En un artículo titulado «Del 11 de Septiembre al asesinato de Foley, el extremismo vive», ‘Abd Al-Rahman Al-Rashed, director de Al-Arabiya TV y ex-editor del diario saudita Al-Sharq Al-Awsat en Londres, busca respuestas a la pregunta del por qué la guerra de 13 años del mundo contra el terrorismo no ha logrado sus objetivos a pesar de las enormes inversiones y numerosos éxitos tácticos. Este sostiene que el extremismo es una enfermedad que no puede ser entendida por las medidas de seguridad, sino sólo secando sus «fuentes de educación, medios de comunicación y financiación».
Lo siguiente son extractos de una traducción al inglés de este artículo publicado el 25 de agosto, 2014 en el portal de Al-Arabiya.[1] El artículo en árabe fue publicado el mismo día en Al-Sharq Al-Awsat.
‘Abd Al-Rahman Al-Rashed (imagen: English,alarabiya.net)
La guerra contra el terrorismo ha fracasado
«Fue ante la negligencia y falta de atención que la organización Al-Qaeda floreció y atacó suelo estadounidense el 11 de septiembre, 2001. El evento marcó el inicio de la guerra contra el terrorismo. [Ahora] una nueva era de la guerra contra el terrorismo está por comenzar luego de la noticia de que la ejecución del periodista estadounidense James Foley por el Estado Islámico de Irak y Siria (EIIS) conmocionó al mundo. La acción señala que crímenes similares por la organización son inminentes. Este también tendrá éxito en despertar a bandos interesados – también occidentales así como regionales – ya que también están amenazados por la organización y sus simpatizantes.
«Los últimos 13 años fueron testigos de algunas de las mayores guerras en la historia contra los grupos rebeldes. Estas guerras incluyeron enfrentamientos militares, persecución [por los] [aparatos] de seguridad, [el ofrecer] recompensas financieras, la congelación de cuentas bancarias y el cierre de la diseminación de propaganda a través de los medios de comunicación. A pesar de todo esto, estas guerras han fracasado, a pesar del asesinato y detención de los principales líderes de Al-Qaeda.
«Muchos de los líderes de la organización fueron asesinados o detenidos, pero la ideología del grupo no disminuyo. Así que nuestro enemigo no es Al-Qaeda o el EIIS o el Frente Al-Nusra, sino el propio concepto – el concepto del extremismo religioso, el cual es la fuente de inspiración y energía… Este concepto es también la razón por la cual decenas de miles de jóvenes [han] llegado a Siria e Irak, preparados, o más bien dispuestos, a morir».
Combatan contra la enfermedad del extremismo, no se deshagan solamente de los pacientes
«Nuestra guerra – la guerra del mundo, [ambos] musulmanes y otros – es en contra de ideas malvadas. Al-Qaeda es una idea e igual lo es el EIIS. No se trata de construir un ejército o la expandirse en el mapa u obtener campos petroleros. Es sobre un grupo ‘sagrado’ que gobierna en nombre de Dios y pretende acercarse a él ofreciendo sacrificios humanos.
«Incluso si las tropas estadounidenses, o los soldados iraquíes, o tribus iraquíes logran asesinar al [líder del EIIS Abu Bakr Al-] Baghdadi y su rival [Abu Muhammad Al-] Joulani y los miles de terroristas que les siguen, el renacimiento de Al-Qaeda bajo un nuevo lema es casi seguro.
«Estamos atrapados en una lucha con el extremismo, una lucha que no ha finalizado desde que el Ayatolá Jomeini tomó el poder en Irán y desde que Juhayman Al-Otaybi ocupó la Gran Mezquita de la Meca en 1979.
El extremismo es una enfermedad que azota al mundo árabe, a muchos países musulmanes, y a las sociedades minoritarias musulmanas en países europeos e incluso en China. Es una enfermedad similar al Ebola, queriendo decir que no es suficiente deshacerse de los pacientes; también se debe combatir contra el virus.
«El EIIS, y Al-Qaeda antes de este, no sólo deben ser vistos como una amenaza a Occidente y a los seguidores de otras religiones, mientras la mayoría de sus víctimas son musulmanes y la mayoría de ellos son musulmanes sunitas. Por lo tanto, la mayor carga en el nueva ronda de la guerra contra el terrorismo es sobre los países musulmanes, sus gobiernos y sus figuras intelectuales».
El mundo islámico se encuentra en negación
«Estoy seguro de que el pensamiento extremista finalizará y no renacerá por otros 100 años si sus fuentes de educación, medios de comunicación y financiación son secados. Sin embargo, el mundo islámico se niega a admitir el problema del extremismo que se encuentra dentro de este. Por un lado, esta lucha contra el extremismo a un nivel de seguridad. Por otro lado, trata de echarles la culpa a otros, en lugar de admitir su enfermedad y la necesidad de un tratamiento largo y duro.
«El virus del extremismo se ha infiltrado en la sociedad y la cultura. Es debido a este virus que muchos actúan como si a la gente le hubiesen lavado el cerebro y deambulan por las calles de sus ciudades repitiendo las mismas ideas y defendiendo el extremismo, dispuestos a difundir sus enseñanzas. Y de esta manera, cada vez que las fuerzas anti-terrorismo matan a cien de ellos, un millar más nacen».
[1] English.alarabiya.net, 25 de agosto, 2014. El texto ha sido ligeramente editado para mayor claridad.