La carnicería es horrible. Los informes iniciales presentados el día 18 de julio hablaban de 60 a 70 muertos, pero la información posterior sitúa la cifra en hasta 200.000 civiles muertos y 14.000 desplazados en los combates tribales que se suceden en el estado del Nilo Azul en Sudán. Las autoridades sanitarias pidieron ayuda adicional para tratar a los numerosos heridos, más allá de la capacidad de un sistema médico local sin la suficiente financiación como para atender a los heridos.

Fuerzas conjuntas (RSF, SAF, cuerpos policiales) llegando a Al-Damazin, estado del Nilo Azul, con el propósito de restablecer el orden.
Fuerzas conjuntas (RSF, SAF, cuerpos policiales) llegando a Al-Damazin, estado del Nilo Azul, con el propósito de restablecer el orden.

En los medios de comunicación regionales parte del discurso era predecible. Un artículo de una cadena de televisión pan-árabe entrevistó a individuos locales sobre el terreno en el estado del Nilo Azul. Todos ellos deploraron la violencia y señalaron tolerancia y pluralismo lo cual ha sido característico del estado, con muchas tribus y grupos étnicos diferentes. Uno señaló que «nunca hemos visto algo así» y pidió tratar de lograr una coexistencia pacífica.[1]

La realidad de lo que sucedió en el terreno es bastante más complicada de lo que las entrevistas con gente en la calle le harían creer a uno. El Nilo Azul es una zona fuertemente militarizada convertida en uno de los estados del campo de batalla, junto al vecino Kordofán del Sur, en la lucha de décadas entre el ejército/Movimiento de liberación del pueblo de Sudán (SPLM/A) y el gobierno en Jartum, generalmente representado en el terreno por las fuerzas armadas de Sudán (FAS). El estado es rico en recursos naturales y está repleto de pobres, como la mayor parte de Sudán. El factor tribal y las luchas por la tierra y los recursos fueron y siguen siendo elementos clave del conflicto en el estado.

En la guerra entre Jartum y los rebeldes que tuvo una duración de años, la dimensión tribal fue a menudo de gran importancia. Los grupos rebeldes a menudo se basaban en ciertos grupos étnicos más que en otros y Jartum, al más puro estilo imperial – armaba y desataba a los rivales tradicionales de sus enemigos.

El SPLM en el estado del Nilo Azul durante los años de la Guerra Civil de Sudán (1983-2005 y después de la independencia de Sudán del Sur, 2011-2020) se basó en gran medida en los pueblos ungesana y uduk (el líder del SPLM y ex-gobernador del Nilo Azul Malik Agar es ingessana). Jartum reclutó a representantes paramilitares entre los grupos rivales, tales como felata y hausa, grupos tribales originarios de África occidental y recién llegados a la región en el siglo 20. Pero la lealtad tribal y de facciones a veces no era tan clara. La milicia Kobaji creada por Jartum para luchar contra el SPLA, grupo que está siendo liderado por Malik Agar incluía a combatientes de la tribu Al-hamaj que cambiaron de bando del SPLA en el año 2015 a las milicias SAF. El motivo de la deserción fue la fricción con Agar, pero también la necesidad de adquirir mejores armas para defenderse de otros grupos, tales como los Felata y los Hausa, que codiciaban el territorio de Al-hamaj.[2]

No es coincidencia que los recientes combates y masacres fuesen entre los Hausa y Al-hamaj, una antigua tribu del Nilo Azul con antecedentes que se remontan al sultanato medieval funj de sennar, contra una «nueva» llegada de los hausa en el siglo 20. Los detalles son, tal como sucede a menudo en estas situaciones, bastante turbios, pero incluyen el «discurso de odio» e instigación, problemas de tierras y temores por parte de Al-hamaj de que los hausa están siendo favorecidos por sus antiguos patrones en el ejército sudanés y exigiendo derechos que no se merecen.[3] Las actuales tensiones se remontan a meses atrás.[4] Otros informes describen los enfrentamientos entre hausa e ingessana[5] o hausa y los berta (berta, Al-hamaj y funj son esencialmente lo mismo). La mayoría de las víctimas parecían haber sido hausa.

