¿Es hoy el día? ¿Mañana? ¿Después de los Juegos Olímpicos de Invierno en Pekín? ¿O después del 220avo congreso del Partido a celebrarse en octubre del año 2022? Quizás, el itinerario se extienda hasta el año 2049, el centenario del ascenso al poder del Partido Comunista Chino en Pekín. Cada vez más, la región y el mundo especulan sobre cuándo las incursiones militares chinas sobre los dominios aéreos, marítimos y cibernéticos de Taiwán y sus alrededores pasarán de la zona gris al blanco y negro en lo que respecta a los ataques cibernéticos ofensivos.
Recientemente, el incremento de las tensiones en el estrecho de Taiwán ha ocupado un lugar destacado en los informes principales, quizás más que en ningún otro momento desde que estalló la crisis de los misiles en 1996, durante la cual los chinos lanzaron misiles a las aguas adyacentes a Taiwán. Los comentarios relativamente conciliadores del secretario general Xi Jinping que conmemoran el alzamiento de Wuchang y la posterior caída de la dinastía Qing respecto a que Taiwán «retorne a la patria» contrastan con el duro y desenfrenado poder de la agresión del Ejército Popular de Liberación (EPL) que ha crecido a niveles sin precedentes acortado por los bombardeos de artillería perpetrados en las décadas de los años 1950 y 1960 en las islas costeras de Taiwán. El alcance y la escala de las intrusiones del EPL en la Zona de Identificación de Defensa Aérea (ADIZ) de Taiwán están destinados no solo a enviarle mensajes a Taiwán y a los Estados Unidos sino también a cualquier otro país que pueda estar potencialmente inclinado a apoyar la autonomía democrática del pueblo de Taiwán. El conflicto en el estrecho de Taiwán afectará a todos los países de la región y más allá. Esto hace que los costos potenciales de un error de cálculo sean tan prohibitivos, pero aún no imposibles de imaginar. De manera alarmante, los riesgos de un error de cálculo emanan de las tres capitales relevantes: Pekín, Taipéi y Washington, D.C.
Pekín
La élite gobernante de la República Popular China (RPC) se ha vuelto más estridente en sus llamados al eventual retorno de Taiwán al control de Pekín. La máxima histórica de 24 caracteres de Deng Xiaoping que triunfantemente «escondía nuestras capacidades y esperaba nuestro momento» ha sido claramente descartado por el liderazgo actual. El secretario general Xi ha declarado repetidamente que no se trata de si Taiwán es absorbido por China continental, sino de cuándo. En su discurso realizado el 9 de octubre en el Gran Salón del Pueblo, este dijo lo siguiente: «La tarea histórica de la reunificación total de la patria debe cumplirse y definitivamente será cumplida». Nadie debería ignorar estas declaraciones de intenciones. Cuando se combina con las crecientes capacidades del EPL y las belicosas actividades operativas, es de mal augurio ante una unificación pacífica.
Las capacidades del EPL sin lugar a dudas se han incrementado en todos los dominios desde que la Comisión Militar Central (CMC) observó con bastante impotencia el despliegue de dos grupos de ataque de portaaviones estadounidenses en las cercanías de Taiwán en una demostración de fuerza durante la crisis de los misiles de 1996. Los incrementos masivos en los presupuestos de defensa, las reformas organizativas, los regímenes de entrenamiento más realistas y la creciente experiencia en el extranjero sin lugar a dudas han aumentado la confianza del EPL para poder así domesticar con éxito a Taiwán. La posibilidad de que tal seguridad en sí misma pueda llevar a una decisión precipitada de acción ofensiva solo se intensifica por la presunción de que los generales y almirantes del EPL no estarían dispuestos a decirles a sus amos del Partido Comunista Chino (PCCh) que su recientemente desarrollado poder todavía posee límites a pesar de un aumento porcentual de tres dígitos en el presupuesto de defensa durante las últimas dos décadas.
Podría decirse que la sostenida inversión en el área de defensa de China ha modificado a su favor el equilibrio militar en el estrecho de Taiwán. Esto alienta a los líderes chinos a cambiar unilateralmente el estatus quo en la autonomía política de Taiwán. Toda esta situación se ve reforzada por la narrativa de larga data de Pekín sobre la inevitable debacle de Estados Unidos, parte integral de sus comunicaciones estratégicas globales luego de la crisis financiera del año 2008. Esta narrativa no es realmente nueva. En las décadas de los años 1950 y 1960, la China de Mao se refería constantemente a los Estados Unidos como un tigre de papel cimentándose en su disuasión en lo que respecta al tema nuclear. Más reciente, en la década de los años 1990, los comentaristas chinos se refirieron al síndrome de Somalia ante el momento de la «caída del avión de combate Blackhawk» en Mogadiscio y la posterior retirada estadounidense. Y luego está la aún más reciente burla china por la debacle de Estados Unidos en Afganistán y las advertencias a los aliados estadounidenses de que no se puede contar con los Estados Unidos. Si bien no es necesariamente incorrecto, el peligro de que los líderes del PCCh crean en algo sin siquiera cuestionar los hechos al interpretar mal a Washington y al pueblo estadounidense conlleva un gran riesgo.
