¿Puede negociarse el «Acuerdo del Siglo» entre Israel y la OLP? Algunos piensan que está a punto a ser alcanzado. Shaul Arieli,[1] quien estuvo involucrado en rondas previas de negociaciones de paz entre Israel y la OLP, propuso recientemente una receta: «un compromiso que se ajuste a los intereses esenciales de las partes, basado en los parámetros que dictaron las negociaciones en Annapolis en el 2008». Y de esta manera, a pesar de todos los indicios sobre el terreno, la suposición de que este singular conflicto pueda terminar con un acuerdo formal de paz entre la OLP e Israel continúa dando vueltas por nuestro patio trasero como un pollo decapitado: las ideas se han desvanecido; solo quedan los reflejos.

Pero recordemos que, en el 2008, el liderazgo de la OLP rechazó tres veces los «parámetros»: a mediados de septiembre, ‘Abbas se abstuvo de responder a la generosa propuesta del entonces primer ministro Olmert; en noviembre, ‘Abbas rechazó la solicitud de la ex-secretaria de estado Condoleezza Rice de informarle que había aceptado la propuesta de Olmert; y en diciembre, cuando el Presidente George Bush le suplicó a ‘Abbas que le dijera, en privado en la Oficina Oval, de que lo había aceptado, ‘Abbas se negó nuevamente. En sus memorias (Ningún Honor Más Alto, 2011) Rice escribió: «El palestino se mantuvo firme y la idea murió».

El año pasado, apegándose a la infame Carta Magna de la OLP, el Presidente de la OLP ‘Abbas declaró lo siguiente en la Asamblea General de la ONU (21 de septiembre, 2016): «La notoria Declaración Balfour en la que Gran Bretaña, sin ningún derecho, autoridad o consentimiento de nadie, le otorgó la tierra de Palestina a otro pueblo. Esto allanó el camino al Nakba del pueblo palestino y el que se le haya despojado y desplazado de su tierra».[2]

El significado político de esta declaración es claro: Palestina fue saqueada de sus únicos dueños legítimos, los árabes palestinos. En otras palabras, la OLP se apega a su afirmación ideológica fundamental de que los árabes palestinos disfrutan del derecho exclusivo a la soberanía en toda Palestina. El reconocimiento político de Israel, como en los Acuerdos de Oslo, o incluso declarar que aceptan su «derecho a existir» (pero no como el estado nación del pueblo judío, reafirmado categóricamente por el Séptimo Congreso de Fatah en el 2016) no contradice esta ideología mientras este reclamo se mantenga vivo. Por lo tanto, la OLP no puede – y de hecho se ha negado – a firmar un tratado de paz con Israel que incluya la declaración esencial del «fin a los reclamos» mientras exista una entidad judía soberana en Palestina.

Esta postura es diplomáticamente incómoda, por lo que la OLP la enmascara enfatizando otro tema, el de los refugiados árabes palestinos. Algunos políticos y académicos israelíes se divierten especulando sobre cuántos refugiados tendrían que ser admitidos dentro del Estado de Israel como parte de un acuerdo de paz que satisfaga a la OLP y le permita declarar «el fin a todos los reclamos». En el 2008, el Primer Ministro Ehud Olmert propuso aceptar miles de refugiados, pero la OLP lo rechazó. El Dr. Shaul Arieli[3] afirmó que existe «una postura oficial palestina, según la cual el número de refugiados palestinos que regresarían a Israel – con el consentimiento de Israel- sería de entre 50,000 y 100,000». El profesor Moshe Maoz afirmó[4] que en el 2008 ‘Abbas le dio a Olmert la cifra de 150,000; El activista por la paz israelí Uri Avneri sugirió[5] que el número mágico que pudiera satisfacer a la OLP sería de 250,000 refugiados.

Este argumento sobre las cifras es inútil, debido a que no se puede cumplir una condición preliminar esencial. Arieli afirmó en su artículo de que «existe la necesidad de una fórmula conjunta [Israel-OLP] respecto a la narrativa del problema de los refugiados». Esta necesidad nunca se ha cumplido. A pesar de todos los intensos esfuerzos, esta elusiva «fórmula conjunta» no se ha encontrado. Luego de muchas discusiones con los líderes de la OLP a lo largo de los años, Avneri describió recientemente la fórmula requerida:[6] «El principio [del derecho a retornar a Israel] no puede ser rechazado. Le pertenece al refugiado individual. Está arraigado dentro de las leyes internacionales. Es sagrado. Cualquier acuerdo de paz futuro entre el Estado de Israel y el Estado palestino deberá incluir una cláusula que confirme que Israel acepta, en principio, el derecho a retornar de todos los refugiados palestinos y sus descendientes. Ningún líder palestino podrá firmar un tratado que no incluya dicha cláusula». Esto es correcto, pero también es cierto que ningún líder israelí podrá firmar un tratado que incluya dicha cláusula.