El actual gobernador del estado, el veterano ex-rebelde del SPLM/A Ahmed Al-Umda (él mismo siendo ingessana y diputado de Malik Agar durante la guerra) describió el Nilo Azul como una versión en miniatura de Sudán y prometió tomar una postura mucho más dura contra la incitación étnica y defender el estado de derecho.[6] Los críticos del gobierno militar señalan que Agar y otros firmantes del acuerdo de paz Juba han demostrado ser aliados del ejercito. El SPLM en Sudán se encuentra hoy dividido en líneas étnicas, inclusive en el estado del Nilo Azul.

El ejército sudanés (SAF más sus rivales/socios en las Fuerzas de Apoyo Rápido o FAR) derrocaron al gobierno civil interino del país el día 25 de octubre del 2021 y ha intentado mantener el poder desde ese entonces, a pesar de un movimiento popular en favor de la democracia y el recorte a la ayuda dada por los países en Occidente. Una forma en que el régimen militar ha tratado de hacer retroceder al movimiento pro-democracia en las calles es mediante el uso de elementos tribales, incluyendo a los líderes tribales tradicionales, tanto antes como después del golpe de estado ocurrido el día 25 de octubre. Un bloqueo de los líderes tribales de Beja al este de Sudán y el consentimiento de los ex-líderes rebeldes de Darfur y del Nilo Azul fueron elementos clave en el golpe de estado militar. El ex-miembro del Consejo de Soberanía Mohammed Al-Faki Suleiman culpó a los militares (que lo encarcelaron en octubre del 2021 y solo lo liberaron en abril del 2022) de estar detrás del incremento de la violencia tribal, no solo en la zona del Nilo Azul sino en todo el país, desde que sucedió el golpe de estado. Esto fue «cuidadosamente planificado y no algo espontáneo», señaló en su página Facebook.[7] Los líderes hausa en una conferencia de prensa realizada el 20 de julio acordaron, hasta cierto punto, de que esto fue planeado y organizado, pero culparon al gobierno local, controlado por el SPLM/A en lugar de Jartum. La etnia hausa de otras ciudades sudanesas se amotinaron en solidaridad con sus hermanos del Nilo Azul.

Ciertamente, las fuerzas centrífugas que potencialmente conducen a una mayor violencia y caos están cobrando fuerza en Sudán. Recientemente se han producido disturbios en las zonas este y norte del país, más masacres en Darfur y empeoramiento de las condiciones económicas del lugar.

Las fuerzas armadas están ansiosas por retener el poder verdadero (seguridad, relaciones exteriores, banca) mientras entregan las partes desordenadas del gobierno a un gobierno civil que pueda desviar la culpa de los desastres que se avecinan muy lejos de las fuerzas armadas. Eso suponiendo que la población civil y los políticos puedan aceptar un gobierno en el que estarían en cualquier momento a merced de los soldados.[8] Según las Naciones Unidas, se ha producido un incremento dramático en el hambre con más del 30% de la población de Sudán enfrentando una «inseguridad alimentaria muy aguda».[9] Mientras tanto, a medida que el hambre acecha, el trigo de Sudán se pudre en los almacenes porque el gobierno no puede permitirse el lujo de comprarlo.[10] Si estamos viendo esta violencia ahora, ¿cómo será dentro de seis meses cuando los precios sean aún más altos y las existencias de alimentos estén en su punto más bajo?

