A finales de septiembre, 2017 Fátima Abu Miyala, de 14 años, llegó a un puesto de control militar israelí en la ciudad de Hebrón. Inicialmente, los medios de comunicación palestinos informaron que había sido arrestada por cargar consigo un cuchillo con el propósito de apuñalar a soldados israelíes, pero luego se supo que huyó del hogar de su esposo luego de un matrimonio forzado.
La agencia de noticias palestina WAFA informa que el caso de Miyala, que arrojó luz sobre el fenómeno del matrimonio de menores de edad y el matrimonio «tradicional» en la sociedad palestina, provocó un amplio debate público sobre este tema. El informe citó a Sumoud Al-Damiri, jefe del departamento de estatutos personales en la oficina del jefe qadi palestino, diciendo que recientemente ha habido un aumento en tales matrimonios en los territorios de la Autoridad Palestina (AP) y que su departamento ha manejado tres de estos casos en los últimos meses, uno de ellos involucrando a una chica que había dado a luz a la edad de 13 años. Al-Damiri agregó que el esposo de Fátima admitió durante el interrogatorio que le pagó 2.000 NIS (aproximadamente $570) a la casamentera y una suma adicional al padre de Fátima y que la ceremonia de matrimonio había sido realizada por un jeque no autorizado para llevar a cabo dichos matrimonios.[1]
En respuesta al incidente, Muwaffaq Matar, columnista del diario de la AP Al-Hayat Al-Jadida, escribió un artículo en el que condenó mordazmente el fenómeno de los matrimonios ‘urf (es decir, «tradicionales»), que se realizan como una forma para evitar realizar el matrimonio en las instituciones religiosas o civiles oficiales del estado, entre otras cosas para facilitar el matrimonio de menores de edad.[2] Titulado «No Nos Perdones, Fátima», el artículo afirma que la joven prefirió arriesgar su vida acercándose a un puesto de control militar israelí en lugar de quedarse en la casa de su marido y continuar viviendo dentro de la sociedad palestina, responsable por su sufrimiento. Matar señaló que, mientras se habla de liberación nacional y se busca unir a los organismos internacionales de derechos humanos, la sociedad y las instituciones palestinas violan los derechos de la mujer y de los chicos al tolerar costumbres ignorantes, como la que permite el matrimonio de menores de edad.
Lo siguiente son extractos del artículo de Matar:[3]
Muwaffaq Matar (imagen: alwatanvoice.com)
«Todavía no sabemos qué circunstancias llevaron a Fátima Abu Miyala, de 14 años de edad, a acercarse a un puesto de control del ejército de ocupación israelí el 27 de septiembre, 2017. Pero sí sabemos que la chica decidió escapar del infierno y la tiranía de [su] herencia social y se lanzó a las llamas que podían haberla consumido sin forma de retornar [o] por un precio menor que el precio que le exigieron los pedigüeños de los matrimonios de menores de edad y los sultanes de [nuestras] ignorantes y primitivas normativas y costumbres sociales.
«La acción de Fátima abrió una herida que pensamos ya había sanado. Esta chica, que [resultó ser] inocente de portar un cuchillo con la intención de apuñalar a soldados de la ocupación en la Cueva de los Patriarcas, encendió una luz de advertencia respecto a nuestro proceso de liberación social, nacional y cultural incluso antes de que ella nos relatara, con hechos más que con palabras: ‘Me acercaré a aquellos que se robaron mi tierra, incluso si me matan, [ya que] no quiero vivir entre ustedes, donde mi alma está siendo violada todos los días. Puede que sea capaz de reconquistar y purificar mi tierra, pero mi alma y mi espíritu, los cuales han sido violados, serán una maldición eterna sobre sus percepciones, leyes y costumbres ignorantes».
