Una de las frases melódicas (leitmotiv) del presidente ruso Vladimir Putin, es que Ucrania es un «error cometido por la historia».[1] Según su filosofía particular (weltanschauung), rusos y ucranianos son «un solo pueblo»[2] y Ucrania es una creación «artificial» del fundador del estado soviético Vladimir Lenin, a quien se le acusa de otorgarle a esta república territorios que nunca debieron ser gobernados por Kiev.[3] Siguiendo en la lógica de Putin, parecería que Lenin y los líderes soviéticos, que privaron a Rusia de lo que «históricamente le pertenecía», deberían ser anatematizados. Sin embargo, irónicamente al tema, el Kremlin ahora condena los esfuerzos de Ucrania por de-sovietizarse,[4] mientras que las fuerzas de ocupación rusas al este de Ucrania están designando las calles de las ciudades capturadas con nombres de la era soviética y erigiendo monumentos soviéticos en las plazas.[5] Yo diría que esta es la prueba menos significativa de una ruptura irreparable en la cosmovisión rusa actual que intenta combinar, aunque sin ningún éxito visible, elementos de las identidades imperial, soviética y «nueva rusa».

Rusia en busca de una identidad

Desde su «restablecimiento» en el año de 1990, la «nueva Rusia» ha enfrentado un desafío muy difícil, ya que esta se proclamó sucesora legal de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Sin embargo, libró una feroz batalla con el régimen comunista y, por ende, optó por adoptar la insignia que le pertenecía a la «antigua Rusia». En ese momento, el país inició un viaje bastante complicado, ya que tuvo que desarrollar una identidad que nunca antes tuvo: la de una nación republicana que sucedía a dos imperios diferentes a la vez. Primero estuvo el Imperio ruso, que fue percibido como un ideal que los comunistas destruyeron. Luego vino la Unión Soviética, que creó todas las estructuras institucionales que heredó la Federación rusa, incluso las fronteras del nuevo país. A mi manera de ver, esta situación produjo contradicciones internas que aún existen y se desarrollan – una contradicción entre un pasado ya olvidado pero deseable que no puede ser restaurado y una mucho más cercana y viable, pero que en los primeros años de la experiencia democrática de Rusia fue mucho menos amada. Lo que sucedió después fue un intento largo, doloroso y – tan claro como hoy – fallido por cruzar estas identidades totalmente diferentes.

Durante los primeros años de la independencia de Rusia, la antigua tradición estuvo simbolizada principalmente por la restauración del águila bicéfala imperial como el escudo de armas y la antigua bandera rusa blanca, azul y roja izada en el edificio del Soviet Supremo de Rusia después del fracasado golpe de estado del año 1991. El intento de establecer un vínculo con la época imperial fue tan visible que el escudo de armas de Rusia deriva del Imperio ruso, el cual fue abolido con la Revolución rusa en el año de 1917.[6] Simultáneamente, el gobierno ruso anunció una investigación destinada a codificar la «idea nacional» de Rusia que se suponía serviría como base para la nueva identidad. El fracaso de este intento reflejó el hecho de que era imposible formar una (lo cual es, en mi opinión, bastante obvio ya que Rusia es una «nación histórica» ??al igual que la mayoría de las naciones europeas y no una «nación ideológica», basada en ideas compartidas como lo son los Estados Unidos).[7] Sin embargo, a finales de la década de los años 1990, se veía claro que la continuación de los tiempos zaristas se había vuelto, si no impopular entre la población, más bien algo que a la gente le era indiferente. La ceremonia del entierro de los restos del emperador Nicolás II y su familia en la Catedral de San Pedro y San Pablo de San Petersburgo en 1998 fue,[8] diría yo, el punto final en la glorificación de la «antigua Rusia».

El culto al pasado soviético

Cuando Putin, un ex-funcionario de la KGB, llegó al poder, casi de inmediato señaló el retorno de algunos símbolos de la era soviética (por ejemplo, el himno ruso se parece al soviético; tiene letras ligeramente revisadas pero la misma música reconocible), y restableció muchas instituciones cuasi-soviéticas. Además, en el año 2005, Putin dijo que la desaparición de la URSS fue la mayor catástrofe geopolítica del siglo 20.[9] La referencia fue hecha para elevar la victoria en la Segunda Guerra Mundial al logro más glorioso de la era soviética y lo que siguió fue nada menos que una privatización total (o, si se utiliza la famosa fórmula provista por el profesor Marshall Goldman, «piratización»)[10] de la historia soviética por parte de la Federación rusa.