Sin embargo, el propio ejército, que maneja los hilos y manipula los acontecimientos internos y a los diplomáticos extranjeros, también se encuentra dividido, aunque estos se esfuerzan valientemente por presentar un frente unido. Los dos líderes del régimen militar, el jefe de estado interino de las SAF, el general Abdel Fatah al-Burhan y su adjunto, el general de las RSF Muhammad «Hemeti» Dagalo, son socios pero también rivales. Si Al-Burhan aspira ser igual al presidente de Egipto Al-Sisi, Hemeti busca emular a Idris Deby de Chad. Ambos poseen importantes lazos con el exterior. Al-Burhan, a pesar de los continuos lazos de las SAF con los ex-islamistas gobernantes de Sudán, está muy cerca del Egipto de Al-Sisi. Hemeti cultiva lazos más estrechos con los Emiratos Árabes Unidos, con Rusia e incluso con Israel. Tanto Al-Burhan como Hemeti buscan aliados entre los antiguos grupos rebeldes para de esta manera reforzar sus filas. Las tropas de Hemeti estuvieron entre las primeras en el terreno para ayudar a restablecer el orden en la zona del Nilo Azul.[11]

A tal caldero burbujeante llega el primer embajador acreditado de Estados Unidos en Sudán en 25 años. El diplomático de carrera John Godfrey fue confirmado por el Senado el día 14 de julio. Este presentará sus credenciales al general Al-Burhan unos nueve meses después de que Al-Burhan terminara con el gobierno civil y modificase un camino tortuosamente negociado hacia la democracia. Ciertamente, esta no será una gira aburrida para Godfrey con el espectro de una hambruna, guerra civil, el caos o tiranía avistados sobre el horizonte.

La administración Biden ha sido relativamente pasiva respecto a Sudán, débil frente a los militares y en esencia, ha apostado por las iniciativas multilaterales existentes, como si esta se diera cuenta de que Sudán probablemente era una causa ya perdida y que existían problemas regionales y globales más apremiantes de los que preocuparse. Mi preocupación es que Washington pueda inclinarse más hacia el eje SAF/Egipto y esencialmente trabaje para embellecer un rostro civil a lo que es un régimen militar. Yo espero estar del todo equivocado y que la política sea más proactiva en favor de las voces de los valientes activistas sobre el terreno de lo que pareciera ser hasta ahora. Uno de los peligros más crónicos de la política de Sudán es que una situación de crisis permanente puede alentar un enfoque comprensible en los resultados a corto plazo a expensas de los muchos más lentos resultados a largo plazo que tanto se necesitan.

Cualesquiera que sean las órdenes de marchar que se les den a Godfrey y la forma en que Estados Unidos decida abordar las relaciones a futuro con los gobernantes militares del país, la historia sudanesa nos ha enseñado repetidamente que el gobierno militar no es una solución verdadera. El temor es que para la política estadounidense y, lamentablemente, para el sufrido pueblo sudanés, el futuro puede que no sea una elección entre tiranía o caos, sino más bien entre tiranía y caos en Sudán.

*Alberto M. Fernández es vicepresidente de MEMRI.


[1] Twitter.com/AlHadath/status/1549719613470023680, 20 de julio, 2022.

[2] Smallarmssurvey.org/resource/spilling-over-conflict-dynamics-and-around-sudans-blue-nile-state-2015-19, marzo, 2020.

[3] Alrakoba.net, 18 de julio, 2022.

[4] Youtube.com/watch?v=GMr_iSQVCNE, 20 de julio, 2022.

[5] Sudantribune.net/article261640, 17 de julio, 2022.

[6] Youtube.com/watch?v=_kgV26qGP3w, 20 de julio, 2022.

[7] Altaghyeer.info, 18 de julio, 2022.

[8] Dabangasudan.org/en/all-news/article/breaking-sudan-military-withdraws-from-negotiations-leaves-opposition-to-form-govt, 4 de julio, 2022.

[9] Aljazeera.com/news/2022/6/16/one-third-of-sudans-population-faces-hunger-crisis-un, 16 de junio, 2022.

[10] Moneycontrol.com/noticias/world/sudan-wheat-harvest-waits-to-rot-as-hunger-crisis-looms-8706411.html, 19 de junio, 2022.

[11] Twitter.com/RSFSudan/status/1549644503195213826, 20 de julio, 2022.