En anticipación a la visita del presidente estadounidense Biden al Medio Oriente, programada para mediados del mes de julio del presente año 2022, se ha especulado continuamente en los medios de comunicación sobre una posible normalización de relaciones entre Arabia Saudita e Israel. Los contactos secretos entre los países han estado en boga durante un tiempo, pero Arabia Saudita hasta ahora se ha abstenido de unirse a algunos de sus aliados para firmar un acuerdo de paz con Israel. Este ha vinculado la normalización de relaciones a una resolución del tema palestino basado en la iniciativa de paz árabe del año 2002.
Sin embargo, parece ser que el príncipe heredero a la corona saudita Muhammad bin Salman presiona para cambiar la política conservadora de su padre, el rey Salman bin ‘Abd Al-‘Aziz, hacia Israel. Bin Salman considera a Israel no como un enemigo sino como un aliado potencial y cree que formar lazos con este puede servir a los intereses económicos, políticos y de seguridad del reino.[1] Dichos lazos pueden ser muy útiles, por ejemplo, acelerar el ambicioso programa de desarrollo y crecimiento que bin Salman promueve en estos momentos como parte del proyecto Visión 2030. También pueden ser útiles los lazos para enfrentar la amenaza iraní e incluso para mejorar las ya tensas relaciones entre Arabia Saudita y los Estados Unidos, que alcanzaron su punto más bajo luego del asesinato del periodista saudita Jamal Khashoggi ocurrido en el año 2019.
Además, los contactos informales que se han sucedido entre los países en los últimos años y la firma de los Acuerdos Abraham entre Israel y varios países árabes, principalmente los Emiratos Árabes Unidos, han erosionado un poco la imagen demoníaca de Israel ante los ojos del pueblo saudita, especialmente entre la generación más joven. Los intelectuales, periodistas y activistas en las redes sociales en el reino han comenzado a expresar abiertamente una actitud tolerante e incluso positiva hacia Israel, considerando que la paz con Israel es inevitable dadas las circunstancias y extremadamente vital para detener la amenaza iraní. Muchos también dirigen duras críticas hacia los palestinos, quienes, según estos dicen, no adoptan una política realista que conduzca a la resolución del conflicto con Israel y al restablecimiento de la estabilidad en la región. Muchos ejemplos de esto han sido presentados por MEMRI en los últimos años (véase el Apéndice al final de este documento).
Sin embargo, a pesar de la creciente legitimidad política de los lazos diplomáticos con Israel en el período reciente, Arabia Saudita, siendo este esencialmente un estado religioso y que se considera a sí mismo como el líder del mundo islámico – tendrá dificultades para entablar relaciones oficiales con Israel sin primero establecer la legitimidad de esta medida desde la perspectiva del sharia (ley islámica). Además, los Acuerdos Abraham, firmados con el consentimiento del reino, de hecho ya han provocado discusiones sobre la legitimidad religiosa ante la normalización de relaciones. Como parte de este debate, los clérigos que se oponen a los acuerdos afirmaron que la normalización de relaciones con Israel es un acto de traición contra Alá y contra el profeta Mahoma que combatió contra los judíos.[2]
Cabe mencionar que los fallos religiosos que sancionan los lazos con Israel ya fueron emitidos en la década de los años 1990 por el jeque ‘Abd Al-‘Aziz ibn Baz, quien se desempeñó como muftí saudita desde el año 1993 hasta su muerte en 1999. Emitidos en el contexto de los Acuerdos de Oslo entre Israel y los palestinos, los fallos establecían que un país puede firmar un acuerdo de paz con los judíos, es decir, con Israel, si este considera que dicho acuerdo es de interés (maslaha) para sus ciudadanos musulmanes. Como prueba de su postura, Ibn Baz citó el Tratado de Hudaybiyya, firmado por el profeta Mahoma con la tribu Quraysh de La Meca en el año 628.[3] Sin embargo, altos miembros de la actual institución religiosa del reino se han abstenido hasta ahora de abordar el tema.
