El director de la Asociación para la Defensa del Periodismo en Irán, el Dr. Mohsen Kedivar, participó en un seminario titulado «Hacia la Democracia» en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Teherán. En un discurso, se refirió al asunto de la tiranía y la democracia en Irán, destacando que la sociedad iraní había experimentado dos tipos de tiranía: la tiranía secular bajo el régimen del Shah y la tiranía religiosa bajo el régimen de la Revolución Islámica.

Según Kedivar, existen dos percepciones en el Islam. Una es una percepción totalitaria que mantiene que el Islam contradice a la democracia. Los partidarios de esta percepción ven legítimo el establecimiento de un régimen religioso y la represión del pueblo. La segunda percepción sostiene que el Islam promueve la libertad y no contradice a la democracia.

Debería enfatizarse que Kedivar, que es clérigo y un intelectual prominente de la corriente reformista, no descarta un régimen religioso; sólo teme que la tiranía religiosa pudiera tomar el control de los asuntos del día a día, lo que traería el totalitarismo religioso.

Kedivar afirma que el Islam es una religión relacionada con época y localización, y que es el pueblo quien debe decidir cómo debería regirse la sociedad. Él ve la democracia como el mejor modo de conducir los temas sociales, pero no predica el laicismo, e incluso se opone a los seculares que piden la separación de religión y estado. Fue juzgado y encarcelado en el pasado por sus escritos. Lo que sigue son extractos de su discurso en el seminario: [1]

Tanto la ‘Revolución Constitucional’ como la ‘Revolución Islámica’ han dejado de resolver la tiranía

«Desde la Revolución Constitucional en Irán, nosotros [los iraníes] hemos experimentado dos formas de tiranía, la secular y la religiosa. [2] Igual que la Revolución Constitucional, la Revolución islámica ha dejado de resolver los problemas de tiranía en Irán. Las discusiones [políticas y sociales] más controvertidas del último siglo han entrado en erupción entre los seguidores de dos escuelas de pensamiento diferentes y los seguidores de dos interpretaciones del Islam distintas.

Según una interpretación, los temas sociales de un país se confían a un sólo hombre, mientras según la otra, la confianza está puesta en el pueblo y su libertad es respetada [por ejemplo, ‘la democracia islámica’]… Las dos interpretaciones tienen defensores, tanto entre los intelectuales como entre los clérigos.

En Irán hemos experimentado tanto la tiranía secular, basada sobre una interpretación fascista de la política y la sociología, y la tiranía religiosa, basada sobre una interpretación fascista de la fe. La tiranía religiosa es indudablemente la más peligrosa, ya que utiliza la religión como medio para aplicar presión política sobre el pueblo.

«Tanto la tiranía religiosa como la tiranía secular tomaron forma en Irán tras la Revolución Constitucional, y los defensores de ambas se esforzaron por asegurar su hegemonía y poder político en la sociedad iraní (…) Durante los últimos 25 años hemos sido testigos de [estas] dos interpretaciones del Islam en Irán. Una impidió los deseos de la nación iraní de crear una democracia, al tiempo que la otra intentó apoyar los deseos de promover la libertad».

«El problema del dominio religioso es la interpretación fascista que lleva al totalitarismo»

Kedivar observó que las dos interpretaciones del Islam siempre han coexistido: «La primera es totalitaria y la segunda enfatiza [el apoyo religioso a] la libertad y la democracia. Los que defienden la primera interpretación [totalitaria] creen que el único modo de que la religión logre poder es a través del dominio político (…) Este es el acercamiento populista a la democracia, y en otras palabras (…) la tiranía. La autoridad, según esta interpretación, no se deriva del pueblo, sino del Cielo, y aparece en la ideología del gobierno religioso en su forma más lúcida (…)»

Kedivar enfatiza: «El Islam político [dentro y en sí mismo] nunca ha supuesto un problema [porque el pueblo es religioso]. [El problema yace en] la interpretación fascista del Islam político: [el problema yace en] la creencia de un grupo específico de personas [léase los clérigos en el poder] que disfrutan de derechos especiales y [el problema yace en la pretensión de que el Islam es un sistema de] normas y reglamentos fijos que son inmutables.

«[Existen] dos grupos que no apoyan la libertad o democracia: [el primer grupo son] aquellos que apoyan la interpretación totalitaria de la religión y del Islam, y [el segundo grupo son] los iraníes seculares y extranjeros que equiparan Islam con totalitarismo (…) Los seculares ven la religión como un asunto del individuo. Cuando los funcionarios del régimen son religiosos y defienden el gobierno religioso, se les permite proponer [el mandato religioso al pueblo] como un asunto público, pero incluso entonces [la aprobación de este principio debería] depender de su aceptación por la mayoría…»

El Islam promueve la libertad y la democracia

«[Los fieles de la segunda interpretación, léase el] Islam democrático, ven la religión como algo basado en principios democráticos… El Islam, [en su opinión,] es – para la mayoría – un estilo de vida vinculado a época y lugar… Según la primera interpretación [léase la interpretación totalitaria del Islam], el Islam es contradictorio con la democracia y la impide. Pero según la segunda interpretación, [el Islam] no sólo no contradice la democracia, sino que es considerado un catalizador en su [implementación].

En nuestra sociedad, la democracia es una necesidad [esencial] pero [en sí misma] no es suficiente… [El público islámico] no necesita denunciar la democracia meramente porque venga de Occidente. La democracia es el mejor método de gobierno, porque reduce al mínimo el papel del individuo y lo reemplaza con el gobierno de la sociedad por medio de la cordura pública. El establecimiento de un orden democrático debe basarse en cuatro principios mayores: elecciones libres y justas, el establecimiento de una sociedad civil, el respeto a los derechos humanos y la transparencia de las acciones gubernamentales.

«Reevaluar las tradiciones religiosas existentes y reformar [los valores] religiosos y democráticos incumbe a los musulmanes. Deben aceptar el hecho de que la democracia es la única manera de conducir los temas sociales y políticos [de la sociedad]».


[1] Aftab-e Yazd (Irán), 11 de mayo del 2004; IRNA (Persa), 10 de mayo del 2004.

[2] La Revolución Constitucional, 1905-1907. Tras la presión popular liderada por intelectuales y clérigos, el Shah fue obligado a adoptar una constitución para Irán, de corte occidental.