Bajo la Unión Soviética, Rusia obtuvo la victoria en la Segunda Guerra Mundial y derrotó a Alemania (aunque en esa guerra, el actual estandarte ruso fue utilizado por el Ejército de Liberación de Rusia, que estuvo compuesto por desertores y luchó del lado del Tercer Reich en contra de los soviéticos; su comandante, el ex-general soviético Andrei Vlasov, fue capturado y luego ejecutado en Moscú en el año de 1946), envió al primer hombre al espacio, desarrolló el mayor arsenal nuclear del mundo y se convirtió en una de las dos superpotencias durante la Guerra Fría. Todos estos logros de todos los pueblos que componían para ese entonces la Unión Soviética durante unos 70 años han sido magistralmente utilizados para enfatizar la grandeza de la nueva Rusia.

A medida que maduraba el régimen de Putin, el culto al pasado soviético se hizo cada vez más visible. Bajo su gobierno, el gobierno del país fue recreado utilizando los esquemas soviéticos de gobierno de un solo partido y «elecciones» predecibles, el culto a la Gran Victoria se convirtió en un movimiento nacional llamado «Un Regimiento Inmortal», los libros de texto de historia han sido modificados[11] y se ha declarado el «patriotismo» como la única ideología nacional posible.[12]

Yo diría que el punto más crucial detrás de la reactivación del pasado fue el comprender que los actuales éxitos del país eran demasiado poco impresionantes, que la modernización en Rusia había fracasado y que el futuro económico y tecnológico del país parecía demasiado incierto. Por lo tanto, la mejor opción era declarar que el pasado de la nación era tan glorioso y perfecto que debíamos restaurarlo nuevamente en lugar de tratar de construir algo totalmente nuevo y desconocido.[13] Sin embargo, la idea de la grandeza geopolítica soviética ha sido utilizada para legitimar los proyectos imperiales de Putin en Bielorrusia, Ucrania y en otros lugares. Por lo tanto, la representación del renacimiento del pasado de la Rusia actual como especie de venganza por la «derrota» soviética ha sido bastante fructífera como para fortalecer a Putin. Sin embargo, también existen dos grandes problemas con esto.

La dicotomía del imperio ruso-soviético

El primer problema es la tremenda inconsistencia del Kremlin, ya que las tradiciones del «viejo ruso» se están utilizando junto al pasado soviético también para fortalecer al gobierno de Putin. Rusia celebra el «Día de la Unidad del Pueblo» el día 4 de noviembre, el aniversario (supuestamente) del día en el año 1612 en el que el ejército polaco fue expulsado de Moscú. La antigua bandera y el escudo de armas rusos siguen siendo los símbolos oficiales de la nación y decoran, por ejemplo, las celebraciones anuales del Día de los servicios de seguridad del estado el 10 de diciembre. Yo le recuerdo al lector que la Comisión Extraordinaria toda Rusia (VChK), establecido ese día en el año 1917, fue responsable de ejecutar al ex-emperador y de asesinar a miles de nobles y oficiales que permanecieron fieles a estas insignias durante los años de la guerra civil rusa. Al mismo tiempo, la bandera rusa ondea sobre el Kremlin con sus torres coronadas por las estrellas rojas soviéticas que fueron colocadas allí por orden de Joseph Stalin.

Aún más sorprendente es la postura de la iglesia ortodoxa rusa, que hoy día saluda la «sovietización» de la vida cotidiana y repite las palabras de Putin sobre los logros de Stalin mientras le recuerda a los miles de sacerdotes y creyentes asesinados por los bolcheviques (el día 7 de febrero, el Día especial de los nuevos mártires y confesores de la Iglesia rusa se celebra para conmemorar a aquellos que sacrificaron sus vidas por la fe). La toponimia de las ciudades rusas ahora mezcla los nombres antiguos con aquellos dados por las autoridades soviéticas. La Iglesia de todos los santos fue erigida en el lugar donde los bolcheviques ejecutaron a Nicolás II, el último emperador de Rusia y su familia. Irónicamente, la iglesia está ubicada en la región de Sverdlovsk, que lleva el nombre de Yakov Mikhailovich Sverdlov, quien fue presidente del Comité ejecutivo central de toda Rusia (desde los años 1917 a 1919) en el momento en que asesinaron a Nicolás II y a su familia, cuyos restos descansan en San Petersburgo, que se encuentra en el centro de la región de Leningrado. Estas contradicciones se han arraigado profundamente en la realidad rusa contemporánea y parecen ser coherentes con la sociedad, que no ha encontrado su sentido ni propósito. Por lo tanto, la dicotomía soviético/rusa parece ser un instrumento fundamental para gobernar a un pueblo que no debería tener ni expresar intenciones propias.

