En un artículo escrito en inglés publicado el 2 de noviembre, 2017 en The Cairo Review of Global Affairs,[1] el Presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud ‘Abbas expuso el credo y la visión de la OLP para la paz y pidió a Gran Bretaña se disculpe por la publicación de la Declaración Balfour. Este dijo que tal declaración, fijada sobre los puntos de vista del «predominio de la raza blanca», «desestimó los deseos, aspiraciones y derechos de la población autóctona de Palestina» y finalmente condujo a la catástrofe y éxodo del pueblo palestino en 1948. Este también afirmó que, luego de apoyar al movimiento sionista para de esta manera establecer una patria judía en Palestina, Gran Bretaña y la comunidad internacional no implementaron la Resolución 181 de la ONU (el Plan de Partición de 1947) y luego tampoco «implementaron la Resolución 194 (III) en restaurar a los refugiados palestinos a sus hogares». Destacando que cualquier solución final del conflicto árabe-israelí debe incluir la realización de la Resolución 194 y la Iniciativa de Paz Árabe, es decir, «una solución justa para los siete millones de refugiados palestinos basada en la elección de todos y cada uno de los refugiados», este instó a Gran Bretaña y a la comunidad a enmendar la Declaración Balfour «reconociendo al estado de Palestina sobre las fronteras de 1967 con Jerusalén Oriental como su capital» y tomar medidas para hacer realidad los derechos políticos del pueblo palestino, los mismos derechos que fueron negados por Balfour hace ya un siglo».
Lo siguiente es el artículo:[2]
«Este año, nuestra nación cumple cien años de la Declaración Balfour. Lord Arthur Balfour fue el secretario de Asuntos Exteriores británico que decidió cambiar la identidad y el destino de Palestina, una tierra que no le pertenecía, prometiéndosela al movimiento sionista y alterando dramáticamente la historia del pueblo palestino. En este sombrío aniversario, es importante recordar algunos hechos históricos claves, que siguen siendo relevantes para lograr una resolución justa, duradera y pacífica de un siglo de injusticia.
«Hasta el día de hoy, el Reino Unido elude su responsabilidad histórica al negarse a pedirle disculpas a una nación que todavía vive en el exilio y bajo ocupación como resultado de la empresa poco ética de sus políticos. En 1917, Palestina tenía una robusta población de más de 700,000 habitantes que vivían en casi 28,000 kilómetros cuadrados. Palestina tenía una sociedad bien establecida, orgullosa de su historia y de su patrimonio cultural y tradición de siglos de convivencia y tolerancia entre sus habitantes. La ciudad de Jerusalén, construida por los jebuseos, una tribu cananita, los antiguos puertos de Jaffa y Haifa, las ciudades bíblicas de Gaza, Belén, Nazaret, Hebrón y Nablus, así como también una de las ciudades habitadas más antiguas del mundo Jericó, junto al Mar Muerto y el fértil Valle del Jordán, todos fueron testigos de esta rica civilización. Palestina tuvo varias instituciones educativas y culturales, diarios y una economía que incluía la exportación de cítricos y una próspera industria de servicios tales como el turismo. Era un país habitado principalmente por árabes, en su mayoría musulmanes y cristianos, pero también con una pequeña minoría judía.
«Desgraciadamente, el texto de la Declaración Balfour se refería a la gran mayoría de la población como las ‘comunidades no judías’, en un intento deliberado de establecer las bases para negarles cualquier derecho político futuro. Balfour se encontró totalmente atrincherado en una ideología colonialista sin respeto por la presencia profundamente arraigada de palestinos, cristianos y musulmanes. En 1922, este escribió: ‘El sionismo, sea este correcto o incorrecto, bueno o malo, está arraigado en tradiciones de larga data, en las necesidades actuales y esperanzas futuras de una importancia mucho más profunda que los deseos y prejuicios de 700,000 árabes que ahora habitan esa tierra antigua’. Fue un desprecio evidente a la presencia, historia y derechos de la población que habitó la tierra durante siglos. Examinado en el contexto de los debates actuales en política internacional, Balfour pudo habérsele referido fácilmente como un individuo «supremacista de raza blanca».
«La Declaración de Balfour de 1917 simboliza el papel internacional en la catástrofe y éxodo palestino, el Nakba de 1948. Un siglo después de que se redactara esta infame declaración, la comunidad internacional desde hace ya mucho tiempo debió asumir su responsabilidad legal, política y moral de cumplir con los derechos inalienables del pueblo palestino. Esta prolongada injusticia continúa poniendo a prueba la credibilidad de nuestro sistema internacional y socava las leyes y marcos sobre el tema de los derechos humanos fundamentales para su longevidad y para la paz y estabilidad dentro y entre las naciones.