Si Arabia Saudita decide elevar el nivel de representación diplomática con Israel, necesitará que la institución religiosa respalde esta acción y provea una sanción jurisprudencial para ello. Es muy probable que tal respaldo sea bienvenido por el gobernante de facto del reino, el príncipe heredero a la corona Muhammad bin Salman, quien ha hecho declaraciones de gran alcance sobre la reforma religiosa como medio para hacer avanzar el reino y enfrentar los desafíos de la era moderna. En una entrevista que este concedió en el año 2021 a varios canales de televisión sauditas, señalando cinco años tras el lanzamiento del proyecto Vision 2030, este afirmó que siempre es posible emplear un juicio independiente (ijtihad) e interpretar el sharia de acuerdo al espíritu de la época y el lugar.[4]
Un artículo poco común y reciente sobre la legitimidad religiosa de las relaciones diplomáticas con Israel, que puede promover el acercamiento entre Arabia Saudita y este país, apareció en el diario del gobierno saudita Al-Jazirah el día 20 de junio, 2022. El artículo, titulado «El Fiqh (Jurisprudencia) respecto a al-siyasa al-shar’iyya la política basada en el sharia y el Estado de Israel», del Dr. Khalid bin Muhammad Al-Yousuf, profesor titular de derecho internacional en la Universidad Islámica Imam Muhammad bin Saud en Riad y el secretario general del Consejo Supremo de la universidad. Este sostiene que, en la era moderna, ha habido un cambio significativo en la percepción del estado y en las reglas del juego en las relaciones internacionales. De acuerdo con las nuevas reglas, este dice, Israel es una realidad existente como cualquier otro país del mundo y miembro de las Naciones Unidas. Por lo tanto, este debe ser tratado de acuerdo a las normas ya aceptadas de la comunidad internacional. Al-Yousuf pide a los clérigos saudíes que reexaminen la esfera de las relaciones internacionales y formulen una nueva percepción religiosa de la misma, compatible con estas nuevas normas, que permitirán al gobernante de un estado islámico emplear un juicio independiente y establecer vínculos con Israel si este lo considera de interés a su país. Este enfatiza que la normalización de relaciones con Israel permitirá que muchos musulmanes vengan a rezar a Jerusalén y “reconstruirla”, lo que no se puede hacer sin mantener los lazos con Israel.
Al defender su postura, Al-Yousef evoca el principio jurisprudencial de al-siyasa al-shar’iyya (política basada en el shari’a). Este principio, que concilia la política (siyasa) y la ley islámica (sharia), es una importante herramienta religiosa que le permite al reino saudita mantener su carácter conservador pero al mismo tiempo hacer frente a los desafíos de la era moderna y adaptar sus políticas a circunstancias cambiantes. Esencialmente, el principio le permite al gobernante islámico emplear su propio juicio para gobernar el estado y promover sus intereses, siempre que sus acciones no estén en flagrante conflicto con el sharia.[5]
Aparentemente, el artículo tiene como objetivo proveer un tipo de sanción jurisprudencial a algún movimiento político de mantener relaciones diplomáticas con Israel mientras se preserva la credibilidad religiosa y teocrática de Arabia Saudita e incluso se refuerza la legitimidad religiosa de su régimen.
Este informe da un repaso a los argumentos presentados por Al-Yousuf en su artículo.
Israel es un estado soberano y miembro de las Naciones Unidas
El artículo de Al-Yousuf comienza con una breve introducción en el que señala que, en las circunstancias existentes, Israel es un estado soberano reconocido por la comunidad internacional. Este escribe lo siguiente:
“Primeramente, ¿qué es Israel hoy?
“En la comunidad internacional contemporánea, Israel es un estado soberano que tiene el carácter de estado de acuerdo a la percepción global moderna. Es miembro de las Naciones Unidas y dado que es reconocido como estado, opera en la comunidad internacional contemporánea frente a todos los demás estados, como cualquier otro país, ya sea dentro del marco del reconocimiento legal mutuo (entre este y otros estados), o en la práctica, con base en la realidad, de acuerdo a los requisitos de las circunstancias contemporáneas.
