El 17 de junio del 2007, el renombrado poeta palestino Mahmoud Darwish publicó sus reflexiones sobre la destructiva lucha en Gaza en el diario de Londres Al-Hayat. Darwish es conocido ambos por su capacidad literaria y por su activismo político; fue miembro del Comité Central de la OLP desde 1987 hasta 1993, cuando renunció en protesta a los Acuerdos de Oslo.
Lo siguiente son extractos: [1]
«Tuvimos nosotros que caer desde muy alto y ver nuestra sangre en nuestras manos para darnos cuenta de que no somos ángeles, tal como creíamos? ¿Tuvimos también que exponer todas nuestras faltas ante todos, para que nuestra verdadera naturaleza no permaneciera virgen? Cuántas veces mentimos cuando dijimos: ‘Somos una excepción.’ Que creemos que somos peores que mentirle a otro. Ser amistoso con aquéllos que nos odian y cruel con aquéllos que nos aman – ésa es la bajeza de uno que se agranda a si mismo y la arrogancia del humilde.
«Oh Pasado: No nos cambies mientras nos alejamos de ti. Oh Futuro: No nos preguntes: ‘Quiénes somos? Y qué esperas de mí?’ Porque nosotros también no sabemos. Oh Presente: Hemos nacido pequeños, ya que somos solo pasajeros insufribles.
«La identidad es lo que legamos, y no lo que se nos lega. Lo qué inventamos y no lo que recogemos. La identidad es el falso espejo, que deberíamos romper siempre que la imagen nos agrade.
«Él llevaba puesto una máscara, se armó de coraje, y asesinó a su madre, porque era una presa fácil para él, y porque una mujer soldado lo detuvo y le expuso sus pechos, diciendo: ‘Tiene tu madre algo como éstos?’
Si no fuera por la vergüenza y la oscuridad, yo visitaría Gaza, sin saber cómo llegar a la casa del nuevo Abu Sufyan, ni el nombre del nuevo profeta. Y si no hubiera sido Muhammad el Sello de los Profetas, cada tribu habría tenido un profeta, y cada Compañero hubiera tenido una milicia.
«Junio nos ha sorprendido en su cuadragésimo aniversario. Si de hecho no encontramos a uno que nos derrote de nuevo, nos derrotamos con nuestras propias manos, para que no nos olvidemos.
«No importa cuanto ustedes me vean a los ojos, no encontraran mi vista allí. La desgracia la ha apartado lejos. Mi corazón no me pertenece, ni a otro. Ha llegado a estar sin mí, [pero] sin convertirse en piedra.
«Sabe aquel que grita sobre el cadáver de su hermano ‘Allahu Akbar – que es un infiel, porque ve a Alá en su propia imagen, más pequeño que un ser humano normal? El prisionero que aspira a heredar la prisión le disimuló una sonrisa de victoria a la cámara, pero no tuvo éxito en suprimir la alegría que derramó de sus ojos. Quizás porque el texto apresurado era más poderoso que el actor. Para qué necesitamos Narcisos, mientras seamos palestinos, y mientras no sepamos la diferencia entre una mezquita (jami‘) y una universidad (jami’a), ya que las dos vienen de la misma raíz. ¿Para qué necesitamos un estado, mientras este y [el paso] de los días tienen el mismo destino?
«Un letrero en la puerta de una sala de fiestas nocturna: Bienvenidos palestinos que regresan de la batalla. La entrada es libre, y nuestros vinos no embriagan…
«‘Yo y el extraño contra mi primo; yo y mi primo contra mi hermano; y yo y mi jeque contra mi mismo’. [2] Esta es la lección primera en la nueva educación nacional bajo las criptas de la oscuridad.
«Quién entrará primero en el Paraíso? ¿Él que murió por las balas del enemigo, o él que murió por las balas de un hermano? Algunas sagas dicen: A veces tu enemigo es el que nació de tu propia madre.
«Los fundamentalistas no me enfadan, ya que son creyentes a su propia manera. Pero estoy enfadado por sus partidarios seculares y por sus partidarios ateos que creen solo en una religión – sus propias imágenes en televisión.
«Alguien me preguntó: Defendería un guardia hambriento una casa cuyo dueño viajó a pasar sus vacaciones de verano en la Rivera francesa o italiana – cualquiera de ellos. Yo dije: Él no vigilará. Él me preguntó: Suman yo + yo = dos? Dije: tú y tú es menos de uno.
«No estoy avergonzado de mi identidad, porque todavía es [un trabajo] que esta en marcha. Estoy, sin embargo, avergonzado por algunas de las cosas mencionadas en el Prolegómeno de Ibn Khaldun. [3]
«Tu eres, desde hoy en adelante, otro».