«Amargo legado de Balfour»
«La Declaración Balfour, a pesar de su gran impacto en nuestro destino como nación, nunca fue un tema de consenso entre los políticos británicos. La declaración continuó con un Mandato Británico de Palestina que pronto quedó atrapado entre la locura de Lord Balfour y la realidad en el terreno. En los años siguientes, el dominio colonial británico tuvo que lidiar con las contradicciones de sus promesas a los pueblos judíos y árabes. Varias comisiones británicas le respondieron a Londres sus esfuerzos de hacer que su gobierno se diera cuenta y entienda que ya existía un pueblo bien arraigado en Palestina. En 1922, el Parlamento británico rechazó el Mandato Británico de Palestina precisamente porque incluía el cumplimiento de la Declaración Balfour como parte de sus objetivos. De hecho, fue el único miembro judío del gabinete británico, Sir Edwin Montagu, quien expresó su rechazo en estos fuertes términos: «No le negare a los judíos en Palestina derechos iguales a la colonización con aquellos que profesan otras religiones, sino una prueba religiosa de ciudadanía me parece a mí es la única admitida por aquellos que tienen una visión intolerante y reducida de una época particular de la historia de Palestina y claman para los judíos una posición en la que ellos no poseen ningún derecho».
«La perfidia de Balfour anticipó la falta de respeto por parte de la comunidad internacional a los derechos de los palestinos después de la creación de Israel. Treinta años después, el 29 de noviembre, 1947 la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU) adoptó la Resolución 181 (II) que pide la partición de Palestina en dos estados. Una vez más, esta decisión no tuvo en cuenta los deseos, las aspiraciones y los derechos de la población autóctona de Palestina. Los líderes palestinos no escatimaron esfuerzos para comunicar la voz al pueblo, visitando Londres en innumerables ocasiones, así como en varias otras capitales mundiales, pidiendo se respeten los derechos del pueblo árabe-palestino y pidiendo que el destino de Palestina sea decidido mediante elecciones libres y democráticas que reflejarán la voluntad del pueblo palestino. Esto fue totalmente ignorado por el gobierno británico, guiado por la agenda Balfour en negarle los derechos políticos a nuestra nación.
«El mundo votó por la partición de Palestina, pero su pueblo no lo hizo. La comunidad internacional estaba dispuesta a apoyar el deseo sionista de construir un estado en Palestina, pero no tuvo la determinación de supervisar la implementación de sus resoluciones, lo que llevó al Nakba (catástrofe), que llevó a más de dos tercios del pueblo palestino a convertirse en refugiados, incluyéndome a mí. Mi ciudad natal de Safad fue limpiada étnicamente en su totalidad de sus poblaciones árabes musulmanas y cristianas. Al igual que Safad, al menos 418 aldeas palestinas fueron limpiadas étnicamente, despobladas por la fuerza y destruidas.
«La comunidad internacional no cumplió con la implementación de la Resolución de Partición 181 de la ONU, una resolución que incuestionablemente no permitió ni exigió el desplazamiento forzoso de la población palestina. Tampoco implementó la Resolución 194 (III) de restaurar los refugiados de Palestina a sus hogares. De hecho, el reconocimiento de Israel por las Naciones Unidas se vio condicionado por la implementación por parte de Israel a esta resolución. Del mismo modo, con mucha decepción, la comunidad internacional no ha cumplido con las innumerables resoluciones de la ONU que le piden a Israel que ponga fin a su ocupación militar que comenzó en 1967, incluyendo su proyecto de colonización. Este fracaso ha envalentonado la impunidad israelí, ha prolongando el conflicto y el sufrimiento y la injusticia sufridos por el pueblo palestino.
«De Balfour al 2017: Cien años de impunidad»
«La ocupación israelí que comenzó en 1967 ocupando el 22% restante de Palestina, que comprende la Franja de Gaza y Cisjordania, incluyendo Jerusalén Oriental inició una política sistemática y multidimensional de colonización del territorio ocupado que no ha cesado durante más de cinco décadas, La Organización de Liberación de Palestina (OLP), en un compromiso histórico y doloroso, reconoció a Israel de acuerdo con las resoluciones pertinentes de la ONU y declaró que el Estado de Palestina representaba más del 22% de la Palestina histórica, Israel continúa negando el derecho inalienable del pueblo palestino a la libertad y la autodeterminación.
