El periodista del portal Znak.com Georgy Markov se reunió con el director del Centro Levada, el profesor Lev Gudkov, a fin de tratar de darle sentido a las paradojas surgidas en las encuestas realizadas por la organización a los ciudadanos en Rusia: ¿Por qué la audiencia que posee Putin sigue siendo alta a pesar del estancamiento económico y la caída en el nivel de vida? ¿Cómo es posible que tan pocos rusos estén dispuestos a participar en alguna forma de actividades de protesta, si su situación es tan grave? Gudkov explica que una profunda desconfianza en el sistema en realidad lo que hace es defraudar las actividades de protesta, porque los mismos ciudadanos no creen en su propia eficacia. Putin sigue siendo popular, porque es percibido como alguien que nos protege de Occidente y por esa imagen este debe de alguna manera asustar a la ciudadanía con la quimera de los designios de Occidente en contra de Rusia. Estas y otras ideas emergen en la entrevista que publicamos a continuación:[1]

Lev Gudkov (Fuente: Newtimes.ru)

Esta semana, la Duma del Estado aprobó un proyecto de ley que le permite a Vladimir Putin presentarse a la presidencia una vez más. Aunque la insatisfacción a sus políticas va en aumento y el nivel de vida en Rusia sigue decayendo, la mayoría de los encuestados en los sondeos realizados por el Centro Levada no están preparados para unirse a las protestas callejeras. ¿Por qué sucede todo esto, cómo ha cambiado la evaluación a Alexei Navalny, en qué medida los rusos confían en el ejército y en el Servicio de Seguridad Federal (SSF)? – esta es una entrevista realizada por Znak.com con Lev Gudkov, director del Centro Analítico Levada y profesor de la Escuela Superior de Ciencias Económicas en la Facultad de Ciencias Sociales.

¿Qué significa la evaluación de las instituciones políticas y cómo se la considera?

– La evaluación es siempre abreviación de una actitud hacia un evento, institución social, política, etc. Este indicador tiene sentido solo dentro del contexto de las relaciones con otros políticos, instituciones, etc. Otro aspecto importante de este indicador es la forma en que este cambia con el tiempo. Hemos estado registrando un índice de confianza para las instituciones gubernamentales desde los años 1993-1994. Este índice es medido por la diferencia dadas entre las respuestas: “absoluta confianza” y “absolutamente desconfianza”, así como también la mitad de las respuestas de “no confío del todo”, “confío en cierta medida” y así sucesivamente.

Según nuestras encuestas, la década de los años noventa fue un período de bajísima confianza en todas las instituciones del poder: el presidente, la Duma del Estado, el gobierno y las administraciones regionales. Este indicador se incrementó levemente durante la campaña presidencial en los años 1995-1996.

En 1997, expectativas positivas (entre la población) comenzaron a intimidar, pero la crisis del año 1998 provocó una fuerte caída en estas. En este contexto, el nuevo líder del país, Vladimir Putin, llegó al poder. Entonces la confianza en las instituciones gubernamentales aumentó. Además, en ese momento no hubo cambios en la economía ni en el rumbo político del país. Durante los primeros años del mandato de Putin todavía no se produjeron resultados positivos.

La gente proyectó sus expectativas de mejora sobre el nuevo líder, asegurando así que su popularidad se incremente. Estas eran ilusiones infantiles de que él (Putin) sacaría al país de la crisis. En sus primeros días como jefe de estado, Putin fue considerado «el presidente de la esperanza».

(Los sentimientos) de todas las fuerzas políticas convergían en estas esperanzas presentadas por el nuevo líder, aunque cada una de las fuerzas políticas le imputaba sus propios motivos e intereses.

¿Qué demuestra el actual nivel de confianza en las instituciones de gobierno?