«Ellos obligaron a esta chica Fátima a casarse con el pretexto de un matrimonio ‘urf [tradicional], pero la joven se negó a vender su cuerpo y su alma como lo deseaban sus padres y los codiciosos pedigüeños del matrimonio ‘urf. Es por tal hecho que ella cruzó el punto de no retorno y arriesgó su vida, [aceptando] la calumnia que podía manchar su buen nombre para enseñarnos las atrocidades y pecados que cometemos contra nuestras hijas y contra nuestras generaciones futuras y decirnos: no regalemos nuestras almas y nuestros cuerpos, tal como solían hacerles [a las chicas] en la era preislámica…
«Aquellos atrapados en la idea obsesiva [de que los hombres pueden] poseer el cuerpo de una mujer a cualquier precio, bajo la apariencia de un matrimonio ‘urf, desean justificar su pecado y le otorgan legitimidad religiosa dentro de sus propios círculos sociales. Ellos no consideran a la chica atacada o sus derechos, ni le otorgan la menor consideración a su capacidad [para adaptarse] a los profundos cambios en su vida, en términos de su madurez cognitiva y su constitución mental, [lo cual debería considerarse] incluso antes de su constitución física. [Pero] lo más importante de todo es su capacidad de decir «sí» o «no» libremente, sin que los numerosos círculos de la sociedad se apresuren en atraparla y obligarla, comenzando con su círculo inmediato, que puede ser su padre o su madre y culminando con los legisladores y las leyes, que aún no han sido enmendadas. [Estas leyes] se han convertido en una muleta para aquellos que desean satisfacer sus deseos, sus impulsos y sus perversiones sexuales casándose con una mujer que legalmente es [todavía] una niña.
«Es inconcebible que una chica de 13 años haya dado a luz como parte de un matrimonio ‘urf’, lo que significa que fue secuestrada y llevada [al matadero] a la edad de 12 años. Cuando esto le sucede a una chica tan joven, o a [cualquier] chica menor de edad, solo puede ser caracterizado como cautiverio y es comparable al secuestro y la tortura, incluso si el pecador [que le hizo esto] la atase con [cadenas] de oro o la acostara en una cama de miel!
«Esto está sucediendo en nuestra tierra mientras esgrimimos consignas de liberación y de derechos y competimos con [otras] naciones para unirnos a organizaciones internacionales [dedicadas] a los derechos de la mujer y de los chicos y mientras los juristas palestinos redactan las leyes más modernas, compatibles con las convenciones internacionales. Sin embargo, aparentemente tememos tocar las llamas del patrimonio y de las costumbres que carecen de validez tanto en virtud del sharia como del derecho civil, aunque sabemos que el fuego eventualmente nos alcanzará [y nos quemará]. Al igual que otros, esperamos por que el destino nos sorprenda o que el cambio se nos imponga a nosotros.
«Esto está sucediendo en nuestra tierra a pesar de que el Presidente Mahmoud ‘Abbas exige, en cada oportunidad que se le presenta, reexaminar las leyes sobre los estatutos personales y las leyes referentes al matrimonio y adaptar las leyes palestinas a los principios de los derechos humanos que la ONU y las convenciones de derechos humanos defienden.
«Aquellos interesados en la poligamia o en cometer el delito de casarse con una menor de edad encuentran refugio en nuestra sociedad, cuyas leyes son flexibles y les permiten satisfacer sus deseos e impulsos…
«Debemos movilizar los círculos políticos, sociales, intelectuales y legales y hacer que estos dediquen sus recursos a examinar los hechos y estudiar los problemas que enfrentan las víctimas [de los matrimonios de infantes], quienes viven enclaustrados en miedo, experimentando problemas físicos y mentales junto al dolor y tormento. Debemos aumentar la participación de las instituciones legales, con el fin de abordar esto y al mismo tiempo otorgarles la protección necesaria a las víctimas, sin importar el costo. Creemos que esta será la mejor expresión de nuestros principios de liberación y de nuestros valores…
«No nos perdones, Fátima, hasta que te liberemos a ti y a las leyes seguidas por nuestras cortes y eviten que se conviertan en muletas para los opresores».
[1] Wafa.ps, 16 de octubre, 2017.
[2] El matrimonio según la costumbre que no está documentado y no le otorga a la mujer ningún derecho, pero es considerado válido siempre y cuando se cumplan las condiciones religiosas para el matrimonio.
[3] Al-Hayat Al-Jadida (AP), 16 de octubre, 2017.