Mientras el mundo aguarda la acción punitiva de Estados Unidos en Siria tras las acusaciones de que las fuerzas de Assad utilizaron gas venenoso, el profesor Ivan Timofeev construye una escalada hipotética que pudiera comenzar con los ataques estadounidenses en Siria y terminar con una destrucción mutua segura. Timofeev, además de servir como director de programa para el Consejo de Asuntos Internacionales de Rusia (CAIR), es también profesor de ciencia militar y conoce muy bien a Occidente habiendo recibido su maestría en la Universidad de Lancaster en el Reino Unido.

Timofeev advierte contra la complacencia engendrada por la estabilidad de la Guerra Fría y los 30 años de paz que siguieron a su conclusión. Ahora «las partes no desean y no pueden escucharse el uno al otro». En el actual estado de ánimo histérico, ni Estados Unidos ni Rusia están dispuestos a dejar que su oponente salga victorioso. A pesar de la inferioridad local de Rusia en Siria, los estadounidenses no deberían asumir que «Rusia tendría que perecer y admitir la derrota (como en la Crisis de los misiles cubanos de 1962)

Re-publicamos el artículo de Timofeev que apareció originalmente en el portal del Club de Discusión Valdai.[1]

Ivan Timofeev (Fuente: Rbth.com)

‘Hemos entrado en una nueva etapa mucho más peligrosa’

«El agravio de la rivalidad entre Rusia y Occidente en los últimos meses plantea el tema urgente de una posible escalada en las tensiones junto a sus formas y consecuencias. Las relaciones políticas entre Moscú y las capitales occidentales han ido más allá del punto crítico. La ya corroída tesis sobre la falta de confianza puede ser descartada con confianza. Las cosas son mucho peores. Las partes no desean y no pueden escucharse mutuamente. Las posturas oficiales y las señales son percibidas como provocaciones y abusos. Cualquier opinión es descrita desde el comienzo como manipulación, propaganda o diversión. Las voces pragmáticas se hunden en el creciente flujo del populismo. Las pequeñas islas de diálogo sobre temas comunes se están reduciendo o desaparecen rápidamente. La histeria en los medios, la hostilidad y la vulgaridad de la retórica exceden los niveles de la Guerra Fría, una etapa nueva y mucho más peligrosa del conflicto, una etapa que no existía hace varias semanas.

«La situación actual es fundamentalmente diferente de la que existía desde el comienzo de la crisis ucraniana y hasta el caso Skripals. La lógica de las relaciones fue evidentemente conflictiva. Las partes tenían marcadas diferencias sobre temas importantes, pero ellos continuaron el diálogo político que en general fue racional y relativamente predecible. Todas las acciones hostiles entre sí tenían un pretexto específico y más o menos verificable. El intercambio de sanciones se basó en razones comprensibles. Varios incidentes fueron verificados minuciosa y repetidamente y se tomaron con mucha cautela. Puede que no nos gusten las sanciones de la UE relacionadas con Ucrania, pero Bruselas evitó cuidadosamente cualquier escalada de sanciones para «promover la propaganda y socavar la democracia». una acusación que es difícil de verificar pero fácil de convertir en una forma propensa y provocadora del conflicto. Nos puede desagradar la investigación de Robert Mueller y el propio pretexto de ello pero al menos fue sistemático y relativamente transparente. Era difícil esperar que la UE y los Estados Unidos fomenten restricciones a Rusia por sus exportaciones de alimentos, pero, aunque desagradables, las contra-sanciones rusas tienen una lógica transparente y comprensible. Ambas partes estaban preocupadas por posibles incidentes marítimos o en el aire, pero el ejército coopero activamente entre sí para prevenirlos, a pesar de las profundas diferencias políticas. Aparentemente, en las actuales condiciones de confrontación, la «disuasión estable», un escenario que parecía ser el menos dañino, está retrocediendo hacia el pasado.

«Al menos tres eventos han desencadenado la nueva lógica de confrontación: el caso Skripal, las nuevas sanciones por parte de Washington y el incidente químico en Siria. El caso Skripal se destaca porque el colectivo en Occidente fue por una escalada sin tener hechos auténticos y transparentes que indiquen la participación de Rusia en el incidente. Hasta el momento, no se ha presentado al público un solo hecho que satisfaga estos requisitos. La teoría de la participación de Rusia se basa en encajes verbales, referencias a su «mala reputación» y cierta «información secreta» cuyo valor como evidencia es igual a cero a menos que se presente abiertamente al público. Al mismo tiempo, surgen más y más preguntas y discrepancias, comenzando con la naturaleza y el origen del tóxico químico y terminando con los métodos de su uso. Sintomáticamente, el caso de recuperación Skripals se ha convertido en el tema de un número creciente de chistes. Sin embargo, lo grotesco no reduce el peligro de que sea un precedente. ¿Qué sucede si una provocación similar es organizada mañana? ¿Qué sucede si se producen varias provocaciones al mismo tiempo? ¿Qué harán nuestros socios occidentales y cómo reaccionará Rusia ante todo esto? ¿Expulsara a los diplomáticos restantes, incluyendo a los oficiales de seguridad y a los chefs, o adopta algunas medidas mucho más duras y drásticas?

