Los ya oprimidos ciudadanos libaneses tienen derecho a estar orgullosos. A pesar de todas las probabilidades – principalmente, una ya establecida y arraigada milicia criminal a cargo – los ciudadanos libaneses pudieron elegir a algunos verdaderos reformistas (incluyendo a un verdadero manifestante) y derrotar a algunos dinosaurios del notorio régimen en las elecciones parlamentarias celebradas el 15 de mayo.
Alrededor del 10% del parlamento entrante en el Líbano (13 de 128 escaños) son caras nuevas que al menos hablan sobre una reforma y cambios. El Movimiento Patriótico Libre Cristiano pro-Hezbolá (MPL) del presidente Aoun perdió un espacio considerable en términos de popularidad y ya no es el mayor partido cristiano en el parlamento, aunque la disminución fue solo de 20 a 17 escaños. Aún así, el principal representante cristiano de Hezbolá pareciera verse debilitado.
Además del ascenso de los reformistas independientes, los otros grandes ganadores fueron el partido anti-Hezbolá Fuerzas Cristianas Libanesas (FL) (de 15 a 19 escaños) y el venerable partido Kataeb, ahora reformista (5 escaños). Tanto el MPL como Hezbolá han dejado muy en claro su profundo descontento por los resultados de las elecciones.
Los defensores de una agenda reformista tienen en mente algunos temas prioritarios claros, tales como realizar una investigación sobre la explosión ocurrida en el puerto de Beirut el día 4 de agosto del año 2020, una postura mucho más fuerte contra la mafia bancaria y sus partidarios que arruinaron la economía del país y el incendiario tema sobre las armas y la impunidad de Hezbolá. Si bien es posible algún progreso en los dos primeros elementos, el tercer elemento es un punto de no-retorno obvio para Hezbolá y sus aliados aún poderosos en el gobierno libanés. Una cosa por la que Hezbolá ciertamente estará a favor es que un nuevo gobierno tenga acceso al dinero en efectivo de Occidente, lo cual es de su apreciado interés.
Si bien aplaudo la felicidad de la oposición reformista por algunos logros, el hecho es que la institución (y el partido FL también es parte de la institución, incluso si este es de tendencia anti-Hezbolá) todavía le fue muy bien. Es casi seguro que el parlamento libanes tendrá al mismo vocero y solo se elegirá a un nuevo presidente más adelante este año, como resultado de algún tipo de compromiso con Hezbolá y sus aliados. Y Hezbolá ha podido ejercer el poder en el Líbano antes y de una manera mucho más débil en la legislatura del Líbano. Si las elecciones movieron al Líbano en la dirección correcta, fue solo un movimiento gradual, mucho menos de lo que requiere la terrible situación que actualmente enfrenta.
El verdadero cambio en el Líbano aún es decisión de Hezbolá e Irán. Solo mediante un cambio – es decir, un gran debilitamiento – en el estatus del sátrapa libanés Irán, pueden las instituciones del Líbano pagar caro por su disparate y la reforma sustancial que necesita el Líbano tiene una posibilidad muy verdadera de que suceda.
Hezbolá, por supuesto, no va a deponer las armas por sí mismo ni dejará ir el dominio que posee sobre casi todo el Líbano. En todo caso, pudiera estar al borde del alivio, del fortalecimiento, si Estados Unidos firma un acuerdo nuclear con Irán en los próximos meses. Tal acuerdo abrirá por completo los grifos financieros para Hezbolá y para otros representantes regionales de Irán.
La administración Biden ya le ha brindado cierto alivio a Irán durante el año pasado al negarse a implementar acciones punitivas basadas en las sanciones existentes en algunos casos. Irónicamente, mientras aumenta (y alardea sobre) la eficacia de las sanciones contra Rusia en este presente año 2022, la administración las ha aliviado en Irán, Cuba y Venezuela.
Por el contrario, cualquier tipo de debilitamiento o empobrecimiento del régimen iraní debilitará a Hezbolá. El colapso del actual régimen iraní (un resultado poco probable pero muy esperado) sería un desastre para sus muchos proyectos regionales.
Occidente, especialmente Francia y Estados Unidos, a menudo está interesado en el Líbano en términos de retórica y de ayuda potencial. Pero con demasiada frecuencia, la ayuda por parte de Occidente parece menos una forma de reafirmar una oposición verdadera a Hezbolá y simplemente más un conducto para mantener el estatus quo y un estado junto a una burocracia – que, en la mayoría de los casos, aún sirven a los intereses de Hezbolá y le permiten mantenerse a sí mismo como un parásito sobre el cuerpo político libanés.
No existe contradicción alguna en estar contento con los logros en materia electoral del pueblo libanés este mes y al mismo tiempo estar profundamente preocupado porque, en esencia, muy poco ha cambiado como resultado de las elecciones. Hemos visto acciones similares en otros lugares, por ejemplo, la votación realizada por el pueblo iraquí, la firmeza del pueblo sudanés de pie en las calles contra la tiranía, que, si bien es inspirador y heroico, aún no ha logrado el verdadero cambio que este pueblo desea.
Lamentablemente, la forma más probable de que la dimensión del poder de Hezbolá cambie verdaderamente será a través de la guerra y Hezbolá solo irá a la guerra contra Israel en el contexto de una conflagración regional mucho más amplia que involucre a Israel e Irán en un conflicto directo que pudiera ser catastrófico para el Líbano. El plan de Irán en tal guerra es tener a todos sus agentes estado – en el Líbano, Gaza, Yemen, Irak y Siria – que sirven como bases de misiles de avanzada para tratar de abrumar la defensa anti-misiles de Israel. La posibilidad de una guerra abierta no parece muy inminente hoy día, pero esa ecuación pudiera cambiar rápidamente este año si Irán se encuentra verdaderamente en el umbral de convertirse en una potencia nuclear.
Las guerras son desastres, especialmente para los estados más pequeños. Los aliados de Irán que probablemente acudan en su ayuda se encuentran todos dentro de estados fallidos y muchos de ellos ya han estado en guerra durante años. El Líbano ha sufrido mucho por las crisis económicas provocadas por una élite cleptocrática y por la hegemonía de Hezbolá que utiliza dicha élite como intermediarios convenientes en una operación clandestina. Es realmente triste que, al final, la única salida del Líbano sea a través del fuego destructivo de una guerra general – un resultado demasiado peligroso y tan turbio como terrible.
*Alberto M. Fernández es vicepresidente de MEMRI.