«La presencia de asentamientos ilegales en todo el territorio ocupado de Palestina ha amenazado con hacer que la solución de dos estados sea imposible de ser realizada. Esta es claramente la meta del actual gobierno de derecha de Israel que no rehúye esconder tales intenciones. Este reconoció ampliamente que la ocupación prolongada de Israel y su proyecto de colonización virtual destruyeron prácticamente las perspectivas de una solución de dos estados respaldada internacionalmente sobre las fronteras de 1967, solidificando así la realidad de un estado, Israel, que controla toda la tierra de la Palestina histórica, mientras impone dos sistemas diferentes: uno para los israelíes-judíos y otro para los palestinos.
«Ya en 1993, la OLP reconoció el derecho de Israel a existir y aceptó participar en varias rondas de negociaciones en el proceso de paz del Medio Oriente destinadas a lograr un acuerdo de paz integral. Después de más de veinte años de negociaciones, está claro de que el gobierno israelí no está interesado en la paz. Para Palestina, el proceso de paz es un medio para la implementación del derecho internacional y la realización de justicia, el proceso no es un fin en sí mismo, pero el gobierno israelí lo ha usado constantemente y se ha aprovechado de las ‘negociaciones’ como cortina de humo para una mayor colonización de la tierra palestina, incluyendo a Jerusalén Oriental, con el objetivo de afianzar su control de la totalidad del territorio.
«La solución de dos estados con un respaldo internacional no es aceptada por ninguno de los partidos políticos que componen las actuales coaliciones del gobierno israelí. Sus líderes continúan incitando y lanzando discursos de odio contra el pueblo palestino y una retórica incendiaria contra los derechos y aspiraciones nacionales de los palestinos. Esto ha incluido la peligrosa utilización de la religión para justificar crímenes de guerra y violaciones a los derechos humanos, que es algo que creemos es de primordial gravedad y consecuencia para la paz y la seguridad regional e internacional y de esta forma hemos advertido consistentemente en contra de los intentos israelíes de convertir un conflicto político y territorial solucionable, en una guerra religiosa
«Al igual que Likud, el partido del Primer Ministro israelí Benjamin Netanyahu, que reafirmó su programa político que niega cualquier posibilidad de creación de un estado palestino, sobre el terreno, los colonos y las fuerzas de ocupación israelíes continúan actuando con odio y agresión en contra del pueblo palestino, disminuyendo aún más las perspectivas de co-existencia pacífica. Los ataques contra civiles y propiedades palestinas continúan, en lugares sagrados cristianos y musulmanes y las casas siguen siendo demolidas, desplazando por la fuerza a nuestro pueblo para allanar el camino hacia una mayor expansión de los asentamientos colonialistas.
«La realidad de un único estado impuesta por el gobierno israelí no podría ser posible sin la impunidad que ha recibido de la comunidad internacional. La empresa de asentamiento colonialista israelí en la Palestina ocupada no pudiera tener éxito sin la apertura de los mercados internacionales a los productos de asentamientos israelíes ilegales, sin acuerdos de libre comercio que acogen estos productos, sin que las compañías internacionales y la economía israelí se beneficien mutuamente de esta negación sistemática de los derechos de los palestinos y sin los compromisos de varios gobiernos de que, independientemente de las violaciones y crímenes, Israel seguirá disfrutando de una total impunidad.
«No se equivoquen: los palestinos han aprendido las lecciones del colonialismo de Balfour. Hace poco fuimos testigos de la firmeza del pueblo palestino en el Jerusalén Oriental ocupado ante el rechazo de los intentos israelíes por cambiar el estatus quo histórico del Complejo de la Santa Mezquita Al-Aqsa. Esta hermosa demostración de resistencia popular no violenta hizo eco en todos los rincones del mundo. Justo cuando nuestros jóvenes y ancianos, mujeres y hombres, cristianos y musulmanes y miembros de todas las facciones políticas se unieron para defender Jerusalén, no podemos dejar de recordar a quienes se oponían a las políticas británicas en el notable paro nacional de 1936, o la ocupación israelí en la Primera Intifada en 1987. Los palestinos le han mostrado al mundo y a muchos israelíes que la «fantasía» colonial de hablar de paz y co-existencia mientras niegan sistemáticamente los derechos de un pueblo bajo un ejército de ocupación opresor nunca puede tener éxito y que el derecho de un pueblo a la autodeterminación y la libertad no puede ser aplastado, ni descartado, ni negado.
Para ver el resto del discurso de ‘Abbas en ingles junto a las imágenes copie o pulse por favor el siguiente enlace en su ordenador: https://www.memri.org/reports/article-occasion-balfour-declaration-centenary-palestinian-authority-president-abbas-says
[1] The Cairo Review of Global Affairs (La Revisión de Asuntos Globales del Cairo) es una publicación trimestral publicada por el Instituto de Asuntos Globales y Política Pública en la Universidad Americana en El Cairo.
[2] Thecairoreview.com, 2 de noviembre, 2017.