«Ejemplos del primer tipo de reconocimiento son, por ejemplo, visitas oficiales mutuas de líderes estatales, la apertura de embajadas, el comercio directo y similares. Ejemplos del segundo tipo de vínculos, basados ??en los requisitos de la realidad son la existencia de zonas marítimas y del espacio aéreo; el uso de rutas marítimas; el comercio indirecto, por ejemplo mediante transferencia de bienes a través de terceros, en zonas francas y a través de personas con doble nacionalidad; encuentros entre delegaciones oficiales en foros internacionales y encuentros como parte de los diversos eventos deportivos. Un estado no puede ser parte de la comunidad internacional sin tomar parte activa en los foros internacionales…»
La percepción contemporánea del estado es diferente a la del pasado; Necesitamos de una nueva jurisprudencia que reexamine la realidad
Luego de esta introducción Al-Yousuf subraya que la percepción moderna del estado es diferente a la percepción pasada: El estado ya no representa sólo al gobernante, sino que es una entidad jurídica con compromisos, deberes y derechos en los que existe una clara filiación jurídica entre las autoridades y los ciudadanos. Además, este afirma, algunos de los principios islámicos familiares, tales como la distinción clásica entre dar al-Islam («la morada del islam»), dar al-harb («la morada de la guerra») y dar al-‘ahd («la morada del pacto»),[6] no son relevantes para las relaciones internacionales en el mundo moderno. Ante estos cambios, este llama a examinar la realidad desde una perspectiva mucho más amplia y elaborar una nueva jurisprudencia para las relaciones exteriores sin dejar de ajustarse a los principios del islam y preservar la esencia del islam.
“Hoy día, el estado es una entidad jurídica internacional que posee una identidad abstracta independiente y una responsabilidad económica independiente. Esta entidad jurídica es la que asume responsabilidades, cumple deberes y obtiene derechos. La percepción ante la gobernabilidad se ha desarrollado considerablemente en comparación con lo que este era en el pasado. Previamente, el estado representaba a los gobernantes y no había ninguna asociación legal entre el gobernante y los súbditos individuales. Por ejemplo, el ‘estado omeya’ representaba a los gobernantes omeyas, el ‘estado abasí’ representaba a los gobernantes de los estados abasíes y el ‘estado otomano’ representaba a los otomanos. Aquellos que vivían dentro de los límites de estos estados eran considerados súbditos. Los libros en tradición islámica nunca describieron a ningún sujeto de estos estados como omeya, abasí u otomano.
“En el pasado, el estado significaba imponer una regla particular sobre ciertos territorios y regiones, sin otorgar ningún estatus legal a aquellas personas que vivían en ese territorio o a cada uno de los estados pertenecientes a la misma región musulmana…
«El desarrollo moderno del concepto de estado nos obliga a reexaminar muchos temas en la esfera de las relaciones internacionales contemporáneas desde la perspectiva jurídica. Entre estos temas están los de la reconciliación con el enemigo, las relaciones de vecindad con los no-musulmánes, los pueblos protegidos, individuos con derecho a protección temporal como parte de un pacto, el impuesto jizya y temas de paz y guerra. Estos temas y otros no pueden ser examinados solo a través del prisma de la distinción jurisprudencial aceptada en el islam entre dar al-harb, dar al-Islam y dar al-‘ahd. Debemos examinar estos temas y formular una nueva jurisprudencia que aborde la realidad sin desviarnos de los objetivos y principios de las leyes islámicas y preservando la esencia del islam y las cinco necesidades del islam…[7]
«El estado moderno ahora es percibido como una entidad legal que comprende varias ramas del gobierno, es decir las ramas legislativa, ejecutiva y judicial. Este gobierna sobre un territorio bien definido con límites definidos y la población afiliada a este se les llama ciudadanos. Ellos son aquellos que legalmente ostentan su ciudadanía y esto es lo que los distingue de los ciudadanos de otros estados. Este es un desarrollo significativo dentro del concepto de estado, que antes no era conocido tal como lo es hoy.