Recientemente, ‘Abbas fue explícito y claro cuando escribió: «Nosotros también reiteramos que, para poner fin a los reclamos con Israel, debe existir una solución justa para los siete millones de refugiados palestinos[7] según la elección de cada refugiado».[8] Más de un millón de refugiados árabes viven al oeste de Palestina, a poca distancia de las aldeas en las que vivieron en el pasado. Al igual que ‘Abbas, estos sostienen que la única «solución» posible implica la realización de su derecho personal de elegir entre regresar a sus hogares de origen y recibir compensación monetaria. Esta creencia se encuentra bien ejemplificada por la entrada al campo de refugiados Al-Aida en Belén, cuyo nombre significa «Aquel que Retorna». La entrada está atravesada por un arco con una gran llave, el símbolo del retorno. Es la postura de la OLP a largo plazo de que, dado que la aplicación del «derecho al retorno» está «basado en la elección de cada refugiado», la OLP no está autorizada para firmar, en nombre de los refugiados, ningún acuerdo que restrinja la posibilidad de este derecho.

Este principio fue descrito muy vívidamente por ‘Abbas unos días luego del colapso de las negociaciones de Camp David del año 2000:[9] «La delegación palestina se negó a especificar el número de palestinos a los que se les permitiría regresar. Incluso si nos hubiesen ofrecido [permitir] el regreso de] tres millones de refugiados, [lo hubiésemos rehusado], tal como se les dijo. Esto se debe a que queríamos que aceptaran el principio y luego hubiésemos llegado a un acuerdo sobre el regreso de los refugiados o el compensar a aquellos que no desean volver». Evidentemente, nada ha cambiado desde entonces y la OLP aún mantiene que no es aceptable ninguna cuota de refugiados que deseen regresar. Por lo tanto, el tema de los refugiados no puede ser desenredado y el camino hacia un acuerdo de paz final se encuentra bloqueado.

Las circunstancias especiales de este conflicto único conducen a una conclusión política única y muy singular: Un acuerdo de paz entre Israel y la OLP está fuera de todo alcance, cualquiera que sea la composición del gobierno israelí. ¿Y que depara el futuro? Uno puede encontrar una respuesta parcial en los libros escolares publicados por la Autoridad Palestina en el 2016. Por ejemplo, esto es lo que se le enseña a los alumnos en el undécimo grado: «La Línea Verde: una línea imaginaria que apareció en verde en los mapas luego de la guerra de 1967 para separar el territorio palestino que Israel conquistó en 1948 del territorio que conquistó en 1967». Y esto es lo que aprenden en tercer grado: «Cantemos y aprendamos de memoria: Juro que, sacrificaré mi sangre para regar la tierra de los nobles y removeré al usurpador de mi tierra y exterminare los restos dispersos de los extranjeros. Oh Tierra de la [Mezquita] Al-Aqsa y el Lugar Santo, cuna de orgullo y nobleza, paciencia, paciencia, porque la victoria es nuestra y el amanecer brillará en la oscuridad».[10]

Ciertamente, los acuerdos entre enemigos que sí incluyen una cláusula explícita de finalización de reclamos han sido violados en el pasado, pero nadie responsable consideraría firmar un tratado de paz que no incluya uno. Esta cláusula es esencial, ya que expresa la distinción entre un acuerdo de paz permanente y un acuerdo interino, tales como los acuerdos de armisticio de 1949 o los Acuerdos de Oslo, que aún le permite a las partes considerar sus planes y esperanzas. Este no es un juego mezquino de formalidades, esta pequeña cláusula indica la disposición que tiene la otra parte de declarar, primero y ante todo a su propio pueblo, de que acepta un compromiso como solución final. En ausencia de tal disposición, uno debe concluir que la otra parte no ha madurado para entender lo que es una paz verdadera y que buscará encontrar cualquier oportunidad para renovar la guerra.

Ningún gobierno israelí, sin importar su composición política, puede firmar un «tratado de paz» con la OLP que no contenga una cláusula explícita que declare el fin de todos los reclamos mutuos. Sin embargo, vimos más arriba en este escrito el por qué la OLP no puede incluir dicha declaración en un acuerdo con Israel. Todos los caballos del Presidente y todos los hombres del Presidente no pueden achicar esta brecha.

La imagen ahora se ve clara. La OLP, con o sin sus socios de Hamas, no puede firmar un tratado de paz con ningún gobierno israelí. Esta conclusión es la única base para una política realista por parte de Israel y sus aliados.

*Este artículo fue escrito luego de una discusión que tuvo lugar el mes pasado en el diario israelí Haaretz, sobre el tema de las posibilidades a un acuerdo de paz permanente palestino-israelí.


[1] Haaretz (Israel), 4 de octubre, 2017.

[2] Maannews.com, 23 de septiembre, 2016.

[3] Haaretz (Israel), 4 de octubre, 2017.

[4] Haaretz (Israel), 17 de octubre, 2017.

[5] Haaretz (Israel), 17 de octubre, 2017.

[6] Haaretz (Israel), 13 de octubre, 2017.

[7] En su discurso de septiembre, 2016 en la Asamblea General de las Naciones Unidas, ‘Abbas dijo que la cifra de refugiados palestinos era de seis millones.

[8] Thecairoreview.com, 2 de noviembre, 2017. Véase Despacho Especial No.7169 de MEMRI, En un artículo en ocasión al centenario de la Declaración Balfour, el Presidente de la Autoridad Palestina ‘Abbas dice que cualquier resolución final del conflicto palestino-israelí debe incluir la implementación de la Resolución 194 de la ONU ‘de restaurar a los refugiados palestinos en sus antiguos hogares’, 8 de noviembre, 2017.

[9] Al-Ayyam (AP), 30 de julio, 2000.

[10] Centro para la Investigación de Políticas del Cercano Oriente (cfnepr.com),