– Hasta agosto del año 2020, el ejército está de primero en la lista, el presidente de segundo (este patrón se ha mantenido durante aproximadamente dos años) y el SSF y otros servicios especiales están de tercero. Luego vienen la iglesia y las organizaciones filantrópicas. Todas las demás instituciones se encuentran en una zona en la que la confianza se está contrayendo. Las instituciones que constituyen una sociedad de derecho, que en teoría, deberían representar los intereses de la población, se encuentran en el último puesto. Estos son: el parlamento, el sistema judicial, empresas, partidos y sindicatos.

Por cierto, este año se celebrarán las elecciones a la Duma del Estado. Bueno, los ciudadanos poseen una actitud extremadamente negativa hacia esta institución. Cuando les pedimos que evalúen las actividades de ciertos diputados, escuchamos respuestas muy poco halagadoras, incluso expresiones obscenas, aunque la población precisamente elige a estos diputados.

Bien, ahora poseemos un régimen autoritario dominado por los servicios especiales y el ejército, Rusia es un estado represivo centralizado muy fuerte, no puede hablarse de democracia. El SSF en Rusia es, de hecho, la policía política que opera fuera de lo legal. Hoy, los tribunales incluso se niegan a considerar casos relacionados con el SSF, ellos (los jueces) dicen que esta estructura está fuera de su jurisdicción.

La calificación del SSF ha ido en ascenso desde finales de la década de los años 1990 del 40% al 65% actual. Al mismo tiempo, ha disminuido la desconfianza en este servicio, el cual era característico de la época de la perestroika y estuvo asociado al fracasado golpe de estado contra Mikhail Gorbachev dado por el Comité Estatal de Emergencia.

¿Qué demuestra tal calificación para el SSF?

– El aumento en la calificación de las agencias de seguridad tiene como base la creciente popularidad de todas las ideas soviéticas, incluyendo el culto a Stalin. Estos no son solo valores militaristas: gloria heroica, militarismo, altruismo, sino que también son los valores del imperio, una gran potencia y la prioridad del estado sobre el individuo”.

¿Qué sucede con la calificación del presidente? ¿Por qué este está de segundo?

– El pico de popularidad del presidente fue en el año 2008 y en el 2014. En el 2008 se produjo una guerra con Georgia y en el año 2014 es el año recordado por la anexión de Crimea. Estos eventos le dieron a la población un sentido de orgullo por su país, es importante que la gente pertenezca a una gran potencia.

Si hablamos de los descensos en las calificaciones del presidente, entonces en el año 2005 sucedió debido a las reformas efectuadas al rublo monetización [monetización del bienestar social] y otra en el año 2009, cuando la población sintió las consecuencias de la crisis económica y luego – en los años 2011-2013.

Ante el contexto de las protestas masivas, a mi manera de ver, se estaba produciendo un constante descenso irreversible de la popularidad de Putin.

Para ese entonces, el 47% de los encuestados dijeron que no deseaban verlo como presidente para el próximo período. El 61% de los encuestados dijo que estaba cansado de esperar a que cumpliera sus promesas. Luego ocurrió la anexión de Crimea, que provocó una euforia nacionalista. Pero para el 2016, su calificación se hundió nuevamente, luego creció y cayó nuevamente en el año 2018 tras Putin apoyar la reforma a las pensiones, causando indignación popular.

Sin embargo, la calificación del presidente nunca decayó por debajo del 60% cuando les preguntamos directamente»¿Confía usted en Vladimir Putin?»

Esto significa que estamos ante un consenso orquestado (en otras palabras, el resultado del trabajo de una fuerte maquinaria administrativa y propagandística). El politólogo Kirill Rogov cree que en los regímenes autoritarios, una caída en la calificación por debajo del 60% se vuelve muy crítica para el jefe de estado. Por debajo de ese número se intensificará el proceso de erosión de su legitimidad como gobernante.

Sin embargo, si uno pudiera preguntar abiertamente, «¿en quién confía usted más entre los políticos?» sin nombrar a Putin, la erosión de su apoyo central se hace evidente.

