En un artículo publicado en el diario saudita Al-Riyadh, el escritor y columnista ‘Abdallah bin Bakhit lamentó el hecho de que países musulmanes, que sufren no menos que otros países por la propagación del coronavirus, no participan en los esfuerzos para desarrollar una cura o vacuna para enfrentar la enfermedad. Además, dijo, sus poblaciones ni siquiera se preguntan por qué sucede esto o aspiran participar en estos esfuerzos. En cambio, solo difundieron rumores sin ningún tipo de fundamento además de las usuales teorías de conspiración acerca del virus.
Lo siguiente son extractos traducidos de su artículo:[1]
‘Abdallah bin Bakhit (Fuente: Alarabiya.net)
“El coronavirus, al igual que las redes sociales, prueba que el mundo se ha convertido en una pequeña aldea. Suceda lo que suceda en China [también] sucederá en India y Nueva Zelanda, en el Medio Oriente y en los Estados Unidos y si las autoridades [encargadas de combatir el virus] lo hacen de una manera lenta [para responder a la pandemia], veremos al virus llegar a todos los pueblos y comunidades en el mundo, sin excepción alguna.
“Las plagas no son nada nuevo. No son una conspiración o una ilusión metafísica. Estas se esparcieron por el mundo antes de que la población supiese el cómo fabricar armas biológicas en laboratorios y ningún período en la historia de la humanidad estuvo libre de su embate…
“Si uno enumera los países que han entrado en la carrera para combatir el virus y encontrar una vacuna, no encontrarán ni un solo país musulmán entre estos. Al leer las declaraciones en la prensa y en los medios de comunicación de los países islámicos y las declaraciones de sus médicos sobre el virus y sobre la posibilidad de encontrar una cura o una vacuna, uno siente que está leyendo las páginas de deportes o viendo los canales de deportes locales en los que discuten los juegos de la liga en Europa. Es decir, la gente disfruta de los juegos y vitorea sin tener ningún efecto ni en participar en los eventos.
El problema no es solo que no nos preguntamos el por qué, dado que contraemos la enfermedad como todos los demás, nosotros esperamos que otras naciones resuelvan el problema y no participamos en [encontrar] ninguna solución. [El problema es] que ni siquiera pensamos en participar en la solución. Somos parte del problema, pero no parte del encontrar la solución. Además, nos hemos convertido en una de las principales fuentes en crear y difundir delirios respecto a este desastre que está afectando al planeta. Algunos [entre nosotros] dicen que el coronavirus es [el resultado de] una conspiración, otros dicen que es [una expresión de] ira y otros dicen que es [el resultado de] experimentos que se filtraron de algún laboratorio. Esto ha llegado al punto en que estos delirios son nuestra única contribución a las situaciones de crisis global. Las mismas cosas que ahora decimos sobre el coronavirus las dijimos en la década de los años 1980 sobre el SIDA y en la década de 1990 sobre el tsunami. Las dijimos sobre el SARS y sobre la gripe porcina y las hemos utilizado para explicar cada epidemia, catástrofe o guerra en la historia de la humanidad…»
[1] Riyadh (Arabia Saudita), 1 de marzo, 2020.