El ex Ministro de Defensa sirio Mustafa Tlass murió el martes (27 de junio, 2017) en París. Tlass, quien sirvió como ministro de defensa entre los años 1972-2004 se unió al Partido Ba’th sirio en 1972 luego de participar en el golpe de estado Neo-Ba’th de 1966 que derrocó al presidente Amin Al-Hafiz.

Tlass escribió varios libros, entre ellos el best-seller antisemita ‘La Matzah de Sion’ (1983), que repite el libelo de sangre de Damasco de 1840, es decir, la afirmación de que la comunidad judía perpetró el asesinato ritual de un sacerdote cristiano para utilizar su sangre con el fin de hornear sus matza de Pascua

La segunda edición, publicada en 1986, fue supuestamente más ‘científica’ que la primera; se agregaron pies de página para fomentar los alegatos y el apéndice presentó fotocopias de documentos oficiales (con traducción árabe adjunta) intercambiados por el Consulado de Francia en Damasco, el Consulado General de Francia en Alejandría y el gobierno francés, en relación al tema.

Las portadas de ambas ediciones muestran a un hombre con la garganta degollada y su sangre recogida en una cubeta. La portada de la primera edición mostraba a un grupo de judíos llevando a cabo el asesinato, ideado y esbozado para que parezca y se vea como algo ‘judío’ según las representaciones nazis. La segunda edición destaca una Menorah (candelabro), el símbolo judío, que degüella la garganta de la víctima.

El libro de Tlass es conocido por ser influyente en los círculos antisemitas internacionales como una fuente confiable de información sobre el «asesinato ritual cometido por los judíos». El libro puede ser adquirido en Internet en su idioma árabe original y también está disponible en francés, italiano y en otros idiomas. 

Lo siguiente es una traducción (del árabe), de la introducción de Tlass a la edición de 1986, tal como fue publicado anteriormente por MEMRI en junio, 2002:

La portada del libro La Matzah de Sión (imagen: mrmichaelstuart.com)

Circunstancias históricas

«Durante la década de 1830, Muhammad ‘Ali, mandatario de Egipto en nombre del Imperio Otomano, logró unir a Siria con Egipto [gobernando de esta manera a ambos]. Esto desencadenó una grave crisis internacional debido a los peligros planteados por esta unificación a los intereses europeos. Durante esta época tormentosa, Damasco se vio conmocionado por un terrible crimen – el sacerdote Tomas Al-Kaboushi [el capuchino] cayó víctima de un grupo de judíos que trataron de drenar su sangre a fin de que pudiesen preparar sus panecillos horneados para sus festividades de Yom Kippur».

«Este crimen no fue el primero de su tipo. Occidente conoció muchos crímenes similares, al igual que la Rusia zarista. Algunos de los cuales fueron expuestos y reportados en los protocolos de investigación, a pesar de todos los esfuerzos por erradicarlos y esconder sus huellas… De esta manera, El crimen del asesinato del sacerdote Tomas y su sirviente no fue el primero de su clase y ciertamente no será el último.[1] Sin embargo, este evento tuvo algunos elementos únicos debido a las circunstancias políticas de la época».

«Las autoridades del Cairo y Damasco manifestaron gran interés por este abominable crimen y el Cónsul de Francia [en Damasco] participó en la investigación porque la víctima más traicioneramente asesinada fue un individuo francés. Además del propio abominable crimen, la investigación reveló graves problemas respecto a sus motivos, vinculados a los preceptos de la religión judía, tal como se establece en el Talmud…»

Los judíos intentan ocultar su crimen

«[Tras exponer el crimen], los judíos causaron gran estupor en todas partes. Sus líderes y partidarios hicieron retumbar las puertas de los gobernantes europeos y norteamericanos a fin de instarles a intervenir y borrar las huellas del crimen y absolver a los judíos del cargo. Y, tal como sucede hoy día, los judíos llevan a cabo un crimen, donde luego provocan una tormenta en el mundo y no se conforman con ser absueltos, sino que incluso aprovechan la oportunidad de obtener ganancias».

«Convencieron al cónsul austriaco para que intervenga en la investigación a favor de algunos de los acusados, con el pretexto de que estos eran individuos austriacos… Similarmente, se aprovecharon de la tolerancia de las autoridades egipcias y del cónsul francés [en Estambul] y contactaron al acusado para que les instara a negar [todos los cargos]. Presionaron a aquellos acusados ​​que confesaron y les amenazaron para que retiraran sus confesiones… De igual modo, las autoridades nacionales [en Siria], que supervisaron la investigación, fueron acusadas de utilizar la tortura para extraer confesiones de los ​​[judíos] acusados… Si de hecho la tortura sucedió, eran actos de individuos sin ningún vínculo a la ley islámica. Similarmente, la tortura destinada a extraer confesiones era un método aceptado en aquellos días en Europa y Estados Unidos y no sería exagerado decir que todavía sucede en estos países hoy día».

«[Más aun], los líderes judíos en Europa y de Estados Unidos comenzaron a actuar y aprovecharse de su influencia financiera y mediática para instar a las grandes potencias a intervenir en su favor. Estos activaron a sus partidarios en el Parlamento y en la prensa, organizaron manifestaciones de apoyo y enviaron a prominentes judíos europeos [para que ayuden a los acusados]. Con estos medios, los judíos lograron extraer un ‘firman’ [orden de un gobernante] a su favor. [Sin embargo,] los judíos no se conformaron con esto, sino que trataron de borrar lo que estaba escrito sobre la tumba del Padre Tomas en la iglesia franciscana: ‘Aquí yacen los huesos del misionero capuchino Tomás, asesinado por los judíos el 5 de febrero, 1840’…»[2]

¿Por qué los judíos se salen con la suya en lo que respecta el asesinato?

