Un artículo para conmemorar el aniversario de los ataques del 11 de Septiembre publicado en el portal del gobierno saudita Al-Sakinah que lleva a cabo el diálogo en la red con los extremistas con el propósito de persuadirlos a renunciar a sus puntos de vista jihadistas,[1] afirma que los Estados Unidos emplea organizaciones terroristas como herramienta en la búsqueda de sus propias agendas. El artículo afirma que estas organizaciones terroristas son utilizadas por los Estados Unidos para desestabilizar a los países del mundo, y que cuando estos países le piden ayuda a este para combatirlos, este impone su hegemonía sobre ellos. El terrorismo, sostiene, nunca desaparecerá del mundo, siempre que ello sirva a los intereses yanquis.

Los siguientes son extractos del artículo:[2]

Los Estados Unidos no son serios en combatir el terrorismo

«El 12º aniversario de los ataques terroristas del 11 de Septiembre – que afectaron a los Estados Unidos, la conmocionó, y en parte expuso la fragilidad de sus aparatos militares y de inteligencia – plantea una plétora de preguntas respecto a la [futura] suerte del terrorismo, ahora que la guerra contra este se ha globalizado y una coalición internacional ha sido formada para luchar contra este.

«Antes del 11 de Septiembre, el alcance del terrorismo era muy limitado. El número de operaciones era pequeño, así como también el número de víctimas y pérdidas. Sin embargo, luego del 11 de Septiembre, la guerra contra el terrorismo causó que [este fenómeno] tome proporciones globales peligrosas, atravesando fronteras geográficas, políticas y religiosas. Los Estados Unidos jugaron un papel central en la transformación del terrorismo en un [fenómeno] global y amplió su ámbito de operaciones – gracias a su nueva estrategia, basada en el principio del «caos creativo».

«Esta estrategia le permite a [los Estados Unidos] redibujar el mapa de los países árabes, como parte de lo que se conoce como [el plan] para el Gran Medio Oriente, y sembrar la guerra religiosa y sectaria que le permita controlar el futuro de los pueblos y sus estados.

«Los Estados Unidos utiliza dos herramientas diferentes en orientación, pero similares en sus objetivos, que le sirven a la estrategia estadounidense. [Esta no es una de esas teorías de conspiración] que los árabes y los musulmanes [a menudo] consideran como un medio adecuado para explicar sus fracasos. Los hechos demuestran que los Estados Unidos no se toman en serio la lucha contra el terrorismo y el agotamiento de sus fuentes, por lo tanto, ya que apoya a elementos terroristas que le sirven a su programa.

«Una simple comparación entre la guerra contra el terrorismo que Francia lidera al norte de Malí y la guerra que los Estados Unidos está librando en Afganistán, Irak, Yemen y Somalia es suficiente para aclarar la diferencia entre las dos estrategias. Francia eliminó con éxito el imperio del terror al norte de Malí, cuya área es igual a la de Francia y Bélgica combinadas, en tres meses, con un mínimo de pérdidas de propiedades y vidas. Tal rápida y eficiente eliminación de un emirato islámico en una amplia zona de terreno desierto montañosa no tiene precedentes en la historia de la guerra contra el terrorismo. Además, Francia [incluso] logró eliminar el último de los terroristas, destruir sus bases, y frustrar los intentos [de] estos terroristas suicidas en llevar a cabo sus planes terroristas y convertir a Malí en [su] puerta al Paraíso, tal como prometieron los Emires de Derramamiento de Sangre.[3] Es la determinación y la [fuerza] de voluntad que permitió a Francia lograr esta victoria brillante sobre los terroristas en Malí, no [su] equipo o logística.

«Los Estados Unidos, por el contrario, con el fin de realizar sus agendas, inventa mecanismos que no la ponen en confrontación directa con las organizaciones terroristas, sino que le permiten utilizarlas para chantajear e invadir [países] o lograr la hegemonía [sobre estos]”.

Organizaciones terroristas sirven a las estrategias estadounidenses

«Los Estados Unidos y los terroristas tienen intereses en un número de niveles superpuestos. El nivel más básico [implica] minar la estabilidad de los estados de destino, y la más alta [implica] que proporciona a los estadounidenses la oportunidad de imponer su agenda sobre regímenes existentes o emergentes en las zonas de conflicto que los extremistas han atacado, como un preludio para una toma yanqui del poder…

«El terrorismo no puede esperarse que desaparezca mientras las organizaciones terroristas continúen sirviendo a la estrategia norteamericana, porque [las organizaciones terroristas] son la herramienta más útil [que Estados Unidos posee] a fin de socavar la estabilidad y amenazar a los regímenes y estados, que están [de esta manera] obligados a recibir asistencia norteamericana en su guerra contra el terrorismo. Así es como comienza la hegemonía [norteamericana] [sobre estos estados].

«La segunda herramienta ideada por la inteligencia estadounidense, en hacer caso omiso a los pueblos y regímenes árabes, son las así llamadas «revoluciones de la Primavera Árabe», que un gran número de políticos, investigadores y expertos creen son revoluciones populares contra la opresión y por la libertad, la dignidad y la democracia…

«El terrorismo y estas ‘revoluciones’, entonces… son herramientas que permiten a los Estados Unidos realizar una estrategia para asegurarse sus propios intereses…

«Es por eso que los Estados Unidos apoyan el terrorismo de los extremistas en Siria, pero los combaten en Afganistán, los fortalecen en Irak, los sobornan en Pakistán, y crean complots junto a ellos en el Sinaí, Libia, el Sahel y el Sahara.

«Los sucesos del 11 de Septiembre marcaron efectivamente el comienzo de la segunda etapa en la guerra contra el terrorismo – [una guerra] que transforma el terrorismo en una herramienta [yanqui] para redibujar el mapa del Gran Medio Oriente y ganarse la hegemonía sobre las entidades dentro de este».


[1] Véase MEMRI Investigación y Análisis No. 260, Reeducación de extremistas en Arabia Saudita, 18 de enero, 2006.

[2] Assakina.com, 10 de septiembre, 2013.

[3] Haciendo alusión a la organización jihadista «Firmantes en Sangre» que operan en la región del Sahara.