto y regresaron a Rusia, sabiendo que serían encarcelados pero que necesitaban recuperar su estatus de políticos rusos. Muchos otros optaron por una vida más cómoda en el extranjero.

La oposición rusa en el exterior supera en número a la de Rusia

Recientemente, las características y perspectivas de la oposición rusa (la cual yo preferiría llamar una comunidad de disidentes, en lugar de una fuerza o agrupación política) quedaron muy claras. En primer lugar, la parte emigrante de esta multitud ahora supera en número a la nacional, diría yo que por primera vez en la historia, ya que decenas de miles de disidentes se marcharon y abandonaron Rusia en los primeros días de la guerra del Kremlin contra Ucrania. Este hecho cambia la situación general de manera muy significativa ya que los ciudadanos rusos y sobre todo aquellos que se verán afectados por una próxima crisis económica, no estarán demasiado dispuestos a ser sermoneados por aquellos que no compartieron sus dificultades.

En segundo lugar, la gran mayoría de los emigrados rusos anti-Putin ahora comparten el llamado, tal como dijo Vladimir Lenin, a la «derrota de su propio gobierno en una guerra imperialista», apostando por la victoria de Ucrania sobre el ejército ruso, pensando que esto es casi el único evento que puede hacer colapsar el poder de Putin. No importa cuán sólidas puedan ser tales esperanzas, no pueden ser totalmente compartidas por la mayoría de los ciudadanos rusos, quienes están influenciados por una propaganda patriótica. Por lo tanto, los disidentes rusos son considerados de traidores enfrentados contra su propio pueblo.

Tercero, las personalidades de la oposición rusa que abandonaron Rusia en los últimos meses se han encontrado así mismos siguiendo la misma rutina diaria que tenían cuando estaban en Moscú: escuchan y ven las mismas estaciones de radio, los mismos canales de televisión y medios de comunicación pero en su versión occidental (por ejemplo, Novaya Gazeta Europe y Dozhd TV, que tienen su sede en la región del Báltico, y «Living Needle», que sustituyó a Echo of Moscow), con decenas de canales personales en YouTube y en Telegram, blogs y páginas web que surgen diariamente e impulsados ??por la misma competencia por un círculo cada vez más reducido de oyentes o suscriptores. Las posibilidades de un diálogo sustancial con el electorado ruso ahora son casi inexistentes.

Sería injusto no mencionar a los activistas involucrados en el periodismo de investigación o en los estudios sobre la evolución económica y política de Rusia y en la previsión de las perspectivas del país.

Los periodistas en investigación cuentan con una amplia red de activistas dentro de Rusia que les ayudan a denunciar y monitorear la corrupción en Rusia, descubrir los episodios de tortura en las cárceles rusas o exponer el alcance y la organización de las redes de poder rusas y sus diferentes conexiones. Todas estas actividades producen nueva información sobre el país, incluso si la mayoría de los rusos permanecen desinformados, tal como sucedió en el caso de las revelaciones más famosas de Navalny en YouTube.

Expertos rusos en el tema de economía y política se centran en el análisis de tendencias y perspectivas, así como también en la dinámica social del país. Estos se convertirán en parte integral de la comunidad académica occidental, ya que el interés por lo que se ha dado en llamar Kremlinología va en aumento. Sin embargo, sus estudios no pueden ser llamados actividades políticas de una oposición en ningún sentido posible de la palabra.

Conclusión

La guerra del Kremlin en Ucrania no solo produjo enormes divisiones y contradicciones geopolíticas, sino que también puso fin a la historia de la oposición liberal rusa tal como esta existió desde la década de los años 1990. La primera generación de liberales rusos les entregó Rusia al presidente Putin y a su camarilla (a pesar de que muchos investigadores y periodistas todavía están tratando de encontrar «liberales sistémicos» dentro de los pasillos del poder del Kremlin) y la segunda generación desperdició tiempo y energía creando comunidades ilusorias sin ningún tipo de organización o propósito.

Ahora bien, esta gente continúa con sus actividades cotidianas en el exilio, pero ninguno de ellos debería llamarse ni políticos ni líderes de la oposición, ya que solo son disidentes que luchan por la destrucción del régimen actual, lo cual no pueden acelerar.

Rusia, por supuesto que necesita de una fuerza política liberal y pro-occidental, que pueda transformar el país. La historia de Rusia a menudo se mueve como un péndulo y después de un largo período «reaccionario» y «auto-independiente», vendrá uno «progresista» y «abierto». Sin embargo, esta fuerza surgirá solo de políticos y activistas mucho más jóvenes, que decidieron no abandonar su país y enfrentaron todos los desafíos y dificultades que enfrenta el pueblo ruso. Tal vez, algunos ciudadanos ya mayores y más experimentadas también se unan a este grupo, tales como los denominados Sixtyers («шестидесятники») que jugaron un papel importante en la Perestroika. Sin embargo, aquellos que orgullosamente se llamaron a sí mismos «liberales» durante los últimos 20 años, nunca más jugarán un papel importante en el progreso del futuro d24 Rusia.

*El Dr. Vladislav Inozemtsev es asesor especial del Proyecto estudios de los medios de comunicación rusos en MEMRI


[1] Kucb.org/2022-06-11/opposition-politician-vladimir-kara-murza-and-other-dissidents-detention-in-russia, 11 de junio, 2022.

[2] Informe diario de MEMRI No. 340 – En Rusia, el pensamiento liberal está vivo pero la política liberal al contrario, está muerta, por el Dr. Vladislav L. Inozemtsev, 1 de diciembre, 2021.

[3] En.kremlin.ru/catalog/persons/175/biography, consultado el 24 de junio, 2022.

[4] Véase la serie de MEMRI Investigación y Análisis No. 1563 – Alexey Navalny: ¿Futuro presidente o prisionero de por vida?, por el Dr. Vladislav L. Inozemtsev, 11 de marzo, 2021.