«El segundo evento son las nuevas sanciones de Washington contra compañías, políticos y empresarios rusos. Pareciera que todos ya se han acostumbrado a las sanciones. Sin embargo, hoy día, políticamente, son como un vaquero nervioso de una comedia occidental, que dispara sus dos pistolas, sea que lo haga o no. Anteriormente, las nuevas sanciones tenían como base un pretexto específico, mientras que hoy se están volviendo similares a los bombardeos diarios. Sin duda, están perjudicando la economía, los negocios y a los ciudadanos rusos. La versión de la política de sanciones solo puede enfurecer a Moscú y dejar perplejos a los observadores por la ausencia de una estrategia clara. Las sanciones están perdiendo su valor como herramienta de diplomacia y se están convirtiendo en un instrumento de guerra. Tal enfoque de sanciones es bueno para la audiencia doméstica. Probablemente, hubiese sido racional a su manera si no se hubiese aplicado a una potencia nuclear que no debería ser sobreestimada, pero que ciertamente no debería subestimarse.

«El tercer evento es otro ataque químico en Siria. Este evento era esperado pero no es menos peligroso por esa razón. Cualquier investigación objetiva es altamente improbable dadas las circunstancias. Las partes considerarán cualquier versión de los eventos como falsa, con la amenaza de la fuerza que emerge como el único argumento. Y aquí es donde yace el peligro principal. Hoy, Siria es el lugar donde existe el mayor peligro de que el enfrentamiento entre Rusia y Occidente se convierta en un conflicto armado abierto. Tal escenario es fácil de visualizar.

Las bases rusas en Siria son vulnerables al ataque estadounidense

«Supongamos que otro incidente ‘químico’ o de algún otro tipo sucede en Siria. El disparador ‘químico’ parece ser el más probable. Este tema está bien cubierto por los medios de comunicación y es un pretexto serio. Supongamos que Washington decide utilizar la fuerza, no solo un ataque cosmético con 10 o 20 Tomahawks, sino un ataque masivo contra la infraestructura civil y militar restante del gobierno sirio. Esta es la primera bifurcación del escenario, o el tema de la participación de Rusia. Sus bases pueden permanecer intactas. Pero si Moscú usa sus fuerzas (como lo prometieron sus militares) se lanzará un ataque en Khmeimim y Tartus. Técnicamente es posible lanzar tal ataque y destruir ambas bases y su personal militar, especialmente si las tropas estadounidenses mueren durante un ataque a Bashar Al-Assad.

«Este curso de eventos pudiera ser involuntario, pero también pudiera planificarse. El grupo ruso en Siria ha hecho un excelente trabajo combatiendo a los terroristas, pero sería vulnerable en caso de un choque con los estadounidenses. El TO está localizado remotamente y es difícil entregar suministros. Los estadounidenses tienen una ventaja en lo que respecta a la concentración y el apoyo de su fuerza de ataque. Se puede apostar por una derrota totalmente dura, contundente y humillante para Rusia como resultado de un ataque. Esto pudiera ser como una nueva guerra de Crimea del siglo 19, aunque extremadamente comprimida en tiempo y espacio.

«Este escenario puede parecer extremadamente arriesgado (si no algo alocado) pero luego de un análisis más detallado este tiene su propia lógica. Y aquí es donde viene la siguiente bifurcación. ¿Qué hará Moscú, si esto sucede? La primera opción (que sería la más deseable para Washington): Rusia tendría que perecer y admitir la derrota. Sí, Rusia es una potencia nuclear pero ¿realizará un ataque nuclear debido a un enfrentamiento con los estadounidenses en Siria, sabiendo que su acción dará lugar a represalias? En otras palabras, lo que está en juego aquí es la esperanza de que Moscú no presione el botón porque esto significaría un suicidio. En este escenario, la victoria estaría del lado de Washington sin reservas. Esto demostrará que es posible y necesario reducir el tamaño de un oponente que ha cruzado la línea. Esta será una poderosa señal para el resto, mientras que Estados Unidos y Trump en lo personal ganarán reputación de ser un jugador duro e intransigente.

«Pero existe también una segunda opción. Es difícil analizarla en base a la teoría de la escogencia racional. Simplemente puede no funcionar dentro de la cultura y tradición estratégica rusa. Los rusos puede que presionen el botón. Moscú no se limita a la opción de una Destrucción Mutua Asegurada (DMA). También puede ofrecer una respuesta limitada, aunque muy dolorosa. Técnicamente, esto también es posible y peligroso a su manera. Si, digamos por ejemplo, un portaaviones o un gran buque de guerra se hunde de forma demostrativa, es Washington el que se arriesga a perecer. Pero esto tampoco es tradición de los estadounidenses. Como resultado, aumentarán las tensiones, lo que aumenta considerablemente el riesgo a la DMA.

«Este escenario puede parecer excesivamente alarmista. La conciencia de la gente, que vivió en medio de la estabilidad de la Guerra Fría y los siguientes 30 pacíficos años, naturalmente lo rechaza como algo poco realista. Sin embargo, la historia muestra que los desastres son contrarios a los patrones habituales y no tienen piedad de sus creadores.

«Es posible evitar el desastre de dos maneras: iniciando negociaciones y comprometiéndose o fortaleciendo alianzas y equilibrando la balanza de poder. Las realidades actuales hacen que la segunda opción sea la más probable. Con toda probabilidad, Moscú continuará su camino hacia un acercamiento con China y otros actores y un nuevo modelo de bipolaridad tomará forma en el mundo. Sin embargo, hacer pronósticos en las relaciones internacionales es una tarea ingrata. La historia seguirá su propio camino, un camino que solo ella puede entender».


[1] Valdaiclub.com, 11 de abril, 2018