El segundo problema es que existen muchos imperativos de la era soviética que no se adaptan al régimen ruso actual. Aunque las políticas de las élites soviéticas contradecían en gran medida los elementos ideológicos de la doctrina comunista, hubo muchos puntos que parecían naturales en la época soviética, pero que ahora no lo son. Para empezar, yo le recordaría al lector que la Unión Soviética se proclamó a sí misma como fuerza revolucionaria y, por ende, saludó casi cualquier tipo de revuelta o cambio en todo el mundo.[14] Para probarlo, basta con mirar las relaciones entre la URSS y los movimientos independentistas del «Tercer Mundo».

Hoy día, Rusia parece ser una de las potencias más reaccionarias del mundo, temiéndole a cualquier tipo de cambio. Moscú apoya a cualquier dictador que luche contra la oposición interna y el credo de Putin es que Rusia «ha llegado a su límite en el tema de las revoluciones».[15] En esto, se parece mucho más a Nicolás I[16] que a Nikita Khruschev o a Mikhail Gorbachev. La idea misma de un movimiento popular base asusta al Kremlin, mientras que en la Unión Soviética hubo muchos ejemplos de iniciativas de masas, incluso en el ámbito económico. En cambio, el régimen ruso de hoy día es escéptico sobre cualquier cosa que no haya sido ordenada desde arriba (todos pro-entusiastas rusos en Crimea y Donbass, pioneros de la llamada «Primavera de Crimea», fueron expulsados ??de la política y sustituidos por candidatos más leales traídos desde Rusia).[17]

Además, en la Unión Soviética, el «internacionalismo» (así como también la «amistad entre la gente») fue elevada al estatus de nueva religión. Al contrario, en la Rusia de hoy, el Kremlin está obsesionado con la idea del «mundo ruso», insistiendo en que los rusos poseen «no solo un código cultural común, sino también un código genético increíblemente poderoso» que «casi con seguridad es una de nuestras principales ventajas competitivas en el mundo contemporáneo”,[18] siguiendo en este sentido las teorías nazis que los comunistas rechazaron y condenaron ferozmente. Sin embargo, yo diría que la diferencia más llamativa y casi increíble, es que, cualquiera que sea el curso político que llevó a cabo la Unión Soviética, el atractivo más fuerte, al menos en la esfera interna, fue «la lucha por la paz». El mensaje principal extraído de la Segunda Guerra Mundial fue la noción de que una guerra así nunca debería volver a ocurrir. Incluso en 1962, el liderazgo soviético acordó dar un paso atrás en su enfrentamiento con los estadounidenses, ya que un conflicto nuclear parecía ciertamente una posibilidad muy cercana.

Ahora, la actitud hacia la guerra está marcada por las palabras «¡Mo??? ????????? (Podemos hacerlo una vez más)!»[19] Los cuerpos policiales rusos y los servicios de seguridad están abriendo casos criminales solo por exhibir consignas tales como «¡No más guerra!» o «¡Paz al mundo!» insistiendo en que tales acciones tienen como objetivo «desacreditar a las fuerzas armadas rusas».[20] No es mi intención decir que la Unión Soviética era un país libre donde los gobernantes seguían de todo corazón los dogmas humanistas del comunismo; no fue así; pero, a un nivel puramente simbólico, la ideología soviética es incompatible con las políticas del actual régimen ruso.

