La rebelión Ispah (亦思巴奚兵乱), también conocida como la rebelión de los cipayos persas fue una serie de guerras civiles que estallaron en la provincia china de Fujian, cerca de Taiwán, en el año de 1357 y duraron hasta el año 1366, hasta finales de la dinastía Yuan. La rebelión comenzó como un conflicto sectario entre musulmanes chiitas y sunitas por el dominio en la ciudad portuaria de Quanzhou. Más tarde, la rebelión derivó en un conflicto con el ejército imperial de la dinastía Yuan.

Para ese momento, Quanzhou era la mayor ciudad portuaria del mundo y fue el origen de la denominada Ruta Marítima de la Seda. Su población sumaba los dos millones de habitantes y estaba formada por un gran número de extranjeros, incluyendo árabes, persas, europeos, judíos e hindúes. En la ciudad se hablaban alrededor de 100 idiomas.

Musulmanes chinos orando.
Musulmanes chinos orando.

9rante la guerra, sunitas y chiitas se enfrentaron en toda China y muchos chinos Han también fueron asesinados. En respuesta a los disturbios, el ejército imperial de Yuan aniquiló por completo a la población persa en Quanzhou, ya que el conflicto había sido provocado por los chiitas persas. Este también acabó con casi todos los Semu (色目人), (un término utilizado por la dinastía Yuan para referirse a una variedad de personas oriundas del Asia central, Asia occidental y Europa) mercaderes del extranjero.

Las guerras se extendieron a partes de Quanzhou, Xinghua y Fuzhou, causando un gran número de muertes en la población civil. Las continuas guerras destruyeron la estabilidad del puerto Quanzhou, provocando el éxodo de un gran número de musulmanes que llegaron del extranjero. Esto dañó gravemente el orden social y el comercio económico en Quanzhou y Xinghua y provocó un fuerte descenso en el floreciente comercio exterior de Quanzhou. Con el declive de Quanzhou, la presencia islámica desapareció casi por completo y desde ese entonces no ha habido influencia chiita en China.

Desde el final de la dinastía Yuan, las camarillas gobernantes chinas xenófobas y conservadoras siempre han considerado estas rebeliones musulmanas como ejemplos. Desde las dinastías Ming y Qing hasta la República de China y la República Popular de China establecidas por el PCCh, el islam ha sido básicamente «respetado» exteriormente, pero en realidad ha sido estrictamente vigilado y reprimido.

Es imposible que el presidente chino Xi Jinping, quien trabajó en Fujian durante 17 años y alguna vez fue gobernador de la provincia, no conozca este relato. Yo creo que la comprensión que posee Xi del islam y los musulmanes se encuentra fuertemente influenciada por las lecciones aprendidas en la rebelión de Ispah y no me sorprende que al convertirse en el líder del PCCh, reprimió sin piedad a los uigures y a otras comunidades musulmanas en la inquieta región de Xinjiang suprimiendo el islam también en todo el país.

*Chris King es investigador principal del Proyecto estudios de los medios de comunicación chinos en MEMRI. King participó activamente en las protestas estudiantiles en China en el año de 1989.