“Quien examina los libros de jurisprudencia y leyes y los libros que tratan sobre al-siyasa al-shar’iyya (es decir, la política basada en el sharia) encuentra que estos temas son abordados en los capítulos que tratan sobre las relaciones interpersonales (mu’amalat) y que el principio rector es el del permiso. Por lo tanto, todas las reglas relativas a los mecanismos de gobierno del estado islámico, tales como los mecanismos que regulan el juramento de lealtad al gobernante, el shura (consulta), el nombramiento y destitución de gobernantes, etc., no son leyes estrictas del sharia… Esto contrasta con los capítulos que tratan sobre la relación entre el hombre y Alá (‘ibadat), con los castigos islámicos, con las represalias por transgresiones graves y con la herencia. Las leyes del sharia relativas a estos temas son muy estrictas, específicas y detalladas y el principio rector al respecto es el de la prohibición.
“Ante todo esto, los clérigos en general y los centros de investigación religiosa en particular deben reexaminar la jurisprudencia relativa ante la percepción moderna del estado y a todo este campo. Ellos deben repensar las leyes religiosas relevantes desde una perspectiva jurisprudencial amplia y comprensiva, ya que no es razonable argumentar, por ejemplo, que las relaciones entre un país islámico y uno no-islámico hoy están totalmente prohibidas según el sharia, sin considerar que, dentro de una sociedad islámica, el contrato entre un musulmán y un no-musulmán se permite y sin considerar el interés y las pérdidas potenciales de los musulmanes en la arena internacional».
Para ver el resto del despacho en inglés unto a las imágenes copie por favor el siguiente enlace en su ordenador: https://www.memri.org/reports/unusual-article-saudi-academic-calls-provide-islamic-religious-sanction-normalization-israel
*Y. Yehoshua es vicepresidente de investigación y director de MEMRI Israel.
[1] Bin Salman realizo estas declaraciones en una entrevista dada el 3 de marzo, 2022 con la revista The Atlantic. Véase la serie de MEMRI Despacho Especial No. 9822 – Diarios saudíes publican transcripción completa de la entrevista del príncipe heredero a la corona saudita bin Salman con ‘The Atlantic’: El islam wahabí no es sinónimo de Arabia Saudita; las reformas sociales y culturales sirven a nuestros intereses; nos oponemos a un acuerdo nuclear débil con Irán; Israel no es ningún enemigo, 11 de marzo, 2022.
[2] Véanse los informes de MEMRI: Serie Despacho Especial No. 9173 – Fatua firmado por más de 200 clérigos musulmanes mauritanos: La normalización de relaciones con Israel es ‘traición ante Alá, a Su Mensajero y a los musulmanes’; el yihad contra Israel es un deber religioso, 9 de febrero, 2021.
Serie de MEMRI Despacho Especial No. 9073 – Miembro principal de la Unión Internacional de Académicos Musulmanes en artículo antisemita contra la normalización de relaciones con Israel: Mahoma expulsó a los judíos de su territorio por la fuerza, 7 de diciembre, 2020.
Clip No. 7780, Académico islámico sudanés Abd Al-Hayy Yousuf después de la reunión de Netanyahu-Burhan: La normalización con Israel es traición contra Alá y Su Mensajero, 3 de febrero de 2020.
[3] El fatua de Ibn Baz en árabe se encuentra disponible aquí.
[4] Véase la serie de MEMRI Investigación y Análisis No. 1575 – Las declaraciones de largo alcance del príncipe heredero a la corona saudita Mohammed bin Salman en referencia a la religión anuncian nuevas reformas en el reino, 4 de mayo, 2021.
[5] En relación al principio de al-siyasa al-shar’iyya, véase: Muhammad Al-‘Atawneh (2001), «»Siyasa Shar’iyya as a Mechanism of Stabilizing Government and Society in Saudi Arabia – Siyasa Shar’iyya como mecanismo de estabilización del gobierno y la sociedad en Arabia Saudita», Jama’a 8 , págs. 54—83.
[6] Dar al-Islam («la morada del islam») es un territorio bajo el dominio islámico; dar al-harb («la morada de la guerra») es un territorio que no está bajo el dominio islámico, que debe ser conquistado por la fuerza, es decir, aunque el yihad y dar al-‘ahd («la morada del pacto») es un territorio habitado por comunidades no-musulmanas que han hecho un pacto con los musulmanes garantizándoles seguridad.
[7] Las cinco necesidades del sharia son salvaguardar la religión, la vida, el intelecto, la propiedad y descendencia.