A pesar de los pronunciamientos de la propaganda china, Taiwán no es Afganistán. El29 apoyo bipartidista a Taiwán en el Congreso de los Estados Unidos es atípicamente amplio y profundo. El papel de Taiwán como modelo de democracia y de su liderazgo fundamental en la industria de los semiconductores resuena en una multitud de sectores en los Estados Unidos. La Ley de Relaciones de Taiwán (LRT), si bien no provee claridad estratégica que muchos buscan hoy día, ciertamente presagia que Estados Unidos no seguirá siendo observador casual ante los vergonzosos y no-provocados ataques chinos. Las purgas de Xi Jinping a cualquier oposición, o incluso potencial oposición, a su poder han eliminado cualquier diversidad de pensamiento con el Comité Permanente del Politburó y el CMC que corre el riesgo de que esta unanimidad pueda conducir a errores de cálculo que nadie en el complejo de liderazgo de Zhongnanhai se atreverá a cuestionar.
Taipéi
Un posible error de cálculo taiwanés tiene sus propias características distintivas basadas en presunciones de amplio alcance que van de que «los chinos nunca atacarán» hasta «la caballería estadounidense acudirá al rescate si es que lo hacen». Irónicamente, esto está fuertemente influenciado tanto por una muy peligrosa mala interpretación de la intención que posee la República Popular China como por una interpretación demasiado optimista de la política estadounidense.
El ruido de sables de China, aunque aumenta en alcance y escala, no es nada nuevo. La presión casi constante del PLA ha desensibilizado algo al pueblo de Taiwán. A pesar de la declaración hecha por el ministro de Defensa de Taiwán y ex-general Chiu Kuo-cheng de que la situación a través del estrecho era «la más grave» en más de 40 años, gran parte de las dudas sobre el liderazgo de las Fuerzas Armadas de Taiwán, basadas en dudosas razones históricas, culturales y supuestos políticos, de que el EPL alguna vez atacará y esencialmente culpa a los Estados Unidos por el incremento de las tensiones.
El anterior concepto de defensa general de Taiwán (ODC/s.e.i), un enfoque más efectivo y realista en utilizar recursos limitados que ha recibido un amplio apoyo de los funcionarios de defensa estadounidenses, ha sido abandonado por el liderazgo militar de Taiwán ante la abrumadora evidencia de que un enfoque tan asimétrico es exactamente lo necesario para disuadir y si fuese necesario, descarrilar la agresión china. Esto perpetúa la opinión de que Taiwán no se está tomando realmente en serio su propia defensa a pesar de lo que muchos considerarían una amenaza existencial. Los observadores internacionales solo pueden deducir que los líderes militares de Taiwán han llegado a la conclusión de que no es necesario hacer las cosas tan difíciles necesarias para disuadir el conflicto porque dudan de la probabilidad de que ese conflicto realmente ocurra. Esa vendría a ser una gran apuesta.
La complacencia en Taiwán puede hacer más para envalentonar a China que cualquier otra cosa. Es muy alentador observar que los datos de las encuestas revelan que la mayoría de los residentes ahora se identifican como taiwaneses en lugar de chinos y los jóvenes parecen estar dispuestos a defender a su patria. Sin embargo, las encuestas también transmiten falta de voluntad para volver al servicio militar obligatorio universal, dudas sobre el incremento del gasto en defensa e incluso que una pluralidad de la población planea «salir del país», «aceptar infelizmente la situación», «esconderse» u «optar por rendirse» «si es que estalla la guerra. Junto a las profundas preocupaciones sobre las prioridades organizativas y de adquisiciones del ministerio de Defensa Nacional de Taiwán, esto fomenta opiniones y voces en el continente que argumentarían que los riesgos de tomar el poder en Taiwán son realmente manejables.
Para ver el resto del despacho en inglés junto a las imágenes copie por favor el siguiente enlace en su ordenador: https://www.memri.org/reports/dangers-miscalculation-taiwan-strait-%E2%80%93-three-sides-same-coin
*Heino Klinck es miembro de la junta de asesores en MEMRI. Este se desempeñó como subsecretario adjunto de defensa de los Estados Unidos para Asia Oriental entre los años 2019-2021. Como oficial del área extranjera del ejército de los Estados Unidos este se desempeñó como agregado militar en China, entre los años 2004-2010.
[1] Taiwannews.com.tw/en/news/4151070, 15 de marzo, 2021.
[2] Chinaplus.cri.cn/news/china/9/20170630/7463.html, consultado el 28 de octubre, 2021.