En noviembre del 2017, al responder a esta pregunta abierta, el 57-58% de los encuestados confiaba en Putin. Hoy, este indicador de sus «seguidores más fuertes» es de alrededor del 29-30%.

¿Cómo interpreta usted esos datos?

– Todo esto sugiere que, calificando a la opinión pública, hoy no existen alternativas en lo que respecta a Putin como líder. El primer ministro Mikhail Mishustin, el canciller Lavrov y el ministro de Defensa Sergei Shoigu no son políticos independientes, todos son funcionarios de Putin. Vladimir Zhirinovsky y Gennady Zyuganov no pueden recibir más del 11-15% de las respuestas, Sobyanin no recibe más del 4%.

La calificación de Navalny es de 3-5%. En el 2011, el trabajo de Navalny fue aprobado por hasta un 40% de los encuestados. En ese entonces este presentó la consigna: «Rusia Unida es un partido de estafadores y ladrones». Sin embargo, los constantes esfuerzos por desacreditarlo redujeron su popularidad a los valores más bajos posibles.

Esto significa que todavía no existen rostros nuevos en la política pública. Y mientras exista un consenso organizado de la administración, los tribunales y los cuerpos policiales, los nuevos políticos activos y populares no pueden aparecer.

La alta calificación de Putin del 60-65% significa la debilidad de otras instituciones públicas: las cortes, la autoridad representativa y las varias formas de auto-organización de la población.

La alta calificación o ranking de Putin no es un indicador a ningún amor o entusiasmo especial por el presidente. Después del año 2012, cuando el político liberal asesinado Boris Nemtsov publicó su libro “Putin. Corrupción”, nosotros comenzamos a medir constantemente los sentimientos de la población sobre si el jefe de estado es responsable por el abuso de poder del cual lo acusaban sus opositores.

En el año 2014 (cuando Crimea fue anexado), la cantidad de aquellos que admitieron que Putin pudiera ser responsable de abuso de poder se encontraba en su nivel más bajo. Sin embargo, este indicador ahora se ha incrementado, la gente piensa, “Probablemente que sí, él es culpable de abuso de poder, al igual que todos los altos funcionarios, pero yo sé poco de esto y no es que admiro este tema”. Actualmente, este indicador se mantiene estable en alrededor del 25%. Esta opinión es compartida por quienes creen, «Aunque esto sea cierto, el hecho de que el país comenzó a vivir mejor bajo su gobierno es más importante». Aquellos que piensan así constituyen casi una cuarta parte de la población. Estos dos componentes crean un dominante: “el abandono de cualquier valoración moral en relación a líder del país”. Es la voluntad de adaptarse, de aceptar la situación tal como se presenta

La politóloga Hannah Arendt supuso que la apatía pública y la alienación política son los pilares de apoyo de todos los regímenes totalitarios y autoritarios. Aquellos alienados del sistema, no se resisten a esto, no reclaman ni aprueban silenciosamente sus acciones desde su base de apoyo al sistema. Esta aceptación política incluso ha ido en aumento del 73% al 75% desde el año 2007.

Deseo agregar que la estabilidad del sistema está asegurada por una muy conocida actitud ambivalente hacia el poder “el zar es bueno; los boyardos son malos”. Lo que significa que Putin es bueno, los funcionarios son malvados. Por lo tanto, cuando el nivel de vida va en declive, los ingresos caen, los precios suben, la economía se estanca durante 10 años, la gente canaliza su descontento hacia los funcionarios, pero no hacia el “líder nacional”. Ya que para ellos este es un símbolo del poder del estado, a quien no se le puede tocar.

Para ver el resto de la entrevista en inglés junto a las imágenes copie por favor el siguiente enlace en su ordenador: https://www.memri.org/reports/levada-center-director-lev-gudkov-putin-has-no-other-choice-constantly-create-and-maintain


[1] Levada.ru, 29 de marzo, 2021.