En un artículo publicado el 18 de junio, 2017 la periodista Joyce Karam, encabezada de la oficina en Washington del diario en Londres Al-Hayat y columnista del diario, denunció el doble discurso que caracteriza la actitud de los medios de comunicación, elites y autoridades estadounidenses hacia el terrorismo y los crímenes de odio perpetrados en los Estados Unidos. Karam, de origen libanés, escribió que si bien los actos de terrorismo perpetrados por los musulmanes son inmediatamente descritos como tales, crímenes similares perpetrados por estadounidenses blancos no musulmanes, por ejemplo contra afroamericanos, no son referidos como terrorismo; además, a menudo son tratados como actos aislados perpetrados por individuos conflictivos y dementes. Karam pidió reconocer que todos estos crímenes son terrorismo y subrayó que este doble discurso constituye traición a las víctimas y socava los esfuerzos para combatir el extremismo y el terrorismo en todo el mundo.
Lo siguiente son extractos de su artículo.[1]
Joyce Karam (imagen: Al-Arabiya.net)
En las últimas tres semanas, dos horripilantes crímenes ocurrieron en los Estados Unidos que, en términos de sus motivaciones y objetivos, poseen características de terrorismo y aun así las autoridades estadounidenses y la élite política generalmente se abstiene de utilizar este término para describirlos. El primer crimen ocurrió el 29 de mayo, 2017 en Portland, Oregón, donde un hombre apuñaló fatalmente a dos hombres que intentaban defender a dos mujeres musulmanas que este acosaba en un tren en la ciudad. El segundo crimen ocurrió el miércoles pasado, el 14 de junio, 2017 en las cercanías de Alexandía, Virginia, donde un hombre le disparó a un grupo de congresistas republicanos que jugaban al béisbol. En ambos casos la motivación del crimen fue política o racista y por consiguiente estos corresponden a la definición de terrorismo.
Según se define internacionalmente, el terrorismo es un acto destinado a intimidar a un individuo o grupos con el objetivo de alcanzar objetivos políticos o sociales y eso es lo que sucedió en Virginia cuando el asesino James Hodgkinson (de 66 años), partidario del senador izquierdista Bernie Sanders, atacó a un grupo de diputados de derecha luego de verificar sus afiliaciones políticas. En el segundo caso, el odio por el Islam, así como también la simpatía por el movimiento Supremacista Blanco, fueron algunos de los factores que motivaron al asesino Jeremy Joseph Christian (de 35 años), a llevar a cabo su ataque, tal como resulta evidente de los insultos [este embistió contra las mujeres musulmanas] y de los comentarios que realizo anteriormente en las redes sociales.
«Sin embargo, los principales medios de comunicación estadounidenses, e incluso el FBI, se abstuvieron de utilizar el término ‘ataque terrorista’ para describir estos eventos, afirmando que el [acuchillador] de Portland había actuado de esta manera por ser ‘un trastornado mental’. [En el caso del] crimen de Alejandría, [los medios de comunicación] continúan esperando la conclusión de las investigaciones antes de decidir cómo describir el hecho.
«Retrocediendo dos años, encontramos la misma decepción [en el caso de la masacre en una iglesia en Charleston en julio, 2015] en Carolina del Sur, en la que 9 afroamericanos fueron asesinados a tiros por Dylann Roof, un hombre blanco con opiniones racistas en contra de gente de color. Incluso durante el juicio de Roof, en el que admitió su racismo y afirmó inequívocamente que no se arrepentía de sus acciones, los medios de comunicación y las autoridades no describieron sus motivaciones como ‘terroristas’, sino que [alegaron sufría de trastornos mentales.
«Por el contrario, la cobertura de los ataques en San Bernardino en [diciembre, 2015] y Orlando en [junio, 2016] y de los apuñalamientos que tuvieron lugar en los últimos 12 meses, en [agosto, 2016] en Virginia y en [septiembre, 2016] en Minnesota, describieron rápidamente estos hechos como terroristas. ¿Es por qué los nombres de los perpetradores fueron ‘Omar Mateen, Rizwan y Tashfeen Malik, Wasil Farooqui y Dahir Adan, lo cual indican que son miembros de la minoría musulmana estadounidense o porque algunos de ellos prometieron lealtad al EIIS y gritaron ‘Alá Akbar’ durante los ataques?
«En estos casos, sólo tomó [unas] cuantas horas diagnosticar el ataque como un acto de terrorismo y la cobertura [se enfocó] en ‘la amenaza propuesta por el EIIS’, mientras que el tema de la cordura de los perpetradores, la autenticidad de sus vínculos con el EIIS y sus motivaciones por el ataque nunca llegaron a surgir. No quiero decir que ‘Omar Mateen, los Malik o Farooqui no sean terroristas. Ellos, sus ideas y sus motivaciones pertenecen al [mundo del terrorismo] y su ataque a civiles y el ocultarse tras una organización moralmente en banca rota, repleta de odio [como el EIIS] son igualmente [características del] terrorismo. El punto es el doble discurso [aplicado] en describir los ataques terroristas en los Estados Unidos y [el hecho de que la naturaleza terrorista de las acciones esté oculta en el caso de algunos delitos racistas o políticos [aunque correspondan totalmente a la definición de terrorismo. ¿Se debe esto a que los asesinos son blancos y no más bien musulmanes? O porque las acciones no están directamente asociadas a ninguna organización terrorista?
Este doble discurso ignora la definición de terrorismo y sus motivaciones políticas y constituye traición a las víctimas. El terrorismo político y social no comenzó con Al-Qaeda o el EIIS. Los Estados Unidos poseen un largo historial [de lidiar con el terrorismo], desde organizaciones que perpetraron [terrorismo] durante décadas, tal como es el caso del Ku Klux Klan y el Ejército de Liberación Afroamericano o individuos tales como Timothy McVeigh, quien hizo estallar un edificio en la ciudad de Oklahoma en 1995, o el Unabomber Ted Kaczynski, quien estuvo activo durante 20 años.
Este agravante en diagnosticar el terrorismo socava los esfuerzos para combatirlo y juega en manos del EIIS mientras blande consignas falsas sobre una guerra global en contra de los musulmanes. No reconocer el terrorismo de los supremacistas blancos significa no tratarlo [y en su lugar] tratarlo como incidentes aislados y no como un fenómeno penetrante. Después de todo, las acciones terroristas de ‘Omar Mateen en Orlando y de Jeremy Christian en Portland tenían motivaciones políticas y sociales. Sólo cuando reconocemos el peligro que representan ambos y llamamos a las cosas por su propio nombre, sin tener en cuenta el nombre del asesino, su color de piel y su salud mental, podremos hablar de derrotar al terrorismo para siempre.
[1] Al-Hayat (Londres), 18 de junio, 2017.