«El incidente de 1840 se repitió varias veces en el siglo XX cuando los sionistas llevaron a cabo crímenes en masas en Palestina y en el Líbano – actos que conmocionaron la conciencia de gente buena en todo el mundo y fueron condenados por la opinión pública mundial. Pero cada vez, la influencia financiera, mediática y política sionista logro apaciguar la ira y distraer a la gente de estos crímenes. En lugar de ser castigados, los sionistas recibieron su recompensa: una gran ayuda financiera y horribles arsenales de armamento avanzado. En lugar de un Muhammad ‘Ali en el siglo 19… encontraron varios Muhammad ‘Ali [en el siglo 20]».

«El crimen tuvo lugar en Damasco, una ciudad tolerante y de paz, al igual que muchos otros [crímenes] similares ocurrieron en otras partes del mundo. ¿Cómo pudo ocurrir esto mientras que los judíos son una minúscula minoría en el corazón de las sociedades en las que viven? ¿Cómo es que estás sociedades han ignorado a estas minorías saturadas de odio? Tal vez la atmósfera de tolerancia instituida por los árabes musulmanes es lo que le permitió a los judíos vivir en total libertad en las tierras musulmanas árabes. Los judíos conocían bien estos países. Estos se aislaron a sí mismos como para rodearse de misterio, para que el mundo musulmán no supiese casi nada acerca de ellos. Por lo tanto, no es de extrañar que Damasco se sorprendiese por este repugnante crimen. [Sin embargo], esta rápidamente superó su ignorancia sobre [los judíos]… y ahora toda madre le advierte [a su hijo]: «Ten cuidado de no alejarte de casa, no suceda que venga el judío, te ponga en su saco, te secuestre y te asesine y drene tu sangre para preparar las ‘Matza de Sión‘ [los matzos de Pascua]. Generación tras generación han pasado este mensaje en referencia a la ‘traición de los judíos'».

«[Mientras tanto] un estado fue creado para los judíos en Al-Sham [la Gran Siria]. Pero ¿ha desaparecido la enemistad judía, o los preceptos del Talmud con todos sus crímenes y distorsiones, continúan inundando su parte repleta de odio contra la humanidad y la sociedad alrededor de los judíos? El monitoreo de los acontecimientos cotidianos en los territorios ocupados demuestra sin lugar a dudas que lo denominado como ‘racismo sionista’ es sólo la continuación y refinamiento de los preceptos talmúdicos[3]…»

«Con la publicación de este libro, yo tenía la intención de iluminar algunos de los secretos de la religión judía describiendo las acciones de los judíos, su ciego y repugnante fanatismo en lo que respecta a sus creencias y la implementación de los preceptos talmúdicos compilados en la diáspora por sus rabinos que distorsionaron los principios de la creencia judía (la ley religiosa del Profeta Moisés), tal como dice en el Corán [2:79]…»[4]

[1] En los pies de página de la introducción, Tlass menciona numerosos otros casos: «Un incidente de este tipo tuvo lugar en Argelia a mediados del siglo 18. Los judíos secuestraron a un chico cristiano y drenaron su sangre, pero debido al dinero que estos le pagaron al gobernante turco en Argelia, lograron ocultar el asunto». Otro ejemplo es: «Un chico cristiano llamado Henri Abd Al-Nur fue secuestrado y su sangre drenada, la investigación demostró la responsabilidad de los judíos [por el crimen] pero estos sobornaron a los gobernantes y oscurecieron los hechos de tal crimen. Para documentar tales casos, Tlass menciona los Tesoros del Talmud de Yusuf Hana Nasrallah, que en realidad es una traducción del famoso libro antisemita del profesor August Rohling, Der Talmudjude, del año 1871.

[2] La imagen de la lápida del sacerdote en la edición de 1986 muestra la inscripción: «Los judíos lo asesinaron, [su cuerpo] no fue encontrado en lo absoluto… y estos son los restos de sus huesos».

[3] La edición de 1983 declara que «los investigadores expusieron el crimen incluyendo el motivo religioso encubierto que lo sustentaba». El gobernador de Al-Sham decidió ejecutar a los criminales, pero en este punto los estados extranjeros y sus consulados comenzaron a jugar un papel importante. Los extranjeros dividieron las áreas de influencia entre sí mismos, Austria se comprometió a defender a los judíos, Francia se comprometió a defender a los católicos… Todas las partes acordaron resolver el tema al estilo judío, apaciguando a las partes con dinero. Los acusados ​​fueron liberados de la prisión de Damasco y se marcharon al Egipto de Muhammad ‘Ali Pasha… Han pasado 150 años desde que se cometió ese crimen y aun así el crimen no ha perdido nada de su gravedad, ya que con el pasar del tiempo el pequeño crimen se ha convertido en un crimen mayor y una poderosa conexión permanece entre los dos.

[4] Al final de su introducción Tlass le agradece a su compañero en armas, el Coronel Bassam ‘Assali, quien fue su «mano derecha en preparar el libro». Este expresa su esperanza de haber cumplido «parte de sus obligaciones en exponer las actividades históricas de los enemigos de nuestra nación». Tlass también saca sus propias conclusiones sobre «la importancia del tema de la soberanía nacional». Según él, el descaro mostrado por uno de los judíos acusados ​​hacia el presidente de la corte siria no pudo haber ocurrido «sin la influencia de los extranjeros en Siria para ese momento». Este les recuerda a los árabes que «la soberanía no puede ser dividida y ningún extranjero debe incidir sobre esta». El error calamitoso de Sadat, que condujo a su asesinato, fue su desprecio por los derechos nacionales del pueblo egipcio y [el hecho de] que le vendió su patria a Satanás… Tras los acuerdos de Camp David, la soberanía egipcia se volvió incompleta… »