Conclusión

Uno puede decir que «jugar» con símbolos soviéticos es el inocente juego de Putin con el fin de crear cabos adicionales con los que influir en la sociedad rusa. Sin embargo, yo diría que es mucho más peligroso de lo que uno pudiera creer. Putin recurre a la historia soviética y a los símbolos de la era soviética en busca de grandeza, a medida que se vuelve más seguro de que Rusia, heredera genuina de la Unión Soviética, sea tan fuerte como lo fue, incluso si no lo es. Sin embargo, la glorificación y mitificación del pasado soviético trae consigo una actitud peyorativa hacia el futuro, hacia el progreso e incluso hacia un sentido de racionalidad. El liderazgo ruso sobreestima en gran medida las capacidades de Rusia y cree que Rusia merece todo lo que pueda desear y nadie puede detenerlo. Al vivir en un pasado imaginario, al Kremlin no le importan las tendencias que prevalecen en el mundo actual e ignora las nuevas fuentes de riqueza y poder que surgieron en el siglo 21. Yo diría que los errores más importantes que se cometieron en los últimos años en Rusia – la represión a las instituciones democráticas y la recreación del «poder vertical», la continua resistencia ante la idea de la modernización económica, las percepciones obsoletas del poder «duro» vs, el poder «blando» y después de todo, la decisión de lanzar la guerra contra Ucrania, se inspiraron tanto en las reminiscencias de la pasada gloria soviética como en la sensación de que los recuerdos positivos sobre los logros soviéticos superarían la actual arbitrariedad y anarquía.

Sin embargo, Putin no tiene en cuenta dos puntos muy simples. El primero es que la Unión Soviética continuó siendo una superpotencia mientras permaneció económica y militarmente fuerte. Cuando perdió la competencia tecnológica frente a Occidente y fue derrotado en una guerra de baja intensidad en Afganistán, entró en su debacle final. El segundo es que la Unión Soviética no pudo reformarse a sí misma y, mientras lo intentaba, se desmoronó. La Rusia de Putin ahora enfrenta un riesgo similar: después de perder su guerra contra Ucrania, no tendría otra alternativa que ser destrozada. Irónicamente, incluso en este caso, Rusia seguiría por el camino soviético.

*El Dr. Vladislav Inozemtsev es asesor especial del Proyecto estudios de los medios de comunicación rusos en MEMRI.


[1] Youtube.com/watch?v=C59NpUrfHDU, 22 de febrero, 2022.

[2] En.kremlin.ru/events/president/news/66181, 12 de julio, 2021.

[3] En.kremlin.ru/events/president/news/66181, 12 de julio, 2021.

[4] Gazeta.ru/politics/2022/05/06/14824694.shtml, 6 de mayo, 2022.

[5] Rus.ozodi.org/a/31808714.html, 18 de abril, 2022.

[6] Pravo.gov.ru/proxy/ips/?docbody=&nd=102068969, 20 de diciembre, 2022.

[7] Svoboda.org/a/27908678.html, 11 de abril, 2016.

[8] Tass.ru/info/2253427, 11 de septiembre, 2015.

[9] En.kremlin.ru/events/president/transcripts/22931, 25 de abril, 2005.

[10] Goodreads.com/book/show/1890442.La_piratización_de_Rusia

[11] Unian.net/war/eto-ocherednoy-idiotizm-ekspert-o-perepisyvanii-rossiyskih-shkolnyh-uchebnikov-novosti-vtorzheniya-rossii-na-ukrainu-11885076.html, 30 de junio, 2022.

[12] Tass.ru/politika/7379985, 19 de diciembre, 2019.

[13] Vedomosti.ru/opinion/articles/2010/02/24/sovremennaya-rossiya-ne-mozhet-modernizirovatsya, 24 de febrero, 2010.

[14] Snob.ru/selected/entry/104603/, 18 de febrero, 2016.

[15] En.kremlin.ru/events/president/news/66916, 13 de octubre, 2021.

[16] El emperador Nicolás I, quien gobernó el Imperio Ruso desde el año 1825 hasta 1855, generalmente es visto como un reaccionario. Entre otras cosas, este aplastó un levantamiento en Polonia en el año de 1830.

[17] Ru.krymr.com/a/krym-vybory-gosduma-rossii-kandidaty-eksperty/31467497.html, 19 de septiembre, 2021.

[18] Kremlin.ru/events/president/news/20796/work, 17 de abril, 2014.

[19] Meduza.io/feature/2022/05/09/kto-i-zachem-pridumal-lozung-mozhem-povtorit, 9 de mayo, 2022.

[20] Sibreal.org/a/rossiyskie-sudy-rassmotreli-uzhe-2029-del-o-diskreditatsii-armii-rf/31862279.html, 22 de mayo, 2022.